Jorge Forero
Mito oficialista: "En Venezuela se ha desatado en los últimos años una guerra económica por parte del imperialismo"
Realidad: La guerra económica es inherente al capitalismo, por tanto siempre ha existido, ya que su metabolismo y sus relaciones sociales constituyen una guerra de saqueo y opresión permanente, en la cual, la burguesía como clase dominante (propietaria de los medios de producción), de manera orgánica y sistemática y sobre la base de su plena conciencia del orden social, garantiza la presencia de los mecanismos necesarios para extraer ganancia del trabajo y/o la desposesión de las clases explotadas, mientras éstas últimas son dominadas material e ideológicamente gracias al mito de legalidad y consideran que esos mecanismos son inmanentes e inevitables.
Mito oficialista: "En Venezuela se ha desatado en los últimos años una guerra económica por parte del imperialismo"
Realidad: La guerra económica es inherente al capitalismo, por tanto siempre ha existido, ya que su metabolismo y sus relaciones sociales constituyen una guerra de saqueo y opresión permanente, en la cual, la burguesía como clase dominante (propietaria de los medios de producción), de manera orgánica y sistemática y sobre la base de su plena conciencia del orden social, garantiza la presencia de los mecanismos necesarios para extraer ganancia del trabajo y/o la desposesión de las clases explotadas, mientras éstas últimas son dominadas material e ideológicamente gracias al mito de legalidad y consideran que esos mecanismos son inmanentes e inevitables.
Mito oficialista: "La escasez es artificial, y la misma es producida porque el imperialismo ha organizado un ejército de bachacos (para producir escasez) y de raspa cupos (para robarse las divisas de la nación). Se trata de una conspiración de un grupo de apátridas cuya intención es destruir la revolución."
Realidad: La escasez no es artificial, es un hecho tangible en Venezuela. Los bachacos y raspa cupos como fenómeno social, no son una causa sino un producto de las condiciones estructurantes dadas por la combinación de la política económica nacional y las acciones del capital monopólico trasnacional para apoderarse del ingreso petrolero. Se trata de toda una cultura que reproduce el rentismo arraigado en la subjetividad del venezolano, que se fundamenta en la lógica de beneficio (la denominada viveza criolla). En un primer momento, fue implementado por la oligarquía y las capas medias, a través del fraude con la divisas asignadas por CADIVI, y en un segundo momento, a partir de las devaluaciones consecutivas dadas desde 2013, se convirtió en una actividad masiva controlada y aprovechada por grupos poderosos que curiosamente no son denunciados ni perseguidos.
Otro hecho paradójico, es que existen carteles de capital financiero y comercial que manejan a su antojo el mercado nacional, sea porque constituyen oligopolios, o porque controlan el flujo de mercancías importadas, gracias a que la arquitectura económica del Estado venezolano les permite la captación y gestión (a su discreción) de una proporción importante de la divisas de la nación (la burguesía nacional produce el 3% de las divisas, pero requiere del 46% de las mismas para que su aparato productivo funcione).
También llama la atención que el gobierno se escandalice y tome medidas enérgicas ante el denominado cadivismo (que en 2013 significó el 8% del volumen de la divisas asignadas),mientras hay un silencio obsceno en torno a la denuncia de desaparición más de veinte mil millones de dólares, y además, mientras persisten las condiciones que permiten la fuga de divisas y la exportación de capitales por parte de la burguesía trasnacional, con la cual el gobierno instala mesas de negociación muy cordiales, y concreta acuerdos (aún desconocidos por todos), precisamente con el sector que en los hechos está saqueando la nación.
Mito oficialista: "La derecha pretende restaurar el capitalismo en Venezuela."
Realidad: "No nos llamemos a engaño: la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista. Ciertamente, el socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros" (Hugo Chávez, Programa de Gobierno "Independencia y Patria Socialista". MINCI, Caracas, 2015). Ante una sentencia tan explícita del propio líder histórico de la revolución bolivariana, resulta por lo menos contradictorio, que desde el gobierno se afirme que en Venezuela se pueda restaurar un sistema, modelo y modo de producción que JAMÁS ha dejado de ser dominante en la formación económico-social venezolana.
Mito oficialista: "Se requiere de la intensificación de los controles y las regulaciones para el flujo de bienes y servicios, y del consumo de la población, de tal manera de recobrar la normalidad del mercado."
Las medidas que ha implementado el gobierno para atender la crisis se han orientado primordialmente a crear y/o reconfigurar los controles (control de cambio, control de precios, regulaciones para acceso a bienes y servicios, tales como: como las capta huella en los supermercados para la adquisición de productos regulados, lo dispositivos para abastecer combustible en las zonas fronterizas, cierre parcial de la frontera colombo-venezolana entre otros); los cuales, no han podido garantizar el abastecimiento de esos rubros y tampoco han reducido el contrabando de extracción, la escasez o la inflación.
Ante cada control, regulación, o instancia creada por el gobierno para enfrentar el desabastecimiento, surgen nuevas formas de eludir los controles (con la complicidad explícita de la agencias del Estado responsables de aplicar los mismos).
El mercado capitalista es una entidad caótica, en la cual, las necesidades del ser humano están subordinadas a la lógica de acumulación de capital. Por tanto, un mercado en condición de normalidad no es sinónimo de justicia social o de condiciones que permitan la satisfacción de las necesidades fundamentales de la población.
Los cuentos de la oposición de derecha y socialdemócrata
Mito opositor: "La crisis actual es producto del fracaso del modelo socialista implementado en Venezuela."
Realidad: En Venezuela no se ha llevado a cabo el programa mínimo para la transición al socialismo, que incluye los siguientes elementos: socialización de los medios de producción e intercambio; subversión de las relaciones sociales de producción, distribución y consumo; destrucción del Estado burgués; nacionalización de la banca, el crédito y el comercio exterior; planificación y centralización democrática de la economía sobre la base de las necesidades de la población, por mencionar solo algunas medidas fundamentales.
Durante el gobierno de Hugo Chávez ... se ejecutaron algunas políticas que en apariencia son afines al programa socialista, tales como la nacionalización de algunas industrias, sin embargo, la esencia de esas políticas nunca trascendió la lógica del capital, las relaciones sociales no fueron transformadas, y quedó intacta la división jerárquica del trabajo inherente al modelo capitalista. Además, la función directiva del proceso revolucionario desde el punto de vista político-militar está en manos de la pequeña burguesía, y desde el punto de vista económico sigue en manos de la oligarquía tradicional que ha regentado el país durante su existencia republicana.
El modelo que ha fracasado rotundamente en Venezuela es el del extractivismo y el rentismo petrolero como forma de acumulación, ese mismo que ha regentado a la formación económico-social venezolana desde la segunda década del siglo XX hasta la actualidad, ese mismo que no fue superado en la práctica (sino más bien profundizado por los gobierno de Hugo Chávez, ese mismo que pretende continuar la derecha venezolana pero en una versión neoliberal y supeditada a los designios del complejo militar-industrial norteamericano.
Mito opositor: "El gobierno destruyó el aparato productivo venezolano."
Realidad: La industria nacional se caracteriza por su incapacidad para desarrollar sus propias fuerzas, en razón de que el ingreso petrolero es la base material del mismo, y su dinamismo está condicionado por la dependencia tecnológica y económica de la nación. Por ejemplo, el aporte al PIB de la Industria Manufacturera pasó de 18 a 4,5 por ciento desde 1983 a 1998 ( Ver L. Wexell: Economía venezolana (1899-2008). La lucha por el petróleo y la emancipación. Editorial El Perro y la Rana, Caracas 2010).
Los complejos industriales de importancia en el país, son apenas sucursales (subordinadas) de firmas del capital monopólico trasnacional, por tanto, la industria venezolana depende de las importaciones de patentes e insumos con valor agregado, de tecnología y de capital constante. La industria manufacturera es una planta que vive superficialmente, sobre el tronco petrolero y comercial de la economía venezolana. El aparato productivo venezolano presenta una tendencia sostenida a decrecer. Esa es una de las críticas fundamentales hacia el modelo económico de la revolución bolivariana, el cual reproduce el extractivismo y el rentismo petrolero.
En cuanto al sector agropecuario, el modelo de la denominada cuarta república también presenta una carga histórica de atraso y dependencia, acentuada por el dominio de fenómenos como el latifundio. La ausencia de una política agropecuaria por parte del Estado venezolano, signada por el rentismo y la reproducción de una concepción en la que persiste y se profundiza la contradicción campo-ciudad inherente al capitalismo, siguen dominando la lógica de la productividad en el campo.
Mito opositor: "La crisis es producto de políticas económicas erradas, tales como el control de cambio como mecanismo para regular el flujo de divisas, el control de precios, y la expropiación-nacionalización de industrias."
Realidad: La crisis venezolana no es un fenómeno aislado de la totalidad social, por tanto, está condicionada por la crisis estructural del capitalismo, en virtud de la relación orgánica de su economía y sus relaciones sociales con la economía mundial. Por tal motivo, a pesar de que durante el siglo XX, en apariencia Venezuela ha presentado transiciones de estabilidad y crecimiento, en esencia, esa estabilidad es efímera (se ha sostenido en burbujas económicas) y ese crecimiento es parasitario (dependiente del ingreso petrolero). Se trata entonces de un espejismo de bonanza, que fluctúa cada vez que el mercado mundial capitalista impone una caída de los precios internacionales de los hidrocarburos. Además, las determinaciones sociales de la crisis actual también son estructurales, por tal motivo, los controles tienen una incidencia reducida en sus manifestaciones.
El problema no son los controles (los países capitalistas de la metrópoli, tan admirados por la derecha política y la burguesía, son expertos en controles a sus mercados, e incluso a los de otros países), sino su mala implementación, porque los mismos pretenden controlar un problema atacando sus síntomas y nos sus causas sistémicas, y porque desconoce el signo multifactorial de dichos problemas. En cuanto a la expropiación-nacionalización de industrias y unidades productivas y su inconveniencia, hay experiencias de industrialización y crecimiento económico extraordinarias de naciones mediante este tipo de medidas. Sin embargo, es un hecho cierto que el gobierno venezolano ha sido incapaz de activar las empresas que tiene a su cargo, y más bien ha paralizado su potencial. Es necesario destacar que, el problema no se reduce a determinar si el Estado o la burguesía dirigen con mayor eficiencia (con mayor margen de rentabilidad –de ganancia- sobre la base de la explotación humana y de recursos naturales) esas unidades productivas, sino para qué y cómo se manejan, el problema de fondo es que tanto el Estado burgués como la burguesía reproducen la lógica de explotación del capitalismo, y ponen al capital por encima del ser humano en sus relaciones sociales de producción.
Mito opositor: "La mano invisible del mercado se encargaría de equilibrar la realidad económica, por tanto, son urgentes medidas como el desmontaje del control de cambio, la apertura del mercado nacional a la inversión extranjera en condiciones de confianza mediante regla claras y estímulos, así como la privatización de las industrias estratégicas de la nación y la devolución de empresas y unidades productivas agropecuarias expropiadas."
La receta neoliberal es inviable en Venezuela, a menos que se produzca una ruptura del orden constitucional y se genere una situación de terrorismo de Estado que la sostenga. En primer término, porque la población no va a perder de manera pusilánime las conquistas sociales alcanzadas en el marco del proceso revolucionario. En segundo lugar, porque precisamente la aplicación del programa neoliberal a finales de los ochenta y durante los noventa del siglo pasado, determinó el estallido social de 1989, las rebeliones militares de 1992, y las múltiples acciones de convulsión social de esas décadas. La llegada de Hugo Chávez al poder estuvo determinada por la crisis orgánica acentuada por la fe ciega en la mano invisible del mercado, es decir, por la puesta en práctica de medidas neoliberales por parte de los gobiernos de turno.
En cuanto a las políticas fomentadas por la derecha política, cabe decir lo siguiente:
- Desmontar el control de cambio implicaría una fuga de divisas y exportación de capitales exponencial (aún más intensa y profunda que la producida hasta ahora).
- La inversión extranjera produce un crecimiento económico relativo, pero se sustenta en la desposesión mediante la superexplotación y el saqueo (con lo cual se reproduce y agudiza la crisis).
- Lo que denominan "reglas claras, estímulos y condiciones de confianza", significa sacrificar los intereses de la nación para el beneficio exclusivo del gran capital. ¿Por qué será que los países de la metrópoli capitalista exigen a los países periféricos esas condiciones, pero los mismos no las aplican en sus jurisdicciones?
- El modelo privatizador forma parte del recetario neoliberal que precipitó la crisis. Además,devolver las industrias y unidades productivas a sus propietarios no garantiza la dinamización de la economía nacional, tal y como se mencionó anteriormente, el aparato productivo de la oligarquía es insostenible por su naturaleza parasitaria.
[Párrafos tomados de un texto que en versión completa está disponible en http://www.aporrea.org/actualidad/a211172.html.]
Otro hecho paradójico, es que existen carteles de capital financiero y comercial que manejan a su antojo el mercado nacional, sea porque constituyen oligopolios, o porque controlan el flujo de mercancías importadas, gracias a que la arquitectura económica del Estado venezolano les permite la captación y gestión (a su discreción) de una proporción importante de la divisas de la nación (la burguesía nacional produce el 3% de las divisas, pero requiere del 46% de las mismas para que su aparato productivo funcione).
También llama la atención que el gobierno se escandalice y tome medidas enérgicas ante el denominado cadivismo (que en 2013 significó el 8% del volumen de la divisas asignadas),mientras hay un silencio obsceno en torno a la denuncia de desaparición más de veinte mil millones de dólares, y además, mientras persisten las condiciones que permiten la fuga de divisas y la exportación de capitales por parte de la burguesía trasnacional, con la cual el gobierno instala mesas de negociación muy cordiales, y concreta acuerdos (aún desconocidos por todos), precisamente con el sector que en los hechos está saqueando la nación.
Mito oficialista: "La derecha pretende restaurar el capitalismo en Venezuela."
Realidad: "No nos llamemos a engaño: la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista. Ciertamente, el socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros" (Hugo Chávez, Programa de Gobierno "Independencia y Patria Socialista". MINCI, Caracas, 2015). Ante una sentencia tan explícita del propio líder histórico de la revolución bolivariana, resulta por lo menos contradictorio, que desde el gobierno se afirme que en Venezuela se pueda restaurar un sistema, modelo y modo de producción que JAMÁS ha dejado de ser dominante en la formación económico-social venezolana.
Mito oficialista: "Se requiere de la intensificación de los controles y las regulaciones para el flujo de bienes y servicios, y del consumo de la población, de tal manera de recobrar la normalidad del mercado."
Las medidas que ha implementado el gobierno para atender la crisis se han orientado primordialmente a crear y/o reconfigurar los controles (control de cambio, control de precios, regulaciones para acceso a bienes y servicios, tales como: como las capta huella en los supermercados para la adquisición de productos regulados, lo dispositivos para abastecer combustible en las zonas fronterizas, cierre parcial de la frontera colombo-venezolana entre otros); los cuales, no han podido garantizar el abastecimiento de esos rubros y tampoco han reducido el contrabando de extracción, la escasez o la inflación.
Ante cada control, regulación, o instancia creada por el gobierno para enfrentar el desabastecimiento, surgen nuevas formas de eludir los controles (con la complicidad explícita de la agencias del Estado responsables de aplicar los mismos).
El mercado capitalista es una entidad caótica, en la cual, las necesidades del ser humano están subordinadas a la lógica de acumulación de capital. Por tanto, un mercado en condición de normalidad no es sinónimo de justicia social o de condiciones que permitan la satisfacción de las necesidades fundamentales de la población.
Los cuentos de la oposición de derecha y socialdemócrata
Mito opositor: "La crisis actual es producto del fracaso del modelo socialista implementado en Venezuela."
Realidad: En Venezuela no se ha llevado a cabo el programa mínimo para la transición al socialismo, que incluye los siguientes elementos: socialización de los medios de producción e intercambio; subversión de las relaciones sociales de producción, distribución y consumo; destrucción del Estado burgués; nacionalización de la banca, el crédito y el comercio exterior; planificación y centralización democrática de la economía sobre la base de las necesidades de la población, por mencionar solo algunas medidas fundamentales.
Durante el gobierno de Hugo Chávez ... se ejecutaron algunas políticas que en apariencia son afines al programa socialista, tales como la nacionalización de algunas industrias, sin embargo, la esencia de esas políticas nunca trascendió la lógica del capital, las relaciones sociales no fueron transformadas, y quedó intacta la división jerárquica del trabajo inherente al modelo capitalista. Además, la función directiva del proceso revolucionario desde el punto de vista político-militar está en manos de la pequeña burguesía, y desde el punto de vista económico sigue en manos de la oligarquía tradicional que ha regentado el país durante su existencia republicana.
El modelo que ha fracasado rotundamente en Venezuela es el del extractivismo y el rentismo petrolero como forma de acumulación, ese mismo que ha regentado a la formación económico-social venezolana desde la segunda década del siglo XX hasta la actualidad, ese mismo que no fue superado en la práctica (sino más bien profundizado por los gobierno de Hugo Chávez, ese mismo que pretende continuar la derecha venezolana pero en una versión neoliberal y supeditada a los designios del complejo militar-industrial norteamericano.
Mito opositor: "El gobierno destruyó el aparato productivo venezolano."
Realidad: La industria nacional se caracteriza por su incapacidad para desarrollar sus propias fuerzas, en razón de que el ingreso petrolero es la base material del mismo, y su dinamismo está condicionado por la dependencia tecnológica y económica de la nación. Por ejemplo, el aporte al PIB de la Industria Manufacturera pasó de 18 a 4,5 por ciento desde 1983 a 1998 ( Ver L. Wexell: Economía venezolana (1899-2008). La lucha por el petróleo y la emancipación. Editorial El Perro y la Rana, Caracas 2010).
Los complejos industriales de importancia en el país, son apenas sucursales (subordinadas) de firmas del capital monopólico trasnacional, por tanto, la industria venezolana depende de las importaciones de patentes e insumos con valor agregado, de tecnología y de capital constante. La industria manufacturera es una planta que vive superficialmente, sobre el tronco petrolero y comercial de la economía venezolana. El aparato productivo venezolano presenta una tendencia sostenida a decrecer. Esa es una de las críticas fundamentales hacia el modelo económico de la revolución bolivariana, el cual reproduce el extractivismo y el rentismo petrolero.
En cuanto al sector agropecuario, el modelo de la denominada cuarta república también presenta una carga histórica de atraso y dependencia, acentuada por el dominio de fenómenos como el latifundio. La ausencia de una política agropecuaria por parte del Estado venezolano, signada por el rentismo y la reproducción de una concepción en la que persiste y se profundiza la contradicción campo-ciudad inherente al capitalismo, siguen dominando la lógica de la productividad en el campo.
Mito opositor: "La crisis es producto de políticas económicas erradas, tales como el control de cambio como mecanismo para regular el flujo de divisas, el control de precios, y la expropiación-nacionalización de industrias."
Realidad: La crisis venezolana no es un fenómeno aislado de la totalidad social, por tanto, está condicionada por la crisis estructural del capitalismo, en virtud de la relación orgánica de su economía y sus relaciones sociales con la economía mundial. Por tal motivo, a pesar de que durante el siglo XX, en apariencia Venezuela ha presentado transiciones de estabilidad y crecimiento, en esencia, esa estabilidad es efímera (se ha sostenido en burbujas económicas) y ese crecimiento es parasitario (dependiente del ingreso petrolero). Se trata entonces de un espejismo de bonanza, que fluctúa cada vez que el mercado mundial capitalista impone una caída de los precios internacionales de los hidrocarburos. Además, las determinaciones sociales de la crisis actual también son estructurales, por tal motivo, los controles tienen una incidencia reducida en sus manifestaciones.
El problema no son los controles (los países capitalistas de la metrópoli, tan admirados por la derecha política y la burguesía, son expertos en controles a sus mercados, e incluso a los de otros países), sino su mala implementación, porque los mismos pretenden controlar un problema atacando sus síntomas y nos sus causas sistémicas, y porque desconoce el signo multifactorial de dichos problemas. En cuanto a la expropiación-nacionalización de industrias y unidades productivas y su inconveniencia, hay experiencias de industrialización y crecimiento económico extraordinarias de naciones mediante este tipo de medidas. Sin embargo, es un hecho cierto que el gobierno venezolano ha sido incapaz de activar las empresas que tiene a su cargo, y más bien ha paralizado su potencial. Es necesario destacar que, el problema no se reduce a determinar si el Estado o la burguesía dirigen con mayor eficiencia (con mayor margen de rentabilidad –de ganancia- sobre la base de la explotación humana y de recursos naturales) esas unidades productivas, sino para qué y cómo se manejan, el problema de fondo es que tanto el Estado burgués como la burguesía reproducen la lógica de explotación del capitalismo, y ponen al capital por encima del ser humano en sus relaciones sociales de producción.
Mito opositor: "La mano invisible del mercado se encargaría de equilibrar la realidad económica, por tanto, son urgentes medidas como el desmontaje del control de cambio, la apertura del mercado nacional a la inversión extranjera en condiciones de confianza mediante regla claras y estímulos, así como la privatización de las industrias estratégicas de la nación y la devolución de empresas y unidades productivas agropecuarias expropiadas."
La receta neoliberal es inviable en Venezuela, a menos que se produzca una ruptura del orden constitucional y se genere una situación de terrorismo de Estado que la sostenga. En primer término, porque la población no va a perder de manera pusilánime las conquistas sociales alcanzadas en el marco del proceso revolucionario. En segundo lugar, porque precisamente la aplicación del programa neoliberal a finales de los ochenta y durante los noventa del siglo pasado, determinó el estallido social de 1989, las rebeliones militares de 1992, y las múltiples acciones de convulsión social de esas décadas. La llegada de Hugo Chávez al poder estuvo determinada por la crisis orgánica acentuada por la fe ciega en la mano invisible del mercado, es decir, por la puesta en práctica de medidas neoliberales por parte de los gobiernos de turno.
En cuanto a las políticas fomentadas por la derecha política, cabe decir lo siguiente:
- Desmontar el control de cambio implicaría una fuga de divisas y exportación de capitales exponencial (aún más intensa y profunda que la producida hasta ahora).
- La inversión extranjera produce un crecimiento económico relativo, pero se sustenta en la desposesión mediante la superexplotación y el saqueo (con lo cual se reproduce y agudiza la crisis).
- Lo que denominan "reglas claras, estímulos y condiciones de confianza", significa sacrificar los intereses de la nación para el beneficio exclusivo del gran capital. ¿Por qué será que los países de la metrópoli capitalista exigen a los países periféricos esas condiciones, pero los mismos no las aplican en sus jurisdicciones?
- El modelo privatizador forma parte del recetario neoliberal que precipitó la crisis. Además,devolver las industrias y unidades productivas a sus propietarios no garantiza la dinamización de la economía nacional, tal y como se mencionó anteriormente, el aparato productivo de la oligarquía es insostenible por su naturaleza parasitaria.
[Párrafos tomados de un texto que en versión completa está disponible en http://www.aporrea.org/actualidad/a211172.html.]
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