J.R. López Padrino
Los venezolanos llevamos quince años siendo “desgobernados” por una partida de malandros que han acabado con el país. La gravedad de la crisis ha alcanzado niveles angustiantes. Estamos ante un Estado hipertrofiado, corrupto y manirroto que afronta un colosal déficit fiscal. Una logia cívico-militar dirigida por el ya fallecido dicharachero de Sabaneta que despilfarró los inmensos recursos de la ya finiquitada bonanza petrolera, depredó las reservas internacionales, hipotecó al país y propició la destrucción del aparato agro-industrial generando una escasez de bienes y servicios de primera necesidad.
La expectativa de una Memoria y Cuenta falaz y cantinflérica del ignorante Maduro se hizo realidad. El iletrado concurrió a la Asamblea Nacional a mentirle una vez más al pueblo venezolano sobre la magnitud y gravedad de la crisis que nos agobia. Su discurso incoherente, contradictorio y plagado de pifias gramaticales careció de alternativas reales para superar el caos que destruye al país. Más allá de las mentiras oficiales, nuestra economía no tiene ningún “rumbo armónico y coherente”, sino que navega “sin rumbo fijo” sumida en medio de contradicciones e improvisaciones como el fracasado viaje al exterior de la familia real venezolana. Todos aún recordamos, cuando el fallecido teniente coronel afirmaba en cadena nacional que Venezuela estaba blindada frente a la crisis del capitalismo, pues "las sabias y previsivas políticas" de su régimen se habían anticipado a esos avatares, y por esa razón la Nación saldría airosa frente a la crisis. Más aún, en un gesto histriónico llegó a afirmar: "Yo no estoy preocupado por la economía de Venezuela, pero sí lo estoy por la economía mundial" (24-9-2008).
Pero contrariamente a la "independencia y blindaje de nuestra economía", los hechos se han encargado de desmentir esas falaces afirmaciones y esta abyecta “robolución” se apresta a poner en práctica un conjunto de ajustes fondomonetaristas (Fondo Monetario Internacional-FMI), luego de haber satanizado hasta el infinito las políticas neoliberales de los gobiernos anteriores. La dupla Maduro-Cabello y sus cagatintas Goebbelianos andan desesperados haciendo malabarismos ideológicos para justificar la puesta en práctica de un “paquetazo de huella neoliberal” por parte de un régimen que se autodefine socialista y obrerista. Los anuncios ambiguos y temerosos de Maduro en la AN presagian aumentos de los servicios públicos, nuevos impuestos a la renta (inclusión de jubilados), incremento en el IVA (revolución fiscal), la aplicación de una maxi-devaluación de la moneda nacional mediante la creación de un nuevo SICAD variable (no se sabe la tasa) y la creación de una bolsa para las divisas (se desconoce el funcionamiento) y se reduce los sectores productivos beneficiados con la tasa de 6,3, lo cual obviamente tendrá un gran impacto inflacionario. Además, anunció un aumento en el precio de la gasolina (no indicó el monto), meses antes lo había negado enfáticamente. Igualmente se contempla legitimar y extender la precarización laboral, es decir el reemplazo de puestos de trabajo estables por “mano de obra flexible”, la cual entre otras cosas carece de seguridad social, y de estabilidad laboral.
El heredero sin mérito del fachochavismo anunció un incremento del salario mínimo y las pensiones en un 15%, y elevó las becas estudiantiles a Bs 500,00 mensuales, cuando el índice inflacionario anualizado esta en el orden de un 64%, el más alto de Latinoamérica. El aumento del 15% anunciado por Maduro, colocará en Bs 5.621,56 el salario mínimo a partir del 1 de Febrero. Esto se traduce en un aumento de Bs. 732,45 mensuales, equivalente a Bs. 24,44 por día, lo cual alcanzaría para comprar, por ejemplo: 1 kilo de arroz (Bs. 23) o 1 kilo de harina de maíz precocida (Bs. 22), o simplemente un huevo y medio. Estos incrementos pírricos constituyen una burla a los venezolanos que sufren a diario los efectos de una inflación indetenible y asfixiante que depreda el bolsillo de los venezolanos.
En su tediosa intervención ante la AN, Maduro afirmó que hay que profundizar el socialismo y para ello propuso el establecimiento de zonas económicas especiales en diversos puntos del país. Empresas como Trend Capital, Van Eck Global, Aberdeen, Stone Lion Capital, Investec y Mangart han expresado su interés en invertir en dichas zonas dado las atractivas condiciones y garantías para la inversión de sus capitales. El pobre viejo Marx se debe estar revolcando en su fría lapida del cementerio de Highgate (Londres) ante las afirmaciones del “filósofo del volante del siglo XXI”. La creación de las zonas económicas especiales como estrategia de desarrollo económico no es nada nuevo y no constituyen ningunos emporios de desarrollo socialista como falazmente afirma Maduro. Representan paraísos de súper-explotación neoliberal, donde el país cede su soberanía y se cercenan los más elementales derechos de los trabajadores y se profundiza su explotación.
El “ideólogo” autoritario de Miraflores ya no tiene capacidad de maniobra, la cacareada guerra económica y la conspiración del imperio contra su régimen son fantasías que ni sus propios partidarios las creen; al usurpador solo le queda recurrir a las viejas recetas ortodoxas del FMI y acentuar la represión. Lastimosamente la aplicación del neo-paquetazo bolivariano no solucionará los problemas de fondo que afectan a nuestra economía, ni representa una rectificación de la desastrosa política económica que ha venido aplicando el fachochavismo desde su llegada al poder. Estas hambreadoras medidas solo lograrán encubrir provisionalmente los problemas económicos estructurales a costa de un mayor desabastecimiento, pobreza y miseria.
Presenciamos los estertores de un falso socialismo represivo, corrupto, despilfarrador y militarizado que ha manipulado y engañado a los pobres y excluidos sociales en nombre de una revolución de pacotilla. Revolución que lejos de emanciparlos, como dicen sus publicistas nacionales e internacionales, los han sumido en la mayor miseria y dependencia económica de nuestra historia. Revolución que se ha limitado a utilizar clientelarmente los petrodólares como arma de control político-social para asegurase los votos suficientes para eternizarse en el poder.
Los engañadores del siglo XXI han terminado aplicando un brebaje con impronta fondomonetarista e implorando falsamente a Dios para que provea los recursos que su logia cívico-militar despilfarró. Son unos traficantes de esperanzas, farsantes ideológicos, embaucadores de oficio.
Los venezolanos llevamos quince años siendo “desgobernados” por una partida de malandros que han acabado con el país. La gravedad de la crisis ha alcanzado niveles angustiantes. Estamos ante un Estado hipertrofiado, corrupto y manirroto que afronta un colosal déficit fiscal. Una logia cívico-militar dirigida por el ya fallecido dicharachero de Sabaneta que despilfarró los inmensos recursos de la ya finiquitada bonanza petrolera, depredó las reservas internacionales, hipotecó al país y propició la destrucción del aparato agro-industrial generando una escasez de bienes y servicios de primera necesidad.
La expectativa de una Memoria y Cuenta falaz y cantinflérica del ignorante Maduro se hizo realidad. El iletrado concurrió a la Asamblea Nacional a mentirle una vez más al pueblo venezolano sobre la magnitud y gravedad de la crisis que nos agobia. Su discurso incoherente, contradictorio y plagado de pifias gramaticales careció de alternativas reales para superar el caos que destruye al país. Más allá de las mentiras oficiales, nuestra economía no tiene ningún “rumbo armónico y coherente”, sino que navega “sin rumbo fijo” sumida en medio de contradicciones e improvisaciones como el fracasado viaje al exterior de la familia real venezolana. Todos aún recordamos, cuando el fallecido teniente coronel afirmaba en cadena nacional que Venezuela estaba blindada frente a la crisis del capitalismo, pues "las sabias y previsivas políticas" de su régimen se habían anticipado a esos avatares, y por esa razón la Nación saldría airosa frente a la crisis. Más aún, en un gesto histriónico llegó a afirmar: "Yo no estoy preocupado por la economía de Venezuela, pero sí lo estoy por la economía mundial" (24-9-2008).
Pero contrariamente a la "independencia y blindaje de nuestra economía", los hechos se han encargado de desmentir esas falaces afirmaciones y esta abyecta “robolución” se apresta a poner en práctica un conjunto de ajustes fondomonetaristas (Fondo Monetario Internacional-FMI), luego de haber satanizado hasta el infinito las políticas neoliberales de los gobiernos anteriores. La dupla Maduro-Cabello y sus cagatintas Goebbelianos andan desesperados haciendo malabarismos ideológicos para justificar la puesta en práctica de un “paquetazo de huella neoliberal” por parte de un régimen que se autodefine socialista y obrerista. Los anuncios ambiguos y temerosos de Maduro en la AN presagian aumentos de los servicios públicos, nuevos impuestos a la renta (inclusión de jubilados), incremento en el IVA (revolución fiscal), la aplicación de una maxi-devaluación de la moneda nacional mediante la creación de un nuevo SICAD variable (no se sabe la tasa) y la creación de una bolsa para las divisas (se desconoce el funcionamiento) y se reduce los sectores productivos beneficiados con la tasa de 6,3, lo cual obviamente tendrá un gran impacto inflacionario. Además, anunció un aumento en el precio de la gasolina (no indicó el monto), meses antes lo había negado enfáticamente. Igualmente se contempla legitimar y extender la precarización laboral, es decir el reemplazo de puestos de trabajo estables por “mano de obra flexible”, la cual entre otras cosas carece de seguridad social, y de estabilidad laboral.
El heredero sin mérito del fachochavismo anunció un incremento del salario mínimo y las pensiones en un 15%, y elevó las becas estudiantiles a Bs 500,00 mensuales, cuando el índice inflacionario anualizado esta en el orden de un 64%, el más alto de Latinoamérica. El aumento del 15% anunciado por Maduro, colocará en Bs 5.621,56 el salario mínimo a partir del 1 de Febrero. Esto se traduce en un aumento de Bs. 732,45 mensuales, equivalente a Bs. 24,44 por día, lo cual alcanzaría para comprar, por ejemplo: 1 kilo de arroz (Bs. 23) o 1 kilo de harina de maíz precocida (Bs. 22), o simplemente un huevo y medio. Estos incrementos pírricos constituyen una burla a los venezolanos que sufren a diario los efectos de una inflación indetenible y asfixiante que depreda el bolsillo de los venezolanos.
En su tediosa intervención ante la AN, Maduro afirmó que hay que profundizar el socialismo y para ello propuso el establecimiento de zonas económicas especiales en diversos puntos del país. Empresas como Trend Capital, Van Eck Global, Aberdeen, Stone Lion Capital, Investec y Mangart han expresado su interés en invertir en dichas zonas dado las atractivas condiciones y garantías para la inversión de sus capitales. El pobre viejo Marx se debe estar revolcando en su fría lapida del cementerio de Highgate (Londres) ante las afirmaciones del “filósofo del volante del siglo XXI”. La creación de las zonas económicas especiales como estrategia de desarrollo económico no es nada nuevo y no constituyen ningunos emporios de desarrollo socialista como falazmente afirma Maduro. Representan paraísos de súper-explotación neoliberal, donde el país cede su soberanía y se cercenan los más elementales derechos de los trabajadores y se profundiza su explotación.
El “ideólogo” autoritario de Miraflores ya no tiene capacidad de maniobra, la cacareada guerra económica y la conspiración del imperio contra su régimen son fantasías que ni sus propios partidarios las creen; al usurpador solo le queda recurrir a las viejas recetas ortodoxas del FMI y acentuar la represión. Lastimosamente la aplicación del neo-paquetazo bolivariano no solucionará los problemas de fondo que afectan a nuestra economía, ni representa una rectificación de la desastrosa política económica que ha venido aplicando el fachochavismo desde su llegada al poder. Estas hambreadoras medidas solo lograrán encubrir provisionalmente los problemas económicos estructurales a costa de un mayor desabastecimiento, pobreza y miseria.
Presenciamos los estertores de un falso socialismo represivo, corrupto, despilfarrador y militarizado que ha manipulado y engañado a los pobres y excluidos sociales en nombre de una revolución de pacotilla. Revolución que lejos de emanciparlos, como dicen sus publicistas nacionales e internacionales, los han sumido en la mayor miseria y dependencia económica de nuestra historia. Revolución que se ha limitado a utilizar clientelarmente los petrodólares como arma de control político-social para asegurase los votos suficientes para eternizarse en el poder.
Los engañadores del siglo XXI han terminado aplicando un brebaje con impronta fondomonetarista e implorando falsamente a Dios para que provea los recursos que su logia cívico-militar despilfarró. Son unos traficantes de esperanzas, farsantes ideológicos, embaucadores de oficio.
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