Grazia Musumeci
Comandante supremo de todas las legiones pestilentes de ésta y todas las galaxias:
Hoy muchos recordamos tu desaparición física. Algunos te recuerdan con tristeza, otros con alegría, y yo, desde mis teclas, te recuerdo con profundo desdén.
Si bien hiciste cosas por la gente más humilde, tú los usaste como nadie. Ellos le dieron sentido a tus excusas y fueron los grandes protagonistas de tus discursos, pero tristemente, para ellos y nosotros, son quienes más sufren las calamidades de tu legado maléfico. Las pocas cosas buenas que hayas podido hacer son migajas de un enorme trozo de pan mohoso. Fomentaste el odio y la división y exacerbaste el racismo. Gracias a ti, y a la maldad proyectada desde aquella maldita verruga que parecía sólo un objeto de burla, la sociedad y el país respiran como animales agonizantes. Venezuela no mejoró durante tu "reinado"; los venezolanos nos empobrecimos financiera y moralmente, y hoy, vivimos en el caos gracias a tu oprobiosa manera de "hacer país". Llenaste las manos de muchos con plata; ensuciaste el nombre de la Nación con tus herederos, y la sangre de muchas personas manchan los uniformes de los poco honorables soldados de la patria.
El saldo final de tu gestión es del mismo color que tu partido: rojo. Sólo que este rojo que tiñe nuestra realidad es más denso y más oscuro porque procede de los miles de cadáveres acumulados por tu revolución.
Amar a la gente es educarla; amar al pueblo es ayudarlo a vivir mejor; amar al país es ayudar a la sociedad a superarse con trabajo, salud, seguridad y educación para ser libres. Las "canaimitas", las misiones, las universidades superficiales, y el supuesto poder popular, sólo han sido trapitos de agua fría que nunca aliviaron la fiebre del pueblo, al punto que hoy vivimos un delirio colectivo.
Gracias por enseñarnos que en la vida siempre se puede empeorar. Despreciar tu ejemplo debe ser y será la meta de quienes creamos en un futuro mejor.
Comandante supremo de todas las legiones pestilentes de ésta y todas las galaxias:
Hoy muchos recordamos tu desaparición física. Algunos te recuerdan con tristeza, otros con alegría, y yo, desde mis teclas, te recuerdo con profundo desdén.
Si bien hiciste cosas por la gente más humilde, tú los usaste como nadie. Ellos le dieron sentido a tus excusas y fueron los grandes protagonistas de tus discursos, pero tristemente, para ellos y nosotros, son quienes más sufren las calamidades de tu legado maléfico. Las pocas cosas buenas que hayas podido hacer son migajas de un enorme trozo de pan mohoso. Fomentaste el odio y la división y exacerbaste el racismo. Gracias a ti, y a la maldad proyectada desde aquella maldita verruga que parecía sólo un objeto de burla, la sociedad y el país respiran como animales agonizantes. Venezuela no mejoró durante tu "reinado"; los venezolanos nos empobrecimos financiera y moralmente, y hoy, vivimos en el caos gracias a tu oprobiosa manera de "hacer país". Llenaste las manos de muchos con plata; ensuciaste el nombre de la Nación con tus herederos, y la sangre de muchas personas manchan los uniformes de los poco honorables soldados de la patria.
El saldo final de tu gestión es del mismo color que tu partido: rojo. Sólo que este rojo que tiñe nuestra realidad es más denso y más oscuro porque procede de los miles de cadáveres acumulados por tu revolución.
Amar a la gente es educarla; amar al pueblo es ayudarlo a vivir mejor; amar al país es ayudar a la sociedad a superarse con trabajo, salud, seguridad y educación para ser libres. Las "canaimitas", las misiones, las universidades superficiales, y el supuesto poder popular, sólo han sido trapitos de agua fría que nunca aliviaron la fiebre del pueblo, al punto que hoy vivimos un delirio colectivo.
Gracias por enseñarnos que en la vida siempre se puede empeorar. Despreciar tu ejemplo debe ser y será la meta de quienes creamos en un futuro mejor.
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