Por: Ybelice Briceño Linares
Soy de la generación de estudiantes de los ochenta que
tantas luchas protagonizó en la llamada década perdida. Milité en grupos de
izquierda desde el bachillerato hasta la universidad. Participé en marchas y
protestas en defensa del pasaje estudiantil, en contra de la masacre de El
Amparo, de la represión al sacudón, del paquete de medidas neoliberales. La
mayoría de las manifestaciones de aquella época eran pacíficas aunque
recogieran mucha indignación y malestar contra el poder. Aunque algunas
terminaban en disturbios y enfrentamientos con la policía en los que había
piedras, bombas molotv y armas de fuego (en ambos bandos). Pero a pesar de
ello, siempre defendimos el derecho a la protesta. Nos indignábamos cuando los
medios solo cubrían los disturbios violentos y llamaban a los manifestantes
desadaptados. Protestábamos y alzábamos la bandera de los derechos humanos ante
cada atropello, cada asesinato, cada detención.
Ahora miro con sorpresa como algunos de los que militaban en
la izquierda de aquellos años, que están en el gobierno, justifican o niegan
los excesos de la Guardia Nacional o del SEBIN. Y peor aún, veo con estupor
cómo en las filas del “chavismo crítico” todos/as permanecemos callados/as.
La lógica amigo-enemigo, del si no estás conmigo estás
contra mí (con el imperialismo y los “paracos”) se ha instalado entre
nosotros/as. Las “exigencias de la coyuntura” han devenido en una lógica
macabra en la que justificamos cualquier cosa. O, en otros casos, permanecemos
callados/as por temor a sufrir un linchamiento moral por miembros de nuestras
propias filas.
No querer
ver, no querer oír, no querer hablar. Todas las fotos y todos los videos
de guardias reprimiendo son montadas. Todos los manifestantes son fascistas.
Los únicos muertos lamentables son los del chavismo. Los funcionarios
policiales identificados eran infiltrados. Los Guardias Nacionales que han
reprimido violentamente solo estaban respondiendo, los provocaron, se salieron
de sus casillas, recibieron demasiados insultos, llevaban doce horas bajo el
sol.
¿Por qué sacan a la calle a la Guardia Nacional? ¿Acaso no
existen cuerpos del Estado destinados a controlar manifestaciones (pacíficas y
violentas)? ¿Acaso no reciben entrenamiento para eso? ¿Para qué está la Policía
Nacional? ¿De qué sirvió el inmenso esfuerzo de la Comisión de la Reforma
Policial? ¿Para que se inventó la Universidad Experimental de la Seguridad?
Mientras escribo esto echo de menos un gesto como el de
Vanesa Davies cuando denunció los desmanes de la Guardia Nacional en la
tragedia de Vargas. ¿Dónde están los periodistas de investigación? ¿Dónde está
la gente pensante y con criterio propio que no se conforma con repetir
consignas? Dónde los/as intelectuales, pensadores/as y articulistas capaces de
hilar fino en su discurso, de distinguir las prácticas de los opositores
moderados, de los opositores violentos, de los líderes que llaman a la
insurrección, de los no opositores que están descontentos con la inseguridad o
la escasez, del Estado y sus cuerpos de seguridad, cada uno con sus
responsabilidades específicas. ¿Dónde está el chavismo crítico? ¿Dónde están
los militantes capaces de ser consecuentes con sus principios en toda
circunstancia? Todos estamos mudos.
27 de febrero de 2014
Tomado de deslinde2011.blogspot.com.
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