Humberto Decarli
Venezuela se encuentra en un total colapso económico y social. Cómo entender lo sucedido en el país cuando el barril de petróleo, prácticamente el único producto del cual dependemos absolutamente, trasciende los 100 dólares americanos. Cómo puede no haber recursos financieros para atender la economía importadora instalada si teóricamente hay un excedente de ingresos.
La respuesta tiene muchas facetas. Primero, la exacerbada deuda externa e interna, inexplicable si tenemos abundancia de petrodólares. Segundo, la expansión del gasto público a límites demenciales sobre todo en época de elecciones. Tercero, una burocracia incrementada a 2,5 millones de empleados públicos aunado a 1,5 millones de clientes de las misiones. Cuarto, una política exterior fundada en estímulos económicos para conseguir adeptos como por ejemplo Petroandina, Petrocaribe y Petrosur, amén de los empleados directamente para auxiliar y mantener ONG y grupos de la izquierda mundial sobre todo la europea y la americana. Quinto, el flujo financiero destinado a Cuba el cual es inauditable. El Universal publicó el pasado domingo la información de haberse enviado 18 mil millones de dólares hacia la antilla mayor sin ninguna justificación, vale decir, son vulgares donaciones. Se sabe que es más pero gracias a la investigaciones de Mesa Lago se puede al menos conocer esta cifra. Sexto, la estafa de las empresas de maletín que a través de Cadivi esquilmaron veinte mil millones de dólares. Séptimo, el destino desconocido de más de 80 mil millones de dólares que PDVSA no ingresó al país.
Por supuesto, ante este cuadro dantesco la nación debe estar fallida y ha crecido la pobreza y no se han cumplido las metas del milenio. El mito chavista de la disminución de los pobres es endeble porque siempre en Venezuela cuando hay bonanza se da el espejismo de la disminución de los desposeídos. Ya ocurrió en 1973 con C.A. Pérez y en 1978 con Luis Herrera. De tal manera que hasta el coeficiente de Ginni se ve reducido ante semejante avalancha dineraria y no es por estar en socialismo, Simplemente unos ingresos impresionantes. Si a esta política económica cuya teleología es el fracaso le adicionamos la desmoralización del Estado apreciamos cómo un personaje como el "gordo Bayón" era un mediador en las discusiones en Sidor. El país de los pranes, los malandros, del capitán Bolívar y Eladio Aponte, expresando la ausencia total de compromiso ético.
La desigualdad siempre ha existido en Venezuela porque desde siempre un pequeño grupo tiene excesivamente y demasiada gente nada tiene. Ese ha sido la trayectoria de la estructura social venezolana desde la colonia y la independencia. Pero el resentimiento ha existido también, Si no, José Tomás Boves no hubiese sido el primer líder popular nacional y en la guerra de Federación no se hubiera planteado perseguir a los blancos y a quienes supieran leer y escribir. Pero el caudillo de Sabaneta tuvo el éxito de incentivar ese oscuro sentimiento y alcanzó la mayor eficacia. Ahora hay un odio manipulado aunque el chavismo es quien más ha favorecido a los sectores económicos poderosos en desmedro de la gente condenada a mendrugos miserables. Inflación, escasez, desabastecimiento, inseguridad y resentimientos. Son los efluvios de un populismo de naturaleza fascista que está gobernando a Venezuela con la gran suerte de contar con una oposición hecha a la medida, colaboradora y clientelar. Además, los cubanos, a sabiendas de la formación macarthista de la fuerzas armadas, siguieron la conseja napóléonica; ningún general aguanta el cañonazo de un millón de francos. De esa forma se ha conformado un modelo de poder actualmente solo sostenido por la fuerza y la coacción.
Venezuela se encuentra en un total colapso económico y social. Cómo entender lo sucedido en el país cuando el barril de petróleo, prácticamente el único producto del cual dependemos absolutamente, trasciende los 100 dólares americanos. Cómo puede no haber recursos financieros para atender la economía importadora instalada si teóricamente hay un excedente de ingresos.
La respuesta tiene muchas facetas. Primero, la exacerbada deuda externa e interna, inexplicable si tenemos abundancia de petrodólares. Segundo, la expansión del gasto público a límites demenciales sobre todo en época de elecciones. Tercero, una burocracia incrementada a 2,5 millones de empleados públicos aunado a 1,5 millones de clientes de las misiones. Cuarto, una política exterior fundada en estímulos económicos para conseguir adeptos como por ejemplo Petroandina, Petrocaribe y Petrosur, amén de los empleados directamente para auxiliar y mantener ONG y grupos de la izquierda mundial sobre todo la europea y la americana. Quinto, el flujo financiero destinado a Cuba el cual es inauditable. El Universal publicó el pasado domingo la información de haberse enviado 18 mil millones de dólares hacia la antilla mayor sin ninguna justificación, vale decir, son vulgares donaciones. Se sabe que es más pero gracias a la investigaciones de Mesa Lago se puede al menos conocer esta cifra. Sexto, la estafa de las empresas de maletín que a través de Cadivi esquilmaron veinte mil millones de dólares. Séptimo, el destino desconocido de más de 80 mil millones de dólares que PDVSA no ingresó al país.
Por supuesto, ante este cuadro dantesco la nación debe estar fallida y ha crecido la pobreza y no se han cumplido las metas del milenio. El mito chavista de la disminución de los pobres es endeble porque siempre en Venezuela cuando hay bonanza se da el espejismo de la disminución de los desposeídos. Ya ocurrió en 1973 con C.A. Pérez y en 1978 con Luis Herrera. De tal manera que hasta el coeficiente de Ginni se ve reducido ante semejante avalancha dineraria y no es por estar en socialismo, Simplemente unos ingresos impresionantes. Si a esta política económica cuya teleología es el fracaso le adicionamos la desmoralización del Estado apreciamos cómo un personaje como el "gordo Bayón" era un mediador en las discusiones en Sidor. El país de los pranes, los malandros, del capitán Bolívar y Eladio Aponte, expresando la ausencia total de compromiso ético.
La desigualdad siempre ha existido en Venezuela porque desde siempre un pequeño grupo tiene excesivamente y demasiada gente nada tiene. Ese ha sido la trayectoria de la estructura social venezolana desde la colonia y la independencia. Pero el resentimiento ha existido también, Si no, José Tomás Boves no hubiese sido el primer líder popular nacional y en la guerra de Federación no se hubiera planteado perseguir a los blancos y a quienes supieran leer y escribir. Pero el caudillo de Sabaneta tuvo el éxito de incentivar ese oscuro sentimiento y alcanzó la mayor eficacia. Ahora hay un odio manipulado aunque el chavismo es quien más ha favorecido a los sectores económicos poderosos en desmedro de la gente condenada a mendrugos miserables. Inflación, escasez, desabastecimiento, inseguridad y resentimientos. Son los efluvios de un populismo de naturaleza fascista que está gobernando a Venezuela con la gran suerte de contar con una oposición hecha a la medida, colaboradora y clientelar. Además, los cubanos, a sabiendas de la formación macarthista de la fuerzas armadas, siguieron la conseja napóléonica; ningún general aguanta el cañonazo de un millón de francos. De esa forma se ha conformado un modelo de poder actualmente solo sostenido por la fuerza y la coacción.
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