Casa de la Mujer "Juana la Avanzadora" de Maracay
En todos los escenarios de violencia social, política, en su mayoría son las mujeres quienes inician acciones en búsqueda de justicia, ante los órganos del Estado o ante las organizaciones de Derechos Humanos.
Escuchando los testimonios de algunas de estas mujeres no podemos dejar de preguntarnos por su dolor y admirar su valentía al convertirlo en la fuerza que les permite luchar por la justicia y enfrentar la impunidad.
Su camino es en la mayoría de los casos la búsqueda de la "reparación" a través de una justicia decimos "una justicia", pues es difícil hablar de "la justicia", la cual, a nuestro juicio, debería ser expedita, breve sin caminos tortuosos que recorrer.
Atrapadas por todos los males de la sociedad miles de madres trabajan incansablemente para criar a sus hijas e hijos, con la esperanza de que puedan tener mejor calidad de vida que la que ellas se ven obligadas a llevar, y hoy, en esta confrontación que nos impone la realidad cotidiana del país, tras la muerte de estudiantes en una marcha o al frente de su casa como ocurrió con una joven destrozada su cara y cerebro por perdigones, ¿quién le da continente al dolor de la madre y a las consecuencias familiares que esto ocasiona? No es un secreto que la impunidad tiene su mejor cara en estos casos.
Sobrecoge la tragedia que se erige en sus vidas a partir del asesinato de un hijo/a. Son madres de llanto y de luto, de fuerza y de denuncia, de flores y ternura, de rebeldía, incansables en la búsqueda de justicia hasta el último día de sus vidas.
Lamentamos cada una de las muertes ocurridas, cada una de las violaciones, torturas y desapariciones y nos hacemos eco en la exigencia de justicia que han emprendido las madres, padres, familiares y ONG's de DDHH.
En todos los escenarios de violencia social, política, en su mayoría son las mujeres quienes inician acciones en búsqueda de justicia, ante los órganos del Estado o ante las organizaciones de Derechos Humanos.
Escuchando los testimonios de algunas de estas mujeres no podemos dejar de preguntarnos por su dolor y admirar su valentía al convertirlo en la fuerza que les permite luchar por la justicia y enfrentar la impunidad.
Su camino es en la mayoría de los casos la búsqueda de la "reparación" a través de una justicia decimos "una justicia", pues es difícil hablar de "la justicia", la cual, a nuestro juicio, debería ser expedita, breve sin caminos tortuosos que recorrer.
Atrapadas por todos los males de la sociedad miles de madres trabajan incansablemente para criar a sus hijas e hijos, con la esperanza de que puedan tener mejor calidad de vida que la que ellas se ven obligadas a llevar, y hoy, en esta confrontación que nos impone la realidad cotidiana del país, tras la muerte de estudiantes en una marcha o al frente de su casa como ocurrió con una joven destrozada su cara y cerebro por perdigones, ¿quién le da continente al dolor de la madre y a las consecuencias familiares que esto ocasiona? No es un secreto que la impunidad tiene su mejor cara en estos casos.
Sobrecoge la tragedia que se erige en sus vidas a partir del asesinato de un hijo/a. Son madres de llanto y de luto, de fuerza y de denuncia, de flores y ternura, de rebeldía, incansables en la búsqueda de justicia hasta el último día de sus vidas.
Lamentamos cada una de las muertes ocurridas, cada una de las violaciones, torturas y desapariciones y nos hacemos eco en la exigencia de justicia que han emprendido las madres, padres, familiares y ONG's de DDHH.
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