Chema (SOV-CNT, Ferrol)
Cualquier moneda de curso legal puede existir de tres formas: 1) en efectivo —billetes y monedas— 2) en reservas en el banco central —reservas que mantiene la banca comercial en los bancos centrales— y 3) dinero bancario —cuentas corrientes y depósitos en los bancos, creados mayoritariamente cuando los bancos conceden préstamos, créditos o compran deuda pública de los estados—. Seguimos los artículos "Where does Money come from? A guide to the UK monetary and banking system" de Josh Ryan-Collins, Tony Greenham, Richard Werner y Andrew Jackson y el artículo "Money creation in de modern economy" de Michael McLeary, Amar Radia y Ryland Thomas.
Dinero fiduciario
La mayor parte del dinero en la economía moderna es creado por la banca comercial cuando hace préstamos (alrededor de un 97%). Hay que tener en cuenta también que, en la actualidad, el dinero es fiduciario, es decir, que únicamente está respaldado por la autoridad que lo emite (antiguamente el rey, ahora el estado o los bancos centrales) y no por los bienes y servicios por los que se puede intercambiar. El billete de 10 euros en tu cartera o los 400 euros de dinero digital que puedas tener en tu cuenta corriente no están respaldados por ningún bien real y tampoco los puedes cambiar por oro o plata.
La creación del dinero difiere de lo que la gente común acostumbra a entender. Los bancos no actúan simplemente como intermediarios entre los ahorradores y los inversores, siendo la diferencia entre el interés que los bancos pagan a los ahorradores y el interés que cargan a los prestatarios lo que se llama diferencial de tipo de interés o margen. Tampoco únicamente convierten la base monetaria o dinero de alta potencia —efectivo en manos del público y reservas en los bancos centrales— en oferta monetaria —M4 en su sentido más amplio— a través de multiplicador monetario para crear préstamos y depósitos. Esto último es denominado banca de reserva fraccionaria y consiste en que el sistema bancario puede prestar unas cantidades muy superiores al efectivo y reservas que tiene en los bancos centrales.
Así por ejemplo, al comienzo de la actual crisis los bancos en Inglaterra por cada 100 libras que prestaban tenían en efectivo y en reservas en el banco de Inglaterra 1,25 libras. Esto se debe a que los bancos operan dentro de un sistema electrónico de compensación que hace que todos los días se cancelen un montón de operaciones de trasvase de dinero entre ellos, pudiéndose arriesgar a tener sólo en las reservas de los bancos centrales una pequeña proporción del dinero que prestan.
Mientras en la antigua Babilonia se usaban tablillas de arcilla para llevar una contabilidad de los préstamos concedidos y deudas pendientes de pago, en Europa se usaron durante muchos siglos para registrar las deudas varillas hechas de madera de avellano. Cuando el comprador se endeudaba al aceptar bienes y servicios de un vendedor que automáticamente se convertía en acreedor, a los palos se les hacía una muesca para indicar la cantidad de deuda que se había contraído y se rompían en dos, asegurándose que ambas partes coincidían a la altura de la muesca y que no se podían falsificar. Este tipo de contabilidad se utilizó en Inglaterra hasta 1826. Hoy se pueden ver estos palos en el museo Británico.
La usura y el negocio
Después de la revolución gloriosa inglesa de 1688 y bajo el reinado de Guillermo III, se pusieron en práctica leyes muy beneficiosas para los bancos y que permitían la práctica de los préstamos con intereses, visto antes como usura. Debido a las bancarrotas anteriores como consecuencia de las elevadas deudas contraídas por los reyes en las guerras y a la relativa asiduidad de las mismas, el parlamento, en connivencia con los acreedores del estado, principalmente prestamistas de la city londinense abogaron por la creación de un gran banco privado con privilegios públicos —el Banco de Inglaterra, creado en 1694— y la cesión de una milla cuadrada en el centro de Londres que opera como un estado soberano dentro de otro estado (la city londinense). De esta manera el estado Inglés empezó a pedir préstamos con interés por primera vez en su historia a una entidad privada y como aval de su devolución se comprometía a que una parte de sus impuestos fueran a pagar los intereses y el principal de la deuda. Así el sistema de crédito privado reemplazó el anterior sistema público de emisión de dinero en forma de palos de avellano emitidos por el Tesoro. Para simbolizar este hecho, estos palos fueron enterrados en los cimientos del banco de Inglaterra. Era la primera vez en la historia que los impuestos se convertían en la herramienta del estado para devolver sus deudas a los prestamistas privados.
Desde el momento que un banco hace un préstamo, simultáneamente está creando un depósito a nombre del prestatario y por consiguiente está creando la oferta monetaria (M4 en su sentido más amplio). Así pues, la realidad de cómo se crea el dinero difiere de lo que dicen la mayoría de los libros de texto en materia económica.
Dinero creado de la nada
En realidad la mayor parte del dinero en circulación se está creando de la nada por parte del sistema bancario cada vez que un ciudadano acude a cualquier sucursal a pedir financiación. Simplemente el banco lo que hace es un apunte contable en el activo de su balance por el importe del préstamo y otro en el pasivo por el importe del depósito que se crea. Eso sí, el banco pedirá avales y garantías por el dinero que está prestando y que se ejecutarán en el caso de que el cliente no pague. Así el prestatario tendrá que devolver con su trabajo, en caso de que lo tenga, un dinero que la banca privada crea de la nada simplemente porque la legislación le confiere esa autoridad y si no paga, la entidad financiera le embargará un bien que sí tiene un valor real en el mercado.
Del mismo modo que la realidad de cómo se crea el dinero difiere, en muchos casos, de cómo nos lo están contando, la relación entre las reservas de los bancos centrales y los préstamos de la banca comercial se produce de manera inversa a lo que dicen muchos de los libros especializados en economía. La banca comercial primero decide, en función del tipo de interés fijado por los bancos centrales (en la zona euro los tipos los fija el BCE) y las oportunidades de negocio que hay, cuánto dinero van a inyectar en la economía. Con este tipo de decisiones crean la contraparte de los préstamos, que como se dijo antes son los depósitos y éstos últimos son los que determinan cuánto dinero la banca comercial va a mantener como reserva en los bancos centrales de las diferentes zonas económicas para atender a la retirada de dinero por parte del público, hacer pagos a otros bancos o cumplir los ratios de liquidez que la legislación al efecto impone.
La descripción de la creación del dinero contrasta con la noción de que los bancos solo pueden prestar dinero que ya está creado. Los depósitos bancarios —entiéndanse englobados dentro de ellos las cuentas corrientes que todos o la mayoría de nosotros tenemos en cualquier banco o caja de ahorros— en realidad son un pasivo para el banco que indica la cantidad de dinero que éste debe a los titulares de los mismos. En otras palabras, es una deuda que estos tienen con sus clientes y no un activo que pudieras prestar, como en realidad hacen y además aplicando la reserva fraccionaria, y por lo tanto prestando mucho más que el depósito que fue creado con la concesión del préstamo correspondiente.
Otra falacia es que los bancos pueden prestar a sus clientes el dinero que tienen en reserva en el BCE. Este tipo de reservas solo pueden prestarse en el mercado interbancario, ya que el común de los mortales no tiene acceso a las reservas depositadas en las cuentas de los bancos centrales.
Creación y destrucción del dinero vía prestamos
Así como mediante la concesión de préstamos se crea dinero, la cancelación de estos préstamos lo destruye. Veamos un ejemplo: Si mañana Manolo Pérez va a su banco habitual y pide un préstamo hipotecario para comprar lo que va a ser su vivienda habitual, el banco al concederle el dinero, está creando un depósito en el otro lado de su balance por la misma cantidad y que se cancelará cuando Manolo Pérez devuelva el préstamo. Esta es la forma más habitual de creación y destrucción de dinero, pero no la única. La creación de depósitos o su destrucción también ocurre cada vez que el sector bancario compra o vende instrumentos de deuda pública o privada.
La banca comercial con frecuencia compra deuda pública como parte de una cartera de inversión diversificada y de gran liquidez que puede vender con relativa facilidad para conseguir dinero del Banco Central en caso de que sus clientes quieran hacer retiradas masivas y simultáneas de dinero metálico.
Aunque la banca comercial crea la mayor parte del dinero en circulación (aproximadamente un 97% como se apuntó antes), no lo puede hacer de manera ilimitada. El precio de los préstamos es el tipo de interés y determina en gran medida la cantidad de dinero que las economías domésticas y las empresas van a pedir prestado y lo fijan los bancos centrales de las diferentes zonas económicas.
[Tomado del periódico CNT # 414, agosto-septiembre 2014; accesible en http://cnt.es/sites/default/files/Peri%C3%B3dico%20CNT%20414%20-%20Septiembre%202014.pdf.]
Cualquier moneda de curso legal puede existir de tres formas: 1) en efectivo —billetes y monedas— 2) en reservas en el banco central —reservas que mantiene la banca comercial en los bancos centrales— y 3) dinero bancario —cuentas corrientes y depósitos en los bancos, creados mayoritariamente cuando los bancos conceden préstamos, créditos o compran deuda pública de los estados—. Seguimos los artículos "Where does Money come from? A guide to the UK monetary and banking system" de Josh Ryan-Collins, Tony Greenham, Richard Werner y Andrew Jackson y el artículo "Money creation in de modern economy" de Michael McLeary, Amar Radia y Ryland Thomas.
Dinero fiduciario
La mayor parte del dinero en la economía moderna es creado por la banca comercial cuando hace préstamos (alrededor de un 97%). Hay que tener en cuenta también que, en la actualidad, el dinero es fiduciario, es decir, que únicamente está respaldado por la autoridad que lo emite (antiguamente el rey, ahora el estado o los bancos centrales) y no por los bienes y servicios por los que se puede intercambiar. El billete de 10 euros en tu cartera o los 400 euros de dinero digital que puedas tener en tu cuenta corriente no están respaldados por ningún bien real y tampoco los puedes cambiar por oro o plata.
La creación del dinero difiere de lo que la gente común acostumbra a entender. Los bancos no actúan simplemente como intermediarios entre los ahorradores y los inversores, siendo la diferencia entre el interés que los bancos pagan a los ahorradores y el interés que cargan a los prestatarios lo que se llama diferencial de tipo de interés o margen. Tampoco únicamente convierten la base monetaria o dinero de alta potencia —efectivo en manos del público y reservas en los bancos centrales— en oferta monetaria —M4 en su sentido más amplio— a través de multiplicador monetario para crear préstamos y depósitos. Esto último es denominado banca de reserva fraccionaria y consiste en que el sistema bancario puede prestar unas cantidades muy superiores al efectivo y reservas que tiene en los bancos centrales.
Así por ejemplo, al comienzo de la actual crisis los bancos en Inglaterra por cada 100 libras que prestaban tenían en efectivo y en reservas en el banco de Inglaterra 1,25 libras. Esto se debe a que los bancos operan dentro de un sistema electrónico de compensación que hace que todos los días se cancelen un montón de operaciones de trasvase de dinero entre ellos, pudiéndose arriesgar a tener sólo en las reservas de los bancos centrales una pequeña proporción del dinero que prestan.
Mientras en la antigua Babilonia se usaban tablillas de arcilla para llevar una contabilidad de los préstamos concedidos y deudas pendientes de pago, en Europa se usaron durante muchos siglos para registrar las deudas varillas hechas de madera de avellano. Cuando el comprador se endeudaba al aceptar bienes y servicios de un vendedor que automáticamente se convertía en acreedor, a los palos se les hacía una muesca para indicar la cantidad de deuda que se había contraído y se rompían en dos, asegurándose que ambas partes coincidían a la altura de la muesca y que no se podían falsificar. Este tipo de contabilidad se utilizó en Inglaterra hasta 1826. Hoy se pueden ver estos palos en el museo Británico.
La usura y el negocio
Después de la revolución gloriosa inglesa de 1688 y bajo el reinado de Guillermo III, se pusieron en práctica leyes muy beneficiosas para los bancos y que permitían la práctica de los préstamos con intereses, visto antes como usura. Debido a las bancarrotas anteriores como consecuencia de las elevadas deudas contraídas por los reyes en las guerras y a la relativa asiduidad de las mismas, el parlamento, en connivencia con los acreedores del estado, principalmente prestamistas de la city londinense abogaron por la creación de un gran banco privado con privilegios públicos —el Banco de Inglaterra, creado en 1694— y la cesión de una milla cuadrada en el centro de Londres que opera como un estado soberano dentro de otro estado (la city londinense). De esta manera el estado Inglés empezó a pedir préstamos con interés por primera vez en su historia a una entidad privada y como aval de su devolución se comprometía a que una parte de sus impuestos fueran a pagar los intereses y el principal de la deuda. Así el sistema de crédito privado reemplazó el anterior sistema público de emisión de dinero en forma de palos de avellano emitidos por el Tesoro. Para simbolizar este hecho, estos palos fueron enterrados en los cimientos del banco de Inglaterra. Era la primera vez en la historia que los impuestos se convertían en la herramienta del estado para devolver sus deudas a los prestamistas privados.
Desde el momento que un banco hace un préstamo, simultáneamente está creando un depósito a nombre del prestatario y por consiguiente está creando la oferta monetaria (M4 en su sentido más amplio). Así pues, la realidad de cómo se crea el dinero difiere de lo que dicen la mayoría de los libros de texto en materia económica.
Dinero creado de la nada
En realidad la mayor parte del dinero en circulación se está creando de la nada por parte del sistema bancario cada vez que un ciudadano acude a cualquier sucursal a pedir financiación. Simplemente el banco lo que hace es un apunte contable en el activo de su balance por el importe del préstamo y otro en el pasivo por el importe del depósito que se crea. Eso sí, el banco pedirá avales y garantías por el dinero que está prestando y que se ejecutarán en el caso de que el cliente no pague. Así el prestatario tendrá que devolver con su trabajo, en caso de que lo tenga, un dinero que la banca privada crea de la nada simplemente porque la legislación le confiere esa autoridad y si no paga, la entidad financiera le embargará un bien que sí tiene un valor real en el mercado.
Del mismo modo que la realidad de cómo se crea el dinero difiere, en muchos casos, de cómo nos lo están contando, la relación entre las reservas de los bancos centrales y los préstamos de la banca comercial se produce de manera inversa a lo que dicen muchos de los libros especializados en economía. La banca comercial primero decide, en función del tipo de interés fijado por los bancos centrales (en la zona euro los tipos los fija el BCE) y las oportunidades de negocio que hay, cuánto dinero van a inyectar en la economía. Con este tipo de decisiones crean la contraparte de los préstamos, que como se dijo antes son los depósitos y éstos últimos son los que determinan cuánto dinero la banca comercial va a mantener como reserva en los bancos centrales de las diferentes zonas económicas para atender a la retirada de dinero por parte del público, hacer pagos a otros bancos o cumplir los ratios de liquidez que la legislación al efecto impone.
La descripción de la creación del dinero contrasta con la noción de que los bancos solo pueden prestar dinero que ya está creado. Los depósitos bancarios —entiéndanse englobados dentro de ellos las cuentas corrientes que todos o la mayoría de nosotros tenemos en cualquier banco o caja de ahorros— en realidad son un pasivo para el banco que indica la cantidad de dinero que éste debe a los titulares de los mismos. En otras palabras, es una deuda que estos tienen con sus clientes y no un activo que pudieras prestar, como en realidad hacen y además aplicando la reserva fraccionaria, y por lo tanto prestando mucho más que el depósito que fue creado con la concesión del préstamo correspondiente.
Otra falacia es que los bancos pueden prestar a sus clientes el dinero que tienen en reserva en el BCE. Este tipo de reservas solo pueden prestarse en el mercado interbancario, ya que el común de los mortales no tiene acceso a las reservas depositadas en las cuentas de los bancos centrales.
Creación y destrucción del dinero vía prestamos
Así como mediante la concesión de préstamos se crea dinero, la cancelación de estos préstamos lo destruye. Veamos un ejemplo: Si mañana Manolo Pérez va a su banco habitual y pide un préstamo hipotecario para comprar lo que va a ser su vivienda habitual, el banco al concederle el dinero, está creando un depósito en el otro lado de su balance por la misma cantidad y que se cancelará cuando Manolo Pérez devuelva el préstamo. Esta es la forma más habitual de creación y destrucción de dinero, pero no la única. La creación de depósitos o su destrucción también ocurre cada vez que el sector bancario compra o vende instrumentos de deuda pública o privada.
La banca comercial con frecuencia compra deuda pública como parte de una cartera de inversión diversificada y de gran liquidez que puede vender con relativa facilidad para conseguir dinero del Banco Central en caso de que sus clientes quieran hacer retiradas masivas y simultáneas de dinero metálico.
Aunque la banca comercial crea la mayor parte del dinero en circulación (aproximadamente un 97% como se apuntó antes), no lo puede hacer de manera ilimitada. El precio de los préstamos es el tipo de interés y determina en gran medida la cantidad de dinero que las economías domésticas y las empresas van a pedir prestado y lo fijan los bancos centrales de las diferentes zonas económicas.
[Tomado del periódico CNT # 414, agosto-septiembre 2014; accesible en http://cnt.es/sites/default/files/Peri%C3%B3dico%20CNT%20414%20-%20Septiembre%202014.pdf.]
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