Armando Vergueiro
[El
Libertario # 73, junio-julio 2014]
Hace
unos meses, se divulgaba en los medios masivos la versión correspondiente a
2014 de la lista que cada año desde 1987 publica la revista yanqui Forbes, enumerando a los magnates cuya
fortuna individual, o del clan familiar que rigen, supera los mil millones de
dólares (cifra que en castellano también llamamos millardo, mientras que en
inglés es billion).
Con
precavida discreción, este catálogo excluye a “padrinos” de negocios claramente
ilegales, a integrantes de familias reales o a dictadores y otras estrellas
refulgentes de la corrupción política, pero de todas maneras es un indicador
bastante ilustrativo de quienes integran la
crème de la crème del capitalismo mundial. Estar allí es ahora magno blasón
de prestigio y poder, bastante más valorado como tal que el obsoleto Almanaque
de Gotha, así que a pesar de las discrepancias y observaciones que puedan
apuntarse respecto a estimados de fortuna para tal o cual de los reseñados,
cabe aceptar como vigente lo que refleja.
Ahora
bien: ¿quiénes son los potentados criollos merecedores de estar allí? Revisamos
los rankings de Forbes a partir de 1999, extrayendo los datos y años más
significativos sobre esos personajes. Con esos datos construimos el cuadro
anexo, respecto al cual aclaramos que Gustavo Cisneros y Lorenzo Mendoza han
figurado en cada lista de mil-millonarios de los últimos 15 años, mientras Juan
Carlos Escotet solo aparece en ese grupo para 2013.
De
este cuadro y en relación con la situación político-económica de Venezuela en
el período, no parece que el montaje del “socialismo bolivariano” haya sido
obstáculo que menguase el acopio de riqueza por los más grandes grupos
burgueses del país, lo que en términos globales se percibe viendo cómo la suma
de lo que mostraban para los años del comienzo del período es claramente menor
al monto de los años finales. Por cierto que hay un declive notable en esa suma
entre 2007 y 2009, pero eso obedeció a la gran crisis financiera mundial de
2008 más que a cualquier factor nacional. De hecho, esa crisis se reflejó en la
propia lista Forbes, que para 2009
tuvo una evidente disminución en cantidad de integrantes y cuantía de sus
fortunas.
En
particular, llama la atención lo ocurrido con el más reciente miembro del club,
J.C. Escotet, cuyo ascenso a ese Olimpo del Capital es la más fehaciente
expresión de lo bien que han ido las cosas para la oligarquía de las finanzas
en el país. Este personaje ha sido uno de los beneficiarios por excelencia de
cómo el sector bancario ha sido privilegiado y consentido por el Estado
venezolano en estos “tiempos de revolución”, pues cuando un gobierno multiplica
su gasto improductivo y se hunde en corrupción e ineficiencia, como ha sucedido
aquí, termina queriendo jugar al aprendiz de brujo con esas manipulaciones
financieras cuyos efectos negativos hoy sufrimos la gran mayoría de quienes
vivimos en este país, pero que serían el secreto tras la promoción feliz de
Escotet a las Grandes Ligas de la burguesía globalizada.
Con
ese ejemplo a seguir, no nos extrañe que algún otro exponente patrio de la
banca y la boliburguesía aparezca en próximas ediciones de ese anuario,
especialmente considerando tanto a la inequívoca vocación del gobierno de
Maduro por seguir ejecutando las mismas políticas que tan bien han servido para
la concentración de capital en pocas manos privadas, como a las amorosas (¡y
correspondidas!) aproximaciones que ha tenido con la Santísima Trinidad de los mil-millonarios
criollos, dejando claro que esa es la clase de gente con quien en verdad
quiere, necesita y promueve la paz, el diálogo y el amor.
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