Rafael Iribarren
Maduro trancó el diálogo político.
El diálogo político, con la MUD, se trancó, propiamente fue
trancado por Maduro: o, igual provocó que se trancara; porque las condiciones
que en marzo propiciaron y viabilzaron su convocatoria, cambiaron. Hoy no
existen. Al contrario, las existentes lo hacen imposible.
Fue quién lo promovió.
Cierto que fue Maduro
quien promovió y forzó el
diálogo; de hecho quién lo impuso; el diálogo general y particularmente el
político. Que era; y sigue siendo, hasta de vida o muerte para él; su única
posibilidad de lograr alguna gobernabilidad en el marco de la crisis nacional;
sin capacidad ni base propias; y sometido al saboteo y entrabamiento de su
gestión desde la mayoría de los chavismos. Buscando algún grado de consenso con
sectores de la oposición en espacios
político-institucionales, gobernaciones, alcaldías, fuera de la presión
interna. Lo reactivó en marzo en el marco del claro apoyo pero condicionado de
UNASUR. Con el aliento que le significó, la neutralización en febrero del golpe
de la derecha endógena chavista, contra él; la “contraofensiva fulminante
antifascista”. Y la recuperación
progresiva de la iniciativa en la calle, con el cambio del patrón, de la
represión contra la protesta al lograr sustituir la GNB por la PNB. Y, con la
importante y fluida interlocución con representantes de los más importantes
sectores empresariales del país. Además y, aparte del dialogo con la MUD,
estrictamente político. Los diálogos de marzo, parecían apuntar en la
perspectiva de que el gobierno de Maduro lograra un cierto ritmo hacia alguna
mejora de la situación del país.
Hoy no ya hay condiciones para el diálogo.
Hoy, aquellas condiciones no existen. Los diálogos
económicos en general y político-administrativos, sobre aspectos dspecíficos de
la gestión pública, hasta hoy aún se mantienen; aunque ralentizados por la
falta de implementación de los acuerdos por parte del gobierno, que es a quién
toca la iniciativa y los aportes concretos. A
la vez que, también, en el diálogo político se avanzó importantemente;
según declararon ambas partes; según,
mostrándose, por parte de quienes lo representaban, la disposición de Maduro a
hacer algunas concesiones y llegar a algunos consensos. Pero la confrontación
interna y el cuestionamiento general a él mismo y a su gestión; que, según,
está significando la pérdida del “legado de Chávez”; se intensificó y agrió;
para algunos, a partir del arranque del “proyecto Maduro”. Esto en el marco
del estancamiento la parálisis del
gobierno y las continuadas protestas sociales generalizadas diarias. Junto a
que aunque neutralizó el golpe de la derecha endógena chavista, luego, no
desmontó su estructura conspirativa; no
remató. De lo que resultó la
conformación de una correlación interna de poder en los chavismos, emparejada;
en la que ninguno de los grupos o
alianzas de Poder chavistas, está en condiciones de imponerse a los demás. Ni
de desentenderse, abrirse, o romper la unidad táctica interna, de
sobrevivencia, en que se mantienen.
Todos los chavismos están contra Maduro; que no tiene base propia; y que
no dispone sino del poder fáctico del control de la FAN y del Presupuesto
Nacional. Evidenciado ello en la militarización sin límite ni sentido de su
gobierno. Siendo formalmente el Presidente;
no está en condiciones de imponer en general, nada; y menos algo que
choque a los demás chavismos; o que, por
cualquier motivación y con cualquier retórica, pueda aprovecharse para su
cuestionamiento interno. Aparte de que fuera
un error, una precipitación, para algunos; luce imposible que Aveledo,
de la MUD se hubiera lanzado a anunciar una inminente decisión sobre Simonovis;
sin una base concreta dada en la mesa del diálogo por los negociadores
oficiales. El incidente evidenció, la
absoluta debilidad y falta de poder concreto de Maduro; y la actitud de los
chavismos a impedirle cualquier éxito o resultado.
Débil, sin poder,
en manos de sus enemigos endógenos.
Los costos políticos de provocar la suspensión del diálogo;
de haber colocado a la MUD en trance de levantarse de la mesa por un mínimo de
coherencia y dignidad; se cargan todos a Maduro; que ahora está más entrampado
y con menos iniciativa que nunca. Más débil y en manos de sus enemigos
endógenos; a pesar del control fáctico que muestra tener de la situación
interna de la FANB. Con una presión
internacional menos intensa y apremiante, pero más condicionante; más crítica y
escéptica de su gestión. Y enredado en la maraña chavista interna, obligado a
negociar sin casi margen de maniobra, para lo que sea que se proponga.
Del discurso del golpe al del magnicicio.
Bien indicativo de lo cerrado del cuadro interno en que está
Maduro ha sido el cambio en el discurso sobre la desestabilización a que,
según, está sometido su régimen. Entre febrero y abril, supuestamente, la
desestabilización era mediante un golpe; o de varios; de los que nunca hubo ni hay ninguna información
consistente. Desde la ruptura del
diálogo político con la MUD en abril; el tema pasó a ser el magnicidio.
El chavismo, sin pena ninguna, siempre ha manejado lo del
supuesto magnicidio. Pero casi siempre
asociado, o como componente de un golpe. Lo llamativo de su manejo ahora; es
que, luego de meses de hablar y hablar
de golpes; de generales conspiradores presos; de decenas de oficiales
investigados, etcétera; de destituciones de mandos militares. Luego; de buenas
a primeras, deja de hablar de golpe; y el discurso se concentra en el supuesto
magnicidio; armándose todo el tinglado y
una movilización oficialista ante él y sus supuestos responsables. Con la
particularidad muy significativa, de que la voz cantante, el protagonismo, lo
llevan, no como debía ser el MIJP, Rodríguez Torres; ni Maduro; el gobierno.
Sino Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello como dirigentes del PSUV.
En el magnicidio no hay militares.
Evidentemente, hablar de “golpes” el chavismo, luego de diez
años largos de chavistización de las FAN; primero, es un contrasentido puesto
que cualquier golpe tendría que ser dado por militares chavistas o
identificados como tales. Y, segundo su denuncia se hizo siempre sin una dirección interlocutoria clara, hacia dónde y a quién se hacía; ni sobre a quien se denunciaba. Ni a quién se
estaba advirtiendo que se le tenía
precisado. Lo que induce, sin opción, a la conclusión, de que el golpe que se denunciaba no era de fuera
del chavismo; sino endógeno, interno de militares chavistas, contra el
gobierno, contra Maduro. Al hablar de magnicidio como se hace ahora; se habla
de una supuesta operación, solo de civiles. En la que, hasta hoy, no hay ni se señala que haya, militares
involucrados. Ni se menciona como posibilidad
Fuera de juego la MUD oposiciones y chavismos negocian.
Por su parte, tanto el impulso e inicio del diálogo, como su
suspensión, muestran la inconsistencia y, digamos, crisis de la oposición. “Digamos”,
porque no puede ser diferente. Nada nuevo. Sin iniciativa ni capacidad real
concreta de confrontación. Sin bases reales. Ni siquiera parlamentarias. Un
ente estrictamente electoral. Así como en el dialogo, la MUD involucró solo un
sector de la oposición; hasta con el rechazo de la mayoría. En su suspensión
solo ella que involucrada y afectada. Fuera de juego. Se conoce de
vínculos activos y negociaciones concretas entre sectores oposicionistas y
chavistas; que se están dando al margen e independientemente de ella. Lo que,
siendo una desventaja para Maduro, que deja de ser el factótum de cualquier
eventual acuerdo con la oposición; se constituye en una ventaja para otros
chavismos que establecen sus negociaciones con sectores de ella, no atados a
ninguna política unitaria; por lo demás inexistente.
En el post-chavismo, los chavismos, un desecho, siguen
siendo el epicentro de la crisis nacional.
Viene al caso repetir como indicativo de lo profundo de la
crisis nacional; que a pesar del desecho que hoy es el chavismo, o, los
chavismos; que a pesar de su crisis y
confrontación internas; siguen siendo el
epicentro de la crisis nacional y su dinámica. La oposición no cuenta; ni en la
sociedad en su conjunto hay capacidad concreta de confrontación con el Poder.
Que Maduro, jefe del gobierno y con el control fáctico de la dinámica de las
FANB; haya tenido que bajar la guardia en su iniciativa clave de diálogo
político; que acepte hacer el ridículo y ser desautorizado desde los mismos
chavismos. A pesar de haber neutralizado
a al más agresivo de ellos, la derecha endógena chavista, 4-febrerista. Y,
todavía más; que ahora se vea forzado a convocar y darle espacios
burocráticos a los chavismos no psuvistas; convocando la primera reunión del
GPP desde la muerte de Chávez. Evidentemente buscando compensar su debilidad y
falta de bases propias, con alianzas internas con civiles; hasta ahora
descartadas. Apunta al punto crítico; realmente el más dramático en la historia
del chavismo; ya en el post-chavismo. El momento y punto que para los chavismos
es la inminente y ya impostergable
designación de los nuevos rectores y magistrados del CNE y el TSJ.
Clave para salir de la crisis, un CNE equilibrado.
Precisamente.
Con razón se ha dicho
que la clave para salir de la crisis nacional está, o estaría, en la
designación de un CNE equilibrado. Tan es así que ello significaría el fin de
los chavismos. Eso es claro. Y los chavistas, sus cúpulas, concretamente las
que controlan el sistema electoral; son quienes más claro lo tienen. Por lo que
lo previsible, a pesar de, o precisamente, por, su crisis interna, es que en su
constitución, previsiblemente y en el contexto actual, no van a ceder ni un
milímetro. De tal forma que, sea en la
AN, sea mediante la acción del TSJ; el próximo CNE resultará igual o más cerradamente controlado aún por
los chavismos que el actual. El reciente dictamen del TSJ; aprovechando oportunamente una vieja demanda engavetada; de que los
rectores electorales seguirán en sus cargos hasta ser reemplazados por la AN;
parece obviamente dirigida a refrescar al país, pero sobre todo, a las cúpulas chavistas; que él es la última
instancia de su designación en caso de que no haya los dos tercios de parlamentarios
que aprueben los nuevos rectores. Las declaraciones de voceros chavistas no
dejan lugar a dudas. Lo menos que hay que esperar es que de los tres nuevos
rectores a designar, dos, y ya están los candidatos, serán tan chavistas o más que los actuales. Y que, dentro de los
chavismos, ni la última palabra ni el peso principal, en la decisión de quienes
sean en definitiva, la tenga Maduro. Sino quienes controlan, o están aliados en
el control de la dirección del PSUV la AN y el TSJ.
Control del CNE y el TSJ; tanto sobre la oposición, como
internamente.
Naturalmente que el diálogo político con la MUD, menos
todavía uno eventual con la oposición, imposible en conjunto, podía mantenerse.
Sobre todo siendo que el tema central, el punto crítico, de la agenda de la
mesa de diálogo político, era, o sería, precisamente, el de la renovación de los poderes;
concretamente del CNE y el TSJ Además
de lo arriba referido, de las negociaciones que se estarían haciendo por
separado, de los chavismos con varias oposiciones; dentro de éstos la lucha
interna e inevitablemente las alianzas y
negociaciones por el control de esos componentes clave del sistema
electoral, del poder electoral chavista; estrecha el margen de negociación y
concesiones a la oposición.
Maduro sin poder; el chavismo hacia su hora de la verdad.
Simonovis un pretexto perverso.
Aparente y lógicamente, ya nadie se hace ilusiones. El
diálogo político, no es que está trancado; es que se trancó, se cerró. Se
terminó. Maduro no tuvo poder para mantenerlo ni ahora tendría para
reiniciarlo. No tiene poder para nada
importante. Los chavismos van hacia su
momento más crítico. Hacia su hora de la verdad La de mantener o ceder el control total,
absoluto que hasta ahora ha tenido del sistema electoral nacional. Sobre lo que ni siquiera como saludo
a la bandera discutirá realmente ni en la AN ni en ningún otros espacio;
llámese “Mesa de Diálogo” o como sea. Le es de vida o muerte no ceder ni un
milímetro. Simonovis ha sido, perversamente, una bandera y tema retórico en las
luchas internas chavistas. Ahora fue el pretexto para provocar la suspensión del diálogo
Caracas junio 2014.-
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