Huascar Rodríguez
El
antifutbol es como el anticlericalismo: una causa perdida. Pero aun así, como
el anticlericalismo, es una causa que vale la pena. Debe quedar claro desde un
principio que no me opongo a la práctica lúdica de cualquier tipo de actividad
física. Lo que entiendo por antifutbol es el rechazo a la práctica futbolística
institucionalizada y profesionalizada mediante clubs y/o mediante
"selecciones nacionales" porque ello deriva inevitablemente en formas
piramidales de organización, en una mercantilización salvaje, en la exaltación
de la cultura televisiva y en el nacionalismo en su peor versión: el
chauvinismo y el fascismo.
En
contraste con lo que muchos nos quieren hacer creer, varios estudiosos han
demostrado que los deportes tal como los conocemos hoy no tienen sus orígenes
en la antigüedad, sino más bien se trata de prácticas plenamente modernas y
articuladas a un tipo muy concreto de economía. Es evidente la estrecha
dependencia histórica existente entre los deportes y el capitalismo. Las
íntimas relaciones entre las prácticas deportivas institucionalizadas y el
capitalismo explican por qué los deportes modernos aparecieron por primera vez
en Inglaterra coincidiendo con los inicios de la revolución industrial, tal
como ha demostrado Richard D. Mandell en su Historia
cultural del deporte. Pasa que el capitalismo naciente entre los siglos
XVIII y XIX necesitaba ejercer el poder sobre los cuerpos (lo que Foucault
llamó disciplina) y ello tenía que ver con la imposición de un espíritu de
obediencia, destrezas controladas y cierta racionalidad, por lo cual la
educación física, la eugenesia y los deportes asumieron un rol cada vez más
protagónico en las instituciones e incluso en la vida cotidiana.
Pero
ni siquiera es necesario meterse en disquisiciones históricas o teóricas para
observar el papel ideológico reaccionario que desempeñan los deportes, y
especialmente el futbol, en la conservación y reproducción del capitalismo y de
los estados. ¿Cuáles son los mensajes o valores que transmite el futbol?:
consumismo ciego, pasividad, chauvinismo, intolerancia y machismo.
Resulta curioso repasar las ideas de
los pro-futbol. Hay muchos académicos, e incluso izquierdistas tipo Galeano,
que dicen: "pero el futbol también es popular". Yo pregunto: ¿desde
cuándo lo popular es sinónimo de emancipación? ¿Acaso el fascismo no era
popular? Afirmar que el futbol es parte de la cultura popular no invalida el
argumento de que dicha práctica deportiva mediatizada por el capital es una
forma de dominación y de conservación de un régimen global opresivo y autoritario.
Además ¿las clases altas no son futboleras al igual que lo es "la
plebe"? Otros dirán: "pero el futbol es un fenómeno y un objeto muy
interesante para las ciencias sociales". Seguramente los "sociólogos
del deporte" y otros especímenes de la fauna de las ciencias sociales,
incluyendo a Norbert Elias, podrán
solazarse en analizar a las barras bravas o lo que sea que tenga que ver con el
futbol y los deportes, pero eso no tiene nada que ver con lo que aquí pongo en
cuestión y tampoco invalida mi argumento.
Por
otra parte existe otro tipo de personas, muchas académicas y también
izquierdistas, que ven en el futbol un "arte", una
"ciencia" o incluso "poesía". Ello por las piruetas que
ciertos hombres -siempre hombres y no mujeres- hacen con una pelota. No
obstante, desde otro punto de vista, las piruetas de un street skater o de un
snowborder marginal podrían ser igual o más "poéticas" que las que
realiza Messi o cualquiera de esos multimillonarios con nula capacidad de
reflexión a quienes adoran determinadas multitudes fanatizadas y enajenadas. Finalmente
hay otras gentes que dicen: "el futbol es una terapia donde los estresados
se liberan al gritar e insultar al árbitro" y "además el futbol es
también una identidad". Si bien el futbol quita el stress a algunos
también puede ocasionar lo opuesto: tensión y decepción (recuerden los
suicidios del maracanazo). Asimismo, existen varias formas desahogo y de
terapia más allá de ir al stadium: desde asistir a un concierto grindcore hasta
salir a correr. Respecto a que el futbol es una identidad eso es innegable. Sin
embargo, no existe la identidad futbolera por sí misma: las gentes tienen
varias identidades y son rockeras o indígenas así como son fanáticas de boca juniors
o darks a la vez. Es decir que la identidad futbolera casi nunca es la única ni
la más determinante en la vida individual o colectiva.
En
una palabra, el futbol es, o debería ser, incompatible con toda persona que profesa
el cambio social, critica el capitalismo o simplemente aspira a vivir una vida
menos mediatizada por el autoritarismo. El futbol es dominación de los cuerpos,
pero al mismo tiempo es dominación ideológica: una dominación de las mentes.
Pensando en Bolivia, no es casual que Evo Morales sea futbolero y que una de
sus políticas sea la construcción de "elefantes blancos" destinados a
las prácticas deportivas, privilegiando tales infraestructras, sumamente
costosas, antes que garantizar y/o mejorar el acceso a agua potable, alimentación
sana, reciclaje, salud, educación de calidad o servicios básicos en general,
tareas que, supuestamente, debería llevar a cabo un gobierno del
"socialismo del siglo XXI" que como sabemos es una farsa.
Dicho
de otra forma, el futbol es la forma más tiránica y las más contundente que
tiene el capitalismo para legitimarse y reproducir la dominación social y
económica de unas clases sobre otras. El futbol inculca sentimientos
nacionalistas y estatalistas, y también promueve el consumismo y la pasividad.
La tiranía del futbol genera una alienación tal que opera como un bálsamo imaginario
y televisivo frente a la miseria del mundo. El futbol es un dispositivo
disciplinario e ideológico con componentes fascistas. El futbol es patriarcal y
machista (aunque existiera -¿existe?- un mundial de futbol femenino éste nunca
alcanzará las dimensiones del "verdadero" mundial, es decir del de
los hombres porque el futbol, en última instancia, es un deporte "de
machos". Además el futbol, casi por definición, asigna a las mujeres una
posición subalterna y decorativa). El futbol es el nivel más aberrante de la
sociedad del espectáculo. Es una forma en que el sistema dice: "todo es
una mierda pero todo está bien".
Estos
temas son, o al menos eran hasta hace poco, un tabú en medios radicales y
críticos. Piensen en el mundial de futbol de Argentina llevado a cabo en plena
dictadura militar. Aquél mundial, que ganó Argentina probablemente con trampas,
sirvió para legitimar un régimen asesino y reaccionario, evento que los
izquierdistas argentinos han debatido poco. O piensen en el mundial más
reciente que ganó España y que en la península ibérica generó que vascos,
catalanes, gallegos y andaluces sean "un solo pueblo" bajo la ignominiosa
bandera española, incluyendo a okupas y anarquistas con pocas excepciones.
No
obstante el próximo mundial, quizá por primera vez, está generando una
conciencia crítica muy fuerte y esperanzadora: Brasil, uno de los países más
futboleros del mundo, de pronto tiene miles de personas antifutbol en las
calles dispuestas a manifestarse contra el espectáculo mundialista que se
acerca. Muchos dirán: pero esos manifestantes no son antifutbol, simplemente reclaman
atención de su gobierno para obtener mejores condiciones de vida. En mi
perspectiva son antifutbol por el sólo hecho de que se oponen al mundial,
criticando también, en varios casos, a una institución siniestra y corrupta
llamada FIFA.
En
fin, nada de lo aquí dicho es una novedad pero ojalá que los indignados de
Brasil y del mundo incendien los stadiums.
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