Carlos Crespo
Flores
“No estaba muerto, andaba de
parranda”
Dos semanas antes, si preguntaban sobre la implementación de la Mesa 18,
la respuesta probablemente era hasta negativa entre la movida cochabambina y
contactos nacionales: no fondos, temor a la criminalización, divisiones
internas, es decir, condiciones totalmente adversas; pero había entusiasmo por
lograrlo.
De esa manera, colectivos, organizaciones sociales, activistas, académicos,
varios curtidos en la organización de la Mesa 18 el 2010, nos juntamos y
rápidamente contactamos los participantes, se elaboró la convocatoria, programa,
y a negociar un local en Tiquipaya.
El acuerdo básico era organizar, como el 2010, un espacio o foro autónomo
auto convocado, para, como señala el texto de la convocatoria, “denunciar
al gobierno de Evo Morales, extractivista, destructor de la naturaleza y
genocida de los pueblos indígenas y comunidades locales.”, y
visibilizar las diversas resistencias locales. Al mismo tiempo, “platicar y reflexionar colectivamente, sobre
los otros mundos que estamos construyendo, otros modos de relacionarnos entre
nosotros y con la naturaleza. Una zona autónoma, donde indígenas y no
indígenas, urbanos y rurales” se junten fraternal y horizontalmente. Un
espacio de alegría, festividad, pero también de indignación.
En términos organizativos, la experiencia de la Mesa 18 “recargada”
evidencia la eficacia del trabajo colaborativo, horizontal, no partidario, en
red.
“Nos vigilan. Actúa
normalmente”
La Mesa 18 estuvo sometida, desde su inicio, al intenso escrutinio y
sabotaje por parte de los poderes gubernamentales. Un caso es el local; 24
horas antes de la inauguración del evento, la dueña del local nos informa que,
por aspectos de salud, desistía de alquilarnos el boliche; luego nos enteramos
que un familiar suyo trabaja en la alcaldía "masista"
de Tiquipaya. Asimismo, durante los dos días, funcionarios de inteligencia,
vestidos como empleados de salud o intendencia municipal, recorrieron el nuevo
ambiente donde nos vimos obligados a trasladarnos, otra chichería valluna, solo
que sin chicha.
La ley seca en Tiquipaya durante los días de la Conferencia
Mundial de Pueblos sobre Cambio Climático y Defensa de los Derechos de la Madre
Tierra, solo mostró la doble moral del “proceso de cambio”, pues mientras se
prohibía la venta de chicha, hecho que generó una carta de protesta de su
sindicato, el consumo de Coca Cola y otra gaseosas corporativas y tóxicas eran
de circulación normal en el evento.
“Somos el rayo que anuncia la
inminente tormenta”
Fue una mesa de la verdad. En un país donde la mentira y la
desinformación son política de Estado, los testimonios y exposiciones
enfatizaban en la necesidad de decir su verdad, sobre la forma cómo opera la
intolerancia gubernamental, sin que hasta ahora nadie les escuche.
La Mesa 18 fue de mucha pasión, bronca, dolor. Los testimonios de la represión
en Takovo Mora nos conmovieron hasta las lágrimas. Pero también nos dio valor
darnos cuenta que las luchas ecologistas en Bolivia están siendo liderizadas
por mujeres: las doñas del TIPNIS, doña Silvia de Vandiola, las mujeres del
Poopó, la joven dirigente takana.
Los gobernantes
que han apostado por los transgénicos deben preocuparse, pues la Mesa 18 también
acogió a un emergente movimiento de consumidores urbanos que están por una alimentación
saludable. El movimiento antinuclear en la zona sur de la ciudad de La Paz fue
otra sorpresa de la Mesa 18; su resistencia es inspiradora para los lugares
alternativos que el gobierno está pensando (el altiplano de Oruro).
La Mesa 18 reunió a quienes han perdido el miedo a la intolerancia gubernamental. Estaban dirigentes de centrales, subcentrales, ayllus, intelectuales, funcionarios públicos, que seguramente serán criminalizados por haber participado de la Mesa, pero están dispuestos a dar batalla.
La presencia de políticos
e intelectuales desencantados del MAS y el gobierno de Evo Morales fue notoria,
pero de ellos se destacó la participación de Pablo Solón, en su momento
embajador de Bolivia en NNUU y jefe de la delegación boliviana en las
negociaciones sobre cambio climático. Sus contundentes datos del engaño de la
lucha contra el cambio climático en el país, destruyeron toda la retórica
ideológica gubernamental.
Y fuimos tapa de la prensa escrita, las principales agencias de noticias nos dieron cobertura, superando nuestras expectativas. Ganamos la batalla mediática.
Finalmente fue un espacio no partidario, diverso, fraterno. Construimos una zona liberada y autónoma.
“No tenemos demandas, nosotros somos
la demanda”
La existencia de
la Mesa 18 en sí misma es un hecho destacable, más allá de las conclusiones y
su contenido. Los sentimientos, argumentos, pasiones compartidas, son la base
de estructuración de redes de cooperación y resistencia. El consenso de la
necesidad de unir, conectar las resistencias se observa en el documento de
conclusiones, que entre sus puntos principales promueve la llamada “Alianza por
la Vida”.
Una conclusión
controversial es la inclusión del rechazo a la reelección del presidente, que,
se ha dicho, le daría un tono político partidario –de hecho, nos han acusado de
ser manipulados por la derecha-. Debemos entender tal resolución en el contexto
de rabia de los y las presentes: la destrucción de pueblos y la naturaleza en
Bolivia a nombre del progreso y el “derecho al progreso” solo puede ser
detenida impidiendo una nueva reelección del “Jefazo” y su consorte.
Cochabamba,
Octubre 2015
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