El Bachaco Rebelde
Siempre incomoda a muchos que la mayoría de los problemas del país terminen siendo politizados, y dicen cosas como en el caso del asesinato de la Miss Mónica Spears: “no queremos que jueguen con la tristeza, no queremos que ésta muerte sea politizada.” Sin embargo, ¿por qué no politizarlo? Eso no es jugar con ninguna tristeza ¿No es la política el medio para el entendimiento de los ciudadanos y la solución de los problemas básicos? Bueno, al menos en teoría. Es necesario tratar de mirar el asunto desde una perspectiva un poco más amplia, ciertamente menos radicalizada en pos de una u otra tendencia política, y luego tratar de sacar conclusiones.
Dejar de lado las susceptibilidades constituye el primer paso a dar. Cuando tenemos un problema, la crítica es lo mejor para poder abrir los ojos y darse cuenta de lo que nuestra visión subjetiva ignora, si nos sentimos heridos ante ella, estamos mal. Quizá el segundo paso sea aceptar que tenemos el problema. El tercero puede ser ahondar sobre todas las posibles causas del mismo, con el fin de disponerse a solventarlos mediante acciones concretas. Si no es así, al menos en la visión de quien escribe, en la percepción de este Bachaco Rebelde, si lo es.
Por un lado el discurso chavista alega que la inseguridad es una herencia de la Cuarta República y de la mentalidad de consumo heredada del neoliberalismo, que nos vende productos a veces inalcanzables, a veces inservibles, haciéndonos pensar que nos son indispensables, cuando en realidad podemos vivir perfectamente sin estos, causando frustración en los que no tienen los recursos económicos para obtenerlos, cuya mente enajenada por el “capitalismo salvaje” los lleva a tomarlos por la fuerza, robando, matando a costa de obtenerlos. Digamos que sí, en parte esto ha ocurrido, y sigue ocurriendo. Lo malo es que este argumento es usado por el oficialismo simplemente para evadir su responsabilidad en el asunto.
No obstante, por otra parte el discurso que se opone al gobierno chavista, considera que la exacerbada importación de armamento militar, millones sobre millones de balas, la amenaza de “no dejar piedra sobre en piedra en el este de Caracas”, como lo decía el padre del PSUV, la constante zozobra inyectada en la mente de millones acerca de una guerra, el letargo de las instituciones encargadas de impartir justicia a la hora de castigar criminales, en contraste con la celeridad para criminalizar a políticos representativos a quienes el gobierno teme, la impunidad, el descuido y maltrato a los reclusos que viven en cárceles deplorables, inhumanas, a la vez que se establece un negocio de drogas y armas dentro de las mismas, encubierto por la complicidad militar y gubernamental, la pobreza, la carencia de oportunidades de trabajo que garanticen una vida digna, que permita cumplir con aspiraciones ciudadanas fundamentales como una vivienda, la corrupción dentro de las instituciones que imparten la ley: policías ladrones y matones, entre otros, son los argumentos esgrimidos para decir que el gobierno de los últimos quince años, ha sido incapaz para solucionarlos. Digamos que sí, esto ha ocurrido en parte, y además, sigue ocurriendo.
Los últimos acontecimientos dejan manifiesto el tamaño del asunto, y ahora vemos con desconsuelo cómo militares, policías y fuerzas del orden público del Estado, se confabulan con motorizados armados, parcializados con el gobierno, para amedrentar y reprimir a estudiantes y sociedad civil que se manifiesta en contra de esta situación, exigiendo solución a estos problemas. Muchos se tapan los ojos, pero basta con ver los videos de lo ocurrido el 11 de febrero en las residencias Monseñor Chacón en Mérida, el robo y la destrucción de carros de personas que se esforzaron para adquirirlos, para constatar la terrible situación. Igual que aquí, son varias decenas de situaciones similares en todo el país, ante la mirada indolente de las autoridades. Tal indolencia, hace ilegítima su autoridad.
Es en consideración a lo anterior, la pregunta inicial de estas reflexiones cobra más fuerza: ¿por qué no politizar este problema si en los últimos días vimos todos los venezolanos como la violencia y el crimen se dirigió encarnizadamente hacia un sector del país que políticamente piensa distinto? ¿Qué hacer ahora que la autoridad es ilegítima, porque no garantiza la seguridad para todos los ciudadanos? Las barricadas, fueron la respuesta de una porción de la población que se sintió y se siente agredida. Sin ánimos de pensar que es la respuesta correcta, por el contrario, somos muchos quienes creemos que estamos tocando fondo cada día más, y que nos llevan cada vez más a la miseria humana, ante nuestra perplejidad, nos hacemos cada día un poco más miserables. Resulta necesario luchar para salir de tal miseria.
[Tomado de El Canto Insurgente # 3, 6/4/2014, en http://elcantoinsurgente.wordpress.com.]
Siempre incomoda a muchos que la mayoría de los problemas del país terminen siendo politizados, y dicen cosas como en el caso del asesinato de la Miss Mónica Spears: “no queremos que jueguen con la tristeza, no queremos que ésta muerte sea politizada.” Sin embargo, ¿por qué no politizarlo? Eso no es jugar con ninguna tristeza ¿No es la política el medio para el entendimiento de los ciudadanos y la solución de los problemas básicos? Bueno, al menos en teoría. Es necesario tratar de mirar el asunto desde una perspectiva un poco más amplia, ciertamente menos radicalizada en pos de una u otra tendencia política, y luego tratar de sacar conclusiones.
Dejar de lado las susceptibilidades constituye el primer paso a dar. Cuando tenemos un problema, la crítica es lo mejor para poder abrir los ojos y darse cuenta de lo que nuestra visión subjetiva ignora, si nos sentimos heridos ante ella, estamos mal. Quizá el segundo paso sea aceptar que tenemos el problema. El tercero puede ser ahondar sobre todas las posibles causas del mismo, con el fin de disponerse a solventarlos mediante acciones concretas. Si no es así, al menos en la visión de quien escribe, en la percepción de este Bachaco Rebelde, si lo es.
Por un lado el discurso chavista alega que la inseguridad es una herencia de la Cuarta República y de la mentalidad de consumo heredada del neoliberalismo, que nos vende productos a veces inalcanzables, a veces inservibles, haciéndonos pensar que nos son indispensables, cuando en realidad podemos vivir perfectamente sin estos, causando frustración en los que no tienen los recursos económicos para obtenerlos, cuya mente enajenada por el “capitalismo salvaje” los lleva a tomarlos por la fuerza, robando, matando a costa de obtenerlos. Digamos que sí, en parte esto ha ocurrido, y sigue ocurriendo. Lo malo es que este argumento es usado por el oficialismo simplemente para evadir su responsabilidad en el asunto.
No obstante, por otra parte el discurso que se opone al gobierno chavista, considera que la exacerbada importación de armamento militar, millones sobre millones de balas, la amenaza de “no dejar piedra sobre en piedra en el este de Caracas”, como lo decía el padre del PSUV, la constante zozobra inyectada en la mente de millones acerca de una guerra, el letargo de las instituciones encargadas de impartir justicia a la hora de castigar criminales, en contraste con la celeridad para criminalizar a políticos representativos a quienes el gobierno teme, la impunidad, el descuido y maltrato a los reclusos que viven en cárceles deplorables, inhumanas, a la vez que se establece un negocio de drogas y armas dentro de las mismas, encubierto por la complicidad militar y gubernamental, la pobreza, la carencia de oportunidades de trabajo que garanticen una vida digna, que permita cumplir con aspiraciones ciudadanas fundamentales como una vivienda, la corrupción dentro de las instituciones que imparten la ley: policías ladrones y matones, entre otros, son los argumentos esgrimidos para decir que el gobierno de los últimos quince años, ha sido incapaz para solucionarlos. Digamos que sí, esto ha ocurrido en parte, y además, sigue ocurriendo.
Los últimos acontecimientos dejan manifiesto el tamaño del asunto, y ahora vemos con desconsuelo cómo militares, policías y fuerzas del orden público del Estado, se confabulan con motorizados armados, parcializados con el gobierno, para amedrentar y reprimir a estudiantes y sociedad civil que se manifiesta en contra de esta situación, exigiendo solución a estos problemas. Muchos se tapan los ojos, pero basta con ver los videos de lo ocurrido el 11 de febrero en las residencias Monseñor Chacón en Mérida, el robo y la destrucción de carros de personas que se esforzaron para adquirirlos, para constatar la terrible situación. Igual que aquí, son varias decenas de situaciones similares en todo el país, ante la mirada indolente de las autoridades. Tal indolencia, hace ilegítima su autoridad.
Es en consideración a lo anterior, la pregunta inicial de estas reflexiones cobra más fuerza: ¿por qué no politizar este problema si en los últimos días vimos todos los venezolanos como la violencia y el crimen se dirigió encarnizadamente hacia un sector del país que políticamente piensa distinto? ¿Qué hacer ahora que la autoridad es ilegítima, porque no garantiza la seguridad para todos los ciudadanos? Las barricadas, fueron la respuesta de una porción de la población que se sintió y se siente agredida. Sin ánimos de pensar que es la respuesta correcta, por el contrario, somos muchos quienes creemos que estamos tocando fondo cada día más, y que nos llevan cada vez más a la miseria humana, ante nuestra perplejidad, nos hacemos cada día un poco más miserables. Resulta necesario luchar para salir de tal miseria.
[Tomado de El Canto Insurgente # 3, 6/4/2014, en http://elcantoinsurgente.wordpress.com.]
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