Rubén Alexis Hernández
“En sueños caminaba yo entre la niebla y la ciudad (…) vi mil personas tal vez más (…), gente que oía sin poder oír y un sonido que los envolvía sin piedad, lo puedo oír, es el sonido del silencio (…)”.
La cita anterior, correspondiente a parte de una conocida canción del famoso dueto estadounidense Simon & Garfunkel, describe en buena medida lo que ha pasado a nivel gubernamental tras la desaparición forzada del humilde luchador social Alcedo Mora y de los hermanos Vergel (agricultores colombianos). Y es que el silencio de todos los altos funcionarios “socialistas” en Venezuela, evidentemente informados de lo sucedido, ha sido una constante desde el mismo momento del secuestro de Mora; es decir gente que ha oído pero ha optado por transmitir el sonido del silencio, silencio indiferente, irresponsable y hasta cómplice de quienes ostentan el poder político y se hacen llamar izquierdistas, en especial de aquellos que en el pasado sufrieron la represión policial-militar cortesía del Estado burgués.
Tristemente lo ocurrido a Alcedo Mora tiene sin cuidado al Gobierno dizque revolucionario, y ya es el colmo que a estas alturas no haya un pronunciamiento público siquiera del gobernador del estado Mérida, para cuyo secretario laboraba Mora. Parece claro, en definitiva, que el activista merideño tocó intereses poderosos al denunciar corrupción en PDVSA, intereses relacionados con el paramilitarismo, el narcotráfico, el contrabando y otras mafias. Un auténtico revolucionario anticapitalista, sin dolientes aún entre antiguos compañeros de lucha, tal como el Defensor del Pueblo, que no se sabe a qué pueblo defiende (no parece defender a los ciudadanos comunes). Claro que la diferencia entre Mora y algunos de sus “camaradas” de antaño, es que estos últimos se aburguesaron, olvidando por completo las causas por las que luchaban, o quizá jamás fueron auténticos izquierdistas, sino simples oportunistas en búsqueda de un “mejor” porvenir para sus prestigios y bolsillos.
“En sueños caminaba yo entre la niebla y la ciudad (…) vi mil personas tal vez más (…), gente que oía sin poder oír y un sonido que los envolvía sin piedad, lo puedo oír, es el sonido del silencio (…)”.
La cita anterior, correspondiente a parte de una conocida canción del famoso dueto estadounidense Simon & Garfunkel, describe en buena medida lo que ha pasado a nivel gubernamental tras la desaparición forzada del humilde luchador social Alcedo Mora y de los hermanos Vergel (agricultores colombianos). Y es que el silencio de todos los altos funcionarios “socialistas” en Venezuela, evidentemente informados de lo sucedido, ha sido una constante desde el mismo momento del secuestro de Mora; es decir gente que ha oído pero ha optado por transmitir el sonido del silencio, silencio indiferente, irresponsable y hasta cómplice de quienes ostentan el poder político y se hacen llamar izquierdistas, en especial de aquellos que en el pasado sufrieron la represión policial-militar cortesía del Estado burgués.
Tristemente lo ocurrido a Alcedo Mora tiene sin cuidado al Gobierno dizque revolucionario, y ya es el colmo que a estas alturas no haya un pronunciamiento público siquiera del gobernador del estado Mérida, para cuyo secretario laboraba Mora. Parece claro, en definitiva, que el activista merideño tocó intereses poderosos al denunciar corrupción en PDVSA, intereses relacionados con el paramilitarismo, el narcotráfico, el contrabando y otras mafias. Un auténtico revolucionario anticapitalista, sin dolientes aún entre antiguos compañeros de lucha, tal como el Defensor del Pueblo, que no se sabe a qué pueblo defiende (no parece defender a los ciudadanos comunes). Claro que la diferencia entre Mora y algunos de sus “camaradas” de antaño, es que estos últimos se aburguesaron, olvidando por completo las causas por las que luchaban, o quizá jamás fueron auténticos izquierdistas, sino simples oportunistas en búsqueda de un “mejor” porvenir para sus prestigios y bolsillos.
Alcedo Mora, como luchador en pro de los necesitados y de un futuro prometedor para la humanidad, jamás aspiro a acumular riquezas ni optar a altos cargos políticos; uno de pocos hombres que no tienen precio, y por tanto un duro crítico del poder en Venezuela desde la época puntofijista. Y aún estando de acuerdo con algunas ideas y planteamientos propuestos por el Gobierno de Chávez, siguió luchando contra los desmanes y desviaciones asociados al poder, hasta el punto que tuvo los cojones de denunciar corrupción en PDVSA, hecho por el que sin duda alguna la pasaron factura. Se entiende, entonces, que para algunos funcionarios que sólo son izquierdistas en el discurso, moleste la crítica y denuncia de un activista valiente e íntegro como Alcedo Mora, y por tanto guarden silencio respecto a un suceso tan aberrante como la desaparición forzada del merideño. Silencio indolente y cómplice, cuyo sonido retumba hasta en el alma de los familiares y amigos de Mora, aún con la esperanza de que se encuentre con vida.
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