Contragolpes (Vocero de Juventudes Libertarias de Madrid)
Introducción
Nadie discute el gran poder e influencia con que cuentan los medios de comunicación o mass-media en las sociedades estatales-capitalistas, ya se revistan de formas democráticas o dictatoriales. En la sociedad de la imagen y de la información, el papel de los mass-media es clave y fundamental, puesto que que son ellos quienes conforman y divulgan la imagen y la información preponderante y dominante, imagen e información que irá destinada siempre a reforzar los valores e intereses de aquell@s que cuentan con el Poder en sus manos, económico, político, social y cultural.
Por lo tanto, asumiendo la esencial función que cumplen los mass-media y la gran capacidad y poder con el que cuentan para construir realidad e información, asumiendo que incluso en la era de las llamadas “redes sociales” aquello que llega masivamente y reforzado con un status concreto y particular es lo divulgado por los grandes medios de comunicación, asumiendo, como decimos, esto, resulta importante plantearse qué hacer, en tanto que anarquistas, en nuestra lucha diaria, respecto a los mass-media, cómo “relacionarnos” con ellos y qué planteamientos y actitudes tomar en relación con su existencia y su intervención en la realidad y en la lucha.
Hemos comprobado que algun@s compañer@s optan por la vía de la colaboración, con matices, con los mass-media, participando en ellos, por ejemplo, a través de notas de prensa, conexiones en directo (por ejemplo, en la cobertura mediática de una huelga), ruedas de prensa, etcétera. Sin embargo, este posicionamiento nos parece peligroso, erróneo e incoherente, y consideramos que tan sólo lleva a convertir nuestra lucha en un títere más de los medios de comunicación, en un objeto de consumo en el escaparate del espectáculo y la imagen, sin olvidar también que supone ponernos en peligro ante la policía y sus ataques represivos.
La falsa diferencia de medios ‘públicos’ y ‘privados’
Los mass-media, ya sean los de carácter público o privado, se constituyen como herramientas y armas de la clase dominante. En el caso de los medios de comunicación públicos parece bastante claro, ya que dependen directamente del gobierno, del aparato estatal, y por lo tanto su existencia y proceder responde una manera directa y unidireccional a los intereses del Estado. En cuanto a los medios de masas privados son directamente sociedades mercantiles, es decir, empresas, y por lo tanto responden a los intereses del empresario, del o de l@s propietari@s y se enmarcan dentro del mercado capitalista y su lógica económica y mercantil; por otra parte, las empresas, y especialmente las empresas relacionadas con el ámbito de la “comunicación”, dependen en gran parte de las políticas y medidas legislativas que lleve a cabo el Estado para su supervivencia y su crecimiento; encontramos aquí una connivencia recíproca entre los medios de comunicación privados y el Estado, ya que se requieren y se necesitan mutuamente, el gobierno promulga leyes y diferentes políticas para que dichas empresas puedan salir adelante, y estas empresas a su vez contribuyen a divulgar la realidad, información y “opinión” que, en definitiva, a pesar de los signos de ‘izquierda’ o ‘derecha’, va a defender el orden estatal-capitalista, y por lo tanto, va a constribuir de un modo importantísimo al fortalecimiento de los valores de dicho orden social, político y económico. Una vez más se demuestra que resulta absurdo concebir el poder político y el poder económico como “dos poderes” que cuentan con intereses diferentes y que se enfrentan y chocan, por el contrario, uno requiere del otro, y viceversa, para poder mantenerse y desarrollarse, por lo que resulta incluso absurdo hablar de diferentes poderes, cuando en realidad nos encontramos ante uno solo, ante una clase que cuenta con los recursos y los medios políticos, económicos, sociales y culturales para imponer su voluntad y sus intereses a la gran mayoría, a la clase dominada, es decir, a l@s desposeíd@s.
Por lo tanto, aceptar colaborar con los mass-media supone reconocer al enemigo como un interlocutor, supone aceptar sus reglas de comunicación, imagen e información, supone entrar en su juego de intereses comerciales y económicos en función de los cuales actuarán de una manera u otra, encenderán el micrófono o no. Sin embargo, el enemigo nunca puede ser un interlocutor, tan sólo alguien a quien combatir y derribar, puesto que es quien nos mantiene en la servidumbre y la explotación económica y política, y los mass-media forman parte de ese enemigo. Asumir una interlocución con los mass-media implica dos posibilidades: que se acepta y se reconoce al enemigo como un igual, con el que entablar un diálogo; o que se obvia que es el enemigo por razones de supuesta utilidad; estas dos posibilidades nos llevan, inevitablemente a un mismo lugar: a la derrota. Reconocerles la palabra, el papel, la pantalla, supone negarnos a nosotr@s mism@s la propia palabra, la propia acción y los propios valores, supone negar que nos encontramos en una lucha de clases, en una sociedad en la que un@s cuentan con el poder y lo ejercen y otr@s lo padecemos y sufrimos, supone contribuir a ese mentira de falso debate en el que es posible llegar a un acuerdo, la mentira según la cual los mass-media tan sólo son altavoces que pueden ampliar el número de personas que reciben nuestro mensaje, y por último, supone negarnos la propiacapacidad de construir medios propios y autónomos que cumplan la función de divulgar una información y unos valores netamente antiautoritarios, es decir, medios que se encuentren al margen de, y contra, el Estado y el Capital.
La función de los mass-media: crear y esconder realidades, difundir la ideología dominante, criminalizar y señalar a compañer@s
Es necesario señalar también que los mass-media, necesariamente, generan alarmas ficiticias, se basan en lo efímero, en la rapidez frenética, en el ‘hoy existe y es lo más importante, y mañana ya ni siquiera nadie lo recuerda’, impidiendo así la construcción libre y colectiva de opiniones, valoraciones, afinidades y lazos reales con lo que nos rodea y con quienes nos rodean. La noticia rápida y diaria, que parece centrar la importancia y la atención global, y que, como mucho en una semana, es absorbida y aplastada por una nueva alarma, el nuevo caso que debe centrar toda nuestra atención. Esta realidad es producto de la sociedad estatal-capitalista en la que vivimos, que requiere de individuos atomizados, dependientes, aislados, asustados y, a lo sumo, indignados. La realidad se convierte también en un producto, que se fabrica y se vende, un producto que consumir, un producto más, inmerso en la lógica que sustenta “nuestra” sociedad. Esto resulta lo normal en sociedades de poder, en sociedades democráticas masificadas, conformadas, como decimos, por individuos aislados y representados, es decir, sin voz ni pensamiento propio, y por supuesto sin acción autónoma y propia, en las sociedades de la delegación y la representación democrática, como en todo sistema autoritario, el pensamiento, la voz y la acción pertenece a quienes cuentan con el Poder, y son ell@s también quienes administran, regulan y legislan el pensamiento, la voz y la accción ajenas.
Los mass-media, en definitiva, son indudablemente voceros y portavoces, única y exclusivamente, de la clase dominante, y la información y opinión que divulgan irá siempre destinada a favorecer el orden impuesto, incluso cuando parece que no. Tenemos el claro ejemplo del nuevo partido político ‘Podemos’, el cual ahora ocupa gran parte del espacio mediático [en la península ibérica]; evidentemente esto sólo es así en tanto que, en último término, dicho partido político no pretende mermar las bases del actual sistema, tan sólo llevar a cabo reformas, aunque algunas sean “profundas”, por lo tanto, proporcionarles cobertura mediática implica contribuir a canalizar la rabia y el descontento generalizado a través de las vías institucionales, y por otra parte, genera a su vez mucho dinero a las propias empresas privadas de comunicación, puesto que proporciona altas cuotas de audiencia; el producto es idóneo, al menos por ahora; al fin y al cabo, son los propietarios de los mass-media quienen tienen siempre la capacidad de encender o apagar la cámara y el micrófono. Por lo tanto, en su labor de voceros de la clase dominante, crean y esconden realidades, generan miedos, alarmas y conflictos, y criminalizan las acciones y las luchas que de verdad se enfrentan al Sistema establecido, señalando también a compañeres, poniéndoles en bandeja el secuestro y la detención a la policía y demas fuerzas represivas del Estado. Queremos hacer hincapié en esto último. Los medios de comunicación tienen siempre estrechas relaciones, como es lógico, con la policía y las fuerzas de represión del Estado, y por lo tanto, siempre que sea necesario contribuirán a allanar los terrenos de la represión estatal, mediante la criminalización. Las imágenes por ejemplo de manifestaciones en las que se producen enfrentamientos y acciones contra los miembros y símbolos del Poder (policías, bancos, multinacionales, etcétera) sirven a la policía para identificar a compañer@s y poder detenerles y procesarles ante los tribunales y jueces. Un ejemplo concreto y muy claro de ello lo encontramos en las detenciones en Madrid el 28 de noviembre de 2013, a raíz del enfrentamiento con los fascistas en la facultad de Derecho de la Universidad Complutense el 20 de noviembre; desde el 20 de noviembre hasta el día 27, pudimos encontrar en todos los medios de comunicación noticias constantes en las que se criminalizaban los hechos producidos, deformándolos y mintiendo acerca de lo ocurrido, allanando así el terreno público, político y judicial para las posteriores detenciones del día 28, las cuales de cara afuera quedaban absolutamente legitimadas después de todo lo publicado y difundido por los medios de comunicación durante una semana. Una frase resume muy bien la conclusión: la prensa señala, la policía dispara.
La autogestión como única vía. Colectivizar las ideas y la acción. Combatir al enemigo
Por último, queremos incidir también en la importancia de construir, siempre, instrumentos y herramientas propias, autonómas e independientes, en todos los ámbitos y para todas las cosas. Nuestros principios y nuestros fines se tienen que materializar en los medios de los que nos valemos, y por lo tanto, la puesta en práctica de la autogestión y de la puesta en común de los conocimientos, de la información, de las ideas, de las vivencias personales y colectivas, sin que medien intereses económicos o intereses de Poder de otro estilo, es esencial para la consecución de nuestra lucha revolucionaria contra el Orden Impuesto. Huir del espectáculo y de la imagen, que nada contiene, huir de la virtualidad en la que nos hallamos sumergidos, y apostar siempre por medios propios en las calles, que contribuyan a construir lazos reales y fuertes, conocimientos e ideas colectivizadas, comunidad horizontal y revolucionaria, debe ser una constante diaria, es por ello que se hace tan necesario contar con periódicos propios en papel, en las calles, en los barrios, en los centros de trabajo y de estudio, en los parques y en las plazas, periódicos y publicaciones propias que difundan las ideas antiautoritarias y anarquistas que podrán derrocar en la acción a todo Poder. L@s anarquistas siempre se han caracterizado por la difusión incesante de sus ideas, de publicaciones propias, independientes y autogestionadas, y ese debe ser siempre el camino.
Debemos tender de manera constante y creciente a la construcción de una red de medios propios y autonómos, que generen conciencia libertaria individual y colectiva, que huyan de, y combatan la, forma en que se entiende y se difunde el conocimiento y la información en las sociedades estatales y capitalistas. Debemos también señalar a los mass-media como lo que son y siempre serán, siervos y voceros de la clase dominante, al servicio de sus valores y sus intereses; debemos señalar a los mass-media como lo que son, parte esencial del enemigo que nos somete, nos explota, nos domina, nos aisla y cuando nos movemos, nos criminaliza y nos encierra; debemos señalarlos y combatirlos, destruir su falsa información y su capacidad para difundirla; y construir en las calles una alternativa real y fructífera, que colectivice de manera horizontal y autogestionada, los conocimientos, la reflexión, los valores, las herramientas y los medios necesarios para destruir todo aquello que nos quiere mantener en la servidumbre. La colaboración con el enemigo, en este caso con los mass-media, siempre será retroceder en la lucha, ponerla en peligro, ponernos en peligro a nosotres mismes, tirarnos piedras contra nuestro tejado, aceptar las reglas de un “juego” en el que siempre estamos abocados a perder, con todo lo que ello significa y supone.
[Tomado de Contragolpes # 3, Madrid, Nov.-Dic. 2014; numero completo accesible en https://www.dropbox.com/s/50rooo98605bfdv/Contragolpes_Nov_Dic_2014.pdf?dl=0.]
Introducción
Nadie discute el gran poder e influencia con que cuentan los medios de comunicación o mass-media en las sociedades estatales-capitalistas, ya se revistan de formas democráticas o dictatoriales. En la sociedad de la imagen y de la información, el papel de los mass-media es clave y fundamental, puesto que que son ellos quienes conforman y divulgan la imagen y la información preponderante y dominante, imagen e información que irá destinada siempre a reforzar los valores e intereses de aquell@s que cuentan con el Poder en sus manos, económico, político, social y cultural.
Por lo tanto, asumiendo la esencial función que cumplen los mass-media y la gran capacidad y poder con el que cuentan para construir realidad e información, asumiendo que incluso en la era de las llamadas “redes sociales” aquello que llega masivamente y reforzado con un status concreto y particular es lo divulgado por los grandes medios de comunicación, asumiendo, como decimos, esto, resulta importante plantearse qué hacer, en tanto que anarquistas, en nuestra lucha diaria, respecto a los mass-media, cómo “relacionarnos” con ellos y qué planteamientos y actitudes tomar en relación con su existencia y su intervención en la realidad y en la lucha.
Hemos comprobado que algun@s compañer@s optan por la vía de la colaboración, con matices, con los mass-media, participando en ellos, por ejemplo, a través de notas de prensa, conexiones en directo (por ejemplo, en la cobertura mediática de una huelga), ruedas de prensa, etcétera. Sin embargo, este posicionamiento nos parece peligroso, erróneo e incoherente, y consideramos que tan sólo lleva a convertir nuestra lucha en un títere más de los medios de comunicación, en un objeto de consumo en el escaparate del espectáculo y la imagen, sin olvidar también que supone ponernos en peligro ante la policía y sus ataques represivos.
La falsa diferencia de medios ‘públicos’ y ‘privados’
Los mass-media, ya sean los de carácter público o privado, se constituyen como herramientas y armas de la clase dominante. En el caso de los medios de comunicación públicos parece bastante claro, ya que dependen directamente del gobierno, del aparato estatal, y por lo tanto su existencia y proceder responde una manera directa y unidireccional a los intereses del Estado. En cuanto a los medios de masas privados son directamente sociedades mercantiles, es decir, empresas, y por lo tanto responden a los intereses del empresario, del o de l@s propietari@s y se enmarcan dentro del mercado capitalista y su lógica económica y mercantil; por otra parte, las empresas, y especialmente las empresas relacionadas con el ámbito de la “comunicación”, dependen en gran parte de las políticas y medidas legislativas que lleve a cabo el Estado para su supervivencia y su crecimiento; encontramos aquí una connivencia recíproca entre los medios de comunicación privados y el Estado, ya que se requieren y se necesitan mutuamente, el gobierno promulga leyes y diferentes políticas para que dichas empresas puedan salir adelante, y estas empresas a su vez contribuyen a divulgar la realidad, información y “opinión” que, en definitiva, a pesar de los signos de ‘izquierda’ o ‘derecha’, va a defender el orden estatal-capitalista, y por lo tanto, va a constribuir de un modo importantísimo al fortalecimiento de los valores de dicho orden social, político y económico. Una vez más se demuestra que resulta absurdo concebir el poder político y el poder económico como “dos poderes” que cuentan con intereses diferentes y que se enfrentan y chocan, por el contrario, uno requiere del otro, y viceversa, para poder mantenerse y desarrollarse, por lo que resulta incluso absurdo hablar de diferentes poderes, cuando en realidad nos encontramos ante uno solo, ante una clase que cuenta con los recursos y los medios políticos, económicos, sociales y culturales para imponer su voluntad y sus intereses a la gran mayoría, a la clase dominada, es decir, a l@s desposeíd@s.
Por lo tanto, aceptar colaborar con los mass-media supone reconocer al enemigo como un interlocutor, supone aceptar sus reglas de comunicación, imagen e información, supone entrar en su juego de intereses comerciales y económicos en función de los cuales actuarán de una manera u otra, encenderán el micrófono o no. Sin embargo, el enemigo nunca puede ser un interlocutor, tan sólo alguien a quien combatir y derribar, puesto que es quien nos mantiene en la servidumbre y la explotación económica y política, y los mass-media forman parte de ese enemigo. Asumir una interlocución con los mass-media implica dos posibilidades: que se acepta y se reconoce al enemigo como un igual, con el que entablar un diálogo; o que se obvia que es el enemigo por razones de supuesta utilidad; estas dos posibilidades nos llevan, inevitablemente a un mismo lugar: a la derrota. Reconocerles la palabra, el papel, la pantalla, supone negarnos a nosotr@s mism@s la propia palabra, la propia acción y los propios valores, supone negar que nos encontramos en una lucha de clases, en una sociedad en la que un@s cuentan con el poder y lo ejercen y otr@s lo padecemos y sufrimos, supone contribuir a ese mentira de falso debate en el que es posible llegar a un acuerdo, la mentira según la cual los mass-media tan sólo son altavoces que pueden ampliar el número de personas que reciben nuestro mensaje, y por último, supone negarnos la propiacapacidad de construir medios propios y autónomos que cumplan la función de divulgar una información y unos valores netamente antiautoritarios, es decir, medios que se encuentren al margen de, y contra, el Estado y el Capital.
La función de los mass-media: crear y esconder realidades, difundir la ideología dominante, criminalizar y señalar a compañer@s
Es necesario señalar también que los mass-media, necesariamente, generan alarmas ficiticias, se basan en lo efímero, en la rapidez frenética, en el ‘hoy existe y es lo más importante, y mañana ya ni siquiera nadie lo recuerda’, impidiendo así la construcción libre y colectiva de opiniones, valoraciones, afinidades y lazos reales con lo que nos rodea y con quienes nos rodean. La noticia rápida y diaria, que parece centrar la importancia y la atención global, y que, como mucho en una semana, es absorbida y aplastada por una nueva alarma, el nuevo caso que debe centrar toda nuestra atención. Esta realidad es producto de la sociedad estatal-capitalista en la que vivimos, que requiere de individuos atomizados, dependientes, aislados, asustados y, a lo sumo, indignados. La realidad se convierte también en un producto, que se fabrica y se vende, un producto que consumir, un producto más, inmerso en la lógica que sustenta “nuestra” sociedad. Esto resulta lo normal en sociedades de poder, en sociedades democráticas masificadas, conformadas, como decimos, por individuos aislados y representados, es decir, sin voz ni pensamiento propio, y por supuesto sin acción autónoma y propia, en las sociedades de la delegación y la representación democrática, como en todo sistema autoritario, el pensamiento, la voz y la acción pertenece a quienes cuentan con el Poder, y son ell@s también quienes administran, regulan y legislan el pensamiento, la voz y la accción ajenas.
Los mass-media, en definitiva, son indudablemente voceros y portavoces, única y exclusivamente, de la clase dominante, y la información y opinión que divulgan irá siempre destinada a favorecer el orden impuesto, incluso cuando parece que no. Tenemos el claro ejemplo del nuevo partido político ‘Podemos’, el cual ahora ocupa gran parte del espacio mediático [en la península ibérica]; evidentemente esto sólo es así en tanto que, en último término, dicho partido político no pretende mermar las bases del actual sistema, tan sólo llevar a cabo reformas, aunque algunas sean “profundas”, por lo tanto, proporcionarles cobertura mediática implica contribuir a canalizar la rabia y el descontento generalizado a través de las vías institucionales, y por otra parte, genera a su vez mucho dinero a las propias empresas privadas de comunicación, puesto que proporciona altas cuotas de audiencia; el producto es idóneo, al menos por ahora; al fin y al cabo, son los propietarios de los mass-media quienen tienen siempre la capacidad de encender o apagar la cámara y el micrófono. Por lo tanto, en su labor de voceros de la clase dominante, crean y esconden realidades, generan miedos, alarmas y conflictos, y criminalizan las acciones y las luchas que de verdad se enfrentan al Sistema establecido, señalando también a compañeres, poniéndoles en bandeja el secuestro y la detención a la policía y demas fuerzas represivas del Estado. Queremos hacer hincapié en esto último. Los medios de comunicación tienen siempre estrechas relaciones, como es lógico, con la policía y las fuerzas de represión del Estado, y por lo tanto, siempre que sea necesario contribuirán a allanar los terrenos de la represión estatal, mediante la criminalización. Las imágenes por ejemplo de manifestaciones en las que se producen enfrentamientos y acciones contra los miembros y símbolos del Poder (policías, bancos, multinacionales, etcétera) sirven a la policía para identificar a compañer@s y poder detenerles y procesarles ante los tribunales y jueces. Un ejemplo concreto y muy claro de ello lo encontramos en las detenciones en Madrid el 28 de noviembre de 2013, a raíz del enfrentamiento con los fascistas en la facultad de Derecho de la Universidad Complutense el 20 de noviembre; desde el 20 de noviembre hasta el día 27, pudimos encontrar en todos los medios de comunicación noticias constantes en las que se criminalizaban los hechos producidos, deformándolos y mintiendo acerca de lo ocurrido, allanando así el terreno público, político y judicial para las posteriores detenciones del día 28, las cuales de cara afuera quedaban absolutamente legitimadas después de todo lo publicado y difundido por los medios de comunicación durante una semana. Una frase resume muy bien la conclusión: la prensa señala, la policía dispara.
La autogestión como única vía. Colectivizar las ideas y la acción. Combatir al enemigo
Por último, queremos incidir también en la importancia de construir, siempre, instrumentos y herramientas propias, autonómas e independientes, en todos los ámbitos y para todas las cosas. Nuestros principios y nuestros fines se tienen que materializar en los medios de los que nos valemos, y por lo tanto, la puesta en práctica de la autogestión y de la puesta en común de los conocimientos, de la información, de las ideas, de las vivencias personales y colectivas, sin que medien intereses económicos o intereses de Poder de otro estilo, es esencial para la consecución de nuestra lucha revolucionaria contra el Orden Impuesto. Huir del espectáculo y de la imagen, que nada contiene, huir de la virtualidad en la que nos hallamos sumergidos, y apostar siempre por medios propios en las calles, que contribuyan a construir lazos reales y fuertes, conocimientos e ideas colectivizadas, comunidad horizontal y revolucionaria, debe ser una constante diaria, es por ello que se hace tan necesario contar con periódicos propios en papel, en las calles, en los barrios, en los centros de trabajo y de estudio, en los parques y en las plazas, periódicos y publicaciones propias que difundan las ideas antiautoritarias y anarquistas que podrán derrocar en la acción a todo Poder. L@s anarquistas siempre se han caracterizado por la difusión incesante de sus ideas, de publicaciones propias, independientes y autogestionadas, y ese debe ser siempre el camino.
Debemos tender de manera constante y creciente a la construcción de una red de medios propios y autonómos, que generen conciencia libertaria individual y colectiva, que huyan de, y combatan la, forma en que se entiende y se difunde el conocimiento y la información en las sociedades estatales y capitalistas. Debemos también señalar a los mass-media como lo que son y siempre serán, siervos y voceros de la clase dominante, al servicio de sus valores y sus intereses; debemos señalar a los mass-media como lo que son, parte esencial del enemigo que nos somete, nos explota, nos domina, nos aisla y cuando nos movemos, nos criminaliza y nos encierra; debemos señalarlos y combatirlos, destruir su falsa información y su capacidad para difundirla; y construir en las calles una alternativa real y fructífera, que colectivice de manera horizontal y autogestionada, los conocimientos, la reflexión, los valores, las herramientas y los medios necesarios para destruir todo aquello que nos quiere mantener en la servidumbre. La colaboración con el enemigo, en este caso con los mass-media, siempre será retroceder en la lucha, ponerla en peligro, ponernos en peligro a nosotres mismes, tirarnos piedras contra nuestro tejado, aceptar las reglas de un “juego” en el que siempre estamos abocados a perder, con todo lo que ello significa y supone.
[Tomado de Contragolpes # 3, Madrid, Nov.-Dic. 2014; numero completo accesible en https://www.dropbox.com/s/50rooo98605bfdv/Contragolpes_Nov_Dic_2014.pdf?dl=0.]
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