Euclides Perdomo
Estimado Joseph "Sepp" Blatter Presidente FIFA - Zurich,
Por la presente, los abajo firmantes, presidentes de la INTERPOL, la OTAN y la ONU, actuando en nombre de nuestras instituciones así como en representación del resto de las fuerzas y cuerpos de seguridad de todos los Estados del mundo, nos dirigimos a Usted con todo el respeto que nos merece su exitosa multinacional para manifestarle:
1) No nos parece políticamente correcto que sólo un puñado de elegidos conozca el nombre del equipo ganador de la Copa Mundial. Le agradecemos la confianza que Usted ha depositado en ese puñado, en especial porque nos incluye y, más especialmente, porque ese privilegio nos ha permitido concretar con ventaja jugosas apuestas. Pero, querido Sepp, sepa Usted que, por indiscreción de algún minúsculo administrativo, varios de nuestros altos subordinados sospechan que los Jefes sabemos lo que sabemos y, claro, nos presionan para obtener su parte del pastel.
Sabemos que la codicia humana es insondable; para evitarla, no debemos hacer público nuestro conocimiento. De acuerdo. Pero, señor Presidente, ¿no sería posible flexibilizar el secreto de la World Cup de tal manera que llegue a algunas castas inferiores, digamos que a nivel de Presidentes de Estados medios, cargos y fortunas equivalentes?
2) Una medida así aplacaría inmediatamente el descontento de varios cientos de personalidades de talla planetaria y la seguridad mundial mejoraría de manera automática. Además, a largo plazo, les permitiría a esos mismos dignatarios seguir justificando –e incluso incrementando- las partidas presupuestarias dedicadas directa y específicamente al Control Social.
Como su fina inteligencia ya ha captado, “directa y específicamente” alude a que las recibiríamos nosotros, que por algo somos de forma oficial las fuerzas y cuerpos de seguridad estatal. Ahora bien, no piense que nuestra modesta proposición está regida por la avaricia. No la rechace por el hecho –baladí- de que ya nos llevamos la parte del león en todos los presupuestos estatales.
No, lo que nos ha animado a presentarla ante su alta consideración es que muchos de nuestros subordinados -en este caso no sólo cuadros medios-, se creen víctimas de un agravio comparativo. Ello crea un clima poco propicio para el correcto desarrollo de nuestras instituciones, pegajoso clima que, a corto y a medio plazo, redundará en una relajación de la vigilancia que deben mantener para garantizar su función básica: el control progresivo del Control Social.
3) El agravio comparativo sobre el que llamamos su atención radica en que los Estados dedican más dinero al mantenimiento de su empresa -la FIFA y sus franquicias, más conocidas como “Federaciones nacionales de fútbol”-, que a los organismos oficialmente especializados en el Control Social.
A este respecto, las cuentas son muy claras: si sumamos las exenciones fiscales, las aportaciones a fondo perdido, las ayudas de todo tipo y la permisividad ante las más dudosas operaciones especulativas –desde el tráfico inmobiliario hasta el de capitales-, obtendremos una cantidad muy superior a la destinada a nosotros, pobres gendarmes mundiales.
Si en algún párrafo anterior un orgullo muy humano nos llevó a erigirnos en policías eficaces, es comprobable que nunca presumimos de puritanos: ante Usted, ello sería un demérito -por ese motivo no hemos mencionado el tráfico de personas o la idiotización mundial en las que tan exitosamente se ha especializado su FIFA-. Así que, continuando con la misma sinceridad, reconocemos que las fuerzas y cuerpos de seguridad tienen mala fama mientras que el fútbol goza de todas las bendiciones. Es obvio que ésta –equivocada- imagen es la principal causa de que el Control Social sea más efectivo en las manos de su multinacional que en las nuestras pero, humildemente, creemos que la desproporción entre unas partidas presupuestarias y otras está agrandándose exageradamente.
Resumiendo: nos congratulamos de que, a estas alturas de los partidos, sólo un centenar de personas conozca al ganador de su Copa –las margaritas no son para los puercos-. Aunque nuestros servicios de inteligencia están al corriente de los gigantescos negocios que subyacen a esa designación, por nada del mundo interferiríamos en la buena marcha del libre mercado. Pero, señor Blatter, el populacho empieza a percibir que los Estados gastan demasiado dinero en el mantenimiento del Control Social a través del fútbol y eso no es bueno ni para Usted ni para nosotros, marginados y empobrecidos especialistas en Seguridad.
Por lo tanto, le invitamos muy respetuosamente a una reunión en la que, entre todos y por el bien de la Paz Mundial, trataríamos de equilibrar la balanza de pagos del Estado, ahora descaradamente vencida del lado de su multinacional.
Hay varias firmas ilegibles
06.julio.2014, en vísperas de las semifinales de la Copa FIFA.
Estimado Joseph "Sepp" Blatter Presidente FIFA - Zurich,
Por la presente, los abajo firmantes, presidentes de la INTERPOL, la OTAN y la ONU, actuando en nombre de nuestras instituciones así como en representación del resto de las fuerzas y cuerpos de seguridad de todos los Estados del mundo, nos dirigimos a Usted con todo el respeto que nos merece su exitosa multinacional para manifestarle:
1) No nos parece políticamente correcto que sólo un puñado de elegidos conozca el nombre del equipo ganador de la Copa Mundial. Le agradecemos la confianza que Usted ha depositado en ese puñado, en especial porque nos incluye y, más especialmente, porque ese privilegio nos ha permitido concretar con ventaja jugosas apuestas. Pero, querido Sepp, sepa Usted que, por indiscreción de algún minúsculo administrativo, varios de nuestros altos subordinados sospechan que los Jefes sabemos lo que sabemos y, claro, nos presionan para obtener su parte del pastel.
Sabemos que la codicia humana es insondable; para evitarla, no debemos hacer público nuestro conocimiento. De acuerdo. Pero, señor Presidente, ¿no sería posible flexibilizar el secreto de la World Cup de tal manera que llegue a algunas castas inferiores, digamos que a nivel de Presidentes de Estados medios, cargos y fortunas equivalentes?
2) Una medida así aplacaría inmediatamente el descontento de varios cientos de personalidades de talla planetaria y la seguridad mundial mejoraría de manera automática. Además, a largo plazo, les permitiría a esos mismos dignatarios seguir justificando –e incluso incrementando- las partidas presupuestarias dedicadas directa y específicamente al Control Social.
Como su fina inteligencia ya ha captado, “directa y específicamente” alude a que las recibiríamos nosotros, que por algo somos de forma oficial las fuerzas y cuerpos de seguridad estatal. Ahora bien, no piense que nuestra modesta proposición está regida por la avaricia. No la rechace por el hecho –baladí- de que ya nos llevamos la parte del león en todos los presupuestos estatales.
No, lo que nos ha animado a presentarla ante su alta consideración es que muchos de nuestros subordinados -en este caso no sólo cuadros medios-, se creen víctimas de un agravio comparativo. Ello crea un clima poco propicio para el correcto desarrollo de nuestras instituciones, pegajoso clima que, a corto y a medio plazo, redundará en una relajación de la vigilancia que deben mantener para garantizar su función básica: el control progresivo del Control Social.
3) El agravio comparativo sobre el que llamamos su atención radica en que los Estados dedican más dinero al mantenimiento de su empresa -la FIFA y sus franquicias, más conocidas como “Federaciones nacionales de fútbol”-, que a los organismos oficialmente especializados en el Control Social.
A este respecto, las cuentas son muy claras: si sumamos las exenciones fiscales, las aportaciones a fondo perdido, las ayudas de todo tipo y la permisividad ante las más dudosas operaciones especulativas –desde el tráfico inmobiliario hasta el de capitales-, obtendremos una cantidad muy superior a la destinada a nosotros, pobres gendarmes mundiales.
Si en algún párrafo anterior un orgullo muy humano nos llevó a erigirnos en policías eficaces, es comprobable que nunca presumimos de puritanos: ante Usted, ello sería un demérito -por ese motivo no hemos mencionado el tráfico de personas o la idiotización mundial en las que tan exitosamente se ha especializado su FIFA-. Así que, continuando con la misma sinceridad, reconocemos que las fuerzas y cuerpos de seguridad tienen mala fama mientras que el fútbol goza de todas las bendiciones. Es obvio que ésta –equivocada- imagen es la principal causa de que el Control Social sea más efectivo en las manos de su multinacional que en las nuestras pero, humildemente, creemos que la desproporción entre unas partidas presupuestarias y otras está agrandándose exageradamente.
Resumiendo: nos congratulamos de que, a estas alturas de los partidos, sólo un centenar de personas conozca al ganador de su Copa –las margaritas no son para los puercos-. Aunque nuestros servicios de inteligencia están al corriente de los gigantescos negocios que subyacen a esa designación, por nada del mundo interferiríamos en la buena marcha del libre mercado. Pero, señor Blatter, el populacho empieza a percibir que los Estados gastan demasiado dinero en el mantenimiento del Control Social a través del fútbol y eso no es bueno ni para Usted ni para nosotros, marginados y empobrecidos especialistas en Seguridad.
Por lo tanto, le invitamos muy respetuosamente a una reunión en la que, entre todos y por el bien de la Paz Mundial, trataríamos de equilibrar la balanza de pagos del Estado, ahora descaradamente vencida del lado de su multinacional.
Hay varias firmas ilegibles
06.julio.2014, en vísperas de las semifinales de la Copa FIFA.
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