José R. López Padrino
La llegada
al poder del Socialismo del siglo XXI
-entiéndase socialmilitarismo populista-
permitió el surgimiento de un proceso de lumpenizacion de la sociedad.
Parasitismo social que se consolidó en el poder gracias a la ignorancia
política reinante en amplios sectores populares, quienes han sido terrero
fértil para los engañosos proyectos redentores, así como por la crisis
socio-económica (niveles de pobreza y exclusión social) generada por el
bipartidismo adeco-copeyano como fieles exponentes del viejo bloque histórico
que ejerció el poder durante 40 años.
El socialmilitarismo populista de Maduro se apoya fundamentalmente en el
lupemproletario (falanges bolivarianas) y en una
elite de delincuentes políticos y militares integrantes de la boliburguesía. Ejemplo típico de esta alianza entre el
Estado y la delincuencia en beneficio del capital internacional. El
término lumpen o lumpenproletariad fue utilizado por Karl Marx y Friedrich Engels en su
texto ‘La Ideología Alemana’ en
referencia a aquel sector degradado de la clase proletaria, desvinculado de todo trabajo productivo y por
consiguiente muy improbable de adquirir conciencia de clase y aun más difícil
de integrarse a una lucha por la revolución social.
En un texto posterior ‘El 18 Brumario de Louis Bonaparte’ Marx apunta
incluso al carácter contrarrevolucionario del lumpen, al señalar que Bonaparte
se había apoyado en ese sector social aparentando situarse por encima de la
burguesía y de la clase obrera, cuando en los hechos había beneficiado a la
creciente burguesía financiera. A manera de
recordatorio tanto el fascismo italiano como el nazismo alemán reclutaron a sus
tropas de choque fundamentalmente entre elementos del lumpen. Estrato social
que dado su orfandad clasista responde más a las pasiones, y emociones que a
posturas ideológicas, convirtiéndose en un verdadero caldo de cultivo para
cualquier propuesta demagógica y populista en especial de derecha.
El militarismo bolivariano es cambiante y acomodaticio, incursiona
discursivamente usurpando planteamientos ideológicos de izquierda, mientras
adelanta un proyecto de capitalismo de Estado explotador de impronta facha que
sume en una mayor pobreza a los trabajadores del campo y de la ciudad, al igual
que a los excluidos sociales. Es una derecha verde oliva veteada de retazos
reivindicativos, alimentada de antiguas consignas movilizadoras, cebada con
iconos revolucionarios, y fundamentada en ideas disímiles, muchas de
ellas contrapuestas.
Es un proyecto que manosea la pobreza y el hambre a fin de ejercer un
control político sobre los infortunados que la padecen, quienes son utilizados
como un banco de votos para ganar elecciones o como integrantes de los
destacamentos paramilitares empleados para reprimir y asesinar a la disidencia
política. El socialismo bolivariano se autocalifica de “obrerista”, pero ha
vapuleado a los trabajadores imponiéndoles contratos colectivos “basura” sin
prestaciones laborales, que impulsan la tercerización o subcontratación, y que
reprime militarmente a los trabajadores cuando estos protestan por sus
derechos.
La
desacertada y antinacional política económica del régimen milico ha conllevado
al cierre de miles de empresas, forzando aproximadamente al 60% de la población
económicamente activa a condiciones de informalidad en la calle (buhoneros)
-que no es lo mismo que “microempresario”,
para utilizar ese engañoso eufemismo
bolivariano- sin protecciones, sin sindicalización, sin seguro de salud, peor
de lo que se estaba décadas atrás, ganando menos y dedicando más tiempo y/o
esfuerzo a su jornada laboral.
Es una nueva derecha militar en el poder que no se nombra a sí misma como
tal, elude con astucia las definiciones ideológicas, y limita su discurso a la
repetición de citas célebres del Padre de la Patria, incorporadas en rápidos
collages en función de las nuevas circunstancias políticas. Es un proyecto que
legitima y defiende la explotación (capitalismo de Estado), mientras afirma
falazmente estar construyendo el socialismo. Asistimos a un remate general de
conceptos y principios. Valoraciones como “revolución”, “socialismo”, etc., han
sido desnaturalizadas como vocablos y hoy forman parte de un discurso
oportunista y manipulador orientado a la perpetuación en el poder del proyecto
del fallecido tte. coronel y su designado monárquico.
Los venezolanos padecemos las consecuencias propias de la postmodernidad,
una democracia controlada por la pestilente bota militar que se apoya en el
lumpen proletariado, en la que todos “somos libres”, en la medida que aceptemos
con estoicismo franciscano y obedezcamos con disciplina militar los dislates
del heredero sin méritos de Miraflores. El socialmilitarismo populista
bolivariano pretende la lumpenizacion y militarización del país a fin de lograr
un mayor control represivo de la vida política y social del individuo, así como
su permanencia en el poder.
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