Rafael Uzcátegui
El pasado 18 de noviembre, mediante facultades habilitantes
el presidente Nicolás Maduro publicó, en la Gaceta Oficial extraordinaria
6.151, el decreto 1.425 con la Ley de Regionalización Integral para el Desarrollo
Socioproductivo de la Patria. Esta decisión, que proporciona el piso jurídico
para el establecimiento de las llamadas “Zonas Económicas Especiales” en el
país, por un lado es la decisión más preocupante en los últimos años respecto a
la vigencia de derechos laborales en Venezuela y, por otro, un mensaje del
Ejecutivo sobre su viraje a políticas de libre mercado.
Se denomina zona económica especial (ZEE o SEZ por sus
siglas en inglés) a una región geográfica que posee un marco jurídico diferente
al resto del país, cuya finalidad es incrementar la inversión extranjera en ese
territorio al ofrecer amplias ventajas para la inyección de capitales foráneos.
El Banco Mundial las define como “áreas geográficas delimitadas dentro de las
fronteras nacionales de un país donde las reglas de los negocios son
diferentes, generalmente más liberales, que aquellas que prevalecen en el
territorio nacional”. Según este ente existen más de 3.500 ZEE ubicadas en 130
países. China ha sido un gran promotor de la implementación de ZEE, tanto así
que un estudio sobre la materia, realizado por José Manuel Orozco, concluye que
“han sido el motor fundamental para la modernización del país, tan sólo en 2003
dos provincias (Guangdong y Fujian) generaron 303 billones de dólares, convirtiéndose
en la sexta economía más grande del mundo y la décima en exportación”. Y ha
sido precisamente como resultado de los acuerdos económicos con el país
asiático por parte del presidente Maduro, que se implementan las ZEE en
Venezuela.
La Ley de Regionalización Integral para el Desarrollo
Socioproductivo aprobada por el Ejecutivo está en sintonía con las
características de las ZEE en cualquier lado del planeta. Resumiendo, define
una gran área geográfica que hará caso omiso a la organización político
territorial actual, cuyo polígono puede abarcar varios municipios de varios
estados. Estas áreas tendrán un coordinador nombrado directamente por el
presidente, por lo que no será de elección popular, con amplias competencias en
materia económica. Las ganancias generadas poseerán una administración
especial, por lo que serán independientes del presupuesto nacional, y quizás de
difícil contraloría social. Según la ley en estas zonas se modificará el patrón
monetario y cambiario, para agilizar el comercio exterior y exportaciones.
Además, de manera similar a las que existen en el resto del globo, tendrán
“incentivos económicos y fiscales especiales”, artículo 27, que intentarán
hacerlas atractivas para los capitales exógenos.
No obstante lo anterior, el principal motivo de preocupación
tiene que ver con la vigencia de los derechos laborales. En el año 2013 el
gobierno promovió la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las
Trabajadoras (Lottt), y el propio presidente Chávez declaró cuando la rubricó
“es producto de un largo proceso de luchas y batallas”. Pues esa ley, de
avanzada según el propio gobierno, no es la que normará las relaciones
laborales dentro de las ZEE. La ley de las ZEE indica: “El Presidente podrá
definir el régimen especial y extraordinario de contrataciones” dentro del
apartado de incentivos para las empresas. Dentro de los acuerdos
China-Venezuela ya se ha anunciado la inversión asiática en varias de las ZEE
en el país, de la mano de empresas como Citic Group, Sany Heavy Industry y Jac Motors.
Defensores de derechos laborales en el mundo han cuestionado
la ausencia de garantías para un trabajo digno y decente dentro de las ZEE.
Para Filipinas, por ejemplo, la Confederación Sindical Internacional (CSI)
informó: “En las ZEE las fuerzas de seguridad impiden la sindicalización, y los
trabajadores que quieren organizarse se arriesgan a ser despedidos y a que sus
nombres sean incluidos en listas negras”. En su informe mundial de 2011
alertaron sobre “la explotación de la mano de obra mayoritariamente femenina en
las zonas francas industriales -como también se conocen a las ZEE- de todo el
mundo”. Para Nicaragua afirmaron que el inicio de las ZEE coincide con la
expansión de la economía basada en maquilas para el país y sólo después de
duras luchas, algunos derechos laborales comienzan a ser reconocidos. Para
República Dominicana informaron en el 2008: “De las 57 empresas que operan en
las zonas francas industriales (ZFI) y que emplean unos 155.000 trabajadores,
los sindicatos nos informan que sólo se les ha permitido sindicalizarse en ocho
de ellas”. En un reporte sobre cómo la Organización Mundial de Comercio
promueve las ZEE, la CSI afirmó: “Las ZFI son conocidas por la represión de los
derechos sindicales y por las horas extraordinarias que obligan a hacer a su
personal. Es habitual que los gobiernos dejen a esas zonas fuera del marco de
cobertura de la legislación laboral o no tomen medidas cuando se infringe dicha
legislación, especialmente en lo referente a horas de trabajo y derechos sindicales”.
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