Carlos Crespo Flores
Las ciencias sociales oficiales en
Bolivia han coronado a Rene Zavaleta Mercado, como el intelectual más
importante e influyente del país; moros y cristianos, comunistas, indigenistas
y “gonistas”, sociólogos y funcionarios del estado plurinacional, están de
acuerdo con esta entronización. Un llamativo consenso manufacturado.
Por ello, el reciente libro de H. C. F.
Mancilla, “Una Mirada
Crítica Sobre la Obra de René Zavaleta Mercado” es un color fresco, con
una mirada liberal, que rompe con las grisáceas imágenes de los “zavaletianos”.
Era un libro necesario.
Porque es necesario discutir con
Zavaleta? Es el intelectual orgánico del “proceso de cambio”; no es casual que
el Vicepresidente lo cite de forma permanente, para justificar las medidas y
orientaciones del “gobierno de los movimientos sociales”. Las preocupaciones
del creador de lo “abigarrado” se han convertido en política de Estado, con los
efectos perversos que ello supone.
Existe un “joven” Zavaleta y un Zavaleta
“maduro”, como sostiene “Cachin” Antezana, y convertido en el dogma de los
“zavaletistas”? En vez de pensar las rupturas, debemos pensar las
continuidades: que patrones comunes existen en el transcurso del pensamiento
del Zavaleta nacionalista, marxista y gramsciano? Son estas continuidades las
importantes, y en lo que sigue, voy a sintetizar dos de estas continuidades
discursivas, que alimentan la discusión planteada por Mancilla.
El estadocentrismo de Zavaleta. Aun en
su fase juvenil nacionalista, el marxismo fue su fuente de inspiración. Y como
buen marxista creía que los cambios sociales solo son posibles vía transformación
del Estado, de su contenido clasista. Como la izquierda en general, Rene
Zavaleta creía que el desafío principal para Bolivia es construir un verdadero
Estado nación, como lo repetirá el año 1981. Hoy, el gobierno de Evo Morales está
cumpliendo el sueño de Zavaleta: de ser un estado aparente a un estado integral.
Esto es un estado fuerte, capaz de intervenir en la vida económica y social del
país. Pero, como Mancilla lo evidencia en su libro y los ejemplos recientes nos
ilustran, “cuando el Estado se mete la cosa se jode”.
El industrialismo y extractivismo de Zavaleta.
Desde joven, estaba convencido, como Lenin, que el comunismo es “soviets más
electricidad”, por ello en los 60’s promovió la necesidad de industrializar el
país, una industria pesada, capaz de explotar intensamente los recursos
naturales existentes, pues ella traería soberanía nacional y por tanto la
liberación nacional. El Zavaleta “maduro” no cambio esta visión, su apuesta por
la clase obrera, particularmente minera, asumía este enfoque. Otra vez, el
gobierno del MAS, hoy, con la propuesta del “gran salto industrial”, la
estrategia de explotación hidrocarburífera, minera, hidroenergética, con
participación privada, el fortalecimiento de una agroindustria basada en
productos genéticamente modificados y la expansión de la frontera agrícola,
está operacionalizando las pulsiones industrialistas y extractivistas de
Zavaleta.
Por ello, una crítica radical de las
políticas estadocentricas, extractivistas y de industrialización a marchas
forzadas, requiere un ajuste de cuentas con el discurso de la izquierda
boliviana, donde Zavaleta es su paladín mayor.
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