Correo del Caroní (diario de Ciudad Guayana; 15/08/14)
Trabajadores de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor) amanecieron este jueves con una nueva e ilegítima convención colectiva cuyo rimbombante anuncio por parte del Ejecutivo Nacional causó un gran malestar en la fuerza laboral debido al carácter arbitrario e inconsulto del procedimiento, violatorio de las normas estatutarias de Sutiss.
Lo tomaron como un madrugonazo. Y, por tanto, como una traición. Fue por eso que, reunidos en el portón III durante la mañana de este jueves, los trabajadores de Sidor decidieron, con más ímpetu, llevar adelante el plan previsto: el de una marcha por la avenida Guayana para repudiar el contrato colectivo que quiso venderles el Gobierno con la venia del secretario de organización de Sutiss, José Meléndez, junto a otros seis dirigentes sindicales sin facultad para aprobar el acta de culminación de la negociación colectiva.
Del “nuevo contrato” se debatió poco. La empresa divulgó algunos detalles como el incremento salarial de Bs. 170 y un bono de compensación de Bs. 200 mil. Ningún otro beneficio contractual pudo ser confirmado. El desconcierto fue total. Los tres principales directivos de Sutiss nada sabían del acuerdo. Sólo Meléndez pero éste nunca apareció en el portón III.
La operación política del Gobierno para poner fin a la dilatada conflictividad en la acería, tras cuatro años de vencimiento del contrato colectivo, generó el efecto contrario, muy a pesar del drástico giro discursivo. De los insultos (“mafias sindicales”), las amenazas y la represión militar a un aterrizaje forzoso la noche del miércoles en Guayana para ofrecer un paquete contractual que hasta hace dos semanas era “imposible” de cumplir.
Los trabajadores se movilizan
El eco de un rugido seco reverbera en el portón III de Sidor. El silencio matutino, hijo de la quietud de las 7:12 de la mañana, se resquebraja en los tímpanos de quien se acerque a la tarima de Sutiss: esa platabanda de metal que aunque no llega al medio metro de altura, se erige como ícono del sindicalismo nacional.
Ahí, una voz carrasposa alebresta los ánimos del centenar de chaquetas azules que la rodeaban, haciendo suya, por millonésima vez, la entrada habitual de los trabajadores a la acería. La voz es la del secretario de trabajo y reclamo del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Siderúrgica y sus Similares (Sutiss), Leonardo Azócar, que no se fía del micrófono y los amplificadores para rasgarse la garganta en nombre de sus representados.
- ¡Marcha, marcha, marcha! - gritaba la masa uniformada como ejército de acero, dispuestos a cumplir con la actividad pautada para este jueves 14 de agosto. Era, pues, la celebración de la marcha. De “la mamá de las marchas”, como la bautizaron. La marcha por el respeto a los trabajadores y la discusión de las cláusulas económicas del contrato colectivo de la Siderúrgica del Orinoco Alfredo Maneiro (Sidor).
Horas antes, el Gobierno anunciaba con vítores el “triunfo de la clase obrera” y el “fin de la guarimba en Sidor”, al acordarse, según la ministra de comunicación e información, Delcy Rodríguez, la paz “con los verdaderos trabajadores”. “José Meléndez logró el acuerdo que pone fin a las acciones violentas”, informaba Rodríguez en uno de sus trinos de la red de 140 caracteres.
Pero sería la propia voz del secretario de organización de Sutiss la que revelaría el alcance del acuerdo:
“Hay humo blanco en Sidor. Ya hoy hemos logrado el objetivo de los trabajadores que siempre ha sido firmar el acuerdo y salirle al paso a cualquier plan macabro de distorsión de la realidad. No fue fácil y hemos pedido disculpas por las actividades que hemos tenido que llevar a cabo en defensa de nuestros derechos. Vamos a elevar la producción y la eficacia de la empresa”, aseguraba Meléndez a Venezolana de Televisión, con una voz de trasnocho que se colaba por la vía telefónica.
El dirigente sindical sabía de la marcha convocada para hoy, y a solo minutos de celebrarse, pedía que esta fuera “solo un desahogo”, o en tal caso, “una caravana por la celebración de nuestro contrato”.
- ¡Marcha, marcha, marcha!, siguen gritando los siderúrgicos en el portón III, pero no una marcha para celebrar acuerdos. Tampoco se habla de caravana, sino de respuestas claras del Gobierno. La marcha que se clama no es de alegría, sino iracundia ante la confusión:
- ¡Aquí no se ha firmado ningún contrato colectivo señores! ¡Que venga el Gobierno y diga con quién negoció si no fue con nosotros! ¡Ahí no estuvo el comité ejecutivo (de Sutiss), no estuvo el presidente, ni el secretario general, ni yo que soy el secretario de trabajo y reclamo! ¡Que venga el Gobierno y nos diga qué pasó!, exclama Azocar.
- ¿No saben quién firmó ese acuerdo?
- José Meléndez, y aunque es de mi misma corriente sindical, no lo respaldamos.
Paso a paso
Las palabras del presidente de Sutiss, José Luis Hernández, y del secretario general, Julio López, machacan la exigencia de una respuesta del Gobierno nacional, el repudio a las agresiones a los trabajadores, pero sobre todo, como una especie de prioridad sacrosantísima, la celebración de un “verdadero contrato”, que no se fragüe de madrugadas ni en ausencia de los trabajadores.
- Vamos a marchar pero con organización. Los que estemos. No vamos a estar quemando cauchos ni autobuses. No vamos a caer en provocaciones para que digan que somos guarimberos, advierte Azocar.
Un mar de manos derechas, abiertas y elevadas al cielo, aprueba la medida. Los hombres de pantalones y chaquetas de bluyín se organizan como pueden, pues hoy la empresa tampoco envió la flota de autobuses. Unos van en motos, otros en carro, y la mayoría a pie. No son muchas las pancartas, pero todas reflejan el sentir de una clase obrera que se antoja monolítica como el mismo acero. “Diosdado, nosotros no compramos insumos y repuestos”, pone una de las inscripciones.
Salen a las 7:40 de la mañana, rumbo a la avenida Guayana, donde se conseguirán con sus homólogos de CVG Carbonorca, Alcasa, y más adelante, con sus “compañeros de clase” de Venalum. La marcha también es del aluminio. Desde el elevado de Alcasa puede verse la multitud, encabezada por motos que devoran la vía y vehículos que las secundan con luces encendidas. Y detrás, en el fondo, con paso lento pero firme, vibrantes en el calor que mana del asfalto, avanza la maquinaria azul que desborda por las islas.
Así avanzan hasta la redoma de Bauxilum, donde lo espera una representación de partidos políticos y de organizaciones sociales en defensa de Guayana. Se unen cultores, un puñado de ciudadanos y los estudiantes, que con consignas y aplausos le dan sonoridad a la cabeza de la marcha.
Pitos, gritos, consignas y luces son la banda sonora, pero solo al principio. El resto de la concentración, en medio del bloque azul, solo hay silencio. El silencio del trabajador de base. De los líderes sindicales, que simbolizaban la unidad avanzando con brazos enganchados. El silencio de todos. El silencio de la iracundia.
La dirigencia no quiso señalar a Meléndez ni a ninguno de sus compañeros, conscientes de que, a su juicio, Gobierno y empresa busca dividirlos para restar fuerza al sindicato. “Creemos que el compañero Meléndez fue secuestrado y obligado a firmar”, considera Hernández, pero el resto de los trabajadores no lo cree así. Y así queda sentado en la Plaza del Hierro, punto final de la caminata.
Ahí denostan a Meléndez. Lo tildan de Judas y de firmar un “paquetazo” que el sindicato ya había rechazado en dos reuniones con el alto gobierno. Hoy Meléndez es el villano de la partida. El señalado. El condenado al cadalso. Su figura es la gran ausente de la jornada, salvo por su aparición en los medios nacionales, y en algunos de la región. Ya una parte de Sutiss, la que disiente del contrato, tomará acciones para exigir cuentas a la CVG, al Ministerio de Industrias y a la propia Sidor. La otra parte, los siete firmantes del contrato, les toca que responder.
“¿Qué acciones van a hablar con el Gobierno si para ellos el contrato ya está firmado?”, se le pregunta al presidente de Sutiss, José Luis Hernández, quien sudoroso, disfónico, con una menta entre los dientes, y con el índice derecho apuntando hacia abajo, responde: “tienen que discutirlo aquí con nosotros”.
Acuerdos de un contrato “denostado”
1. 170 bolívares de la convención colectiva, desglosados de la siguiente manera: 80 bolívares a la firma, 30, a los 6 meses; otros 30 en 6 meses más; y el resto en el semestre siguiente.
2. El pago del bono compensatorio de 60 mil bolívares por cada año vencido de la contratación colectiva, de 60 mil bolívares 200 mil bolívares por trabajador, descontando los 40 mil cancelados en 2013 por este mismo concepto.
3. Un plan de jubilación del cual no se ofreció detalles.
4. En cuanto al salario se cuantificó un promedio para trabajadores fijos de día de 17 a 20 mil bolívares. De 25 a 27 mil para los de turno mixto, y de 30 mil en adelante para los de turno rotativo.
5. Salario. Fijo de día: 20 mil. Mixto: 25-30. Mixto: 40-60 mil. Utilidades.
6. Vacaciones con promedio semejante a las utilidades.
Trabajadores de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor) amanecieron este jueves con una nueva e ilegítima convención colectiva cuyo rimbombante anuncio por parte del Ejecutivo Nacional causó un gran malestar en la fuerza laboral debido al carácter arbitrario e inconsulto del procedimiento, violatorio de las normas estatutarias de Sutiss.
Lo tomaron como un madrugonazo. Y, por tanto, como una traición. Fue por eso que, reunidos en el portón III durante la mañana de este jueves, los trabajadores de Sidor decidieron, con más ímpetu, llevar adelante el plan previsto: el de una marcha por la avenida Guayana para repudiar el contrato colectivo que quiso venderles el Gobierno con la venia del secretario de organización de Sutiss, José Meléndez, junto a otros seis dirigentes sindicales sin facultad para aprobar el acta de culminación de la negociación colectiva.
Del “nuevo contrato” se debatió poco. La empresa divulgó algunos detalles como el incremento salarial de Bs. 170 y un bono de compensación de Bs. 200 mil. Ningún otro beneficio contractual pudo ser confirmado. El desconcierto fue total. Los tres principales directivos de Sutiss nada sabían del acuerdo. Sólo Meléndez pero éste nunca apareció en el portón III.
La operación política del Gobierno para poner fin a la dilatada conflictividad en la acería, tras cuatro años de vencimiento del contrato colectivo, generó el efecto contrario, muy a pesar del drástico giro discursivo. De los insultos (“mafias sindicales”), las amenazas y la represión militar a un aterrizaje forzoso la noche del miércoles en Guayana para ofrecer un paquete contractual que hasta hace dos semanas era “imposible” de cumplir.
Los trabajadores se movilizan
El eco de un rugido seco reverbera en el portón III de Sidor. El silencio matutino, hijo de la quietud de las 7:12 de la mañana, se resquebraja en los tímpanos de quien se acerque a la tarima de Sutiss: esa platabanda de metal que aunque no llega al medio metro de altura, se erige como ícono del sindicalismo nacional.
Ahí, una voz carrasposa alebresta los ánimos del centenar de chaquetas azules que la rodeaban, haciendo suya, por millonésima vez, la entrada habitual de los trabajadores a la acería. La voz es la del secretario de trabajo y reclamo del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Siderúrgica y sus Similares (Sutiss), Leonardo Azócar, que no se fía del micrófono y los amplificadores para rasgarse la garganta en nombre de sus representados.
- ¡Marcha, marcha, marcha! - gritaba la masa uniformada como ejército de acero, dispuestos a cumplir con la actividad pautada para este jueves 14 de agosto. Era, pues, la celebración de la marcha. De “la mamá de las marchas”, como la bautizaron. La marcha por el respeto a los trabajadores y la discusión de las cláusulas económicas del contrato colectivo de la Siderúrgica del Orinoco Alfredo Maneiro (Sidor).
Horas antes, el Gobierno anunciaba con vítores el “triunfo de la clase obrera” y el “fin de la guarimba en Sidor”, al acordarse, según la ministra de comunicación e información, Delcy Rodríguez, la paz “con los verdaderos trabajadores”. “José Meléndez logró el acuerdo que pone fin a las acciones violentas”, informaba Rodríguez en uno de sus trinos de la red de 140 caracteres.
Pero sería la propia voz del secretario de organización de Sutiss la que revelaría el alcance del acuerdo:
“Hay humo blanco en Sidor. Ya hoy hemos logrado el objetivo de los trabajadores que siempre ha sido firmar el acuerdo y salirle al paso a cualquier plan macabro de distorsión de la realidad. No fue fácil y hemos pedido disculpas por las actividades que hemos tenido que llevar a cabo en defensa de nuestros derechos. Vamos a elevar la producción y la eficacia de la empresa”, aseguraba Meléndez a Venezolana de Televisión, con una voz de trasnocho que se colaba por la vía telefónica.
El dirigente sindical sabía de la marcha convocada para hoy, y a solo minutos de celebrarse, pedía que esta fuera “solo un desahogo”, o en tal caso, “una caravana por la celebración de nuestro contrato”.
- ¡Marcha, marcha, marcha!, siguen gritando los siderúrgicos en el portón III, pero no una marcha para celebrar acuerdos. Tampoco se habla de caravana, sino de respuestas claras del Gobierno. La marcha que se clama no es de alegría, sino iracundia ante la confusión:
- ¡Aquí no se ha firmado ningún contrato colectivo señores! ¡Que venga el Gobierno y diga con quién negoció si no fue con nosotros! ¡Ahí no estuvo el comité ejecutivo (de Sutiss), no estuvo el presidente, ni el secretario general, ni yo que soy el secretario de trabajo y reclamo! ¡Que venga el Gobierno y nos diga qué pasó!, exclama Azocar.
- ¿No saben quién firmó ese acuerdo?
- José Meléndez, y aunque es de mi misma corriente sindical, no lo respaldamos.
Paso a paso
Las palabras del presidente de Sutiss, José Luis Hernández, y del secretario general, Julio López, machacan la exigencia de una respuesta del Gobierno nacional, el repudio a las agresiones a los trabajadores, pero sobre todo, como una especie de prioridad sacrosantísima, la celebración de un “verdadero contrato”, que no se fragüe de madrugadas ni en ausencia de los trabajadores.
- Vamos a marchar pero con organización. Los que estemos. No vamos a estar quemando cauchos ni autobuses. No vamos a caer en provocaciones para que digan que somos guarimberos, advierte Azocar.
Un mar de manos derechas, abiertas y elevadas al cielo, aprueba la medida. Los hombres de pantalones y chaquetas de bluyín se organizan como pueden, pues hoy la empresa tampoco envió la flota de autobuses. Unos van en motos, otros en carro, y la mayoría a pie. No son muchas las pancartas, pero todas reflejan el sentir de una clase obrera que se antoja monolítica como el mismo acero. “Diosdado, nosotros no compramos insumos y repuestos”, pone una de las inscripciones.
Salen a las 7:40 de la mañana, rumbo a la avenida Guayana, donde se conseguirán con sus homólogos de CVG Carbonorca, Alcasa, y más adelante, con sus “compañeros de clase” de Venalum. La marcha también es del aluminio. Desde el elevado de Alcasa puede verse la multitud, encabezada por motos que devoran la vía y vehículos que las secundan con luces encendidas. Y detrás, en el fondo, con paso lento pero firme, vibrantes en el calor que mana del asfalto, avanza la maquinaria azul que desborda por las islas.
Así avanzan hasta la redoma de Bauxilum, donde lo espera una representación de partidos políticos y de organizaciones sociales en defensa de Guayana. Se unen cultores, un puñado de ciudadanos y los estudiantes, que con consignas y aplausos le dan sonoridad a la cabeza de la marcha.
Pitos, gritos, consignas y luces son la banda sonora, pero solo al principio. El resto de la concentración, en medio del bloque azul, solo hay silencio. El silencio del trabajador de base. De los líderes sindicales, que simbolizaban la unidad avanzando con brazos enganchados. El silencio de todos. El silencio de la iracundia.
La dirigencia no quiso señalar a Meléndez ni a ninguno de sus compañeros, conscientes de que, a su juicio, Gobierno y empresa busca dividirlos para restar fuerza al sindicato. “Creemos que el compañero Meléndez fue secuestrado y obligado a firmar”, considera Hernández, pero el resto de los trabajadores no lo cree así. Y así queda sentado en la Plaza del Hierro, punto final de la caminata.
Ahí denostan a Meléndez. Lo tildan de Judas y de firmar un “paquetazo” que el sindicato ya había rechazado en dos reuniones con el alto gobierno. Hoy Meléndez es el villano de la partida. El señalado. El condenado al cadalso. Su figura es la gran ausente de la jornada, salvo por su aparición en los medios nacionales, y en algunos de la región. Ya una parte de Sutiss, la que disiente del contrato, tomará acciones para exigir cuentas a la CVG, al Ministerio de Industrias y a la propia Sidor. La otra parte, los siete firmantes del contrato, les toca que responder.
“¿Qué acciones van a hablar con el Gobierno si para ellos el contrato ya está firmado?”, se le pregunta al presidente de Sutiss, José Luis Hernández, quien sudoroso, disfónico, con una menta entre los dientes, y con el índice derecho apuntando hacia abajo, responde: “tienen que discutirlo aquí con nosotros”.
Acuerdos de un contrato “denostado”
1. 170 bolívares de la convención colectiva, desglosados de la siguiente manera: 80 bolívares a la firma, 30, a los 6 meses; otros 30 en 6 meses más; y el resto en el semestre siguiente.
2. El pago del bono compensatorio de 60 mil bolívares por cada año vencido de la contratación colectiva, de 60 mil bolívares 200 mil bolívares por trabajador, descontando los 40 mil cancelados en 2013 por este mismo concepto.
3. Un plan de jubilación del cual no se ofreció detalles.
4. En cuanto al salario se cuantificó un promedio para trabajadores fijos de día de 17 a 20 mil bolívares. De 25 a 27 mil para los de turno mixto, y de 30 mil en adelante para los de turno rotativo.
5. Salario. Fijo de día: 20 mil. Mixto: 25-30. Mixto: 40-60 mil. Utilidades.
6. Vacaciones con promedio semejante a las utilidades.
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