Pedro Beltrán
El 12 de febrero en la noche, después de la
noticia del asesinato de las primeras tres personas en las manifestaciones de
ese día (los estudiantes Bassil Da Acosta y Roberto Redman y el agente doble de
Policaracas/colectivo armado Juan Montoya, que hoy sabemos fueron victimizados
por el gobierno) la coalición partidista opositora Mesa de la Unidad
Democrática (MUD) realizó una rueda de prensa. En ella opinaron sobre los
acontecimientos y, antes de finalizar, declararon: “Vamos, en señal de duelo, a
suspender por tres días nuestras actividades públicas, como un signo del dolor
que albergamos, que siente hoy todo el pueblo venezolano. La MUD condena, sin
reserva la violencia, sin reserva alguna. Si un cambio propones en Venezuela,
es uno para que todos los venezolanos podamos progresar en paz", declaró
Guillermo Aveledo. La MUD, que hasta ese momento había cuestionado las
protestas que se venían realizando en el país –especialmente porque ellos no
las controlaban ni dirigían- esa noche, a calzón quitado, exigía a la base
opositora, sencilla y claramente, su desmovilización. Esa noche Aveledo había
escogido cuidadosamente a sus acompañantes para realizar dicha petición: No
eran los dinosaurios de los partidos, sino los rostros “nuevos” (Stalin
González y Miguel Pizarro), los diputados cuyo origen era el movimiento
estudiantil que ese día había protagonizado 16 marchas en todo el país. Por
esta razón la petición de quedarse en casa no iba dirigida a la “base
opositora” en general, sino especialmente a sus miembros más jóvenes.
Lo que sucedió al día siguiente, 13 de febrero, fue ejemplar. No solamente continuaron de manera intensa las protestas en todo el país, desafiando las amenazas proferidas por Nicolás Maduro y el alto gobierno, sino especialmente desoyendo a quienes hasta hacía poco habían insistido en el chantaje de “la unidad” para monopolizar –y homogeneizar debemos agregar- el movimiento de contestación al bolivarianismo. La rebelión no era sólo contra el madurismo en el poder, sino que comenzaba a ser una disidencia total contra hasta quienes ese momento representaban el status quo en el país. Sólo había que acercarse un poco a dichas dinámicas de protesta en la calle para constatar el surgimiento de las oposiciones, en plural, y escuchar el cuestionamiento a todos los partidos políticos en general. Todos.
La MUD, politiquera al fin, fue obligada con el pasar de los días a sumarse a las manifestaciones, realizando ella misma algunas convocatorias días después en la ciudad de Caracas. Pero en esas jornadas en que había guardado silencio frente a las protestas, o cuando sus voceros criticaban a quienes habían tomado la iniciativa de estar en la calle, cambió cualitativamente la relación de la base opositora con los partidos. La crisis de representatividad, de sintonía entre unos y otros, se mostró en todo su esplendor. Para algunos, la calle fue un proceso de toma de conciencia que no había permitido la mediatización de los medios de comunicación y la propia MUD. La gente entendió que “la Mesa” era una plataforma electoral que servía para canalizar el voto antichavista, pero no para acompañar las luchas por las necesidades de los siempre jodidos. Y como nadie aprende por experiencia ajena, fueron testigos de cómo sus referentes empresariales no tuvieron problema en dialogar y negociar con Nicolás Maduro, que existía algo llamado Guardia Nacional Bolivariana que cuidaba los intereses de los poderosos y reprimía a los disidentes, que en las cárceles de este país se extorsiona y se humilla a quienes son confinados en ella, que la justicia se vende al mejor postor, que en general para los políticos nacionales e internacionales no existen “valores” que atender, sino intereses que cultivar.
Es cierto que en las protestas de los últimos meses hay de todo. Sólo quienes ven los acontecimientos por Telesur no se dan cuenta de ello: Desde las tendencias más conservadoras y reaccionarias, hasta quienes hartos del pasado y del presente buscan desesperadamente un cambio de la situación. Y esta diversidad dentro de la base no bolivariana es exactamente la misma que uno podría ubicar en la base madurista-chavista. Sin embargo es difícil que por ahora el malestar en la calle tenga como referente a la izquierda tradicional si esta, en su totalidad –incluyendo a quienes dicen ser “críticos del chavismo”- repiten las matrices de opinión fabricados en Miraflores y acusan a toda la gente en la calle de ser “borregos de la derecha” y callan ante la represión y las torturas. Hasta ahora la protesta ha sido existencial y ha comenzado a recomponer la confianza de un sector de la población en sus propias posibilidades. Desde 1999 no se han dado mejores condiciones para difundir contenidos de rebelión contra lo establecido, en momentos en que los partidos políticos opositores están señalados como corresponsables de la situación, hay toda clase de recelos contra los mecanismos del poder y hay oídos receptivos a toda clase de propuestas. Y si las que se escuchan son las de los sectores más conservadores, es sencillamente porque los revolucionarios hemos dejado que los espacios sean ocupados y utilizados por otros.
Debemos estar preparados para la
conflictividad inminente, la cual será protagonizada por otros actores en
rechazo a las consecuencias del paquetazo económico madurista. Para esto
tendremos presentes las palabras de Tomás Ibañez: “Las prácticas de lucha
contra la dominación están cambiando al tiempo que cambian las formas de
dominación; y eso es absolutamente normal porque las luchas se ven siempre suscitadas
y definidas por aquello contra lo que se constituyen. Son las nuevas formas de
dominación aparecidas en nuestras sociedades las que engendran las resistencias
actuales y les dan la conformación que tienen”. Siempre lo revolucionario es la
voluntad de romper dispositivos de dominación concretos y situados, el esfuerzo
para bloquear el poder en sus múltiples manifestaciones, y la acción para crear
espacios que sean radicalmente ajenos a los valores del sistema y a los modos
de vida inducidos por el capitalismo, por ahora en nuestro país bajo la forma
del madurismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.