Revista Ballast
(http://www.revue-ballast.fr/)
1. Publicáis un libro sobre la historia
del anarquismo en Venezuela. Interesémonos en el siglo XX. ¿Qué papel
desarrolló el movimiento anarquista durante el período del puntofijismo y
durante el “Caracazo” de 1989?
La presencia de grupos anarquistas durante el período
democrático-representativo previo a la era chavista se puede dividir en dos
lapsos: uno que va desde 1958 a 1970, donde la presencia marcada del exilio
ibérico es la característica reconocible, hasta la desarticulación de la
experiencia en la Universidad Central de Venezuela; y otro que va desde ese
hecho hasta bien entrada la década de 1990.
Previó a ello, existió una vinculación entre algunos militantes de
Acción Democrática y exiliados españoles de la CNT; Bernardo Pérez Salinas,
José González Navarro, Augusto Malavé Villalba, Salom Mesa Espinoza y Francisco
Olivo fueron algunos “adecos” que ayudaron a los anarcosindicalistas ibéricos
desde 1945, facilitando su ingreso al país, ayudándolos a conseguir empleos y
apoyándolos económicamente. A diferencia del PCV, URD o COPEI, en sus inicios
AD fue un partido policlasista, profundamente agrarista y anti-imperialista que
brindó apoyo logístico a los refugiados ibéricos.
Con el posterior envilecimiento de la socialdemocracia, la caída
del poder adquisitivo, la derrota del
proceso de lucha armada que impulsó la izquierda marxista en la década de 1960,
el continuo deterioro institucional y la infantilización de las dinámicas
sociales, hubo un modesto resurgir y aparición de grupos anarquistas que
rechazaban el statu quo socialdemócrata (fines de los 70 y años 80).
El “Caracazo” (27/2/1989) fue una explosión popular que tuvo
ciertos rasgos de insurrección anarquistas (saqueos, ataque a la propiedad
privada y casas de partidos, enfrentamiento desigual con el ejército, redes de
complicidad entre saqueadores el grueso de la población, etc.) pero que no fue
ni impulsada por los anarquistas ni tuvieron protagonismo relevante. Podríamos
encontrar similitud de este estallido social con los motines de subsistencia de
los siglos XV a XIX en Europa.
Lo que si hay que rescatar, es que el Caracazo dio inicio a una
articulación y presencia de anarquistas en diferentes luchas gremiales,
barriales, campesinas y estudiantiles; como fue la huelga de HRH, la presencia
en la Asamblea de Barrios, las movilizaciones contra el paquete económico, las
protestas contra la celebración del Quinto Centenario del “Descubrimiento” o la
solidaridad con los campesinos de Los Cañizos-Palo Quemado (en el estado de
Yaracuy).
En el libro Contracorriente: La historia del movimiento
anarquista (1811-1998) del compañeros Rodolfo Montes de Oca, que saldrá a
la luz este año de la mano de La Malatesta Editores en Madrid, se expone de
forma cronológica y bien documentada la presencia anarquista durante este
periodo.
2. ¿Qué relación teníais con la tentativa
de golpe de Chávez en 1992 (apoyo, critico o condena)? ¿Y con el Movimiento
Quinta República? ¿Ningún puente se dibuja con el “chavismo” antes de la
llegada al poder en 1998?
El Libertario no existía –como publicación o como
colectivo- en 1992. Aparece a mediados de 1995. Sin embargo, se expresó una
clara y razonada opinión de rechazo al golpe militar de 1992 en Correo A, vocero anarquista que para
entonces se publicaba en Caracas (ver http://correoa.blogspot.com). Por lo
demás, era impensable cualquier relación o afinidad con la logia militar que
propició el golpe, inspirada en ideas y objetivos del todo ajenos, e incluso
hostiles, al socialismo libertario.
En cuanto al Movimiento V República (MVR), fue fundado tras la
salida de prisión de Chávez y demás cabecillas golpistas en 1997. Dadas sus
características (caudillismo extremo, pro-militarista, afinidad con las
expresiones más autoritarias y retrógradas del panorama político del país,
oportunismo que no le hacía ningún asco a las alianzas con sectores del capital
nacional y transnacional, discurso desvergonzadamente demagógico), no buscamos
ningún vínculo con obvio recelo, ya que nos generaba temores fundados sobre lo
que representaría su eventual ascenso al poder, temores que empezaron a confirmarse
desde el comienzo de la primera presidencia de Chávez en 1999. En nuestra web
www.nodo50.org/ellibertario pueden consultarse las ediciones de El Libertario en aquellos años para comprobar esto.
Adicionalmente, un integrante de nuestro Colectivo presenta a
continuación un testimonio que amplia e ilustra esta respuesta:
«En mi caso personal fui uno de los cien fundadores del Movimiento
Quinta República como lo pueden evidenciar los documentos constitutivos de esa
organización política ante el Consejo Supremo Electoral como se denominaba a la
sazón el organismo electoral venezolano. Fui testigo de excepción de la
fundación de ese partido y percibí claramente que se trataba de una
organización de naturaleza militarista y estalinista. El líder Hugo Chávez era
quien decidía absolutamente todo en consonancia con los grupos asesores y los financistas
de su campaña electoral.
Era un movimiento heterogéneo porque participaban gente de la
izquierda tradicional muy fracasada venida de una derrota militar, política y
moral. Después de la frustración de la lucha armada. Chávez les daba
oportunidad de una cuota de poder y eso fue un gran atractivo para quienes
militaron en diversas parcelas marxistas: el Partido Comunista, la Liga
Socialista, sectores del Bandera Roja y de Tercer Camino-Ruptura, el MAS, el
MEP y toda la diversidad del espectro político de la denominada izquierda. Asimismo, había militares neofascistas que habían participado en
la represión del 27 de febrero de 1987 con una formación reaccionaria propia de
los administradores de la violencia del Estado en Venezuela.
Chávez era tan militarista que la tentativa ineficaz de golpe de
Estado no tuvo ninguna actividad en los medios de difusión de masas ni una
participación civil en su conducción, totalmente impregnada de oficiales de las
Fuerzas Armadas. Una logia castrense pretendía tomar el poder sin requerir a la
sociedad.»
3. Sois muy críticos en relación a la
dicha “revolución bolivariana”. ¿Por qué no merece este nombre? ¿Qué balance
hacéis de la “transición hasta el socialismo” a través del poder estatal?
No existe ninguna “revolución” porque en Venezuela no ha habido
ninguna clase de transformación social, económica, cultural ni política. Es
básicamente continuación de la democracia representativa burguesa instaurada en
1958 con contenido militar y pirotecnia verbal seudo izquierdista. Sus
políticas son esencialmente clientelares y de reformas sin relevancia. Además,
es una experiencia autoritaria con visos de cada vez mayor presencia policial y
castrense en la vida nacional. Nunca antes, ni siquiera en las administraciones
militares de Juan Vicente Gómez y Pérez Jiménez, había un espacio tal amplio
ocupado por los altos cuadros del aparato estatal. Con Chávez la fuerza armada
controla las finanzas, los alimentos, las divisas, las construcciones e
infraestructura, las compras armamentistas e incluso los negocios criminales
del contrabando de gasolina y de estupefacientes. En síntesis, es una gestión
teñida del dominio de una dirección de los agentes de la guerra. Asimismo, el
adjetivo “bolivariano” solo sirve para encubrir, con una neolengua propia de
los regímenes fascistoides, la invocación al Libertador Simón Bolívar a fin de
procurararle legitimidad a una administración como la militar y otorgarle
identidad, asociándola con un proceso como el de la secesión del imperio
español acaecido al inicio del siglo XIX.
Al no existir revolución no hay ninguna transición al socialismo.
Es una ficción propuesta para edulcorar un esquema nasserista y castrista como
es el venezolano. Ni la economía es socialista dado que solo el 3% del Producto
Interno Bruto es del sector social ni en el plano político se ha dado pasos
para elaborar una democracia participativa ni directa sino todo lo contrario, cada
vez hay mayor concentración de poder en manos de las fuerzas armadas y el líder
fallecido. Ningún poder estatal es socialista porque se trata del aparato de
dominación del sanedrín que domina a la sociedad.
Mucho más puede, y debe, expresarse en tono de crítica a la
“revolución bolivariana”. Como ello no es posible en el marco de esta
entrevista, remitimos al muy documentado libro de Rafael Uzcátegui, compañero
de El Libertario: Venezuela, la
revolución como espectáculo, editado en castellano, inglés, francés y
accesible en Internet.
4. Destacáis que uno de los puntos negros
es la ausencia de política ecológica. ¿Qué soluciones preconizáis para salir de
la renta petrolera que financia hoy los programas sociales de salud y
educación?
Uno de los innumerables puntos negros es precisamente el de las
decisiones sobre el ambiente. Existen múltiples agresiones graves en contra del
medio ambiente como lo puede demostrar la extracción del carbón en el estado de
Zulia, entregada a transnacionales en minas a cielo abierto, la plataforma
deltana donde se extrae el gas, el tendido eléctrico hacia Brasil donde
interesó más tender cables que el respeto a la naturaleza, uso del tan
criticado fracking confesado por el monopolio estatal de petróleo, PDVSA, e incluso
construcciones de viviendas sin respeto a las regulaciones de urbanismo en la
denominada Gran Misión Vivienda Venezuela, programa improvisado que inclusive han edificado en áreas de alto
riesgo sísmico como Ciudad Caribia al lado de la autopista Caracas-La Guaira.
Venezuela no puede seguir siendo un país extractivista-rentista
porque ese paradigma ha llevado a la actual coyuntura crítica. Voces
reconocidas como el economista Alberto Adriani, el intelectual Arturo Uslar
Pietri, el fundador de la OPEP Juan Pablo Pérez Alfonso y el catedrático y
prolífico autor Domingo Alberto Rangel, lo pronosticaron, pero las
administraciones del gomecismo, el perezjimenismo y la democracia
representativa (en sus dos vertientes, la partidista y la militarista-chavista)
jamás les importó este aciago desenlace. Nunca hubo la intención de rectificar
la senda del rentismo petrolero, sencillamente porque ese es el rol asignado
por los factores mundiales de poder a Venezuela, vale decir, ser proveedores de
energías fósil, lo cual acató con obediente entusiasmo la élite política local.
La renta petrolera no financia programas sociales sino
asistenciales, que además operan en una escala mucho menor y efectiva a lo que
intentan hacernos creer la propaganda oficial y sus admiradores en el exterior.
Las misiones son mecanismos de dádivas populistas para dar una solución
inmediatista a determinado problema pero no atacan sus raíces estructurales: la
pobreza y la falta de seguridad social las cuales no han sido resueltas por el
chavismo y su secuela el madurismo.
5. Nicolás Maduro critica la
estabilización económica urdida por la oligarquía venezolana
pro-estadounidense: la organización de penurias alimentarias, la depreciación
voluntaria del Bolívar y las campañas mediáticas calumniosas formarían parte de
la estrategia clásica de los liberales sur-americanos. ¿Validáis esta
explicación? ¿Un “frente común” contra la reacción sería posible?
Es lamentable que la pregunta sea presentada en un tono que parece
asumir, o al menos da credibilidad, al demagógico lenguaje “anti imperialista”
con el que el gobierno de Maduro ha pretendido excusar el horrendo fracaso de
su gestión económica, que por lo demás es continuación del camino trazado por
Chávez. Ver una conspiración del
imperialismo U$A y sus socios locales como causa esencial y casi exclusiva de
la crítica situación que hoy vivimos en Venezuela, trae como resultado ignorar
–e incluso encubrir- a las verdaderas raíces y responsables de esta situación.
No existe ninguna guerra económica contra Venezuela urdida desde
el Pentágono, la CIA y/o Wall Street. Es el camino errado asumido por la
gestión de Chávez y Maduro el responsable de la hecatombe económica y social
acaecida acá. La escasez, el desabastecimiento y la hiperinflación (la más alta
del mundo) son consecuencia de los desaciertos incurridos por un gobierno
realmente incapaz. Chávez se propuso liquidar al sector industrial y agrícola
para acentuar la dependencia de las personas del Estado y para reemplazar la
ausencia de producción nacional empleó los petrodólares en un proceso masivo de
importaciones. Pero sucedió que el precio del barril petrolero cayó y ahora no
hay divisas para importar y además, hubo un descomunal fraude con las
denominada “empresas de maletín”, donde estafadores vinculados al gobierno y
los militares se llevaron los dólares que cedía el Estado. Venezuela era un
país que hasta hace poco exportaba café y varios productos agrícolas como los
granos; ello varió porque ahora importamos también esos rubros.
La moneda nacional ha sufrido un proceso de devaluación y tal
circunstancia ha generado la inflación puntual de más del 200% en el año 2015.
Si bien es cierto que el valor real del dólar americano se encuentra alrededor
de Bs. 200,oo (resultado de dividir la liquidez monetaria entre las reservas
internacionales), no existen divisas y se ha creado intencionalmente una
especulación feroz en torno a la moneda estadounidense.
Tampoco puede hablarse de campañas mediáticas porque el madurismo
controla la inmensa mayoría de la prensa, radio y televisión. Los estatales
tienen muy poca penetración pero se las han ingeniado para adquirir diversos
medios a través de grupos empresariales “boliburgueses” o afines al gobierno;
cerrando algunos como Radio Caracas Televisión mediante la no renovación de la
concesión y neutralizando otros. Los medios escritos han sido comprados como
por ejemplo el periódico Últimas Noticias,
amarillista de gran circulación popular así como El Universal cuyo público es la clase media hacia arriba. Mediante
procedimientos mafiosos han alcanzado complicidad y silencio comunicacional.
Por lo demás, descalificar toda acusación de corrupción y sobre las turbias
conexiones que operan en diversos niveles del gobierno (por ejemplo con el
narcotráfico) con la excusa de que siempre se trata de “campañas imperialistas
calumniosas”, necesariamente lleva al silenciamiento de cualquier crítica al
oficialismo, aún la más leve, con el pretexto de que “no podemos dar armas al
enemigo”, algo que continuamente repiten los defensores del chavismo y el
madurismo.
Proponer un frente común con el chavismo-madurismo sería apuntalar
al segmento político de la reacción ahora en el gobierno. La oposición parlamentaria
nucleada alrededor de la MUD [Mesa de Unidad Democrática] es más bien
socialdemócrata y de centro derecha, responsable con sus pésimos gobiernos del
pasado del surgimiento del mesianismo militar presente. El oficialismo es
autoritario, militarista, populista y de una naturaleza neofascista.
6. ¿Participáis en las Comunas de los
barrios populares? ¿Vive el diálogo contradictorio dentro o no? ¿No es un
instrumento para que el pueblo se convierta en “sujeto político” por la
democracia local?
Otra pregunta hecha desde una visión que da rasgos de veracidad a
la propaganda oficial, que solo es creíble por quienes desconozcan la realidad
que hoy se vive en los barrios y las comunidades campesinas o indígenas
venezolanas. Las comunas son entidades semi-gubernamentales controladas y
financiadas por el poder ejecutivo nacional, lo cual está clara y
explícitamente reglamentado en la normativa que las rige. No tienen ninguna
autonomía y cumplen la función de administrar el clientelismo político típico
de los regímenes representativos y militares. Están dirigidas desde arriba y
los sectores populares no son sujetos políticos sino simples ejecutores como
corresponde a un esquema cuartelero.
7. El chavismo hace vivir un relato de
emancipación patriótica del pueblo utilizando la historia política del país
(Bolívar, Miranda, Zamora etc.) que encuentra un eco “de masas”. ¿Qué relato
concurrente proponen los movimientos libertarios/anarquistas venezolanos para
federar los humildes?
El chavismo ha mezclado la escuela épico-romántica de la historia,
representada por Juan Vicente González y Eduardo Blanco, con la
marxista-stalinista, cuyos historiadores más conocidos son Carlos Irazábal, Federico
Brito Figueroa, J.B. Fuenmayor y J.R. Núñez Tenorio. Es una simbiosis del
panegírico épico al militarismo fundacional de la nación con el
“descubrimiento” del carácter revolucionario social de Simón Bolívar y la clase
mantuana. Esa élite oligárquica era eurocéntrica, racista y sojuzgó a la
sociedad de la naciente república al desplazar a los españoles en la estructura
social. Es una tentativa de reescribir la historia nacional para justificarse y
obtener cierta legitimidad.
El pueblo venezolano ha sido formado con símbolos autoritarios y
su historia ha sido enseñada por una educación reaccionaria que se ha propuesto
crear e imponer una subjetividad patriotera en la población. El relato al que
nosotros apostamos es más bien de liberación, de ruptura con un pasado trágico
y un presente peor. Más eso solo se puede alcanzar con un alto grado de
consciencia social que dé al traste con los símbolos conservadores que han
patrocinado los autoritarismos de derecha e izquierda.
8. Los últimos resultados electorales en
Argentina y Venezuela indican un giro hacia la derecha del continente. Como
analizan el futuro y la reconfiguración de fuerzas de izquierda en América Latina?
Otra pregunta que requiere de aclaración previa, pues, por
ejemplo, sugerir que en Argentina Scioli representaba a la “izquierda” y que, a
causa de su derrota, hay un “giro a la derecha” resulta sorprendente, y hasta
grotesco. Igualmente si ponemos la lupa en los procesos económicos y sociales
fundamentales, veremos que las líneas de acción gubernamental fundamentales se
mantienen, más allá de la superficial distinción que separa los regímenes de
derecha de los de “izquierda”. El ejemplo más claro lo tenemos en la entusiasta
aplicación que unos y otros hacen del modelo económico extractivista.
El poder estatal en América Latina es el mismo, sea de “izquierda”
populista extractivista o de derecha. En la década de los sesenta fueron los
regímenes militares vigentes en la Guerra Fría; en los setenta surgió el
populismo socialdemócrata; en los ochenta el neoliberalismo; en los noventa la
izquierda; y ahora la centro derecha. Son variantes de la administración del
poder en la región. ¡Quién puede pensar en la renovación histórica con los hechos
de corrupción en Brasil bajo las gestiones de Lula Da Silva y Dilma Russef o de
la inmensa estructura de apropiación de la renta petrolera organizada por los militares venezolanos! Son la misma
cosa con diferencias solo en el lenguaje que las intenta justificar.
La izquierda hacia el futuro debe estar en la búsqueda de la
destrucción o la disolución del poder y no gestionarlo porque su rol ha sido
evidente. Reconfigurarla pasa por una redefinición ideológica y una reformulación
de objetivos. Apuntar a otra parte es
perder el tiempo y repetir la gran frustración.
Enero 2016
[Nota: La versión en francés de la entrevista se publicará en el
N° 3 de la revista Ballast, que está previsto a imprimirse el 1er. semestre de 2016.]