Por Rafael Iribarren
Maduro deschavistiza su gobierno.
Algo a lo que no se ha puesto atención en relación a la
carta de Giordani es al contexto en que Maduro lo destituye. Estando sí
bastante claro que hacerlo le era indispensable en su requerimiento de vida o
muerte de definir políticas que le permitan lograr alguna gobernabilidad. Para
lo cual una de las trabas principales era él. Pero el aspecto más importante
que contextualiza tal medida; es el de la deschavistización de su gobierno que,
entre otras cosas se expresa en su militarización extrema, mayor que la de
Chávez. La sacada de su alter ego y apuntador durante veinte años; es un acto clave de esa deschavistización, de la burocracia
gubernamental; y de una nueva orientación político-administrativa que intenta
desarrollar. La sacada de Barrientos, antes la de Samán, y luego hacer investigar a Sader. La reciente sacada
de Osorio de CVG y la eliminación del de los REIS como entes con rango
ministerial; y la sacada de Daniels de la
“Comisión Guyana” de la Cancillería. Mencionando solo algunos de los más significativos
hombres de Chávez últimamente desplazados por Maduro; son demostrativos de la
voluntad de darle otra identidad y otra orientación a su gobierno.
Una carta golpista.
Igualmente vale visualizar el propósito de Giordani al
lanzar su carta; al menos de entrada, con
menos impacto profundo, en los chavismos, que el video de Mario Sliva y
el G2 hace un año. A pesar que aquella gigantografía de la corrupción medular
chavista, no provocó, entonces, ni en una mínima proporción las reacciones
cupulares que éstas de ahora. La de Giordani, es “una carta a García”; sobre
todo por lo pormenorizado, tendencioso y
selecto de su contenido, tiene un destinatario; es un informe a alguien. La
referencia concreta, detenidamente acentuada, a la pérdida de “la unidad cívico-militar” que se estaría
dando; y a los efectos que, según, ello conlleva. A pesar, de la referida
extrema militarización del régimen de Maduro; insoslayablemente lleva a la
consideración de que esa carta está dirigida a
militares que sí estarían ganados para preservar el “legado de Chávez”.
Y que no son los que están en gobernando
con Maduro. En otros términos se trata de una carta golpista. Siendo que,
tratándose del ministro estrella de Chávez, despedido por su sucesor; o
pretende ser una apelación a la consciencia chavista, 4-febrerista, que aún
habría o quedaría en las FANB; a pesar del proceso de deschavistización que en
ellas se ha venido dando. O, es que se está alineando con “la derecha
endógena”, chavista; Cabello, Ameliach, etcétera; que viene confrontando y
entrampando a Maduro, precisamente sobre acusarlo de incapaz, de “conciliador
con el capitalismo”, etcétera, y de que en sus manos ese está perdiendo “el
legado de Chávez”. Que es lo más grueso que se plantea en la carta de marras.
Nadie en los chavismos, ¡ni siquiera Maduro!, niega lo
que Giordani señala en su carta.
Tal sentido golpista de la carta de Giordani explicaría,
aunque en parte, la intensidad con que,
al menos aparentemente sorprendido respondió Maduro y el alcance que le dio. Pues alguna
reacción tenía que haber previsto,
incluso fuerte; aunque no golpista; al ser despedido o destituido, quién
durante veinte años fue el inspirador y “teórico” más involucrado en los aspectos clave del manejo del propio Chávez
de la economía y sus delirios orwelianos, panópticos. Y que, antes y más que
cualquier otro, fue el oráculo del Socialismo del Siglo XXI.
Y junto a la inconcebible reacción, personal, doméstica, de
Maduro; jefe de Estado causante de la carta de Giordani; las reacciones, de las
cúpulas chavistas de todas, a favor, en contra, imparciales o ecuánimes;
incluidas las de los aliados del
GPP, han sido demostrativas de
que realmente estamos en el postchavismo. Demostrativas de la inestructura que
hoy es lo que en un tiempo fue el chavismo.; de la crisis terminal en que está.
Giordani, y quienes se solidarizaron con él; son acusados de traidores,
contrarevolucionarios, tontos útiles por los más agresivos e intensos. Por los
menos intensos, son cuestionados por hacer públicos sus señalamientos; por
“desconsiderados”, por “injustos”. Por “desleales”. Mientras que solo unos
pocos se han resteado en su
defensa. Sin que nadie, ni los unos ni
los otros, precise en concreto, más allá de supuestos no explícitos; porqué los
considera de una u otra forma. Con la particularidad de que nadie, ni siquiera
Maduro mismo niega la verdad de lo que Giordani señala. Se le acusa de no decir
todo, sino parte; de ser corresponsable, de la crisis que denuncia, y
responsabiliza a Maduro, sin una sílaba de autocrítica. Pero no de que sus
acusaciones son falsas. Lo que muestra la consciencia que hay en los chavismos
de la crisis en que están y la situación de entrampamiento en que se encuentran
Maduro y su gobierno. Y, “la revolución”. Cabello, según, defendiendo a Maduro,
lo que hace es preguntarse, si “la crítica es más importante que la lealtad”.
Por su parte, Jaua declara que “ninguna incomodidad justifica descolocarse”; y
Carreño que Giordani y Navarro son “tontos útiles”. El PCV llama a discutir y
luchar contra la corrupción y se reúne con el denunciante; y el PPT declara que
Giordani debería haber ido a la CGR y a la FGR a hacer sus denuncias. Dicho en
criollo: “tienes razón pero vas preso”.
El aspecto más indigerible de la situación en que están los
chavismos a raíz de la carta de Giordani, es el resteo, notoriamente simulado,
en que se ha colocado la derecha endógena, chavista, en defensa radical de
Maduro; la más estridente, altisonante. Aunque siempre sin negar la verdad de
los señalamientos de su carta. Simulado,
porque precisamente han sido los sectores chavistas de derecha fascistizantes
el verdadero y principal enemigo, interno y externo, de Maduro. Quienes
encabezan el antimadurismo, que desde diciembre
han confrontado, saboteado y empujado a entramparse al gobierno; hacia
sus peores y políticamente más costosas
actuaciones.
Mientras que lo más sintomático de la fase terminal en que
está; es que el chavismo como dimensión sociopolítica real, viva, el chavismo
de base, no aparece por ninguna parte. No es convocada. El enfrentamiento Giordani-Maduro, igual que el Mundial de
Brasil, es visto por los chavistas de a pie, como por el resto de los
venezolanos, como televidentes. Sin participación; y con la diferencia de que,
según lo que se pulsa en la calle, en general la gente, salvo los
activistas, no avala
ninguna posición.
Las verdades de Maduro, Giordani y Silva-G2: ecosonograma
de la metástasis terminal del chavismo
A Héctor Navarro, un fijo de Chávez para lo que fuera; en
los noventa corredactor con Giordani de “Para salir del laberinto” y de la
“Agenda Alternativa Bolivariana”; miembro de la Dirección Nacional del PSUV;
por solidarizarse con él y pedir a Maduro respeto y que se discuta su carta; lo
suspendió de su cargo de dirección el “Tribunal Disciplinario” sin ni siquiera reunirse. Ante lo que Maduro, calificándolo
de traidor, de desleal; anunció que ira al PSUV “a decir alguna verdades”. Pero
no a debatir ni revisar nada. Por el contrario,
exige “lealtad absoluta”.
Aparte lo obscuro y encogido de la personalidad de Giordani;
de su dogmatismo catecísmico albanés; de los indisimulados resentimiento y sentido golpista de su carta. Aparte igual
de lo que no dice ni menciona; y de lo
sesgado de lo que dice. Su carta pone de bulto cuestiones de fondo, procesos estructurantes absolutamente
descalificatorios del chavismo como “proyecto”, de los discursos del Socialismo
Siglo XXI, del bolivarianismo, de “la revolución”. Del propio Chávez
naturalmente, de sus cortes de “rodilla en tierra”; y de él mismo y su gente.
Con solo lo que Giordano selectivamente
muestra y apunta; sin lo que a consciencia deja de lado; del chavismo y
del “legado de Chávez”, no se rescata nada. No ya por ética o consciencia
revolucionarias, en el supuesto de que las hubiera; sino que hasta por un
básico instinto de sobrevivencia, de pudor; lo menos que Maduro y las cúpulas
chavistas tendría que asumir es abrir el
debate. A pesar de que no haya ni capacidad ni disposición ni mecanismos para
ello. Que nunca los hubo, no la hay y difícilmente ahora se intente seriamente
que los haya. Pues, y obviamente, para quién ha declarado que pedir la renuncia
de Maduro es parte de un magnicidio; y
que cualquier crítica protesta o propuesta de debate es desestabilización y
guerra económica. El solo levantar la mano para pedir el derecho de palabra
constituye terrorismo. Aunque, en realidad, tienen razón. La debilidad e
inconsistencia medulares de los chavismos y del régimen de Maduro no permite ni
una duda.
Y hay que preguntarse, ¿cuáles “algunas verdades” y, a
quién? va a decir Maduro en la Dirección del PSUV. Quien lo ataca, en el caso
concreto, es Giordani; no la dirección del PSUV, que, aunque controlada por la derecha
endógena, en este momento está, según, resteada con él. Tanto que suspende a Navarro; por una
solidaridad casi filial. Que, por cierto; las “verdades” que, según, Maduro dirá en el PSUV; además de las que no
diga, que al menos en parte estarán
entre las que dice Giordani en su carta. Juntadas con las del video Silva-G2;
la mayoría de las cuales, seguro que ninguno de los dos dirá, pero que
completarán las de ambos; nos darán el
ecosonograma de máxima resolución del chavismo en su metástasis final.
El principal enemigo de Maduro, es interno; pero no “la
izquierda trasnochada”, sino “la derecha endógena”.
Difícil determinar si realmente se lo cree; o si es retórica
de conveniencia. Pero al Maduro declarar que “ni la izquierda trasnochada ni la
derecha guarimbera” lo sacarán; apunta exactamente 180o grados en el sentido opuesto de donde
está su verdadero y principal enemigo real, concreto. La amenaza real,
concreta, que ha hecho y seguirá haciendo para, socavarle el piso, y lo ha
saboteado continuadamente, no es ni lo que representan Giordani, Navarro,
Osorio y demás; ni “la trilogía del mal”, López, Machado, Capriles, Ledezma. Su
verdadero y más irreductible enemigo es
interno; habiéndoselo demostrado; y de lo que su equipo tiene que tener plena consciencia.
Comparte con él el poder, “el proyecto”, el discurso, el ADN de Chávez; está
con él en las tribunas de los actos. Estuvo con él en la del 24 de junio. Y
aunque igual no tiene, como Maduro, mayor liderazgo propio, ni civil ni
militar; y fue puesta a dedo por Chávez; mantiene el control de la Dirección y
los mandos del PSUV. Es el grupo mafioso que internamente en los
chavismos, desde tiempo atrás, es identificado como “la derecha endógena”;
constituido principalmente por Diosdado Cabello, Francisco Ameliach, Rangel
Gómez, Carrizales; que reclamándose los verdaderos compañeros de Chávez el 4F; “comacates” de entonces; se consideran
sus verdaderos herederos y sucesores. Y no reconocen ni el liderazgo ni la legitimidad ni la capacidad de Maduro
para preservar “su legado”.
Aunque dijo que pasaba la página con ellos; en el supuesto
de que, como anunció, “para decir algunas verdades”, finalmente se reúna con ella; que Maduro asuma a la
dirección del PSUV como el espacio para dirimir la confrontación en su contra
de Giordani y Navarro, la “izquierda trasnochada”; se constituiría en la trampa
perfecta, a él, de la derecha endógena. Tan perfecta, que él mismo la planteó,
y se metería en ella motu proprio, por
sus propios pies; además, bajo los efectos del “bajeo” del montaje que le tiene
del “magnicidio” Con la significación política interna que ello tendrá; de
acreditar el supuesto resteo total en su defensa por parte aquella; resteo
bien mal escenificado en el que nadie
cree Y, de más significación todavía, al constituir el
espaldarazo legitimador, ya sin
Chávez que fue quién la puso a dedo y sostuvo; de reconocerla de hecho
como la dirección del chavismo. Siendo como es una dirección burocrática
descalificada y cuestionada internamente por todos los chavismos a todo
nivel; que piden su salida. Y que rechazan que el IIIer Congreso del PSUV de
ahora Julio, no la renueve.
La trampa: Maduro legitimaría el control del PSUV por la
cuestionada “derecha endógena”, su principal enemigo.
El PSUV no pasa de ser un buró de gestión y coordinación
política de aprovechamiento y
manipulación corrupta a gran escala de los recursos y posibilidades del Estado;
sin ninguna vida interna partidista real; mucho menos democrática. Activado en
función de los intereses personales y grupales, político-empresariales, de
algunos de sus jefes; que junto a los gobernadores, son quienes lo manejan.
Que, como ya señalé, en contra la voluntad de las bases chavistas fueron
puestos a dedo por Chávez, luego de las últimas primarias internas, y para las
últimas elecciones regionales de
diciembre del 2012. Su existencia, como burocracia partidista simbiotizada con
la del Estado; hasta hoy, garantía de las cuotas de poder que tienen sus jefes;
y de su enriquecimiento por el control de las grandes contrataciones del
Estado; se mantiene políticamente, precisamente a partir de la manipulación,
del chantaje, de la ficción de la unidad chavista. Lo que nos remite a la idea de
Maduro meterse en la trampa de reunirse con su dirección; porque a pesar de su carencia de liderazgo, de la
precariedad e inconsistencia de la base sociopolítica que realmente tiene; él
no necesita ni le debe nada a la burocracia psuvista. Su permanencia en el
gobierno no ha dependido para nada de su
apoyo. Mientras que ella si depende de la unidad de los chavismos; de la cual,
a pesar de las verdades de Giordani, de sus errores e insuficiencias; él Maduro
y su gobierno, por razones obvias, son la única referencia que queda a los
chavismos. Una crisis interna declarada, abierta, una división en los
chavismos, en el PSUV y en su relación con el gobierno; se proyectaría a todos
los ámbitos de las instancias político-institucionales de Poder manejadas por
ellos; incluidos AN y CNE, por solo nombrar los dos más importantes; dejando
sin su control a la mayoría de los burócratas chavistas, oportunistas muchos,
rechazados por las bases. Que sobreviven, precisamente a partir de la retórica
de la supuesta unidad chavista, revolucionaria, etcétera. De la retórica de la
necesidad de la unidad ante la supuesta ofensiva externa.
Los dilemas de Maduro: ser o no presidente de la
transición.
En el chapoteo en que se mantienen Maduro y su gobierno, de
incertidumbre, improvisación, incoherencia; de corrupción generalizada; está atrapado en dos dilemas; uno determinado
por el otro; que no logra resolver. Aunque por momentos da muestras de que lo
intenta. Uno, el determinante, es el dilema entre ejercer el poder que tiene,
para garantizarse seguir en él indefinidamente; manipulando clientelarmente sin
límites los problemas de la gente en
función de eso. O, al contrario, utilizar el poder y sus recursos, para
acometer y resolver realmente, como prioridad, los problemas del país, de la
gente.
Chávez, como muchos autócratas mesiánicos, tanto en nuestra
propia historia como en la mundial; no se planteó nunca ese dilema. Como, por
cierto, lo muestra Giordani en uno de los más importantes contenidos de su
carta; en el que se refiere a la emergencia del 2012. El nunca dudó de que los
recursos de que disponía y lograra disponer,
eran, por encima de todo, para utilizarlos a discreción, en función de mantener
y concentrar al máximo el Poder; como fuera; sin necesariamente nada que ver
con la solución concreta de los problemas de la gente; salvo asumir los
inevitables costos del clientelismo indispensable en que soportó su régimen,
El otro dilema, correlativo al anterior y que lo supone
resuelto; es entre dedicar los recursos subjetivos y concretos de poder;
con la superioridad fáctica relativa, coyuntural, que hoy tiene sobre los
otros chavismos; a imponerse como el líder único e indiscutible de la
revolución bolivariana; como el verdadero sucesor y continuador de Chávez;
acatado por todos. Y, lo contrario, aprovechar tales recursos y ventajas
relativas que todavía tiene, asumiendo que ya estamos en el post-chavismo; para
promover y conformar el que sería un gobierno de transición. Hacia promover
dinámicas que apunten hacia que el país vaya saliendo de la crisis en que
inercialmente está.
Cáiganos eso como nos caiga; el hecho es que la vida y la
política nacionales, sus dinámicas estructurantes, concretas, aún sin Chávez;
todavía hoy orbitan en torno a ese agujero negro que es la crisis interna de
los chavismos; en su deriva final ya en el postchavismo. En la deschavistización
general de las relaciones de Poder, burocráticas y militares montadas desde el
2002. Y dentro de esa crisis interna, y esa deschavistización; en el marco de
la anomia e inestructura que hoy es el país; el único factor
político-institucional, militar, civil, con capacidad fáctica relativa y
coyunturalmente superior a las de los demás factores, chavistas y no chavistas;
con capacidad para provocar impulsos importantes en la sociedad; aparte las
insuficiencias e incapacidades que lo caracterizan, es Maduro y el madurismo. Quiere decir que, en
el horizonte de lo previsible, a la vista; lo que suceda en el país en el
futuro inmediato, dependerá determinantemente y en el lapso, de lo que haga su
gobierno. Y, de en cuales términos, opción y descarte, resuelva los dilemas
arriba apuntados.
Si Maduro y su equipo optan por llevar adelante la
transición; con base a una
gobernabilidad básica inmediata; hay recursos y potencialidades de
sobra; y disposición en todos los sectores y niveles para ello. Se podrán crear
condiciones para frenar y revertir la
inercia actual hacia el colapso total, en que hoy está el país, de chavistas y
no chavistas. Sobre la despolarización en que hoy ya se ubica la mayoría de los
venezolanos; pueden abrirse perspectivas de desarrollo nacional, hacia
adelante; trascendiendo el autoritarismo militar y militarizante con
capitalismo de Estado que Chávez implantó
Sin regresar al autoritarismo
civil partidizante puntofijista, neoliberal. En función de tal perspectiva,
existe una subjetividad nacional madura suficiente; propicia a una verdadera
socialización del Poder; que es lo que históricamente hoy se plantea la
Humanidad; y el país; mediante la ciudadanización de la política y las
relaciones de Poder. Sobre el ejercicio universal de la soberanía ciudadana.
Así, en un lapso probablemente corto, estaríamos moviéndonos hacia un
desarrollo socioeconómico sostenido; con máxima inclusión social; enmarcado en
un régimen político de verdadera y soberana participación universal ciudadana.
Si, por el contrario, se deja empujar por la pretensión de
convertirse en el líder de todos los
chavismos; desde la “derecha endógena” fascistizante, hasta las izquierdas,
estalinista, “trasnochada”, clasista. Y del país. Si entra en la trampa de la imposible unidad del
chavismo que promueve la “derecha endógena”; reconociéndola y legitimándola
como la dirección del PSUV y del chavismo. Y se enreda en la implantación del
“Estado Comunal”, imponiendo la aplicación del “Plan de la Patria”; con el
delirio de Chávez de que con él va a poder controlar el país y eternizarse en
el Poder. Entonces, la inercia caotizante actual continuará y se profundizará;
hasta la parálisis y el colapso total del país. Cuando, estamos cerca, la renta
petrolera y el endeudamiento, ya hoy en niveles críticos; sea tan insuficiente,
que los mecanismos de financiamiento del clientelismo interno tengan que
desmontarse, no a pulso como están siendo hoy; sino abruptamente. Punto de
saturación que ya está pendiente. Y entonces, sea hecho irse del Poder; no por
la MUD ni “La salida” ni “la trilogía del mal”; ni por golpe militar, ni
magnicidio. Ni por el golpismo antimadurista interno “cívico-militar”, de “la
derecha endógena” o el de “la izquierda trasnochada”. Sino por la gente; por la calle, sí. Pero sin
nada que ver con ningún factor ni chavista ni puntofijista de Poder.
Si es por la retórica, ambigua y contradictoria como
siempre; hay que esperar que se vaya por la opción delirante. Si es por algunos
aspectos concretos, macroeconómicos y hasta macropolíticos; pudiera ser que se
fuera por la de encontrar alguna gobernabilidad. Y ser el presidente de la
transición.
Caracas Junio 2014.
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