J.R. López Padrino
La revolución bonita del difunto tte. coronel que llegó a despertar esperanzas y pasiones en importantes sectores de la sociedad venezolana ha terminado siendo un gran sainete donde impostores con boinas rojas luchan “rodilla en tierra” por el reparto -cual botín de guerra- del erario nacional.
Detrás de una falsa epopeya emancipadora y en nombre de la revolución bonita: militarizaron al país, destruyeron a la industria nacional, prostituyeron el significado del socialismo, conculcaron los derechos de los trabajadores y de los movimientos sociales, reprimieron a la disidencia política, sembraron el odio social y enlutaron al país asesinando a sus mejores hijos. En nombre de los excluidos han impuesto un proyecto petro-perverso con el apoyo de las bayonetas- en cuyo ADN se expresa el fascismo más cruel, el de las persecuciones, el de la represión paramilitar, el de las exclusiones por la forma de pensar.
Al cabo de tres lustros de neototalitarismo disfrazado de revolución, solo queda una mascarada engañosa destinada a aplacar los reclamos de los más humildes que siguen aspirando a una sociedad más equitativa. En todos estos años solo hemos visto una recomposición del bloque en el poder con nuevos actores representados por los socialfascistas bolivarianos, sin que ello haya representado una ruptura o discontinuidad del proyecto dominante del pasado. No ha habido esfuerzo por crear al sujeto protagónico de una sociedad alternativa a la existente.
La falsificación impulsada por estos vándalos ideológicos ha sido tan profunda que convirtieron a Bolívar en autor intelectual de sus fechorías políticas y al viejo Marx en alcahuete de sus políticas antiobreras. Han torcido y manipulado la historia a fin de justificar sus barbaridades e inconsecuencias ideológicas.
Estamos ante la presencia de la mayor falsificación ideológica del siglo XXI. El fachochavismo esconde la perversidad de su neoliberalismo detrás de una concepción neoestructuralista que respeta los propósitos básicos del neoliberalismo, pero que añade una serie de proyectos "sociales", que no resuelven las contradicciones fundamentales inherentes al capitalismo explotador -trabajo-plusvalía-, pero sí engaña a las masas explotadas para contener su malestar social.
Después de tres lustros de mentiras y engaños, solo queda una sociedad vigilada y aterrorizada, carcomida por el odio social. De cuyo seno han surgido minusválidos fanatizados practicantes de la violencia, así como pordioseros sociales, quienes sobreviven gracias a las limosnas de un Estado totalitario. Estado expoliador que dice liberarlos, pero que profundiza su explotación y control social.
Sufrimos las consecuencias de una demagogia enajenante, un militarismo asfixiante, una violencia desenfrenada, y un servilismo depravante, partes del "legado ideológico" del fallecido tte coronel.
El siglo XXI ha parido una revolución falsificada, un engendro fachomilitarista reaccionario.
La revolución bonita del difunto tte. coronel que llegó a despertar esperanzas y pasiones en importantes sectores de la sociedad venezolana ha terminado siendo un gran sainete donde impostores con boinas rojas luchan “rodilla en tierra” por el reparto -cual botín de guerra- del erario nacional.
Detrás de una falsa epopeya emancipadora y en nombre de la revolución bonita: militarizaron al país, destruyeron a la industria nacional, prostituyeron el significado del socialismo, conculcaron los derechos de los trabajadores y de los movimientos sociales, reprimieron a la disidencia política, sembraron el odio social y enlutaron al país asesinando a sus mejores hijos. En nombre de los excluidos han impuesto un proyecto petro-perverso con el apoyo de las bayonetas- en cuyo ADN se expresa el fascismo más cruel, el de las persecuciones, el de la represión paramilitar, el de las exclusiones por la forma de pensar.
Al cabo de tres lustros de neototalitarismo disfrazado de revolución, solo queda una mascarada engañosa destinada a aplacar los reclamos de los más humildes que siguen aspirando a una sociedad más equitativa. En todos estos años solo hemos visto una recomposición del bloque en el poder con nuevos actores representados por los socialfascistas bolivarianos, sin que ello haya representado una ruptura o discontinuidad del proyecto dominante del pasado. No ha habido esfuerzo por crear al sujeto protagónico de una sociedad alternativa a la existente.
La falsificación impulsada por estos vándalos ideológicos ha sido tan profunda que convirtieron a Bolívar en autor intelectual de sus fechorías políticas y al viejo Marx en alcahuete de sus políticas antiobreras. Han torcido y manipulado la historia a fin de justificar sus barbaridades e inconsecuencias ideológicas.
Estamos ante la presencia de la mayor falsificación ideológica del siglo XXI. El fachochavismo esconde la perversidad de su neoliberalismo detrás de una concepción neoestructuralista que respeta los propósitos básicos del neoliberalismo, pero que añade una serie de proyectos "sociales", que no resuelven las contradicciones fundamentales inherentes al capitalismo explotador -trabajo-plusvalía-, pero sí engaña a las masas explotadas para contener su malestar social.
Después de tres lustros de mentiras y engaños, solo queda una sociedad vigilada y aterrorizada, carcomida por el odio social. De cuyo seno han surgido minusválidos fanatizados practicantes de la violencia, así como pordioseros sociales, quienes sobreviven gracias a las limosnas de un Estado totalitario. Estado expoliador que dice liberarlos, pero que profundiza su explotación y control social.
Sufrimos las consecuencias de una demagogia enajenante, un militarismo asfixiante, una violencia desenfrenada, y un servilismo depravante, partes del "legado ideológico" del fallecido tte coronel.
El siglo XXI ha parido una revolución falsificada, un engendro fachomilitarista reaccionario.
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