Periódico Todo por Hacer
El patriarcado es una estructura social jerárquica, basada en un conjunto de ideas, prejuicios, símbolos, costumbres e incluso leyes, por la que el género masculino domina y oprime al femenino.
Al hablar del patriarcado no se buscan culpables, sino que se trata de comprender la realidad. La diferencia entre machismo y patriarcado radica en que mientras que el machismo es una actitud y una conducta (individual o colectiva), el patriarcado es toda la estructura social en la que muy diversos factores se entrelazan y refuerzan mutuamente para hacer posibles las actitudes y conductas machistas.
El patriarcado es una estructura social jerárquica, basada en un conjunto de ideas, prejuicios, símbolos, costumbres e incluso leyes, por la que el género masculino domina y oprime al femenino.
Al hablar del patriarcado no se buscan culpables, sino que se trata de comprender la realidad. La diferencia entre machismo y patriarcado radica en que mientras que el machismo es una actitud y una conducta (individual o colectiva), el patriarcado es toda la estructura social en la que muy diversos factores se entrelazan y refuerzan mutuamente para hacer posibles las actitudes y conductas machistas.
Algunas manifestaciones externas de la estructura o sistema patriarcal se han convertido en evidentes(...). Hay quien piensa que son cosas y casos puntuales, que están lejos de nosotros, que en nuestra vida cotidiana no tienen incidencia. Sin embargo, el patriarcado aparece hasta en los detalles más nimios de nuestra vida diaria. En la estructura o sistema patriarcal, se asigna a la mujer un determinado estereotipo, papel social o “rol ” subordinado al varón, que condiciona la vida entera de las mujeres, del que les es muy difícil escapar y que es profundamente discriminatorio.
Algunos ejes del patriarcado y sus consecuencias
En el ámbito social, vemos limitada y condicionada nuestra identidad de género por una serie de estereotipos que definen lo que una mujer “debe ser” (no olvidamos que el hombre también está definido mediante estereotipos igualmente dañinos). Principalmente son tres: (1) ser y preocuparse por ser atractiva, dejando que sea lo que otros/as piensen de ti lo que maneja tu propio concepto “de ti misma”, con todos los problemas que ello conlleva en una sociedad consumista donde el canon estético es inalcanzable y todo el tiempo que invertimos en intentarlo, un tiempo y una energía que nos mantienen alejadas de otros objetivos, así como a sufrir falta de autoestima e insatisfacción con nuestro propio cuerpo. (2) La vida de una mujer debe construirse en torno a un varón, aspirando a ser “pareja de...” y (3) una mujer no lo es del todo si no es madre, pero además, no de cualquier forma sino la madre que hace de sus hijos/as el centro de su vida.
Pasamos pues al ámbito laboral: En el año 2000 sólo el 30% de las mujeres en edad de trabajar lo hacían y un 10% más era buscadora activa de empleo. El otro 60% no vaguea en su casa, sino que se dedica al cuidado de otros/as (niños/as, mayores y enfermos/as) y a las labores domésticas. Relegadas a estos papeles, nuestras vidas nos parecen, a veces, carentes de otras emociones, circunstancia, además que nos hace sentir culpables de no estar a gusto en el rol de cuidadoras.
Además, en el ámbito laboral, a las mujeres se les asignan trabajos de perfil bajo y asistencial, por lo general, poco cualificados, mal pagados, precarios y temporales, y muchas veces peor pagados de lo que corresponde comparado con un puesto semejante ocupado por un hombre. Lo cual nos lleva al ámbito conómico: los salarios bajos y nuestra obligación de cuidadoras del hogar y la prole nos condenan a una vida llena de gastos y con bajos ingresos, forzando a muchas mujeres a no valerse por sí mismas económicamente hablando.
En lo relacionado con la sexualidad, vivimos de forma constante la invasión de nuestra intimidad, ya que se vive con normalidad que cualquier hijo de vecino te mire de abajo a arriba, diga lo que se le pase por cabeza e incluso llegue al contacto no deseado. Además de este tipo de acoso callejero, la violencia en el seno de la pareja y la violación son otros males, que si bien encuentran rechazo en la mayor parte de la sociedad, siguen siendo frecuentes y muchas veces justificados por determinados sectores de la población (pues algo harías, vas provocando, qué llevas puesto, etc.). La consecuencia de esta cultura del acoso es el sentimiento permanente de debilidad e inseguridad física: según las estadísticas, los hombres sufren muchos más delitos con violencia que las mujeres; sin embargo, desde pequeñas se mete miedo sólo a las mujeres frente a la eventualidad de un ataque violento (especialmente con el fantasma de la violación).
Mientras tanto, en el seno de las relaciones afectivas muchas veces los deseos o las condiciones de las mujeres en las relaciones sexuales siguen sin ser atendidas por los varones, quienes siguen pensando que es obligación de la mujer el “estar protegida” y no prestan atención alguna al tema de los anticonceptivos o a la práctica de relaciones sexuales, satisfactorias para las mujeres, que no impliquen necesariamente el coito. Sumando a esto los prejuicios a los que se enfrenta la mujer que decide interrumpir su embarazo, obligada a dar explicaciones, ser examinada psicológicamente o en muchos casos, verse obligada el aborto en la clandestinidad.
Quedan aún temas que son básicos para el calado del patriarcado en la sociedad, como pueden ser una cultura que ensalza los logros de los hombres y minimiza o invisibiliza los descubrimientos de las mujeres en muchos campos, o que utiliza un lenguaje donde el plural que recoge ambos géneros es masculino y las referencias a lo femenino son negativas (coñazo, pegar como una niña, ...) la educación, tanto en la escuela donde los roles se adjudican a los/as más pequeños/as y se hace burla de quien no encaja en ellos y la familia, donde terminan de asentarse dichos roles por imitación, así como la religión.
Feminismo y patriarcado
Después de explicar esto, aclaramos a los/as más rezagados/as: El feminismo no es ir en contra de los varones, ni tampoco es lo contrario de machismo. El feminismo es un empeño ético y un movimiento social cuyo objetivo es la desaparición de todas las desigualdades y discriminaciones que se dan en nuestra sociedad por causa del género. Para ello necesita del fin del patriarcado, y según pensamos por estos lares, también del capitalismo.
No vamos de víctimas, ni negamos que los hombres también tengan sentimientos, ni sufran. Entendemos que el proceso de entender el patriarcado y actuar en consecuencia no es fácil, que reconocer los privilegios y estudiar cómo renunciar a ellos, es un camino lleno de dudas. Pero os animamos a intentarlo y a no sentiros intimidados ni agredidos por las mujeres que luchamos cuando señalemos dichos privilegios, los comportamientos machistas y cómo nos sentimos al respecto. Se trata de un (gran) esfuerzo de empatía.
Lo que sí decimos abiertamente ... es que ser mujer en un sistema capitalista y patriarcal es estar doblemente explotada y doblemente oprimida. Que cuando una mujer responde ante la oleada de frustración y dolor que le generan sus obligados roles de sumisión y cuidado, cuando no es capaz de soportar más violencia (verbal, física, psicológica, económica, etc.) su respuesta es autodefensa.
[Párrafos extraidos del artículo del mismo título publicado en Todo por Hacer # 60, Madrid, enero 2016. Número completo accesible en http://www.todoporhacer.org/http://www.todoporhacer.org/wp-content/uploads/2015/12/Todo-por-Hacer-n%C2%BA-60-enero-20161.pdf.]
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