Maria Galindo
En octubre de 2003,
con la crisis de la propuesta neoliberal y la rebelión popular contra Sánchez
de Lozada, supusimos que el largo gobierno de la derecha boliviana había
terminado. Que se había logrado por fin la emergencia de un proyecto popular de
largo aliento.
Sin embargo, hoy después de unos pocos años, el propio
Movimiento Al Socialismo se ha convertido en el proyecto más cómodo para la
propia derecha, se ha convertido en el caballito de Troya de la derecha y
representa, mejor que ninguno, la tranquilidad de los intereses más
conservadores de la derecha misma. ¿Cómo ha ocurrido eso?
Desde dentro del proyecto del Movimiento Al Socialismo (MAS)
esto ha ocurrido gracias a la influencia directa tanto de Evo Morales como de
Álvaro García Linera, que le han tenido celos y miedo al movimiento
popular y se han dedicado a despedazarlo
para poder gobernar en su nombre.
Pero, más allá de ello, me interesa entender cómo es que
Dabdoub hoy es el mayor defensor del MAS; cómo es que el presidente de los
empresarios de La Paz forma parte de un spot de propaganda del MAS; cómo es que
Percy Fernández se casa con el MAS diciéndole al Vicepresidente textual: Usted
se hace el radical, pero no lo es.
El primer factor de enamoramiento de la derecha con el
proyecto masista es el factor de la rentabilidad. Hoy están ganando dinero a
manos llenas con el MAS. Han tenido, antes que nadie, mesas de negociación
donde el pacto ha sido político y
económico.
El MAS no toca sus privilegios ni sus excedentes; es más,
permite su triplicación, mientras pueda sacar ventaja con una tajada de ese
excedente que va a parar a manos de la cúpula del Gobierno.
A cambio de esta tranquilidad económica, este empresariado
corrupto deja de financiar a su propia derecha y deja de hacer política
directa. Es un acuerdo de paz que se asienta en el hecho de que el MAS es un
movimiento más que lejano del ideario socialista.
El segundo factor de enamoramiento de la derecha con el
proyecto masista es la paz social de la que gozan. No tienen que enfrentar a un
movimiento popular beligerante, no tienen que pasar miedo, ni ser perjudicados
por bloqueos de caminos, ni nada que se les parezca.
Ni siquiera enfrentan
juicios por derechos laborales.
El régimen del trabajo en Bolivia hoy es la libre oferta y
demanda, la sobreexplotación, el trabajo a destajo, la intimidación de los y
las trabajadoras, el no cumplimiento de los derechos laborales.
Basta ver cómo florecen proyectos de máxima explotación,
como por ejemplo la venta de productos de belleza Yanbal, donde la trabajadora
tiene un contrato de deuda y no un contrato laboral.
Basta ver la forma cómo mueren los trabajadores de la
construcción sin seguro alguno, basta ver la explotación centenaria de los
cañeros y tantos otros.
El MAS no toma ni partido ni defensa de ningún sector
laboral, tiene un Ministerio del Trabajo tan minúsculo y tan poco operativo,
como era el de Banzer o Sánchez de Lozada. La Ley General del Trabajo no se
cumple y la trabajadora y el trabajador no se rebela porque no hay trabajo y
porque todas las dirigencias están compradas. Eso es más que cómodo para todos
y cada uno de los empresarios bolivianos, que han sido centenariamente
violadores de los derechos laborales de sus trabajadores.
La gran empatía social que por su origen y su color de piel,
por sus modos y su carisma despliega el presidente Evo Morales con los sectores
populares es útil para una derecha racista, que lo necesita como caballito de
Troya, como coraza protectora, como máscara de su poder.
La beligerancia con la que García Linera se refiere a la
derecha es una retórica, que si bien demuestra la desesperación y neurosis del
personaje respecto de su política real, el camuflaje funcional, y la puesta en
escena del supuesto antagonismo verbal, oculta el hecho de que la acumulación
de capital no haya sido alterada.
El Movimiento Al
Socialismo va en sentido contrario al socialismo. No socializan la riqueza,
sino que luchan contra la pobreza repartiendo las migajas y permitiendo que el
excedente real se quede en manos de los de siempre a cambio de su mordisco
respectivo.
No hay pues nada más útil para la derecha boliviana que el
Gobierno del MAS, con indio incluido.
María Galindo es miembro de Mujeres Creando.
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