Oscar Bastidas D.
Una caja de ahorro, como toda organización de economía social (OESs), y particularmente como una cooperativa, es constituida voluntariamente por grupos de personas que buscan satisfacer sus necesidades de ahorro y de consecución oportuna de créditos, gracias a una empresa de ahorro y crédito de propiedad colectiva y de gestión democrática. A diferencia de los fondo de ahorros, en los que los patronos regularmente aportan cierta cantidad sobre los montos ahorrados, una caja depende exclusivamente de sus asociados y debe ser autónoma en sus decisiones: no depender de una rosca, de un partido, ni del gobierno.
Obvio, toda caja de ahorro no persigue fines de lucro. Se supone que percibe ahorros de sus asociados a quienes presta con unos intereses que al final, luego de deducidos los gastos, darán yunos excedentes que deben ser distribuidos entre ellos aplicando el valor de la equidad, a quien más ahorró más excedentes le toca; una regla de tres simple en definitiva.
En otros países como Canadá, se denominan cajas de economía, son fuertes y están integradas en una federación que le concede fortaleza para enfrentar amenazas de cualquier naturaleza como las gubernamentales; allá practican, como debe ser, los valores y principios cooperativos. En nuestro país, no es así. Por lógica de OESs,deberían integrarse mediante redes, centrales, uniones o federaciones, tal como las cooperativas, para poseer fortalezas. Siendo ellas de base, es decir de primer grado, esos organismos de integración serían de segundo grado y estarían al servicio de las cajas fundantes, estableciendo sistemas financieros propios para aplicar de mejor manera en proyectos de sus asociados los dineros inmovilizados y no ser simples depositarias de bancos privados o del gobierno. Esos organismos de segundo grado deben surgir de la base, de las cajas que los constituyan, jamás ser impuestos por el gobierno.
Pues bien, el Sr. Maduro, ante la vacía olla de recursos gubernamentales, se propuso impulsar “una ingeniería financiera” para salvar de la debacle la populista Misión Vivienda, pero con los ahorros de años de los asociados a las cajas, que irán a un improvisado Fondo Nacional de Prestaciones Sociales y de Protección de las Cajas de Ahorros de los Trabajadores, invento de escritorio sin obvia participación de los ahorristas pues solo convocará a sus presidentes.
El Sr. Maduro habla de un “segundo milagro” referido a la Gran Misión Vivienda. Quienes durante años monitoreamos los malabarismos gubernamentales con las cooperativas como “puntas de lanza del proceso”, sabemos que este gobierno es el artista de las quiebras, y que así como el mandatario Chávez tiene en su haber el mayor cementerio de cooperativas del mundo, más de 310.000, el Sr. Maduro tendrá el de las cajas de ahorros.
Una caja de ahorro, como toda organización de economía social (OESs), y particularmente como una cooperativa, es constituida voluntariamente por grupos de personas que buscan satisfacer sus necesidades de ahorro y de consecución oportuna de créditos, gracias a una empresa de ahorro y crédito de propiedad colectiva y de gestión democrática. A diferencia de los fondo de ahorros, en los que los patronos regularmente aportan cierta cantidad sobre los montos ahorrados, una caja depende exclusivamente de sus asociados y debe ser autónoma en sus decisiones: no depender de una rosca, de un partido, ni del gobierno.
Obvio, toda caja de ahorro no persigue fines de lucro. Se supone que percibe ahorros de sus asociados a quienes presta con unos intereses que al final, luego de deducidos los gastos, darán yunos excedentes que deben ser distribuidos entre ellos aplicando el valor de la equidad, a quien más ahorró más excedentes le toca; una regla de tres simple en definitiva.
En otros países como Canadá, se denominan cajas de economía, son fuertes y están integradas en una federación que le concede fortaleza para enfrentar amenazas de cualquier naturaleza como las gubernamentales; allá practican, como debe ser, los valores y principios cooperativos. En nuestro país, no es así. Por lógica de OESs,deberían integrarse mediante redes, centrales, uniones o federaciones, tal como las cooperativas, para poseer fortalezas. Siendo ellas de base, es decir de primer grado, esos organismos de integración serían de segundo grado y estarían al servicio de las cajas fundantes, estableciendo sistemas financieros propios para aplicar de mejor manera en proyectos de sus asociados los dineros inmovilizados y no ser simples depositarias de bancos privados o del gobierno. Esos organismos de segundo grado deben surgir de la base, de las cajas que los constituyan, jamás ser impuestos por el gobierno.
Pues bien, el Sr. Maduro, ante la vacía olla de recursos gubernamentales, se propuso impulsar “una ingeniería financiera” para salvar de la debacle la populista Misión Vivienda, pero con los ahorros de años de los asociados a las cajas, que irán a un improvisado Fondo Nacional de Prestaciones Sociales y de Protección de las Cajas de Ahorros de los Trabajadores, invento de escritorio sin obvia participación de los ahorristas pues solo convocará a sus presidentes.
El Sr. Maduro habla de un “segundo milagro” referido a la Gran Misión Vivienda. Quienes durante años monitoreamos los malabarismos gubernamentales con las cooperativas como “puntas de lanza del proceso”, sabemos que este gobierno es el artista de las quiebras, y que así como el mandatario Chávez tiene en su haber el mayor cementerio de cooperativas del mundo, más de 310.000, el Sr. Maduro tendrá el de las cajas de ahorros.
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