PROPAZ - Movimiento Merideño en Pro de la Paz
Es aflictivo eso de jerarquizar los crímenes de lesa humanidad, sobre todo si se cometen en periodos históricos cuando la preservación de los derechos humanos debe ser principio y fin, cuando el humanismo tiene que prevalecer, cuando se enaltece la vida y se censura la muerte. De los crímenes alevosos, por la incertidumbre que conlleva, la desaparición de personas es de los más horrorosos; crea un limbo compartido por los deudos y por todos los seres sensibles que se ven alcanzados por la noticia, y el esfuerzo que las instituciones del Estado deben realizar para resolver la anormalidad, debe ser descomunal, hasta las últimas consecuencias. La Defensoría del Pueblo es el pivote de las instituciones con que contamos para enfrentar revolucionariamente la solución de violaciones graves de los derechos humanos, y allí sí debe jerarquizarse los casos concretos que están ocurriendo y exigir a las instancias pertinentes que se tomen las medidas que conduzcan a la solución de las irregularidades.
¿Se está haciendo eso con Alcedo Mora, camarada desaparecido desde hace más de cuatro meses? ¿Basta con que la Defensoría del Pueblo “muestre su preocupación por la lenta marcha de las investigaciones”? ¿Cómo se manifiesta la presión necesaria ante el Cicpc, los organismos de inteligencia del Estado, el Ministerio Público y todos los entes que deben movilizarse para esclarecer este “terrible drama”? ¿Cuándo voceros de estos organismos informarán sobre lo actuado? ¿Su silencio se puede traducir como inacción o como fracaso de sus actuaciones? ¿Qué quiso decir el Defensor del Pueblo con esta frase de antología: “Entendemos lo complicado de tales investigaciones, en tanto las desapariciones de los citados ciudadanos ocurrieron de forma atípica”? (NB: Los entrecomillados provienen de tuitazos de @TarekWiliamSaab del 19/06)
Es aflictivo eso de jerarquizar los crímenes de lesa humanidad, sobre todo si se cometen en periodos históricos cuando la preservación de los derechos humanos debe ser principio y fin, cuando el humanismo tiene que prevalecer, cuando se enaltece la vida y se censura la muerte. De los crímenes alevosos, por la incertidumbre que conlleva, la desaparición de personas es de los más horrorosos; crea un limbo compartido por los deudos y por todos los seres sensibles que se ven alcanzados por la noticia, y el esfuerzo que las instituciones del Estado deben realizar para resolver la anormalidad, debe ser descomunal, hasta las últimas consecuencias. La Defensoría del Pueblo es el pivote de las instituciones con que contamos para enfrentar revolucionariamente la solución de violaciones graves de los derechos humanos, y allí sí debe jerarquizarse los casos concretos que están ocurriendo y exigir a las instancias pertinentes que se tomen las medidas que conduzcan a la solución de las irregularidades.
¿Se está haciendo eso con Alcedo Mora, camarada desaparecido desde hace más de cuatro meses? ¿Basta con que la Defensoría del Pueblo “muestre su preocupación por la lenta marcha de las investigaciones”? ¿Cómo se manifiesta la presión necesaria ante el Cicpc, los organismos de inteligencia del Estado, el Ministerio Público y todos los entes que deben movilizarse para esclarecer este “terrible drama”? ¿Cuándo voceros de estos organismos informarán sobre lo actuado? ¿Su silencio se puede traducir como inacción o como fracaso de sus actuaciones? ¿Qué quiso decir el Defensor del Pueblo con esta frase de antología: “Entendemos lo complicado de tales investigaciones, en tanto las desapariciones de los citados ciudadanos ocurrieron de forma atípica”? (NB: Los entrecomillados provienen de tuitazos de @TarekWiliamSaab del 19/06)
Si consideramos que está suficientemente demostrado que los cuerpos de investigación del país no se chupan el dedo, y que todos los casos de delitos y crímenes con trascendencia política, por muy enmarañados que se hayan presentado, han sido resueltos, le da otro cariz el caso de Alcedo Mora y el de otros desaparecidos que actualmente se investigan. Podríamos pensar que existe falta de voluntad para esclarecer lo que le sucedió a Alcedo Mora, y que esa actitud se debe a la exactitud de rumores que se han difundido en torno a su desaparición.
El exhorto implícito en este escrito es que se profundice y acelere la investigación sobre la desaparición de Alcedo Mora, que el defensor del pueblo se coloque al frente de ella presionando lo necesario, denunciando las fallas, informando permanentemente al país. Con responsabilidad, decisión y arrojo, que es como se defiende los derechos humanos del pueblo.
La actitud oficial en el caso de Alcedo ha causado mucho daño. La duda y la desesperanza comienza a corroer corazones; la impotencia desubica, pero la lucha por conocer la verdad no ceja. Por otra parte, siempre hay almas carroñeras que aprovechan situaciones dolorosas para abanderar propósitos insanos, y también están actuando en nombre de su odio y perversidad. El único remedio ante esto, que muy pronto aparezca Alcedo y los culpables de su desaparición sean castigados ejemplarmente.
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