Victoria Aldunate
Desde los años 90 en Latinoamérica y el Caribe, un tema candente ha sido la autonomía y sus definiciones. Autonomía del Estado y de todas sus instituciones, de todos los partidos políticos, de las ONGs y de los Capitales que financian “proyectos” que terminan desmovilizando a los movimientos sociales y anquilosándolos en reivindicaciones que no fisuran al sistema.
Entre otros flagelos, el feminismo, por la vía de la institucionalización, ha sufrido la fragmentación de las mujeres en temas: “Aborto Terapéutico”, “Violencia Doméstica y Femicidio”, “Abuso Sexual Infantil”, “Embarazo Adolescente”, “Mujer y anticoncepción”, “Mujer y Trabajo”, “Mujer y pobreza”, “Mujer rural”, “Mujer y Ciudadanía”, “Microempresarias”, “Mujer y Salud”, “Mujer y VIH”, “Mujer indígena” y un largo etcétera…
Esta “metodología de género” ha sido la herramienta perfecta para diseccionar el feminismo como propuesta política, y trivializarla en hechos de la vida de las mujeres, “resignificables” por la ideología de “la humanización” del sistema.
El feminismo se diluye en la presentación de los programas y proyectos que se autodenominan “De Género”, fundamentalmente en los poderes locales y nacionales –municipios, ministerios, policías, fiscalías y tribunales, y pasa a ser inofensivo, una simple acción de “mejoramiento de la vida de la mujer” que legitima como “humanizado” y “no machista”, al partido o coalición gobernante. Junto con ello, le proporciona recursos de cooperaciones internacionales al Estado que se autodenomina con política “De Género”.
Cuando las ayudas internacionales para ese Estado se acaban, se terminan los proyectos y programas de género. Es más, aunque esas platas no cesen, si hay crisis económica lo primero que se hace es hacer desaparecer la Oficina de la Mujer en los municipios (por ejemplo).
Asimismo, los recursos que se reciben en nombre de las mujeres en los municipios, muchas veces se “distribuyen” en otras necesidades no “de género”, se traspasan a programas infantiles y juveniles (por aquella lógica en que La Mujer es Familia y ser para otros), o directamente parecen rendir mucho menos de lo que las propias contribuyentes del municipio creen que es necesario para ellas (cuando se les pregunta… si es que se les pregunta…).
Desde nuestra mirada, si profundizamos, la elección de la metodología de fragmentación de las mujeres en temas, ha sido una elección patriarcal, de clase, étnica, lesbofóbica:
° Sirve, ante todo, a los intereses de la ideología patriarcal, la blanquea, la "humaniza", despoja al feminismo de sus ideas, reflexiones y propuestas para presentarlas como otra cosa despolitizada y atomizada. Desmoviliza a los movimientos feministas y de Mujeres, únicos capaces de ser una amenaza medular para el Patriarcado.
° Proporciona al Estado Patriarcal divisas en nombre de las mujeres, generalmente en nombre de las mujeres empobrecidas.
° Retribuye a la Clase Política dominante, legitimándola en sus discursos de autorepresentación que enarbolan “políticas para La Mujer”.
[Tomado del boletín Buenaventura # 49, Islas Canarias, Octubre 2014. Edición accesible en http://conscienciayrabia.blogspot.com.es/2014/10/nuevo-numero-de-buenaventura.html.]
Desde los años 90 en Latinoamérica y el Caribe, un tema candente ha sido la autonomía y sus definiciones. Autonomía del Estado y de todas sus instituciones, de todos los partidos políticos, de las ONGs y de los Capitales que financian “proyectos” que terminan desmovilizando a los movimientos sociales y anquilosándolos en reivindicaciones que no fisuran al sistema.
Entre otros flagelos, el feminismo, por la vía de la institucionalización, ha sufrido la fragmentación de las mujeres en temas: “Aborto Terapéutico”, “Violencia Doméstica y Femicidio”, “Abuso Sexual Infantil”, “Embarazo Adolescente”, “Mujer y anticoncepción”, “Mujer y Trabajo”, “Mujer y pobreza”, “Mujer rural”, “Mujer y Ciudadanía”, “Microempresarias”, “Mujer y Salud”, “Mujer y VIH”, “Mujer indígena” y un largo etcétera…
Esta “metodología de género” ha sido la herramienta perfecta para diseccionar el feminismo como propuesta política, y trivializarla en hechos de la vida de las mujeres, “resignificables” por la ideología de “la humanización” del sistema.
El feminismo se diluye en la presentación de los programas y proyectos que se autodenominan “De Género”, fundamentalmente en los poderes locales y nacionales –municipios, ministerios, policías, fiscalías y tribunales, y pasa a ser inofensivo, una simple acción de “mejoramiento de la vida de la mujer” que legitima como “humanizado” y “no machista”, al partido o coalición gobernante. Junto con ello, le proporciona recursos de cooperaciones internacionales al Estado que se autodenomina con política “De Género”.
Cuando las ayudas internacionales para ese Estado se acaban, se terminan los proyectos y programas de género. Es más, aunque esas platas no cesen, si hay crisis económica lo primero que se hace es hacer desaparecer la Oficina de la Mujer en los municipios (por ejemplo).
Asimismo, los recursos que se reciben en nombre de las mujeres en los municipios, muchas veces se “distribuyen” en otras necesidades no “de género”, se traspasan a programas infantiles y juveniles (por aquella lógica en que La Mujer es Familia y ser para otros), o directamente parecen rendir mucho menos de lo que las propias contribuyentes del municipio creen que es necesario para ellas (cuando se les pregunta… si es que se les pregunta…).
Desde nuestra mirada, si profundizamos, la elección de la metodología de fragmentación de las mujeres en temas, ha sido una elección patriarcal, de clase, étnica, lesbofóbica:
° Sirve, ante todo, a los intereses de la ideología patriarcal, la blanquea, la "humaniza", despoja al feminismo de sus ideas, reflexiones y propuestas para presentarlas como otra cosa despolitizada y atomizada. Desmoviliza a los movimientos feministas y de Mujeres, únicos capaces de ser una amenaza medular para el Patriarcado.
° Proporciona al Estado Patriarcal divisas en nombre de las mujeres, generalmente en nombre de las mujeres empobrecidas.
° Retribuye a la Clase Política dominante, legitimándola en sus discursos de autorepresentación que enarbolan “políticas para La Mujer”.
[Tomado del boletín Buenaventura # 49, Islas Canarias, Octubre 2014. Edición accesible en http://conscienciayrabia.blogspot.com.es/2014/10/nuevo-numero-de-buenaventura.html.]
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