Rodolfo
Montes de Oca
En el artículo
anterior, abordamos el inevitable colapso de la sociedad occidental y su
paulatino decrecimiento producto de haber alcanzado el cenit del
desarrollo tecno-industrial. Este hecho devendrá inevitablemente en una
reconceptualización de nuestro desarrollo en la tierra, que también empezamos a
experimentar con la promoción del “green
market” y de medios alternativos de producción. El decaimiento de la producción petrolera, el
excesivo consumo, la falsa abundancia, el desgaste de la democracia
representativa y el creciente malestar social; abre las compuertas para una
interpretación heterodoxa de las ideas libertarias. Por ello, en este artículo
esbozamos algunas ideas de utilidad para ir descontruyendo el pensamiento
occidental.
Los estudios modernos de historia, han pretendido dividir el desarrollo del continente en dos grandes periodos, el prehispánico y el hispánico, haciendo clara alusión a la llegada de los ibéricos y lusitanos a las costas, como el punto de quiebre en el continente. Esta apreciación del hilo histórico, pone de relieve un antes y un después, materializado en el hecho de que con la llegada de los valores occidentales y su forma de gestionar lo publico (delegación de mando, tributos, monopolio de la violencia, propiedad privada, alfabeto latino y numerología árabe) se produjo un progeso y una colonización del devenir antropológico del hombre.
Tal aseveración
eurocentrista, no es más que una reproducción académica del discurso oficial
del Reino de Castilla de la Mancha. Antes
de la llegada de los españoles, la dominación, el estado, la propiedad privada,
las urbes y los dioses, ya se encontraban en mesoamerica desde hace siglos. Las
civilizaciones Mexicas, Mayas, Zapotecas, entre otras, son un ejemplo de ello;
por lo cual no es cierto de que la conquista introdujo valores que devinieron
en una articulación del capitalismo, si no que los pueblos originarios ya
reproducían esas dinámicas, que se vieron perfeccionadas con la llegada de
Hernán Cortez y sus huestes.
Esto nos lleva a
revalorizar nuestra propia concepción, muchas veces romantizada, de los pueblos
originarios, tomando como ejemplo los de su desarrollo primario y lo que se
conoce en las ciencias sociales como la Etapa
Lítica hasta el Periodo Clásico Tardío, con la caída de la
civilización Olmeca; donde el nomadismo, las colectividades a pequeña escala,
el reconocimiento de la tierra y de sus otros habitantes es una constante de su
desarrollo. Por lo cual, es perentorio acotar que los pueblos originarios son
pre-capitalistas, en la concepción clásica de las academias, pero no son
pre-civilizatoria; por lo cual como antiautoritarios que no solo estamos contra
el modelo de producción, no debemos revindicar ancestros que comparten
practicas ajenas a la idea.
Con esto, quiero
poner de relieve que debemos estudiar los primeros grupos humanos que habitaron
la región y acércanos a sus lejanos descendientes, que solo tengan objetivos
comunes con nosotros, desechando vanagloriar un pasada y un presente
indigenista que solo nos lleve a vivir de la reminiscencia o de una
subjetivización malsana del “sujeto
revolucionario”.
Chamanismo y Auto-teoría
Durante el proceso de conquista y colonización, el elemento religioso jugo un papel determinante en el complejo entramado de sumisión, introduciendo el valor del monoteísmo; que se puede representar como la sujeción del hombre a una sola figura de mando que determina los avatares del destino y la sacralización de las dinámicas sociales.
Para el dibujante y
guionista anarquista Alan Moore, autoproclamado “mago del caos”, el
cristianismo como movimiento político gano la guerra a los paganos, herejes,
mago y chamanes al desvestirlos de su conocimiento ancestral al simplificar el
conocimiento. Esto se baza en el pasaje de la biblia referido al debate entre “Simon el mago” y pedro el apóstol, que
el pintor renacentista Benozzo Gozzolli inmortalizo en los lienzos.
Para las ciencias
sociales el chamanismo se refiere a una clase de creencias y prácticas
tradicionales similares al animismo que aseguran la capacidad de diagnosticar y
de curar el sufrimiento del ser humano y en algunas sociedades, la capacidad de
causarlo. Los chamanes creen lograrlo contactando con el mundo de los espíritus
y formando una relación especial con ellos. Aseguran tener la capacidad de
controlar el tiempo, profetizar, interpretar los sueños, usar la proyección
astral y viajar a los mundos superior e inferior. Las tradiciones de chamanismo
han existido en todo el mundo desde épocas prehistóricas.
El chamanismo se
basa en la premisa de que el mundo visible está impregnado por las fuerzas y
los espíritus invisibles, que afectan todas las manifestaciones de la vida. Estas
prácticas requieren conocimientos o capacidades especializados. Se podría decir
que los chamanes son los expertos empleados por las comunidades animistas para
interpretar el presente y el futuro según ciertos conocimientos
especializados.
Alan Moore viene
afirmando en sus textos que existe un espacio mental llamado “Ideaespacio” donde no solo reside nuestro
propio “yo” sino un “nosotros”; es ahí donde cobran vida los
mitos o los significados de las deidades.
Las ideas del dibujante ingles hablan de la función que cumplen los
mitos, al advertirnos que todo esto no es más que un ejemplo de la fuerza de
nuestro pensamiento y nuestra imaginación. Para ello como “mago del caos” revela cinco secretos: el arte es
magia o la magia es arte; cualquiera puede hacerlo; todo esta dentro de ti; tú puedes
crear tus propios mitos; y reencata tu vida cotidiana, tu pequeño/gran mundo.
Estos cinco
ejemplos, sintetizan en gran medida el pensamiento anarquista postmoderno, entendiendo
la militancia como una transformación constante, cotidiana en pequeño espacios
y con sus propios referentes; lo que conlleva a una desestructuración de las
verdades únicas incluso dentro de la tendencia libertaria. Necesitamos chamanes
que nos ayuden a entender el presente y que con otros afines hagan magia,
alquimia y paganicen la sociedad actual.
Coloquio final
Actualmente la región de atraviesa un periodo de efervescencia social donde las ideas anarquistas cobran especial relevancia debido a la oleada de jóvenes antisistema que llevan adelante una ofensiva en diferentes espacios. Esto se demuestro en el hecho, de que los viejos remanentes de a izquierda como Jacobo Silva Nogales en México busca referente en las experiencias colectivas de autogobierno y autogestión para argumentar su teoría del “poder popular” que no si no un refrito sesentoso del marxismo latinoamericano.
Venezuela, ya tiene
una larga y dilatada tradición de la apropiación de conceptos propios de las
ideas antiautoritario para mantener un gobierno de claro talante militar. Así
tenemos que conceptos como “autogestión”, “cogobierno”, “colectivo” o “comuna”
han sido empleados de forma indiscriminada para seguir enriqueciéndose con la
política petrolera y el asfixiante control cambiario.
Como libertarios
debemos seguir articulando con las bases pero siempre manteniendo una actitud
iconoclasta y de ruptura con el orden existente, con nuestras actuaciones y praxis estamos
generando maremotos en otras latitudes y en nuestras propias costas;
descontruyendo con heterodoxia el presente; siendo testigos de excepción del
hundimiento del falso progreso de las ideas decimonónica. Por ello, que abunden
los magos, alquimistas, chamanes que practiquen el nahual para encubrir los
jaguares que habitan debajo de nuestras desgastadas pieles que buscan libertad.
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