Victor Camacho
Ya van varios que me preguntan desde afuera cómo está la
situación en Venezuela ahora mismo. Y ni yo mismo que vivo aquí lo sé a ciencia
cierta. Pero poniendo las cosas en perspectiva, yo me aventuro a decir que la
gran crisis en Venezuela no es un latente "golpe de Estado" (según la
conspiranoia del gobierno) ni una crisis económica (según la oposición), sino
una incertidumbre ante la falta de elecciones para el 2014.
Pero antes, hablemos del contexto. Lo más resaltante,
definitivamente, es el asunto económico. Aquí es interesante el uso de los
términos: para el oficialismo se trata de "guerra económica"; para la
oposición se trata de una "crisis económica". Hay escasez de insumos
básicos, alta inflación, moneda recientemente devaluada y una intervención más
fuerte del Estado en la economía. La palabra "crisis" tiene la
intención de demostrar la incapacidad e ineptitud del gobierno en solucionar
esos problemas; la palabra "guerra" denota la intención del gobierno
de mostrarse como víctima de agentes internos o externos que causan dichos
problemas. Del lado político, estamos ante una situación un tanto extraña para
Venezuela, dado que este año no habrán elecciones. Las elecciones funcionaban
como un modo de dirimir conflictos entre la oposición y el oficialismo, y más
aún, funcionaban como un factor unificador en ambos grupos: unirse contra un
enemigo común. Así, 2014 trae consigo el riesgo de la división partidista.
Ambos bandos, que no sólo han perdido apoyo sino que corren el riesgo de
dividirse, se ven ante todo un 2014 en el que no hay la necesidad de mantenerse
unido. La inflación, la escasez, la inseguridad, son factores coyunturales, que
funcionan como catalizadores de la crisis política, pero no son el gran factor
de fondo en este momento.
La crisis de división es todavía peor en la oposición.
Muchos en las bases opositoras no están contentas con la actuación de la MUD
(Mesa de la Unidad Democrática) ni de Capriles, estos serían sobre todo los
opositores más radicales. No están contentos con el reciente pacto de los
dirigentes de la oposición, que han reconocido tácitamente al gobierno de
Maduro al coordinar conjuntamente con el gobiernos diversos proyectos, entre
los que destacan el asunto de la inseguridad. De hecho, la mayor parte de la
dirigencia de la MUD no está promoviendo las protestas. Así, Leopoldo López y
María Corina Machado, también ex-candidatos a la presidencia, se están
aprovechando de ese descontento en las bases opositoras para robar el
protagonismo. Muchos opositores están muy molestos con la situación actual y
esperaban con muchas ganas el llamado a salir a las calles, por ello Leopoldo
López es el nombre más sonado en estos días al ser quien exprese el sentir de
muchos de ellos, mientras que la popularidad de Capriles decae. Irónicamente,
las razones para protestar son bastante vagas y no hay un criterio unificado:
no todos protestan por la misma razón, ya sea por estudiantes detenidos, la
situación económica, la inseguridad, todo lo anterior u otra que se me escape.
Del lado del oficialismo hay más que todo alegría. El
radicalismo opositor beneficia mucho al chavismo, porque si algo sabe hacer el
chavismo es unirse ante la adversidad. Las protestas le sirven al gobierno para
demostrar que la oposición es violenta y fuera de la ley. Le sirve para crear
un escenario donde el Estado es víctima de un enemigo en común, que no hay
tiempos para discusiones internas en el chavismo, porque mejor nosotros que
ellos. El gobierno señala que hay un ambiente de protesta similar al del 11 de
Abril de 2002, por lo que se esconde un golpe de Estado en estas protestas,
pero aunque el ambiente es bastante tenso como en el 2002, y una de las
exigencias es la salida inmedianta del presidente, no hay un terreno propicio
para un golpe de Estado. La oposición no tiene ni un ápice de control en las
Fuerzas Armadas; ni tampoco de ningún otro poder público; apenas la oposición
tiene 2 gobernaciones e, incluso, sus dirigentes están negociando con el
gobierno. Es poco probable que pueda ocurrir un golpe de Estado y, de ocurrir,
este sólo puede venir de altos cargos en el mismo gobierno.
Es difícil conocer con exactitud lo que acontece en el país,
dado que hay una barrera informativa impuesta desde el gobierno. Uno de los
factores que germinaron las protestas es la falta de acceso de los medios
impresos al papel, lo que cuesta la puesta en marcha de muchos diarios de
circulación nacional, local e incluso medios comunitarios y autogestionados. En
la televisión nacional no se están visualizando las protestas que ocurren en el
país, y cuando ocurre sólo es para mostrar los actos vandálicos y violentos en
que han incurrido los manifestantes. La imposición del gobierno a los medios
audiovisuales ha sido tan constante que la autocensura es la norma. De ese
modo, la ciudadanía salta esta muralla informativa mediante el uso de las redes
sociales, en especial Twitter. Pero incluso esto no ha sido perfecto, por un
lado se ha denunciado la censura de la empresa de telecomunicaciones del
Estado, CANTV, que ofrece un aproximado del 90% de las conexiones a internet, a
la red social Twitter; y de otro, se ha denunciado desde el gobierno el uso de
las redes sociales para transmitir información falsa, sobre todo de imágenes de
supuestas represiones de protestas. La información se ha usado a modo de
conveniencia por ambos bandos, por ejemplo, el oficialismo sólo suele dar
importancia a la muerte de un oficialista, olvidando las otras 2 muertes en la
oposición; mientras la oposición suele olvidar la muerte del oficialista
mientras llora la muerte de 2 opositores. En este sentido, la represión
policial y de grupos parapoliciales no son ningún "cuento de camino"
como lo intenta hacer ver el gobierno. La policía ha utilizado armas de fuego
contra los manifestantes y lo que no puede hacer la policía (torturas y
amedrentamiento, por ejemplo) lo hacen los grupos armados llamados
"colectivos" que funcionan como cuerpos parapoliciales.
En mi opinión, estas protestas sólo benefician al gobierno,
y lo único bueno que trae para la oposición es liberar la rabia que guardan por
dentro. Eso sí, advierto, no me identifico con ninguno de los bandos. Más allá
de eso, no puedo agregar más.
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