Carlos Solero
El sistema vigente cruje y sus grietas permiten observar hasta al menos atento las lacras que no pueden ocultar ni siquiera los múltiples maquillajes que se intentan.
Recientemente trascendió que el premier chino y sus allegados realizaban maniobras dolosas. Esto se suma a otras denuncias acerca de las prácticas de la tecno-burocracia del partido único que se autodenomina orwellianamente comunista. ¿Acaso no es llamativo que en el gigante de Oriente hayan emergido como hongos después de la tormenta los millonarios? Nada de igualitarismo y equidad; como en el resto del mundo capitalista, la brecha entre los que más tienen (los jerarcas) y los que a casi nada acceden (los productores directos) se amplía cada día. Eso sí: el Estado totalitario y omnipresente como garante de la expoliación.
Son imborrables las imágenes de los carros de combate aplastando las protestas disidentes en la plaza Tiananmen. Son tan elocuentes como el patético rostro del jerarca gubernamental enmarcado por el logo de McDonald’s en Pekín.
Garrote a los migrantes
En Suiza, también conocida por el apelativo de República Helvética, elogiada como un oasis de respeto a los derechos ciudadanos e individuales, acaba de triunfar por abrumadora mayoría una iniciativa de “restricción para la circulación de personas”. Eufemísticamente están diciendo: nos interesa la llegada de capitales a nuestros bancos, no importa el origen de esas divisas, las cuales pueden estar amasadas en sangre por el tráfico de armamentos y la explotación o expoliación de personas, pero sabremos como desde hace décadas guardar el secreto que bien merecen los inversores.
Se confirma lo dicho por Karl Marx en el capítulo XXIV de El Capital: la acumulación originaria se amasa en barro y sangre.
La propuesta de la agrupación ultraderechista que llevó el proyecto al Parlamento en Berna no deja lugar a dudas: ahora no queremos pobres para explotarlos y que limpien nuestras letrinas y barran nuestras calles.
El sufragio mayoritario refrendó este xenófobo criterio.
La Infanta confundida
En España, mientras la Infanta Cristina de Borbón pasea su cortesana impunidad de dama real confundida por las islas Baleares, en aguas cercanas perecieron otra vez quienes atacados por la Guardia Civil y otros cuerpos represivos estatales no alcanzaron las costas de la península ibérica.
En Ceuta, enclave colonial del Reino de España en el norte de África, fueron asesinadas decenas de personas que habían fracasado en su vano intento de buscar un destino menos infame. Duro con ellos, el Estado español se hace presente: además de prisiones para “los sin papeles”, ahora también balas. Estos muertos deben sumarse a los que perecieron frente a la isla de Lampedusa, en cercanías de las costas de la Italia continental.
Obama, el deportador
El siniestro y paradójico primer mandatario estadounidense Barack Obama prometió a sus votantes concretar un sueño, pero muy lejos está de eso, a un abismo de los postulados de Martin Luther King, y sus acciones generan permanentes pesadillas: el régimen legal para los inmigrantes ha multiplicado las deportaciones acercándose a una cifra récord. Cabe recordar la muralla construida en la frontera con México y el número de muertes que ocasionó desde su construcción hasta el presente.
En su tránsito del “período del pato rengo”, como se denomina al último mandato en Estados Unidos, jaqueado por la oposición republicana, Obama es un diligente ejecutor de las políticas de los banqueros y los magnates del complejo industrial militar.
Otros rostros de la crisis
En Alemania, presentada como apólogo del capitalismo neoliberal, aumentó considerablemente el número de personas, que víctimas del desempleo que los lanza al abismo, concurren a sedes municipales en el medio del crudo invierno a buscar raciones alimentarias. No sólo no hay “milagro alemán”, sino que los planes de la troika europea siempre descargando los pesares sobre los desposeídos.
Pero ante los desmanes de los que ejercen el poder hay que destacar también las masivas protestas y actos de resistencia.
En España las multitudinarias manifestaciones impidieron al gobierno de Mariano Rajoy desarticular el sistema de la salud pública.
En diversas ciudades de Bosnia Herzegovina, las calles fueron escenario de masivas marchas y hasta fue incendiada la sede del gobierno, en un nivel de agitación que no se veía desde la Guerra de Los Balcanes.
El sistema vigente cruje y sus grietas permiten observar hasta al menos atento las lacras que no pueden ocultar ni siquiera los múltiples maquillajes que se intentan.
Recientemente trascendió que el premier chino y sus allegados realizaban maniobras dolosas. Esto se suma a otras denuncias acerca de las prácticas de la tecno-burocracia del partido único que se autodenomina orwellianamente comunista. ¿Acaso no es llamativo que en el gigante de Oriente hayan emergido como hongos después de la tormenta los millonarios? Nada de igualitarismo y equidad; como en el resto del mundo capitalista, la brecha entre los que más tienen (los jerarcas) y los que a casi nada acceden (los productores directos) se amplía cada día. Eso sí: el Estado totalitario y omnipresente como garante de la expoliación.
Son imborrables las imágenes de los carros de combate aplastando las protestas disidentes en la plaza Tiananmen. Son tan elocuentes como el patético rostro del jerarca gubernamental enmarcado por el logo de McDonald’s en Pekín.
Garrote a los migrantes
En Suiza, también conocida por el apelativo de República Helvética, elogiada como un oasis de respeto a los derechos ciudadanos e individuales, acaba de triunfar por abrumadora mayoría una iniciativa de “restricción para la circulación de personas”. Eufemísticamente están diciendo: nos interesa la llegada de capitales a nuestros bancos, no importa el origen de esas divisas, las cuales pueden estar amasadas en sangre por el tráfico de armamentos y la explotación o expoliación de personas, pero sabremos como desde hace décadas guardar el secreto que bien merecen los inversores.
Se confirma lo dicho por Karl Marx en el capítulo XXIV de El Capital: la acumulación originaria se amasa en barro y sangre.
La propuesta de la agrupación ultraderechista que llevó el proyecto al Parlamento en Berna no deja lugar a dudas: ahora no queremos pobres para explotarlos y que limpien nuestras letrinas y barran nuestras calles.
El sufragio mayoritario refrendó este xenófobo criterio.
La Infanta confundida
En España, mientras la Infanta Cristina de Borbón pasea su cortesana impunidad de dama real confundida por las islas Baleares, en aguas cercanas perecieron otra vez quienes atacados por la Guardia Civil y otros cuerpos represivos estatales no alcanzaron las costas de la península ibérica.
En Ceuta, enclave colonial del Reino de España en el norte de África, fueron asesinadas decenas de personas que habían fracasado en su vano intento de buscar un destino menos infame. Duro con ellos, el Estado español se hace presente: además de prisiones para “los sin papeles”, ahora también balas. Estos muertos deben sumarse a los que perecieron frente a la isla de Lampedusa, en cercanías de las costas de la Italia continental.
Obama, el deportador
El siniestro y paradójico primer mandatario estadounidense Barack Obama prometió a sus votantes concretar un sueño, pero muy lejos está de eso, a un abismo de los postulados de Martin Luther King, y sus acciones generan permanentes pesadillas: el régimen legal para los inmigrantes ha multiplicado las deportaciones acercándose a una cifra récord. Cabe recordar la muralla construida en la frontera con México y el número de muertes que ocasionó desde su construcción hasta el presente.
En su tránsito del “período del pato rengo”, como se denomina al último mandato en Estados Unidos, jaqueado por la oposición republicana, Obama es un diligente ejecutor de las políticas de los banqueros y los magnates del complejo industrial militar.
Otros rostros de la crisis
En Alemania, presentada como apólogo del capitalismo neoliberal, aumentó considerablemente el número de personas, que víctimas del desempleo que los lanza al abismo, concurren a sedes municipales en el medio del crudo invierno a buscar raciones alimentarias. No sólo no hay “milagro alemán”, sino que los planes de la troika europea siempre descargando los pesares sobre los desposeídos.
Pero ante los desmanes de los que ejercen el poder hay que destacar también las masivas protestas y actos de resistencia.
En España las multitudinarias manifestaciones impidieron al gobierno de Mariano Rajoy desarticular el sistema de la salud pública.
En diversas ciudades de Bosnia Herzegovina, las calles fueron escenario de masivas marchas y hasta fue incendiada la sede del gobierno, en un nivel de agitación que no se veía desde la Guerra de Los Balcanes.
En Brasil se expresaron también manifestaciones en diversas ciudades contra el aumento en los transportes; en las estaciones ferroviarias y rodoviarias quedó en evidencia el descontento y los discursos oficiales no logran acallar la oposición de núcleos de resistentes a la realización del campeonato mundial de fútbol. Las exigencias de acelerar el ritmo para erigir o remodelar estadios han causado muertes de obreros de la construcción y esto generó indignación en los pobladores.
¿Efectos no deseados?
En su libro Daños colaterales. Desigualdades en la era global, Zygmunt Bauman afirma que entre las coartadas de las clases dominantes ha surgido en las últimas décadas el vocablo de uso bélico “daño colateral”. Como si los efectos de las políticas de deliberada exclusión social fueron consecuencias no previstas. Señala Bauman: “El estatus de clase marginal, tal como sugiere su denominación, es de los emigrados internos o inmigrantes ilegales o forasteros infiltrados: personas despojadas de derechos que poseen los miembros reconocidos y reputados de la sociedad; en pocas palabras, esta clase es un cuerpo extraño que no se cuenta entre las partes naturales e indispensables del organismo social. Algo que no se diferencia de un brote cancerígeno, cuyo tratamiento más sensato es la extirpación, o en su defecto, una confinación y/o remisión forzosas, inducidas y artificiales”.
Las páginas de la crónica roja en los periódicos y noticiarios cuando mencionan a las víctimas del gatillo fácil y el cotidiano sufrimiento de porciones insoslayables de población son elocuentes. Y avalan esta reflexión del sociólogo.
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