Enrique Contreras Ramírez
Los últimos acontecimientos acaecidos en Venezuela, caracterizados por una
violencia acumulada, es el resultado de
factores y variables que en el orden social, económico y político se veían
venir y que de alguna manera veníamos anunciando, pues los mismos respondían a
una contexto inocultable, originado por
los dos factores de poder que en la actualidad se disputan lo que queda de la
renta petrolera, pues para nadie es un secreto que la misma está en manos del
gran capital, expresada en las llamadas empresas mixtas, como nueva modalidad
de explotación y saqueo de nuestros recursos naturales en ese paradigma de la
economía denominada globalización.
Nadie ignora, que en éste país ser gobierno, significa
manejar los recursos económicos de todos los venezolanos, al antojo de los que
están ejerciendo el poder público. Es un mal que venimos arrastrando desde la
misma colonia, con injerencia, el dominio y el patrocinio de los países que
siempre han tenido vocación imperialista, con el visto bueno, complaciente y
miserable de gobiernos que en el ayer y hoy, se han prestado para tales fines,
traicionando de esta manera los ideales de los que, enarbolando las banderas de
independencia, libertad y justicia, lo dieron todo, inclusive la vida.
UBICANDO EL PROBLEMA
Los factores publicitarios y propagandísticos, han enredado
y entrampado a una población, que por un lado cree, que el actual régimen que
opera en éste país es comunista, bajo el
patrocinio de los hermanos Castro Ruz y por el otro lado, le han sembrado a otro sector de la población
que lo que está viviendo Venezuela, es una revolución que favorece a las clases
más desposeídas. Ambas falacias, son la expresión de intereses geopolíticos que
operan en Venezuela, pues el hecho de tener petróleo, nos coloca en el huracán
de ambiciones del imperio del gran capital.
El modelo capitalista de producción -llámese de estado o
privado- tiene como fin último multiplicar sin miramiento de ninguna especie
sus capitales, no importa a quien daña, a quien empobrece, a quien asesina, a
quien tortura, a quien desinforma, a quien somete, a quien engaña, a quien encarcela
y todo esto se hace y se esconde a nombre del llamado ESTADO, para preservar
los intereses del gran capital, pues para éste lo importante es convertir el
planeta en una mercancía.
Ambas corrientes, oposición y gobierno, han “radicalizado”
sus conflictos por el poder. Unos por tratar de tomarlo y otros por no dejarse
desalojar y ese es el centro de la disputa de lo que está ocurriendo en el
país, dentro del mundo de las apariencias, no se trata de
cambiar modelos, pues el capitalismo lo que ha hecho es consolidarse dentro del
llamado ESTADO, pues ambas corrientes comparten, promocionan y han
consolidado esa figura jurídica, que
sólo ha servido, para que a nombre de la mismo, tanto ayer como hoy, se cometan
fechorías, donde inclusive se legitima el asesinato político, se atropella la
condición humana, establece diferencias de clase, legitima las relaciones de
poder, en fin, genera una cotidianidad que para las inmensas mayorías alienadas
es normal y por lo tanto queda en el inconsciente la llamada resignación.
Así como en Europa y
Estados Unidos entro en crisis, América Latina comienza a sentir con gran
intensidad las políticas económicas y sociales del neoliberalismo, impulsadas
por la economía globalizada. Y esta crisis no es del capital -al contrario- con
sus políticas neoliberales reproducen el
dinero de manera acelerada y para tales fines toman medidas que estrangulan la
economía de los pueblos, llevando la peor parte los pobres tanto del campo como
de la ciudad. Al respecto Edgar Morin nos indica: “Cuando un sistema no es
capaz de resolver los problemas que encuentra, no tiene más que morir, o
bien, y es lo que sucede, crea un
meta-sistema, un sistema más rico, más poderoso, mediante una suerte de
metamorfosis”. (BAUDRILLARD, Jean y Edgar Morin. La Violencia del Mundo. Edit.
Monte Ávila. Caracas 2007. pp28).
Esa metamorfosis, no es otra cosa, que el establecimiento de
una economía globalizada, independientemente del sistema de gobierno que se
tenga, llámese capitalismo o socialismo, allí ese nuevo paradigma se establece,
sin resistencia alguna, de los gobiernos que se tengan.
La crisis es de los pueblos, ante la modernización de los
sistemas de producción que reemplaza la fuerza del trabajo, fuga de capitales,
generando un desempleo galopante, una inflación que ante los sueldos miserables
de la gran mayoría (salario mínimo) coloca a la gran masa laboral en
condiciones paupérrimas y podíamos seguir enumerando la realidad
socio-económica que padecen los pueblos y donde los gobiernos llámense dictaduras,
democracias, capitalismo, socialismo, se encuentran arrodillados frente al
imperio del gran capital a costa del hambre y la miseria de sus gentes.
¿Qué país de nuestro continente no tiene problemas con la
deuda externa, vivienda, empleo, educación, servicios hospitalarios,
dependencia, desorden fiscal, narcotráfico, paramilitarismo, represión,
salarios de hambre, escases de alimentos, devaluación de la moneda acompañada
de una inflación galopante, servicios públicos inexistentes o deteriorados,
inseguridad, pobreza, corrupción de las elites en el poder y donde la
estructura jurídica y política del ESTADO, es refugio de mafias organizadas que
junto a los grandes conglomerados negocian y entregan la soberanía de los
pueblos?.
VENEZUELA EN LA ENCRUCIJADA
En los actuales momentos, en éste país se siente realmente
un vacío de poder que está conduciendo necesariamente a un reacomodo de ambas
derechas, tanto del gobierno como de la oposición, ese famoso dialogo para la
llamada paz, no es otra cosa que un nuevo acuerdo que muchos analistas
políticos han llamado la continuidad del Pacto de Punto fijo, para salvar los
intereses de los sectores en pugna y del Sistema para evitar que las
muchedumbres en la calle le puedan dar un viraje a éste escenario que pueda conducir
a una Constituyente Originaria.
Muchos sectores honestos de la sociedad venezolana, de ambos
grupos, se viene dando cuenta que la diligencia administrativa nacional está
convertida en la asistencia indigna a nuevos
y modernas ataduras imperialistas, ubicándonos en un país de grandes
obligaciones insanables en el futuro próximo, afinándose nuestro carácter
dependiente y deudor, colándose el rentismo y elevando la condición
trasnacional al más fino grado de asociación estratégica con las –Empresas Mixtas-
(Entrega de la soberanía) y endeudamiento a corto, mediano y largo plazo
(chino, ruso y norteamericano). Esta situación coloca a las generaciones por
venir en condiciones de desesperanza, ante un país que de manera acelerada se
lo está comiendo el gran capital, responsable real de la situación que vivimos
en alianza con la clase política de ambos sectores.
Ante esta realidad, que muchos analistas políticos reconocen
y que cada quien describe a su manera, se nos presenta no como una coyuntura
política, sino como una gran encrucijada que ha de definir el rumbo que ha de
tomar el país en los próximos años.
O dejamos que los modelos de dominación, conocidos hasta
ahora sigan convirtiendo a nuestros pueblos en desiertos de hambre y miseria o
le cambiamos el rumbo al país a través de una Constituyente Originaria, donde
queden atrás los viejos esquemas jurídicos, políticos y económicos, para darle
cabida a un nuevo poder donde la
verticalidad del mismo quede aplastada de manera definitoria y se abra la
posibilidad de una nueva concepción de nación, donde la horizontalidad del
nuevo poder elimine la figura presidencial, para darle paso a una junta de buen
mandato o como se le quiera llamar y donde los partidos políticos desaparezcan
para que el pueblo asuma su verdadera responsabilidad de poder elegir y no de
que se le ponga a votar por imposiciones partidistas.
Una Constituyente Originaria, donde el nuevo parlamento
popular elegido por el pueblo de manera uninominal, pueda ejercer sus funciones
legislativas sin privilegios económicos y políticos, para que sean expresión de
los verdaderos intereses del soberano.
Estos y otros ejemplos, podrían ser, una referencia- entre
muchas- para devolverle al pueblo su poder, para que este defina el nuevo rumbo
que ha de tomar el país.
Para tales fines, se requiere la verdadera participación de
sectores patrióticos, nacionalistas y revolucionarios de los sectores civiles,
militares y religiosos y poder así crear la nueva referencia, alejada
totalmente de los dos sectores que en la
actualidad se disputan el poder y que al final se pondrán de acuerdo para
proteger sus intereses.
Allí está la gran tarea que muchos sectores revolucionarios
todavía no han podido entender, pues pareciera “que el árbol les ha impedido
ver el bosque” y a otros el dinero les impide ver la realidad.
En esta encrucijada, que ya está presente, es donde se va a
definir el verdadero carácter de la revolución venezolana, ¿por la vía pacífica
O por la vía violenta?; dejemos que sea nuestra propia historia que le dé la respuesta.
MARZO 2014
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