El Libertario
(Nota El Libertario: Quitando sus referencias patrioteras, coincidimos en el cuestionamiento al liderazgo polarizado que realiza Ruben Blades en su texto reciente sobre lo que está pasando en Venezuela publicado en su sitio web, el cual compartimos para complejizar las visiones maniqueas sobre el conflicto que no ayudan a comprender nada de lo que está pasando en estos momentos. Como él expresa, somos de la opinión de la necesidad de un movimiento social autónomo que constituya una alternativa al enfrentamiento interburgués por el control de la renta petrolera)
(Nota El Libertario: Quitando sus referencias patrioteras, coincidimos en el cuestionamiento al liderazgo polarizado que realiza Ruben Blades en su texto reciente sobre lo que está pasando en Venezuela publicado en su sitio web, el cual compartimos para complejizar las visiones maniqueas sobre el conflicto que no ayudan a comprender nada de lo que está pasando en estos momentos. Como él expresa, somos de la opinión de la necesidad de un movimiento social autónomo que constituya una alternativa al enfrentamiento interburgués por el control de la renta petrolera)
Aún cuando no he nacido en Venezuela, siento respeto, afecto
y agradecimiento hacia esa Nación y su gente. Por eso considero oportuno
esbozar una opinión acerca de la situación que actualmente atraviesa el hermano
país. Entiendo perfectamente que la posición por mí expresada no ha de
satisfacer a algunos, pero eso no es de extrañar. Es precisamente la
intransigencia, lo que define a los grupos en pugna, gobierno y oposición.
Estas dos facciones políticas han tenido, cada una en su
momento, la oportunidad de servir realmente al país, pero han fallado, tal vez
porque cada una ha preferido servir a sus propias agendas, fracasando en el
intento de integrar al país mayoritario. Es quizás por esa razón que los
argumentos que esgrimen los representantes de ambos bandos, suenan demagógicos
a los oídos independientes. Ninguno de los dos posee realmente el apoyo
mayoritario, de allí la parálisis. Ambos argumentos poseen un pedazo de la
verdad, pero ambos se rehusan a unirlos para crear el terreno común que permita
concertar una propuesta para todos los venezolanos.
El país está tristemente polarizado y por eso hoy Venezuela
duele. La aparente ausencia de una solución se debe a la falta de un liderazgo
que establezca un propósito de lucha que unifique al país, en lugar de
dividirlo. Si estás a favor de la oposición, eres un burgués parásito, agente
de la CIA, vendido al Imperio. Si favoreces al gobierno eres un comunista,
maleante, vendido a Cuba y a los Castro. Ninguna de estas definiciones habla de
Venezuela y de su necesidad. Solo pintan el odio y la expectativa personalista de quien esgrime el argumento, impidiendo la
posibilidad de un diálogo inteligente y patriótico.
El gobierno ha fallado monumentalmente en la tarea de la
administración publica y ha despilfarrado de manera insólita e irresponsable,
un caudal económico único en la América Latina. Intenta consolidarse cambiando
leyes y ajustándolas a su argumento ideológico, censurando de paso a quienes no
opinan o acatan la línea que pretende imponer. Maduro, de quien se dice es
heredero de a dedo y con apoyo derivado, no parece poseer la suficiente
claridad, sagacidad y manejo que requiere un mandatario para dirigir un país
tan complejo.
Capriles, por otro lado, no tiene el carisma ni el
planteamiento programático que convenza a la enorme cantidad de escépticos e
independientes, sin mencionar al sector popular que lo identifica como heredero
de las políticas rapaces de los Adecos y Copeyanos de antaño, descalificándolo
como opción. Esa falta de confianza en su persona, parece impedirle ganar el
apoyo de otros sectores que ya no gustan del actual gobierno y sus ejecutorias.
La necesidad de nuevos protagonistas que planteen una agenda
objetiva y patriótica, no demagógica o ideológica, es vital en estos momentos.
Por eso iniciativas como la de los estudiantes, la formación de grupos
verdaderamente independientes, puede resultar el inicio de un movimiento que
permita a la razón nacional, superar la rabia partidista y el odio de clases.
En Panamá ocurrió algo semejante. Recuerdo que en el tiempo
de la dictadura de Noriega, algunos grupos de la oposición al régimen me
atacaron por no unirme a ellos. Incluso llegaron a acusarme falsamente de
apoyar al dictador, e incluso de formar parte del gobierno militar. Imagino que
en igual situación se encuentran muchos venezolanos que rehusan participar
incondicionalmente, o se niegan a endosar las exageraciones, calumnias, frases
panfletarias y demás formas con las que la politiquería tradicional pretende
conquistar adeptos, tácticas que tanto gobierno como oposición, han utilizado
ayer y hoy.
A estas alturas, me resulta verdaderamente incomprensible
cómo ha ocurrido que un país con tanto recurso natural y humano, con tanta
calidad, nobleza y talento, se encuentre hoy sumido en una situación tan
precaria, sin lograr comprender que cuando se cae en un hoyo, lo primero que se
tiene que hacer para intentar salir, es dejar de cavar. Por esa razón, en estos
momentos confío más en las posibilidades del argumento de los estudiantes, que en
los de gobierno y oposición.
Con el cariño y respeto que le tengo a ese pueblo, me atrevo
a sugerirle a los muchachos que preparen sus argumentos con objetividad, que se
entreguen a la tarea de convencer a sus padres y vecinos, a lo largo y ancho de
Venezuela, que se organicen al margen de la división estéril creada por
gobierno y oposición, y hagan esos resultados públicos. Actúen con la madurez y
capacidad demostrada por los músicos de El Sistema, carajitos claros.
Ojalá que logren sentar las bases para la discusión del país
que puede ser, y no el que hoy pretenden forzar dos bandos en conflicto de
intereses. Que no les obliguen a escoger entre alternativas como el cáncer o el
ataque al corazón. Que los estudiantes del país, desde El Guajiro hasta Cumaná,
planteen su agenda de vida y se la presenten a los dos grupos que hoy se
debaten en pugna por el Poder. Díganles cuál es el país que quieren, y aclaren
que no aceptarán como únicas alternativas, las propuestas por los dos bandos en
disputa.
No existe ninguna duda de que el Presidente Maduro, como
Jefe del Estado venezolano, debe hacerse responsable por la seguridad e
integridad física del Sr. Leopoldo López, y de la misma manera, de todos los
que en su legítimo derecho político, participen en las protestas. Pero también
es necesario que los manifestantes no desaten la violencia. Deben argumentar en
forma pacífica; el que tiene la razón no necesita gritar, o pegarle al otro
para validar lo que dice.
Algunos pensarán que me inmiscuyo en asuntos que como
panameño no me incumben. Me permito hacerlo por el afecto y apoyo que los
venezolanos me han entregado durante más de 40 años, haciendo suyas la música y
letra de mis canciones. Por esa entrega, los venezolanos están condenados a mi
cariño y a mi respeto.
Viva Venezuela!
por Ruben Blades
18 de Febrero, 2014
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