José Gil
A
las 2:20 de la tarde, del miércoles 3 de Julio de 2013, un nuevo incendio se
produjo en instalaciones de Pdvsa en Amuay. Esta vez en la unidad de
flexicoquer del complejo. A poco menos de 11 meses de la explosión que acabó
con decenas de vidas y cientos de viviendas en el complejo refinador de
Paraguaná y sus alrededores, se produce un nuevo evento, en el mismo sitio, que
pone en el tapete la pésima gestión de Rafael Ramírez en materia de seguridad laboral,
ambiental e industrial.
Sumado
a una pésima gestión en términos de seguridad, se suma la desfachatez de
voceros que alardean de haber apagado el incendio en 20 minutos y que “la
planta continúa operando con normalidad”.
Es
posible que en alguna nación del África subsahariana, en países en guerras, o
en regiones devastadas por conflictos armados; haya alguna operadora petrolera
con niveles de seguridad tan bajos como los de Pdvsa, pero no han de ser
muchas.
Mentiras e ignorancia
No
se había extinguido el humo de la explosión catastrófica en Amuay, del 25 de
Agosto de 2012, que mató a 40 personas (si se cree la conservadora cifra
oficial); cuando ya sus altos directivos declaraban que en menos de 1 mes
estaría operando plenamente. La realidad es que para el momento de aquella
explosión la capacidad de refinación apenas llegaba al 60%, pero la mentira e
ignorancia (por no decir mala intención) de los jerarcas petroleros prometía
que estarían a plena capacidad en un mes. Hasta la fecha de este nuevo incidente
no se había logrado lo prometido, pero claro, esos voceros cuentan con la corta
memoria de un país que mal vive del petróleo, aunque poco o nada sepamos de
este negocio.
Los peores estándares de seguridad
Toda
empresa petrolera debe cumplir con una serie de estándares en materia de
seguridad ambiental, laboral e industrial. Esos estándares tienen carácter y
normativa internacional, que deben ser certificados por normas de calidad
“ISO”, por las siglas en inglés Organización Internacional de Estandarización.
Tales
normas se identifican y aplican según el área de operación, si es perforación
de pozos, oficinas administrativas, plantas de refinación, tanques de
almacenamiento de inflamables, etc. La alta frecuencia de incidentes que
ocurren en Pdvsa y el accidente catastrófico de 2012, obligaban a que se
hicieran estudios y establecieran planes de seguridad, que obliguen a realizar
auditorías en los niveles de cumplimiento de las normas, y revisar procesos de
certificación. Tales cosas ni se mencionan en los informes de gestión
presentados por el ministro Ramírez correspondientes al ejercicio fiscal de
2012, lo que permite ver que no se ha interesado por establecer condiciones de
control en protección de vidas, ambiente y bienes.
Menosprecio a la vida
¿Cómo
puede ser posible que en instalaciones de alto riesgo, como las de un Centro
Refinador, no se cumplan con auditorías externas de seguridad que garanticen
los estándares internacionales? Y si se cumplen, son hechas por intereses
mezquinos a la vida, emparentados solo con exprimir y usufructuar ganancias mal
habidas; que arriesgan vidas de otros y bienes de la nación.
No
es secreto que el profesional que accede a instalaciones en Amuay lo hace a su
propio riesgo. Se hacen pruebas como la del flexicoquer sin cumplir con
controles ni sistemas de contingencia, lo que deja ver el poco valor que tiene
para los de arriba la vida de los que bajo el inclemente sol Falconiano
cumplen, bien por ignorancia o por falta de estima propia, órdenes a riesgo de
su propia vida.
Menosprecio al ambiente
La
corta memoria del ciudadano permite a Pdvsa pavonearse en Monagas como si el
accidente de miles de barriles de crudo lanzados al Río Guarapiche nunca
hubiese ocurrido. Miles de especies afectadas, flora única devastada, y
habitantes de Maturín en largas colas para recibir aguas durante semanas; todo
eso sin contar con el daño patrimonial que representó ese accidente para la
nación.
¿Alguna
responsabilidad para los gerentes de la estatal por semejante impacto contra el
ambiente?, ¿alguna sanción?, ¿algún despedido siquiera?, no mientras quienes
administren al Estado sean los que propician estos accidentes, resultado de su
ignorancia, ineficacia, corrupción y complicidad para eludir procedimientos y
leyes.
Policías en casa
¿Algún
empleado de empresa pública puede ser candidato a tener que dar su teléfono
celular para ser revisado? Alguien diría en tono jocoso “only in PDVSA”. Una
cosa es revisar el maletero de un auto como control para evitar robo de
equipos, o revisar hasta las medias cuando se sospecha alguna fuga de datos
vitales de la nación, pero otra es permitir que policías políticos tengan el
poder para arbitrariedades como las post-electorales en Pdvsa. Sin embargo,
como ocurre en toda organización que es mano dura con los de casa, suele ser
blanda con los asuntos realmente importantes.
Mientras
preparaba este escrito quien suscribe encontró, tirada en plena vía pública,
nada menos que la copia del registro eléctrico de un pozo petrolero. Se trata
del pozo VLD-772, de Bachaquero, propiedad de Pdvsa. Para los suspicaces de
oficio, quien suscribe ha tenido en sus manos cientos de tales registros, y por
eso pudo avistarlo desde su auto y saber de qué se trataba aquel papel botado.
Está a la disposición de Pdvsa para retornarlo; y por cierto, no se hicieron
copias.
¿Cómo
explicar la falta de cuidado como para que información tan costosa e importante
se encuentre tirada cual basura en la calle, mientras teléfonos celulares son
revisados? Solo en una empresa cuyos estándares de seguridad enfocan coacción
política por encima de seguridad de vida, ambiente y bienes. Seguridad en Pdvsa
implica prioriza evitar que se hagan públicos los cientos de incidentes no
reportados que ocurren en sus instalaciones, pero no el evitar que ocurran.
Excusas
Siempre
que ocurren incidentes en PDVSA que no pueden ser ocultados, se suele mencionar
los ignominiosos accidentes producidos por corporaciones petroleras en otras
partes del mundo. Sin embargo, en aquellos casos, las empresas han sido
obligadas a resarcir daños y perjuicios, funcionarios han sido enjuiciados
penal y moralmente, y muchos directivos han perdido su puesto. ¿En Pdvsa? Como
nadie es responsable de nada, nadie es culpable y nadie responde por nadie ni
nada.
Existen
instalaciones del sector petroquímico cuyas condiciones incluso sanitarias
deberían ser revisadas por entes de salubridad; pero las denuncias llegan solo
extraoficialmente, pues la desidia y el conformismo son caldo de cultivo para
las tragedias que costarán más vidas en el futuro cercano.
Para salir de las sombras
Evitar
que se sigan perdiendo vidas, ocurriendo incidentes con lesiones y pérdidas de
bienes, accidentes con impacto ambiental; depende en primer lugar de que los
profesionales y personal involucrado en actividades operativas de la principal
industria de la nación se apeguen al cumplimiento de los estándares. Eso puede
ser un problema, pues no faltará quien señale esta acción como insubordinación
o algo peor. Pero al final cada persona decide si viola normas que atentan
contra su vida y la de otros, o ejerce su legítimo derecho a exigir condiciones
de seguridad industrial que han sido logradas con grandes esfuerzos y
sacrificios por gente valiente a escala mundial.
Las
condiciones de seguridad personal, ambiental e industrial no pueden continuar
siendo una parodia irresponsable. Existen profesionales con la formación y
conocimiento requerido en materia de seguridad en instalaciones de alto riesgo
asociadas al negocio petrolero, pero por los acontecimientos que se han
convertido en rutina en esta llamada “nueva Pdvsa”, está claro que no son
quienes están tomando las decisiones en materia de seguridad, y sus voces son
desoídas. Es menester que en esta materia se suba el nivel de seguridad, o
vidas y bienes se seguirán perdiendo.
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