Enrique Javier
“Las putas de San Julián” recupera, en versión libre de Rubén Mosquera, la historia de cinco mujeres de un prostíbulo de San Julián que mostraron su fortaleza al enfrentar desde lo que puede pensarse como debilidad física y social, lo que consideraron una injusticia.
El hecho que refiere el escritor Osvaldo Bayer en el Capítulo XV del tomo II de La Patagonia rebelde ocurrió el 17 de febrero de 1922 durante la denominada “Patagonia trágica” -cuando Hipólito Yrigoyen era presidente- y tuvo como protagonistas a cinco mujeres prostitutas o pupilas de cabaret que ofrecían sus virtudes en “La Catalana” de Puerto San Julián, en la provincia de Santa Cruz [Argentina]. Ese día se convirtieron en símbolo de resistencia frente al ejército, negándose a atender a quienes, con las manos manchadas de sangre buscaron sus servicios como premio y espacio de descanso luego de ejecutar y enterrar en fosas comunes a los peones y trabajadores en huelga.
“Las putas de San Julián” recupera, en versión libre de Rubén Mosquera, la historia de cinco mujeres de un prostíbulo de San Julián que mostraron su fortaleza al enfrentar desde lo que puede pensarse como debilidad física y social, lo que consideraron una injusticia.
El hecho que refiere el escritor Osvaldo Bayer en el Capítulo XV del tomo II de La Patagonia rebelde ocurrió el 17 de febrero de 1922 durante la denominada “Patagonia trágica” -cuando Hipólito Yrigoyen era presidente- y tuvo como protagonistas a cinco mujeres prostitutas o pupilas de cabaret que ofrecían sus virtudes en “La Catalana” de Puerto San Julián, en la provincia de Santa Cruz [Argentina]. Ese día se convirtieron en símbolo de resistencia frente al ejército, negándose a atender a quienes, con las manos manchadas de sangre buscaron sus servicios como premio y espacio de descanso luego de ejecutar y enterrar en fosas comunes a los peones y trabajadores en huelga.
Este episodio de nuestra historia lo conocí viajando por el norte santacruceño, donde está la estatua a Facón Grande, el vagón ferroviario con el que se traslado el ejército y luego se usó en la película y la canción que rescata este relato, al que acomodaron la letra y pusieron música.
Para 1922 en esos confines de nuestra Patagonia e inmensos territorios, la prostitución surgió como una necesidad de atender a la gran masa rural. El contexto nacional enmarcaba en uno de sus pilares en el fomento de la inmigración que generó un desequilibrio demográfico con un porcentaje mayor de población masculina en edad activa, tanto en lo laboral como en lo sexual. Se debía ofrecer un servicio a las necesidades de tantos hombres; por otra parte, se debía preservar a las mujeres honradas de esas necesidades higiénicas, tal como se las denominaba entonces.
La prostitución era vista como lo que permitía mantener sana la estructura familiar y la honradez de las mujeres decentes. Para ello estaba en vigencia un sistema que hacía registrarse a las pupilas de los burdeles, que se debían someter mensualmente al control médico. Un "mal necesario", permiso para los desahogos sexuales masculinos y la preservación de salud pública, de allí el nombre de Casas de Tolerancia.
Justamente en el petitorio huelguista obrero figuraba el que se contrataran peones casados para favorecer el poblamiento de la Patagonia.
Así estabamos cuando el 17 de febrero de 1922 se produjo en San Julián, en el contexto de La Patagonia Rebelde lo que Osvaldo Bayer llamó "la única derrota de los vencedores" en el Capítulo XV del tomo II."... Cumplida la carnicería, el paternal Varela consideró pertinente, para solaz y esparcimiento de sus subordinados, enviarlos de visita a los prostíbulos de la zona. Paulina Rovira, encargada de la casa de tolerancia "La Catalana" en San Julián recibe el aviso. Pero, las cinco pupilas del establecimiento se le rebelan en muestra de solidaridad con los huelguistas y con los masacrados. Llegada la tropa, las mujeres se defienden con palos y escobas y al grito de: "¡Asesinos. Cabrones. No nos acostamos con asesinos!" rechazaron a los soldados. De acuerdo a la lógica militar la violación de esas mujeres no era, propiamente, una violación, sino el derecho del vencedor de usar a los vencidos, y por eso ellas debieron defenderse con sus propias manos, enfrentando de manera visible lo que los militares habían realizado de manera invisible. Ellas pusieron su cuerpo en escena, como campo de batalla. Ellas que conocían de engaños, de ventas como mercancía y de explotación, podían lograr empatia con los huelguisas.
Al igual que las protagonistas de las huelguas de inquilinatos de 1907, tomaron las escobas para defenderse.
Entonces intervino la policía,… porque en definitiva, era el nombre de la patria el que estaba en juego…pero respondió: "marchen presas".
Bayer detalla a partir de los archivos de la comisaría de San Julián de esos tiempos que las mujeres eran según su filiación policial: Consuelo Garcia, argentina, 29 años, soltera, profesión: pupila del prostíbulo La Catalana; Angela Fortunato, argentina 31 años, casada, modista, profesión: pupila del prostíbulo; Amalia Rodriguez, 26 años, argentina, soltera, pupila del prostibulo; María Juliache, 28 años, española, soltera, 7 años de residencia en el país, profesión: pupila del prostíbulo y Maud Foster, 31 años, inglesa, con 10 años de residencia en el país, de buena familia, pupila del prostíbulo y Paulina Rovira, la dueña de “La Casa de Tolerancia”.
"Las metieron a todas juntas en un calabozo pequeño, con espacio para un solo detenido. Les pegaron y arrojaron agua fría. Después les prohibieron ejercer su oficio y les negaron la libreta sanitaria. Así que al tiempo, tres de ellas se marcharon a Viedma y dos a Ushuaia. Tuvieron que cambiarse los nombres para borrar su pasado y evitar que la Policía las siguiera molestando", cuenta Bayer.
Sin embargo, 30 años después, la inglesa Foster regresó a San Julián y, ya señora mayor, volvió a La Catalana como madama. Ella es quien le cuenta a su hija el suceso y así llega Bayer a él.
La casa, el edificio donde funcionó La Catalana sigue en pie, pero por supuesto no hay ninguna placa ni referencia histórica de ningún tipo que señale el suceso.
Son las únicas voces de repudio en medio del silencio de la sociedad cómplice. “Los únicos seres que tuvieron la valentía de calificar de «asesinos» a los autores de la peor matanza de obreros de nuestra historia, las personas más humilladas de nuestra sociedad”, citó Bayer..
Temiendo que el episodio se difundiera se las deja en libertad... total ... era la opinión de cinco mujerzuelas, para la moral de la época no les cabía el calificativo de mujeres. Sin embargo, investigaciones recientes demuestran que para la re-fundación de la Patagonia fueron fundamentales las mujeres: las prostitutas que iban a trabajar se convirtieron en la causa por la cual los hombres se quedaban a vivir, las que propiciaron el arraigo, como sucedió con las cuarteleras y fortineras en tiempos de la Lucha contra el desierto.
La Patagonia inconclusa del terrateniente Emilio Ferro, se refiere a estas características de la zona de frontera como "mal de la Patagonia y el desierto": "Con el aumento de poblaciones en la zona cordillerana se empieza a notar la escasez de mujeres como en toda la Patagonia: Los hombres se establecieron y, venidos de otras partes, después de largos períodos de abstinencia, sufren la necesidad de satisfacer sus necesidades sexuales, no pueden disimularlas más y tienen que buscar su posible satisfacción. A pesar de sus oficios, estos hombres deberán solucionar este problema que se empezó a llamar el mal de la Patagonia o del desierto, por cuanto sufren la falta de mujeres. Algunos se tornan viciosos, otros melancólicos e impotentes. Antes de quitarle la mujer a algún vecino, tratarán de conseguir una india buena moza, dentro de lo posible. Para solucionar estos problemas, muchos mercaderes procuran traer de Chile, a veces, mujeres dispuestas a quedarse. Hacen trueque por una yegua, por un poncho de Castilla o por dos quillangos. La cotización es mayor cuando la mujer es joven y de familia. Estos intermediarios casamenteros no son escrupulosos ni honestos. La moral está algo resentida en San Carlos de Bariloche y en toda la cordillera. Las mujeres no tienen menos agallas que los hombres. Cuando se cansan del marido, lo cambian por otro. A veces cambian de domicilio o van donde vive el nuevo candidato. Otras, es el marido el que tiene que irse (...) Día a día esta costumbre continuará evolucionando rápidamente. Y las mujeres no las cambiarán, mantendrán relaciones aparentes con sus maridos, que serán condecorados con la orden del cuerno".
El 18 de febrero, en el día del cumpleaños 81 de Bayer, se presentó en Buenos Aires el libro Poetas y Putas como homenaje a las meretrices que se negaron a atender a los soldados represores de la Patagonia Rebelde y al escritor que desempolvó ese hecho del olvido. También queda registrado en "Las pupilas de San Julián" uno de los cuatro relatos que componen el libro Pupilas del desierto, libro dedicado por entero a relatos de mujeres de Lilí Muñoz.
[Para complementar este texto, vease el breve documental que reseña la pieza teatral de Rubén Mosquera, disponible en www.youtube.com/watch?v=RD_Cdg7YADg.]
[Tomado de http://www.aurorafundacion.org/?Las-putas-de-San-Julian.]
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