Gastón Leval (1895-1978)
Precisemos desde el comienzo de este breve estudio lo que entendemos por «socialismo libertario», que también podríamos llamar anarquismo social, y que otros denominan anarquía. Pero desde hace unos treinta años, el autor de estas líneas ha renunciado a la palabra «anarquía», por lo que tiene de imprecisa y contradictoria, por las confusiones que origina en el seno del propio movimiento anarquista, y de las que Proudhon, el primero en pretender atribuirle un sentido opuesto al que siempre había tenido en la lengua francesa, resultó un edificante ejemplo.
Podríamos hablar con Proudhon de socialismo mutualarista, o federalista, de colectivismo y de federalismo socialista con Bakunin y sus amigos de la Primera Internacional, de comunismo anarquista con Kropotkin, de comunismo libertario con algunos de sus discípulos. ( ... )
Por dichos motivos adoptamos la expresión genérica de socialismo libertario. Pero, a partir de ahora, es necesario subrayar que todas estas definiciones responden al mismo principio de base (socialismo libertario) y tienen un carácter sinónimo constante. Y precisamente, la abundancia de términos referidos, a los que podemos añadir los de anarquismo comunista, o de anarcosindicalismo, demuestra, desde un primer momento, que el espíritu constructivo ha sido, por decirlo de algún modo, consustancial a la aparición de la escuela anarquista, o antiautoritaria, antigubernamental, antiestatista del socialismo. Si los pensadores, los teóricos y sociólogos de esta escuela se han esforzado en encontrar la mejor fórmula posible, tanto jurídica como organizativa, de carácter positivo, es que el problema de la reconstrucción social les interesaba extremadamente.
Precisemos desde el comienzo de este breve estudio lo que entendemos por «socialismo libertario», que también podríamos llamar anarquismo social, y que otros denominan anarquía. Pero desde hace unos treinta años, el autor de estas líneas ha renunciado a la palabra «anarquía», por lo que tiene de imprecisa y contradictoria, por las confusiones que origina en el seno del propio movimiento anarquista, y de las que Proudhon, el primero en pretender atribuirle un sentido opuesto al que siempre había tenido en la lengua francesa, resultó un edificante ejemplo.
Podríamos hablar con Proudhon de socialismo mutualarista, o federalista, de colectivismo y de federalismo socialista con Bakunin y sus amigos de la Primera Internacional, de comunismo anarquista con Kropotkin, de comunismo libertario con algunos de sus discípulos. ( ... )
Por dichos motivos adoptamos la expresión genérica de socialismo libertario. Pero, a partir de ahora, es necesario subrayar que todas estas definiciones responden al mismo principio de base (socialismo libertario) y tienen un carácter sinónimo constante. Y precisamente, la abundancia de términos referidos, a los que podemos añadir los de anarquismo comunista, o de anarcosindicalismo, demuestra, desde un primer momento, que el espíritu constructivo ha sido, por decirlo de algún modo, consustancial a la aparición de la escuela anarquista, o antiautoritaria, antigubernamental, antiestatista del socialismo. Si los pensadores, los teóricos y sociólogos de esta escuela se han esforzado en encontrar la mejor fórmula posible, tanto jurídica como organizativa, de carácter positivo, es que el problema de la reconstrucción social les interesaba extremadamente.
Eso está en contradicción con la opinión de la inmensa mayoría de quienes se ocupan (sin gran integridad profesional) de los grandes problemas de transformación social que están a la orden del día. Esta inmensa mayoría se limita al sentido negativo de la palabra «anarquía» y a los escritos críticos aparecidos en la literatura que se reclama de ella. ( ...)
Pero también debemos reconocer que fue un gravísimo error de Proudhon la elección de un vocablo tan discutible, aunque su carácter etimológico, reforzado con mucha dialéctica, podía darle aparentemente la razón. Repetimos que las consecuencias de este error se han propagado, y siguen propagándose, incluso en el seno del movimiento anarquista. No se define un ideal con una negación. Y el sentido negativo del vocablo ha predominado.
El espíritu de rebelión, tantas veces justificado, contra la injusticia social y los desmanes de la sociedad autoritaria y de clases halló en esta negación una síntesis nihilista, expresión de su exasperación, hasta el punto que la mayoría de los que sufrían por la explotación del hombre por el hombre, por la miseria y el hambre, se exasperaban ante las guerras, el aparato represivo y la explotación estatal, sólo vieron los aspectos negativos de una doctrina que era la más rica, en concepciones constructivas, salvando el cooperativismo, de todas las preconizadas por las corrientes revolucionarias que se reclaman del socialismo.
Es un hecho que conviene destacar. A excepción del cooperativismo, principalmente el de la escuela de Nimes, y que, por otra parte, está lejos de perseguir los objetivos de transformación social y de socialismo integral, sólo la escuela anarquista, del anarquismo social, ofrece un conjunto de definiciones, de ensayos, de anticipaciones, de planes, de métodos, de previsiones capaces de guiar, o de contribuir a guiar a los pueblos por el camino del futuro. A este respecto, el marxismo es de una indigencia sorprendente. ( ... ) Eso es consecuencia de la posición teórica de Marx, que combatió siempre, como hicieron después los anarquistas asociales -individuales o individualizantes- (y esta coincidencia es graciosa), cualquier intento de anticipación sobre la reconstrucción social. ( ... )
Y la ironía de los hechos (una más en la historia) hace que sea la escuela cuyos pensadores más eminentes han realizado unas aportaciones constructivas válidas la que pasa por tener únicamente un carácter negativo, por no ofrecer ninguna solución al proletario llamado a la revolución, mientras que aquella cuyos pensadores, teóricos y escritores no han aportado nada, caricaturizando las «recetas para las marmitas de la sociedad futura», pase por aportar unas soluciones constructivas que le valen buena parte de las adhesiones proletarias, e incluso de intelectuales de alto nivel.
[Tomado de la publicación La Campana # 34, Pontevedra, 31/7/15. Número completo accesible en www.revistalacampana.info.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.