J.R. López Padrino
La imposición de un nuevo paquetazo económico por parte del régimen del filibustero de Miraflores responde a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Los voceros del oficialismo han iniciado una engañosa campaña propagandística al afirmar que el “paquetazo bolivariano” contribuirá a profundizar el modelo socialista venezolano. Paquetazo, que en el neo-lenguaje fachochavista denominan “el plan económico de transición hacia el modelo socialista productivo”, contempla i) aumento del valor del combustible y de las tarifas por servicios, ii) reforma tributaria, iii) entrega de las empresas de Guayana al capital internacional, iv) congelación de derechos socioeconómicos a los trabajadores, v) incremento de los impuestos regresivos y vi) imposición de una nueva paridad cambiaria (magadevaluación), entre otras cosas. Estos lacayos del siglo XXI manipulan al pueblo cuando afirman que mediante la aplicación de un paquete fondomonetarista, criticado y cuestionado por muchos de ellos en el pasado, se esta avanzado en la consolidación de un Estado socialista. Estamos ante una reedición de la doctrina del choque económico de Milton Friedman pero con envoltura bolivariana.
Uno de los aspectos más álgido de este nuevo paquete hambreador es el aumento del precio del carburante. Los voceros del fachochavismo han insistido que el incremento solo será para alcanzar un valor justo y razonable. Es evidente que el precio de la gasolina ha sido subsidiado como parte de una política de Estado. Su origen se remonta a la decisión política tomada por la Comisión Nacional de Abastecimiento el 12 de diciembre de 1945, mediante la cual se rebajaba de 20 a 10 céntimos por litro el precio de la gasolina corriente. Tal subsidio representó un mecanismo de asignación de la renta petrolera a la población en general. Se le consideró como un beneficio propio de un Estado petrolero para sus habitantes.
La producción de un barril de gasolina en la puerta de la refinería es de US$ 16,7 y ese barril se vende en el mercado interno en US$ 4,78. Ese diferencial ha sido absorbido por el Estado lo cual ha beneficiado a los venezolanos ya sea directamente por la subvención al transporte público y al propietario de vehículos, o indirectamente por el precio subsidiado al transporte de carga, lo cual se ha visto reflejado en menores precios de los bienes y servicios. El consumo de gasolina al cierre del 2013 fue de 299.000 barriles diarios, de los cuales solo se produjeron en el país 285.000 barriles diarios, lo que obligó a la importación de 14 mil barriles diarios del carburante para cubrir la demanda interna en 2013. Algo insólito e impensable en un país que dispone de las mayores reservas comprobadas de hidrocarburos del planeta, pero cuya empresa petrolera nacional ha sido hipotecada financieramente y ha caído en manos de incapaces y corruptos que administrativamente la han destruido.
El régimen del monárquico Maduro miente cuando propone debatir el aumento del precio de la gasolina cuando la decisión evidentemente ya está tomada. Es una manera hipócrita de ocultar la verdad, algo muy común en regímenes con enormes dosis de cinismo y mitomanía. Todo apunta a que el régimen elevará el precio de la gasolina a 2,75 bolívares por litro, lo que implicará un incremento de 2.700% y obviamente una mayor inflación. A manera de visualizar el impacto que el aumento de la gasolina tendrá en el bolsillo de los venezolanos, un tanque de 40 litros de un vehículo, que se llena actualmente con 3,8 bolívares, se abastecerá con 108 bolívares, asumiendo el consumo de un tanque semanal, ello representaría 432 bolívares al mes, el equivalente a un 10% de un salario mínimo. Como se ve este aumento será un nuevo golpe al famélico bolsillo de los venezolanos.
Pero además el régimen en su desespero por complacer a los seguidores de Mr. Friedman y sus privatizaciones, esta en trámites para vender la empresa Citgo, filial de PDVSA en los Estados Unidos. Esta empresa dispone de 3 refinerías, refinando unos 749.000 barriles de petróleo diarios y comercializa más de 600 tipos de lubricantes a través de sus 14.000 estaciones de servicios en el imperio. Las refinerías están localizadas en Lake Charles (Louisiana), con una capacidad de refinación de 425.000 barriles por día (bpd), en Lemont (Illinois) con una capacidad de 167.000 bpd y Corpus Christi (Texas) con 157.000 bpd. Según los expertos en la materia los activos de esta empresa energética podrían estar en el orden de los $18.000 millones, sin embargo el régimen ha expresado estar dispuesto a venderlos por la irrisoria cantidad de $12.000 millones. Una nueva traición a la Patria.
El exdiscípulo del santón Sai Baba miente cuando afirma que los recursos por concepto del aumento de la gasolina y la privatización de Citgo, permitirán optimizar la producción de alimentos, mejorar la infraestructura hospitalaria y educativa del país, implementar nuevos planes de industrialización, etc. Puras falacias, la verdad es que con los ingresos no se resolverán los grandes problemas sistémicos del modelo capitalista de Estado, ni permitirá desarrollar todas esas nuevas alucinaciones bolivarianas anunciadas por el gritón de Miraflores. Con ello se satisface parte de las recomendaciones y exigencias del FMI, y le abre las puertas al régimen para futuros auxilios financieros del capital transnacional ante las dificultades económicas por las cuales atraviesa el narco-estado militarista bolivariano.
El nuevo incremento de la gasolina y privatización de Citgo, ambas de impronta neoliberal, seguramente vendrá acompañado también de nuevas escaladas represivas por parte del grupete cívico-militar que arruina cada más al país.
La “robolución” bolivariana no escapó a la doctrina de la terapia de choque de Milton Friedman.
La imposición de un nuevo paquetazo económico por parte del régimen del filibustero de Miraflores responde a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Los voceros del oficialismo han iniciado una engañosa campaña propagandística al afirmar que el “paquetazo bolivariano” contribuirá a profundizar el modelo socialista venezolano. Paquetazo, que en el neo-lenguaje fachochavista denominan “el plan económico de transición hacia el modelo socialista productivo”, contempla i) aumento del valor del combustible y de las tarifas por servicios, ii) reforma tributaria, iii) entrega de las empresas de Guayana al capital internacional, iv) congelación de derechos socioeconómicos a los trabajadores, v) incremento de los impuestos regresivos y vi) imposición de una nueva paridad cambiaria (magadevaluación), entre otras cosas. Estos lacayos del siglo XXI manipulan al pueblo cuando afirman que mediante la aplicación de un paquete fondomonetarista, criticado y cuestionado por muchos de ellos en el pasado, se esta avanzado en la consolidación de un Estado socialista. Estamos ante una reedición de la doctrina del choque económico de Milton Friedman pero con envoltura bolivariana.
Uno de los aspectos más álgido de este nuevo paquete hambreador es el aumento del precio del carburante. Los voceros del fachochavismo han insistido que el incremento solo será para alcanzar un valor justo y razonable. Es evidente que el precio de la gasolina ha sido subsidiado como parte de una política de Estado. Su origen se remonta a la decisión política tomada por la Comisión Nacional de Abastecimiento el 12 de diciembre de 1945, mediante la cual se rebajaba de 20 a 10 céntimos por litro el precio de la gasolina corriente. Tal subsidio representó un mecanismo de asignación de la renta petrolera a la población en general. Se le consideró como un beneficio propio de un Estado petrolero para sus habitantes.
La producción de un barril de gasolina en la puerta de la refinería es de US$ 16,7 y ese barril se vende en el mercado interno en US$ 4,78. Ese diferencial ha sido absorbido por el Estado lo cual ha beneficiado a los venezolanos ya sea directamente por la subvención al transporte público y al propietario de vehículos, o indirectamente por el precio subsidiado al transporte de carga, lo cual se ha visto reflejado en menores precios de los bienes y servicios. El consumo de gasolina al cierre del 2013 fue de 299.000 barriles diarios, de los cuales solo se produjeron en el país 285.000 barriles diarios, lo que obligó a la importación de 14 mil barriles diarios del carburante para cubrir la demanda interna en 2013. Algo insólito e impensable en un país que dispone de las mayores reservas comprobadas de hidrocarburos del planeta, pero cuya empresa petrolera nacional ha sido hipotecada financieramente y ha caído en manos de incapaces y corruptos que administrativamente la han destruido.
El régimen del monárquico Maduro miente cuando propone debatir el aumento del precio de la gasolina cuando la decisión evidentemente ya está tomada. Es una manera hipócrita de ocultar la verdad, algo muy común en regímenes con enormes dosis de cinismo y mitomanía. Todo apunta a que el régimen elevará el precio de la gasolina a 2,75 bolívares por litro, lo que implicará un incremento de 2.700% y obviamente una mayor inflación. A manera de visualizar el impacto que el aumento de la gasolina tendrá en el bolsillo de los venezolanos, un tanque de 40 litros de un vehículo, que se llena actualmente con 3,8 bolívares, se abastecerá con 108 bolívares, asumiendo el consumo de un tanque semanal, ello representaría 432 bolívares al mes, el equivalente a un 10% de un salario mínimo. Como se ve este aumento será un nuevo golpe al famélico bolsillo de los venezolanos.
Pero además el régimen en su desespero por complacer a los seguidores de Mr. Friedman y sus privatizaciones, esta en trámites para vender la empresa Citgo, filial de PDVSA en los Estados Unidos. Esta empresa dispone de 3 refinerías, refinando unos 749.000 barriles de petróleo diarios y comercializa más de 600 tipos de lubricantes a través de sus 14.000 estaciones de servicios en el imperio. Las refinerías están localizadas en Lake Charles (Louisiana), con una capacidad de refinación de 425.000 barriles por día (bpd), en Lemont (Illinois) con una capacidad de 167.000 bpd y Corpus Christi (Texas) con 157.000 bpd. Según los expertos en la materia los activos de esta empresa energética podrían estar en el orden de los $18.000 millones, sin embargo el régimen ha expresado estar dispuesto a venderlos por la irrisoria cantidad de $12.000 millones. Una nueva traición a la Patria.
El exdiscípulo del santón Sai Baba miente cuando afirma que los recursos por concepto del aumento de la gasolina y la privatización de Citgo, permitirán optimizar la producción de alimentos, mejorar la infraestructura hospitalaria y educativa del país, implementar nuevos planes de industrialización, etc. Puras falacias, la verdad es que con los ingresos no se resolverán los grandes problemas sistémicos del modelo capitalista de Estado, ni permitirá desarrollar todas esas nuevas alucinaciones bolivarianas anunciadas por el gritón de Miraflores. Con ello se satisface parte de las recomendaciones y exigencias del FMI, y le abre las puertas al régimen para futuros auxilios financieros del capital transnacional ante las dificultades económicas por las cuales atraviesa el narco-estado militarista bolivariano.
El nuevo incremento de la gasolina y privatización de Citgo, ambas de impronta neoliberal, seguramente vendrá acompañado también de nuevas escaladas represivas por parte del grupete cívico-militar que arruina cada más al país.
La “robolución” bolivariana no escapó a la doctrina de la terapia de choque de Milton Friedman.
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