Felix Rodrigo Mora
Es previo advertir que para dialogar con quienes apoyan al
chavismo hay una condición, que condenen la tortura en Venezuela. Aquellos que
callan al respecto no son personas honorables y, desde luego, no son
interlocutores válidos.
El chavismo, o “socialismo del siglo XXI”, ha entrado en su
etapa final. Hoy es un movimiento desacreditado, agotado, que tiene ante sí dos
modos de acabar, perder las próximas elecciones o hacer frente a un
levantamiento popular. Incluso si logra sobrevivir su tercera opción es irse
haciendo más y más gris, represivo, casposo.
En sus orígenes fue un proyecto forjado por el ejército y el
gran capital, estatal y privado, para impulsar a Venezuela al rango de potencia
ascendente, desde la situación de país dependiente. Eso demandaba un cierto
nivel de conflicto con EEUU, usar los ingresos petroleros para sobornar a
algunos sectores populares, vincularse a las grandes potencias ascendentes,
China y Brasil sobre todo, pactar con la gran burguesía comunista cubana,
desatar una ola de demagogia populista e incluso urdir una extravagante teoría
sobre un supuesto cambio social, la “revolución bolivariana”.
Chávez, ante todo, fue teniente coronel del ejército
venezolano y el chavismo es una forma de intervencionismo militar. Había que
acumular y concentrar el capital, potenciar la empresa multinacional
venezolana, extraer un máximo de beneficios monetarios del petróleo, lograr la
paz social interior y buscar nuevos aliados internacionales, lo que incluía
entregar “ayudas”, en dinero y especie, a grupos y personalidades amigas en
diversos países, el nuestro entre ellos…
El chavismo mantuvo el régimen parlamentarista y
partitocrático, consciente del callejón sin salida que es una tiranía de
partido único, como Cuba, China o Vietnam, lo que fue inteligente. Pero el parlamentarismo,
en todas sus manifestaciones y en todos los países, es una dictadura política,
porque en ella el pueblo no gobierna. En Venezuela lo hace el partido chavista,
que es también el conglomerado de la nueva burguesía que acumula capital a la
sombra del Estado.
El proyecto chavista incluye concentrar el capital en las
multinacionales y en la industria petrolera, lo que ha desatendido la industria
ligera, artesanía y agricultura, productoras de medios de vida para la
población, siendo esto una de las causas del actual desabastecimiento. Al mismo
tiempo, la política monetaria que realiza, si bien permite el rápido
enriquecimiento de Maduro y sus gentes, es negativa para adquirir alimentos y
otros recursos en el exterior.
Ha sacrificado las necesidades básicas de las clases
modestas a la acumulación de capital. Y ha encanallado hasta tal punto a una
buena parte de aquéllas que las personas ahora se matan entre sí por un puñado
de billetes, perdido todo civismo, respeto, hermandad y criterios éticos. Esto
es lo peor que ha hecho el chavismo.
Ahora Venezuela está endeudada con China, Brasil y otros
países, y el régimen ya no puede derramar sus dádivas ponzoñosas entre la plebe
con la generosidad de antaño. Su proyecto de “construir el socialismo” con los ingresos
por petróleo que le proporcionan el mercado mundial ha fracasado.
Quizá lo que más ha lanzado a las gentes trabajadoras contra
el chavismo es su populachería, mesianismo, matonismo, sordidez, mentiras,
totalitarismo y clasismo, sin ignorar la fortísima represión policial y los
escandalosos privilegios de la nueva burguesía chavista. Por eso el pueblo ha
salido a la calle a verse las caras con los grupos parapoliciales de extrema
derecha que aquél financia, y con su aparato represivo.
Quienes le apoyan irreflexivamente, incluso cuando tortura a
los presos políticos, ahora han de gestionar sus ruinas. Tienen experiencia,
pues llevan muchos años haciéndolo con otras ruinas, de Cuba a Bolivia. Con el
derrumbe de la Unión Soviética en 1991, y luego con la conversión de China en
la gran potencia mega-capitalista del siglo XXI, toda una teoría y práctica del
pretendido cambio social revolucionario ha manifestado ser un enorme fiasco.
La liquidación política del chavismo favorece el ir
construyendo un nuevo proyecto y programa para la revolucionarización integral
de las sociedades. Porque quienes loan al chavismo son los mismos que aquí
siguen fascinados por las propuestas socialdemócratas para mantener el
capitalismo con nuevas formas. Los enemigos de la revolución lo son allí
respaldando al chavismo y aquí negando lo más decisivo, que se necesita una
revolución total, que ponga fin al poder del capital y el artefacto estatal,
que renueve el sistema de valores, que permita la autoconstrucción del sujeto, que
favorezca una nueva espiritualidad, que rehumanice nuestras vidas y que
construya una sociedad libre, autogobernada y autogestionada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.