Daniel Arzola
¿Te imaginas en pleno siglo XXI entrar a un hotel y encontrar allí un cartel que diga que no se aceptan negros? ¿Qué harías? ¿Tocaría tu parte más humana?
Hace unos meses, tuve que quedarme en un hotel de Venezuela, el Hotel Altamira de la ciudad de Caracas. El hombre de la recepción me preguntó con cara de policía, si yo andaba solo, a lo que respondí secamente que sí, era la verdad, yo andaba solo. Una vez en la habitación entendí el motivo de su pregunta y su cara de desconfianza.
Detrás de la puerta había un cartel que decía: Prohibida la estadía de parejas del mismo sexo en habitaciones matrimoniales ¿Y si yo no hubiese estado solo?
Recordé el famoso incidente de la actriz afroamericana Dorothy Dandrige en la piscina, le advirtieron que no podía meterse en la piscina del hotel por ser negra y como protesta metió el pie en el agua. El personal del hotel mandó vaciar la piscina para ser desinfectada.
La discriminación por orientación sexual puede que sea el nuevo racismo, y es que el origen del prejuicio en la historia, es uno solo: el miedo a que alguien a quien consideras inferior tenga los mismos derechos que tú.
¿Pero cuál es la realidad venezolana en relación a la diversidad sexual? La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela contempla la protección legal de todas las personas sin importar raza, credo o sexo (Artículos 19, 20 y 21).
Sin embargo, en Venezuela la realidad cotidiana diverge enérgicamente de la realidad legal. Transcurría el mes de agosto en pleno 2014, una pareja homosexual conformada por un venezolano y un canadiense se besaron en público y fueron insultados y expulsados de Cielo Restobar, un restaurante de Mérida, una de las ciudades más turísticas de Venezuela.
No ha sido la primera vez, el territorio nacional está repleto de historias como las del hotel y el mencionado restaurante.
Las redes sociales están llenas de expresiones homófobas y todavía la gran mayoría de los medios de comunicación no repara en educar sobre el tema, incluso ciertos políticos del país han contribuido a naturalizar la orientación sexual como instrumento de ataque.
En Venezuela la homosexualidad es legal, pero no es libre
Caminar de la mano o tener algún que otro gesto homo-afectivo trae consigo el inminente ataque psicológico y en el peor de los casos el ataque físico. ¿Cómo transformamos la realidad legal en la realidad cotidiana? Las leyes no pueden cambiar nuestra forma de sentir, pero sí evita que nos ataquen claramente y ahí empieza el cambio.
El cambio empieza en cada uno, no denunciar el abuso nos hace cómplices del problema, no apoyar a los que están siendo vulnerados nos hace también violentos. Ignorar el amarillismo en los medios de comunicación nos vuelve sumisos, naturalizar el abuso nos hace abusivos. De la ley al acto sólo hace falta atreverse, no hace falta estar listos para ser libres.
[tomado de http://eltoque.com/content/la-homofobia-el-nuevo-racismo.]
¿Te imaginas en pleno siglo XXI entrar a un hotel y encontrar allí un cartel que diga que no se aceptan negros? ¿Qué harías? ¿Tocaría tu parte más humana?
Hace unos meses, tuve que quedarme en un hotel de Venezuela, el Hotel Altamira de la ciudad de Caracas. El hombre de la recepción me preguntó con cara de policía, si yo andaba solo, a lo que respondí secamente que sí, era la verdad, yo andaba solo. Una vez en la habitación entendí el motivo de su pregunta y su cara de desconfianza.
Detrás de la puerta había un cartel que decía: Prohibida la estadía de parejas del mismo sexo en habitaciones matrimoniales ¿Y si yo no hubiese estado solo?
Recordé el famoso incidente de la actriz afroamericana Dorothy Dandrige en la piscina, le advirtieron que no podía meterse en la piscina del hotel por ser negra y como protesta metió el pie en el agua. El personal del hotel mandó vaciar la piscina para ser desinfectada.
La discriminación por orientación sexual puede que sea el nuevo racismo, y es que el origen del prejuicio en la historia, es uno solo: el miedo a que alguien a quien consideras inferior tenga los mismos derechos que tú.
¿Pero cuál es la realidad venezolana en relación a la diversidad sexual? La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela contempla la protección legal de todas las personas sin importar raza, credo o sexo (Artículos 19, 20 y 21).
Sin embargo, en Venezuela la realidad cotidiana diverge enérgicamente de la realidad legal. Transcurría el mes de agosto en pleno 2014, una pareja homosexual conformada por un venezolano y un canadiense se besaron en público y fueron insultados y expulsados de Cielo Restobar, un restaurante de Mérida, una de las ciudades más turísticas de Venezuela.
No ha sido la primera vez, el territorio nacional está repleto de historias como las del hotel y el mencionado restaurante.
Las redes sociales están llenas de expresiones homófobas y todavía la gran mayoría de los medios de comunicación no repara en educar sobre el tema, incluso ciertos políticos del país han contribuido a naturalizar la orientación sexual como instrumento de ataque.
En Venezuela la homosexualidad es legal, pero no es libre
Caminar de la mano o tener algún que otro gesto homo-afectivo trae consigo el inminente ataque psicológico y en el peor de los casos el ataque físico. ¿Cómo transformamos la realidad legal en la realidad cotidiana? Las leyes no pueden cambiar nuestra forma de sentir, pero sí evita que nos ataquen claramente y ahí empieza el cambio.
El cambio empieza en cada uno, no denunciar el abuso nos hace cómplices del problema, no apoyar a los que están siendo vulnerados nos hace también violentos. Ignorar el amarillismo en los medios de comunicación nos vuelve sumisos, naturalizar el abuso nos hace abusivos. De la ley al acto sólo hace falta atreverse, no hace falta estar listos para ser libres.
[tomado de http://eltoque.com/content/la-homofobia-el-nuevo-racismo.]
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