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Por Wladimir Pérez Parra.
Doctor en Gobierno y
Administración Pública y Profesor Titular del Departamento de Políticas
Públicas de la Universidad de Los Andes (Mérida-Venezuela).
Hay nuevos
retos que debe encarar el servicio público encuadrándose en las realidades de
una sociedad cada día más complicada, diversa y plural, por lo tanto se
necesitan adquirir conocimientos para
encarar los problemas de la gobernabilidad y como establecer una gobernanza en
sociedades cada vez más democráticas pero complejas. Es por ello ineludible
conocer el contexto constitucional y organizacional del gobierno y la
administración pública, las complicadas redes intersectoriales e intergubernamentales
son necesarias para un mejor logro y calidad democrática. Una buena práctica
gubernamental, está llena de decisiones certera y discursos administrativos de
manera coordenada entre los analistas de políticas públicas y gobernantes que
se expresan en términos técnicos o formales. Nunca las decisiones
gubernamentales son neutras, son medidas enmarcadas dentro del fenómeno del
poder, las cuales muchas veces son solapadas. Para que las políticas públicas
sean exitosas y sostenibles en el
tiempo, se deben calibrar la relación costo-beneficio, sin pasar por alto las
consecuencias sociales o culturales dado que siempre hay una relación directa
entre beneficiarios y marginados de los bienes y servicios que presta la
administración pública.
En los
juegos de poder hay que reforzar las posiciones de la administración pública,
sin dejar de lado los principios de una buena administración, es necesario
escuchar políticamente las diversas posiciones de los ciudadanos y con una
buena forma en el manejo de las comunicaciones, se debe cuidar de no alterar
los equilibrios de poder. Las decisiones políticas deben estar relacionadas con
la administración, un gobernante serio y responsable debe cuidar que las
políticas no se desvirtúen en el momento de la acción. La toma de decisiones no
solo se deben garantizar la cuestión práctica de instrumentar la ayuda a los
ciudadanos, muchas veces se deben tomar medidas racionales en los fines
buscados, que no siempre se corresponden con los intereses o chocan con quienes
ejecutan dichas políticas. Es falso pensar que en las administraciones públicas
se toman decisiones objetivas, la aplicación de toda política tiene un fin, y
dicho fin muchas veces pueden ir contra la administración o contra el
ciudadano. En las organizaciones públicas suelen armarse propios negocios, que
pueden ir desde una ineficacia administrativa aposta, hasta la creación de
empresas u oficinas paralelas para beneficiar a la clase política
gubernamental. Esto genera una administración pública ineficaz con altos costo
de operación razón por la cual pone en peligro la propia institución, ya que la
burocracia se desconecta de los valores sociales. Cuando la burocracia se aísla
del entorno social y solo se preocupa de
mantenerse a sí misma, sin otros resultados
para la población se corre un alto riesgo, ya que genera frustración y
desencanto hacia las instituciones lo que acarrea una deslegitimación del
sistema democrático poniéndolo en peligro su continuidad. La inercia
institucional que se refleja en este aislamiento, donde la inoperancia y el
incumplimiento hacia gestión es el oponente principal de todo tipo y forma de
gobernabilidad y eficacia social.
Todo sentido
de la política está en el talante de problematizar las demandas sociales y
darles un carácter público, esto no es más que abrir y actualizar la agenda gubernamental para diseñar,
formular y ejecutar políticas prioritarias para la población. Pero para que
esto sea posible, se necesita de una agenda donde el gobierno reconozca sin
complejos sus debilidades y carencias, y mediante un dialogo sincero con
actores políticos, grupos de interés, movimientos sociales, de opinión y población se deben buscar salidas políticas
convenidas para así evitar la inestabilidad del sistema. Es necesario y sano
para la democracia problematizar los reclamos, las protestas sociales y sobre
todo despartidizarlos. En este mismo orden de ideas, hay que politizar dichos
reclamos, entendiéndose por politización la visión como enfrentar los problemas
sociales desde una perspectiva de incumbencia, para que todos por iguales
dentro de los espacios públicos de poder se comprometan con todos los sectores.
La politización es poder llevar los asuntos sociales y culturales a las zonas
donde se razone en función de los intereses o convencías colectivas. Con la
politización hay que tener cuidado en no desnaturalizar los problemas
convirtiendo las demandas ciudadanas en muestras de sectarismos partidistas.
Es
importante destacar que la politización tiene también una vertiente más
relacionada con los procesos gubernamentales, que radica en el establecimiento
de los problemas en un tejido más amplio donde los proyectos son en conjunto.
En otras palabras, para esta vertiente politizar es el significado de una
expresión colectiva interpuesta por encima de toda expresión cargada de
sectarismo y exclusión. Es por ello que reivindicamos la visión de la política
como un principio de solidaridad amplia, en este mismo orden de ideas
reivindicamos la concepción del
sociólogo y politólogo chileno Manuel Garretón (1996), cuando define claramente
la politización, quien la desmarca del llamado minimalismo ideológico, que no
es más que la falta de debate y el recelo a mirar a la política como proyecto
futuro, es una visión corta de cómo debería ser la política, donde es inhábil
de representar y convocar a la ciudadanía a debatir, mirando de forma corta en
lugar de visualizarla en el largo plazo, condenando las decisiones a un mero
calculo de índole electorero cortoplacista. El pragmatismo político hay que
combatirlo de raíz ya que el mismo causa un daño al sistema democrático dado
que desaparece de la discusión los grandes temas en las instituciones,
fundamentalmente es grave ya que las mismas son las que moldean el
comportamiento de los individuaos en la sociedad. Defendemos la idea que con la
politización en sentido positivo se logra la reinstitucionalización del país,
reduciendo al máximo la lucha por llegar solo al poder para lucrarse
permitiéndose con ello una incomunicación entra la población y el gobierno.
Por eso es
necesario ir en defensa de la política como proyecto, reconociendo que la
política se ejerce por medio de los partidos y a pesar que los mismos son
imperfectos como cualquier obra humana, dado que toda creación hecha por el
hombre está sujeta a cometer errores. Frente al descredito de las instituciones
políticas-administrativas hay que tomar la delantera para evitar a toda costa
que la política sea ocupada por la antipolítica, compartiendo la opinión de Carlos
Raúl Hernández cuando sostiene que las misma no es más que una forma de hacer
política pero negándola así misma. Se denigra de ella y se le acusa de
simbolizar los males de la sociedad, sin embargo con ese discurso antipolítico
se logra alcanzar el poder. No hay nada más peligro para el sistema democrático
que la llegada al poder de un antipolitico ya que el mismo lo único que muestra
es su deseo de destruir toda la institucionalidad democrática y acabar de una
vez con la democracia y el estado de partido. La antipolitica lo que logra es
la liquidación de la democracia con un falso discurso redentor queriendo
imponer un asambleísmo para destruir todos los poderes formales y dar paso a
poderes facticos. La política es un servicio y un oficio tan antiguo como la
racionalidad humana, y la misma siempre será un mecanismo para que los
individuos sean felices. En fin, la política es una ciencia y un arte a la vez
que garantiza el buen gobierno por medio de sus instituciones.
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