J.R. López Padrino
La proximidad de las fechas de vencimiento de los bonos de PDVSA 2014 y del Global 2014, así como los compromisos de pago de capital e intereses de la deuda, aunado a la insolvencia financiera de PDVSA, la caída de los precios petroleros, la merma de las reservas internacionales, y la profunda crisis del aparato productor del país ha generado toda una ola de rumores en torno a la posibilidad de que Venezuela podría incumplir los pagos de la deuda (default) correspondientes al 2014. Es evidente que las divisas que Venezuela recibe por sus exportaciones de petróleo ya no son suficientes para cubrir sus importaciones -cada día mayores producto de la implementación de una economía de puertos-, los intereses de su deuda y su gasto corriente.
Los endeudamientos irresponsables del tte coronel y su delfín actual han llevado los pasivos de la nación a una situación crítica, comprometiendo la capacidad de pagos de la República ante los entes financieros internacionales. Estos endeudamientos han ocurrido a pesar de que el precio de la cesta petrolera ha superado ampliamente lo estipulado en el presupuesto nacional (previsto $55 por barril versus $94 precio real mercado internacional), que la recaudación del SENIAT se cumple a cabalidad, y que los ingresos al fisco por concepto de impuestos regresivos (IVA) se siguen percibiendo. Esta enorme deuda interna-externa que hoy agobia al país es la acumulación de pasivos por conceptos de emisión de bonos en moneda nacional para financiar gasto interno, el endeudamiento de PDVSA para financiar el gasto corriente del régimen, los compromisos que se derivan de las importaciones de bienes y servicios realizadas por las empresas privadas (alimentos, partes y repuestos automotrices, medicinas, insumos industriales) que lamentablemente no se producen en el país. Recordemos que bajo el modelo “neoliberal importador bolivariano” la producción agrícola y manufacturera nacional han sido arruinadas. El monto por este concepto alcanza la astronómica cifra de US$ 12.000 millones. Finalmente está la deuda adquirida en moneda extranjera ante bancos internacionales e inversionistas que según los expertos podría estar en el orden de los US$ 106.262 millones.
Esta fabulosa masa de dinero que ha percibido el Estado venezolano por concepto de la renta petrolera ha sido malbaratada en la ejecución de proyectos improvisados y caprichosos (eje Orinoco-Apure), en un gasto público desenfrenado, en la compra de lealtades de gobiernos extranjeros, en la promoción de la marchita imagen del insepulto eterno, en un gasto militar demencial para complacer al narcogeneralato en sus jueguitos de guerra, pero además ha ido a alimentar las cuentas personales de una corrupta boliburguesía cívico-militar promovida y celestineada por la nomenclatura bolivariana.
La tan fanfarroneada solidez y blindaje de la economía nacional ha resultado todo un fiasco propagandístico. Los hechos se han encargado de desmentir tales aseveraciones Goebbelianas. La inflación interanual alcanza el 63,4%, la escasez de artículos de primera necesidad, medicinas e insumos médicos, materias primas, entre otros, es cada día más grave, el desempleo real esta en ascenso, el crecimiento económico del país solo existe en los boletines adulterados y maquillados del Banco Central. Obviamente, la persistencia de esta crisis se ha traducido en un aumento de la pobreza, al profundizarse la desigualdad en la distribución de la riqueza, algo totalmente contrario a la fraudulenta retórica oficialista. Las cifras inflacionarias y los niveles de escasez demuestran que la tan cacareada cruzada antiinflacionaria y combate a la supuesta guerra económica han sido un total fracaso, forman parte del libreto engañoso del régimen ante un pueblo famélico, pasando hambre, lleno de necesidades y sufriendo la penuria de la mentira oficial. Son las notas desafinadas de la nueva partitura Goebbeliana orientada a reconquistar el universo electoral que cansando de las falsas promesas del fallecido rufián de Miraflores y del monárquico Maduro ya no muestran el mismo entusiasmo del pasado para con el proceso.
Vivimos las deformaciones y vejaciones socio-económicas propias de un capitalismo de Estado-militarizado. Después de 15 años de la nomenclatura bolivariana en el poder tenemos un país carcomido por la corrupción y la violencia, con una economía en caída libre, con una inflación desbordada y una población arruinada, manipulada y engañada. El régimen está atrapado por los efectos de su insolvencia financiera, compromisos pendientes de pago de capital e intereses de la deuda, la caída de los precios petroleros, el desmantelamiento operativo de PDVSA, la merma de las reservas internacionales, la profunda crisis del aparato productor del país y una inflación estructural que motoriza su propio modelo capitalista neoliberal. Pero al margen de la gravedad de la situación y más allá de las especulaciones de los mercados financiaros, el régimen antiimperialista de Maduro pagará religiosamente los compromisos de la deuda pendientes con Wall Street, aunque ello signifique declararse en default con el pueblo venezolano. Default que se traducirá en una agudización de la escasez de los alimentos básicos, que más venezolanos mueran por falta de medicamentos e insumos médicos, que muchas industrias paralicen su producción por la falta de materia prima y partes, que se incremente aún más el desempleo, la pobreza y la miseria.
No olvidemos que el antiimperialismo de la barbarie socialfascista se reduce al insulto y la descalificación para unos cuantos funcionarios del gobierno norteamericano, mientras que paralelamente mantiene grandes negociaciones con los representantes del “abominado Wall Street” (Chevron-Texaco, Conoco-Phillips, Anglo American Coal, Ruhrkohle, Inter American Coal, etc.), los cuales tanto “condenan”. Wall Street y sus socios saben perfectamente que independientemente al discurso altisonante y grotesco de algunos voceros del régimen, el ungido de Miraflores sigue privilegiando y protegiendo las inversiones extranjeras, como nunca lo había hecho antes gobierno alguno en nuestro país.
La proximidad de las fechas de vencimiento de los bonos de PDVSA 2014 y del Global 2014, así como los compromisos de pago de capital e intereses de la deuda, aunado a la insolvencia financiera de PDVSA, la caída de los precios petroleros, la merma de las reservas internacionales, y la profunda crisis del aparato productor del país ha generado toda una ola de rumores en torno a la posibilidad de que Venezuela podría incumplir los pagos de la deuda (default) correspondientes al 2014. Es evidente que las divisas que Venezuela recibe por sus exportaciones de petróleo ya no son suficientes para cubrir sus importaciones -cada día mayores producto de la implementación de una economía de puertos-, los intereses de su deuda y su gasto corriente.
Los endeudamientos irresponsables del tte coronel y su delfín actual han llevado los pasivos de la nación a una situación crítica, comprometiendo la capacidad de pagos de la República ante los entes financieros internacionales. Estos endeudamientos han ocurrido a pesar de que el precio de la cesta petrolera ha superado ampliamente lo estipulado en el presupuesto nacional (previsto $55 por barril versus $94 precio real mercado internacional), que la recaudación del SENIAT se cumple a cabalidad, y que los ingresos al fisco por concepto de impuestos regresivos (IVA) se siguen percibiendo. Esta enorme deuda interna-externa que hoy agobia al país es la acumulación de pasivos por conceptos de emisión de bonos en moneda nacional para financiar gasto interno, el endeudamiento de PDVSA para financiar el gasto corriente del régimen, los compromisos que se derivan de las importaciones de bienes y servicios realizadas por las empresas privadas (alimentos, partes y repuestos automotrices, medicinas, insumos industriales) que lamentablemente no se producen en el país. Recordemos que bajo el modelo “neoliberal importador bolivariano” la producción agrícola y manufacturera nacional han sido arruinadas. El monto por este concepto alcanza la astronómica cifra de US$ 12.000 millones. Finalmente está la deuda adquirida en moneda extranjera ante bancos internacionales e inversionistas que según los expertos podría estar en el orden de los US$ 106.262 millones.
Esta fabulosa masa de dinero que ha percibido el Estado venezolano por concepto de la renta petrolera ha sido malbaratada en la ejecución de proyectos improvisados y caprichosos (eje Orinoco-Apure), en un gasto público desenfrenado, en la compra de lealtades de gobiernos extranjeros, en la promoción de la marchita imagen del insepulto eterno, en un gasto militar demencial para complacer al narcogeneralato en sus jueguitos de guerra, pero además ha ido a alimentar las cuentas personales de una corrupta boliburguesía cívico-militar promovida y celestineada por la nomenclatura bolivariana.
La tan fanfarroneada solidez y blindaje de la economía nacional ha resultado todo un fiasco propagandístico. Los hechos se han encargado de desmentir tales aseveraciones Goebbelianas. La inflación interanual alcanza el 63,4%, la escasez de artículos de primera necesidad, medicinas e insumos médicos, materias primas, entre otros, es cada día más grave, el desempleo real esta en ascenso, el crecimiento económico del país solo existe en los boletines adulterados y maquillados del Banco Central. Obviamente, la persistencia de esta crisis se ha traducido en un aumento de la pobreza, al profundizarse la desigualdad en la distribución de la riqueza, algo totalmente contrario a la fraudulenta retórica oficialista. Las cifras inflacionarias y los niveles de escasez demuestran que la tan cacareada cruzada antiinflacionaria y combate a la supuesta guerra económica han sido un total fracaso, forman parte del libreto engañoso del régimen ante un pueblo famélico, pasando hambre, lleno de necesidades y sufriendo la penuria de la mentira oficial. Son las notas desafinadas de la nueva partitura Goebbeliana orientada a reconquistar el universo electoral que cansando de las falsas promesas del fallecido rufián de Miraflores y del monárquico Maduro ya no muestran el mismo entusiasmo del pasado para con el proceso.
Vivimos las deformaciones y vejaciones socio-económicas propias de un capitalismo de Estado-militarizado. Después de 15 años de la nomenclatura bolivariana en el poder tenemos un país carcomido por la corrupción y la violencia, con una economía en caída libre, con una inflación desbordada y una población arruinada, manipulada y engañada. El régimen está atrapado por los efectos de su insolvencia financiera, compromisos pendientes de pago de capital e intereses de la deuda, la caída de los precios petroleros, el desmantelamiento operativo de PDVSA, la merma de las reservas internacionales, la profunda crisis del aparato productor del país y una inflación estructural que motoriza su propio modelo capitalista neoliberal. Pero al margen de la gravedad de la situación y más allá de las especulaciones de los mercados financiaros, el régimen antiimperialista de Maduro pagará religiosamente los compromisos de la deuda pendientes con Wall Street, aunque ello signifique declararse en default con el pueblo venezolano. Default que se traducirá en una agudización de la escasez de los alimentos básicos, que más venezolanos mueran por falta de medicamentos e insumos médicos, que muchas industrias paralicen su producción por la falta de materia prima y partes, que se incremente aún más el desempleo, la pobreza y la miseria.
No olvidemos que el antiimperialismo de la barbarie socialfascista se reduce al insulto y la descalificación para unos cuantos funcionarios del gobierno norteamericano, mientras que paralelamente mantiene grandes negociaciones con los representantes del “abominado Wall Street” (Chevron-Texaco, Conoco-Phillips, Anglo American Coal, Ruhrkohle, Inter American Coal, etc.), los cuales tanto “condenan”. Wall Street y sus socios saben perfectamente que independientemente al discurso altisonante y grotesco de algunos voceros del régimen, el ungido de Miraflores sigue privilegiando y protegiendo las inversiones extranjeras, como nunca lo había hecho antes gobierno alguno en nuestro país.
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