Antonio Pérez
* En enero de 2014, el rally Dakar hollará el Salar de Uyuni en unas etapas consideradas como la apoteosis de su razzia contra Bolivia. Será un crimen que no sólo contará con el beneplácito de las autoridades dizque plurinacionales sino incluso con su financiación.
En 1898, el capitán Voulet y el teniente Chanoine salieron de Dakar (Senegal) a la conquista del lago Chad. La invasión fue llamada Mission Afrique Centrale y, desde el punto de vista cristiano, en efecto fue una misión y bastante exitosa puesto que exportó al cielo a miles de africanos. La otrora bendecida “columna Voulet-Chanoine”, ahora llamada columna infernal o de las tinieblas, estaba compuesta por unos 70 fusileros africanos, 30 intérpretes y 1200 porteadores esclavos. A su paso por los territorios indígenas subsaharianos que, un siglo después, recorrería el rally París-Dakar dejaron un rastro de aniquilación de la que no escaparon las mujeres —descuartizadas y ahorcadas— ni los niños —asados—. Pero los dos oficiales franceses no se contentaron con practicar la táctica de tierra quemada sino que se sumergieron en una orgía genocida en la que compitieron entre sí para ver quién era el asesino más imaginativo. Al parecer ganó el capitán Voulet gracias a que inventó un suplicio original: colgó de los árboles a varios de sus guías de tal manera que las hienas se comieran sus pies y los buitres el resto. Pues bien: el antes llamado rally París-Dakar, es la versión neocolonial de aquella invasión colonial.
El París-Dakar (en adelante, PD) comenzó en 1979 como una empresa privada del aventurero T. Sabine y ahora en manos de su heredera, la Amaury Sports Organization (ASO). Hasta la fecha y según los cálculos oficiales —siempre muy inferiores a la realidad—, sus héroes del volante han asesinado a 28 africanos y a cuatro sudamericanos. Los pilotos y personal de apoyo fallecidos creo que llegan a 26 pero no es cifra que haya verificado porque ninguna hiena les devoró los pies y que se arreglen entre sus compañías aseguradoras. Menos en dos ediciones, siempre ha causado muertes.
El PD comenzó bordeando el Atlántico pero, a raíz de la decidida oposición del Frente Polisario a permitir que atravesara el Sáhara occidental (1992-1994), fue progresivamente deslizándose hacia el Oriente, hacia Malí y el lago Chad. Es decir, siguió la ruta de la columna Voulet-Chanoine. A partir de 1992, los paisanos saharianos y subsaharianos comenzaron a oponerse activamente a que ese ejército de ricachones adictos a la gasolina continuara arrasando sus territorios. En 2008, el rally tuvo que suspenderse. Los habitantes del Sáhara y del Sahel — según ASO, varios millones de fanáticos islamistas sedientos de sangre cristiana—, consiguieron que el PD se trasladara a América Latina. Así pues, en 2009, los héroes del volante reanudaron sus hazañas en otro hemisferio: ese mismo año, tres chilenos las pagaron con su vida.
El Dakar en el Cono Sur
Durante sus últimas cuatro ediciones (2009-2013), el PD ha vandalizado territorios indígenas de Chile, Perú y Argentina. Faltaba Bolivia, justamente la república plurinacional que se apresta a conquistar en 2014. Sabemos que el PD dejó en África una estela de muerte, corrupción, enriquecimiento pasajero y engreimiento duradero de unas pocas élites, destrozos sociales y ambientales, excitación de la violencia, etc. Tras su paso por el Sahel, ¿aquellos países son ahora más ricos y más modernos? Basta recordar las actuales invasiones europeas contra Malí y Níger y la ocupación permanente de Chad para contestar esa pregunta. Ahora bien, asimismo sabemos que el Cono Sur no es el Sáhara ni tampoco el Sahel. Por ello, ¿tiene sentido augurar el mismo destino a las repúblicas sudamericanas? Por supuesto que no. Por lo tanto, nos limitaremos a observar cómo se ha comportado el PD a su paso por el Cono Sur.
Hasta la fecha y dejando aparte el tema crucial de los fallecidos en la carrera, ¿qué beneficios ha aportado a los pueblos latinoamericanos? Y, si es ninguno el aporte a esos pueblos, ¿en qué ha mejorado la imagen de esas repúblicas? Veamos sólo tres ejemplos:
a) En 2011, una comisión de arqueólogos chilenos demostró que el PD había devastado “el 45% del patrimonio arqueológico” de ese país: en 2009, se destrozaron 6 sitios arqueológicos con una antigüedad superior a los 4000 años; en 2010, fueron no menos de 52 pues no se completó el inventario y, en 2011, ascendieron a 126 sitios. Los porcentajes de destrucción de una materia tan simbólica como el pasado siempre son discutibles pero tampoco se necesitan mayores cálculos para deducir que una colosal columna motorizada que lucha contrareloj, no tiene tiempo para admirar las ruinas dizque “prehistóricas” —ni tampoco para evitar atropellos al presente—.
b) En 2013, antes de que comenzara la carrera, el organismo turístico peruano CANATUR vendió sus maravillas asegurando que, gracias al PD, el país recibiría 600 millones US$ (en 2012, su previsión fue calculada en 100 millones). Según los cálculos más optimistas, el maná automovilístico no llegó a los 75 millones, casi todos ellos gastados por los 10.000 trabajadores y fanáticos del PD. Los turistas fronterizos que acudieron no sobrepasaron los 15.000.
c) La verdadera catadura humana de las tropas motorizadas queda de manifiesto cuando vemos que, en el Cono Sur, el PD ha servido para que se laven la cara narcotraficantes como Transpinelo SL, la empresa patrocinadora del equipo ¡de la Guardia Civil española! que compitió en la edición del 2011. Narcos, pillos, buscapleitos o, peor aún, milicos como Mark Zambon, un sargento de marines veterano de Irak y Afganistán que corría sin las piernas que le cortó una bomba de la resistencia afgana y que, justamente por esa dizque “heroicidad”, fue el personaje del PD 2013.
El Dakar en Bolivia
Los días 12 y 13 de enero de 2014, el PD hollará el Salar de Uyuni en unas etapas consideradas como la apoteosis de su razzia contra Bolivia. Será un crimen que no sólo contará con el beneplácito de las autoridades dizque plurinacionales sino incluso con su financiación. Ahora bien, como sucede con las cuentas de cualquier Estado, el dinero aportado por el Gobierno para traer el PD a Bolivia es materia sumamente resbaladiza. Las cifras oscilan entre los 2 y los 20 millones US$. Dicen que, con igual propósito, Chile ha “invertido” 6 millones pero, ¿cómo entender eso de invertir?, ¿ha pagado esos seis millones a la ASO o bien esa cantidad incluye otros conceptos?
No menos elusivo es el alcance del Plan de Mitigación que, dicen, ha elaborado el gobierno de Bolivia. ¿Incluirá en sus objetivos resucitar a los muertos o bien se limitará a barrer el polvo dejado por la invasión? Su exiguo presupuesto, ¿será suficiente para compensar el daño sufrido o bien se destinará íntegramente a pagar rituales pachamamistas? Por lo pronto, la ASO dice haberse ocupado del tema; según su propaganda, “los aymaras, urus, muratos y chipayas, pidieron el consentimiento a la Pachamama y ésta se lo concedió”. O bien ASO ya ha purgado sus pecados y ha conseguido línea preferente con la Pachamama o bien esta Divina Señora sufre un delirio de permisividad.
Sea como fuere, es obvio que atravesar el Salar de Uyuni tiene un enorme coste socio ecológico, de lo contrario no se habría limitado en esta edición 2014 su paso a motos y buggies-quadscuatriciclos aunque sigue pendiente la amenaza de que, en la edición del 2015, se permitirá el paso a camiones y autos. Uyuni recibe unos 60.000 turistas/año que en algo aumentan y en nada disminuyen los destrozos producidos por la explotación del litio y de la sal. ¿Cuánto desastre añadirá el PD 2014?, ¿cómo quedará la retórica pachamamista y más aún, cómo quedarán los territorios indígenas y, muy en especial, los habitantes que sobrevivan a la incursión de la columna motorizada?
Remate
El PD es un arquetipo de esa clase de capitalismo que debemos llamar salvaje, pirata o aventurero —es decir, marginal y explorador antes que duraderamente explotador—. El PD es una empresa nómada que no tiene ningún interés en invertir en país alguno; hoy está en el Cono Sur y mañana, cuando haya quemado esas tierras, se irá a Sudáfrica o a Mongolia. Por desgracia, este tipo de vampiros se especializa en husmear presas fáciles, en este caso, esos gobernantes tercermundistas que padecen un ansia tan incontrolable de “modernidad” y de cosmopolitismo —o globalización— que les lleva a desmayarse ante el primer espejismo que se les aparece.
Ahora bien, ¿puede considerarse moderna una razzia heredera de las que, hace un siglo, llevaba parisinos a Pekín?, ¿se es más cosmopolita poniendo a Bolivia “en el mapa” de unas marcas de autos, combustibles y carísimos accesorios que son archiconocidas desde décadas?, ¿no había otra manera de insertarse en el mundo desarrollado y, más aún, es posible y razonable semejante inserción?, ¿en qué medida las transnacionales de las que vive el PD y de las que hace propaganda van a utilizar sus etapas bolivianas como caballo de Troya para incrementar la invasión de este país?
Además, el PD es devastador y estéril incluso en el Primer Mundo. Por ejemplo, pese a estar prohibido, sus pilotos se entrenan en las montañas europeas publicitando marcas sin respaldo científico ni sanitario y consumiendo artificiosas bebidas ‘energéticas’ que expulsan del mercado a las energías naturales. En Bolivia, su columna motorizada, menos sangrienta que la de Voulet-Chanoine pero más numerosa y más perniciosa a medio plazo, se esconde tras la máscara del deporte cuando es una vulgar competición entre motores y robots humanoides que exalta el derroche de combustibles fósiles y el individualismo pagado por las transnacionales de siempre. Dicho sea todo ello sin mencionar siquiera los daños sociales (1) que podrían resumirse en el insano rastro de grotesca emulación que dejan en los grupos más proclives a la fatuidad y al consumo desaforado de productos extranjeros, carísimos e inútiles pero disfrazados de modernidad.
Ecuador ya ha dicho ¡no! al Dakar 2015. Es un buen ejemplo para otras repúblicas dizque hermanas.
(1) Hemos encontrado pocas referencias cibernéticas sobre el impacto social de los rallies. Si acaso, en el Google Scholar/Académico, pueden consultarse: P.F. Porto Leopoldino (sobre el rally Dos Sertoes, 2010, en ufrj.br), María Soledad Ramati (ver Revista Gioja, 2011, en derecho.uba.ar/), Lisiunia Romanienko (en IRSR Geopolitics 2012) e incluso como observación indirecta, C. Echeverría (sobre Mauritania y la organización al-qaediana AQMI).
[Publicado originalmente en el periódico PUKARA (Bolivia), N° 89, enero 2014]
* En enero de 2014, el rally Dakar hollará el Salar de Uyuni en unas etapas consideradas como la apoteosis de su razzia contra Bolivia. Será un crimen que no sólo contará con el beneplácito de las autoridades dizque plurinacionales sino incluso con su financiación.
En 1898, el capitán Voulet y el teniente Chanoine salieron de Dakar (Senegal) a la conquista del lago Chad. La invasión fue llamada Mission Afrique Centrale y, desde el punto de vista cristiano, en efecto fue una misión y bastante exitosa puesto que exportó al cielo a miles de africanos. La otrora bendecida “columna Voulet-Chanoine”, ahora llamada columna infernal o de las tinieblas, estaba compuesta por unos 70 fusileros africanos, 30 intérpretes y 1200 porteadores esclavos. A su paso por los territorios indígenas subsaharianos que, un siglo después, recorrería el rally París-Dakar dejaron un rastro de aniquilación de la que no escaparon las mujeres —descuartizadas y ahorcadas— ni los niños —asados—. Pero los dos oficiales franceses no se contentaron con practicar la táctica de tierra quemada sino que se sumergieron en una orgía genocida en la que compitieron entre sí para ver quién era el asesino más imaginativo. Al parecer ganó el capitán Voulet gracias a que inventó un suplicio original: colgó de los árboles a varios de sus guías de tal manera que las hienas se comieran sus pies y los buitres el resto. Pues bien: el antes llamado rally París-Dakar, es la versión neocolonial de aquella invasión colonial.
El París-Dakar (en adelante, PD) comenzó en 1979 como una empresa privada del aventurero T. Sabine y ahora en manos de su heredera, la Amaury Sports Organization (ASO). Hasta la fecha y según los cálculos oficiales —siempre muy inferiores a la realidad—, sus héroes del volante han asesinado a 28 africanos y a cuatro sudamericanos. Los pilotos y personal de apoyo fallecidos creo que llegan a 26 pero no es cifra que haya verificado porque ninguna hiena les devoró los pies y que se arreglen entre sus compañías aseguradoras. Menos en dos ediciones, siempre ha causado muertes.
El PD comenzó bordeando el Atlántico pero, a raíz de la decidida oposición del Frente Polisario a permitir que atravesara el Sáhara occidental (1992-1994), fue progresivamente deslizándose hacia el Oriente, hacia Malí y el lago Chad. Es decir, siguió la ruta de la columna Voulet-Chanoine. A partir de 1992, los paisanos saharianos y subsaharianos comenzaron a oponerse activamente a que ese ejército de ricachones adictos a la gasolina continuara arrasando sus territorios. En 2008, el rally tuvo que suspenderse. Los habitantes del Sáhara y del Sahel — según ASO, varios millones de fanáticos islamistas sedientos de sangre cristiana—, consiguieron que el PD se trasladara a América Latina. Así pues, en 2009, los héroes del volante reanudaron sus hazañas en otro hemisferio: ese mismo año, tres chilenos las pagaron con su vida.
El Dakar en el Cono Sur
Durante sus últimas cuatro ediciones (2009-2013), el PD ha vandalizado territorios indígenas de Chile, Perú y Argentina. Faltaba Bolivia, justamente la república plurinacional que se apresta a conquistar en 2014. Sabemos que el PD dejó en África una estela de muerte, corrupción, enriquecimiento pasajero y engreimiento duradero de unas pocas élites, destrozos sociales y ambientales, excitación de la violencia, etc. Tras su paso por el Sahel, ¿aquellos países son ahora más ricos y más modernos? Basta recordar las actuales invasiones europeas contra Malí y Níger y la ocupación permanente de Chad para contestar esa pregunta. Ahora bien, asimismo sabemos que el Cono Sur no es el Sáhara ni tampoco el Sahel. Por ello, ¿tiene sentido augurar el mismo destino a las repúblicas sudamericanas? Por supuesto que no. Por lo tanto, nos limitaremos a observar cómo se ha comportado el PD a su paso por el Cono Sur.
Hasta la fecha y dejando aparte el tema crucial de los fallecidos en la carrera, ¿qué beneficios ha aportado a los pueblos latinoamericanos? Y, si es ninguno el aporte a esos pueblos, ¿en qué ha mejorado la imagen de esas repúblicas? Veamos sólo tres ejemplos:
a) En 2011, una comisión de arqueólogos chilenos demostró que el PD había devastado “el 45% del patrimonio arqueológico” de ese país: en 2009, se destrozaron 6 sitios arqueológicos con una antigüedad superior a los 4000 años; en 2010, fueron no menos de 52 pues no se completó el inventario y, en 2011, ascendieron a 126 sitios. Los porcentajes de destrucción de una materia tan simbólica como el pasado siempre son discutibles pero tampoco se necesitan mayores cálculos para deducir que una colosal columna motorizada que lucha contrareloj, no tiene tiempo para admirar las ruinas dizque “prehistóricas” —ni tampoco para evitar atropellos al presente—.
b) En 2013, antes de que comenzara la carrera, el organismo turístico peruano CANATUR vendió sus maravillas asegurando que, gracias al PD, el país recibiría 600 millones US$ (en 2012, su previsión fue calculada en 100 millones). Según los cálculos más optimistas, el maná automovilístico no llegó a los 75 millones, casi todos ellos gastados por los 10.000 trabajadores y fanáticos del PD. Los turistas fronterizos que acudieron no sobrepasaron los 15.000.
c) La verdadera catadura humana de las tropas motorizadas queda de manifiesto cuando vemos que, en el Cono Sur, el PD ha servido para que se laven la cara narcotraficantes como Transpinelo SL, la empresa patrocinadora del equipo ¡de la Guardia Civil española! que compitió en la edición del 2011. Narcos, pillos, buscapleitos o, peor aún, milicos como Mark Zambon, un sargento de marines veterano de Irak y Afganistán que corría sin las piernas que le cortó una bomba de la resistencia afgana y que, justamente por esa dizque “heroicidad”, fue el personaje del PD 2013.
El Dakar en Bolivia
Los días 12 y 13 de enero de 2014, el PD hollará el Salar de Uyuni en unas etapas consideradas como la apoteosis de su razzia contra Bolivia. Será un crimen que no sólo contará con el beneplácito de las autoridades dizque plurinacionales sino incluso con su financiación. Ahora bien, como sucede con las cuentas de cualquier Estado, el dinero aportado por el Gobierno para traer el PD a Bolivia es materia sumamente resbaladiza. Las cifras oscilan entre los 2 y los 20 millones US$. Dicen que, con igual propósito, Chile ha “invertido” 6 millones pero, ¿cómo entender eso de invertir?, ¿ha pagado esos seis millones a la ASO o bien esa cantidad incluye otros conceptos?
No menos elusivo es el alcance del Plan de Mitigación que, dicen, ha elaborado el gobierno de Bolivia. ¿Incluirá en sus objetivos resucitar a los muertos o bien se limitará a barrer el polvo dejado por la invasión? Su exiguo presupuesto, ¿será suficiente para compensar el daño sufrido o bien se destinará íntegramente a pagar rituales pachamamistas? Por lo pronto, la ASO dice haberse ocupado del tema; según su propaganda, “los aymaras, urus, muratos y chipayas, pidieron el consentimiento a la Pachamama y ésta se lo concedió”. O bien ASO ya ha purgado sus pecados y ha conseguido línea preferente con la Pachamama o bien esta Divina Señora sufre un delirio de permisividad.
Sea como fuere, es obvio que atravesar el Salar de Uyuni tiene un enorme coste socio ecológico, de lo contrario no se habría limitado en esta edición 2014 su paso a motos y buggies-quadscuatriciclos aunque sigue pendiente la amenaza de que, en la edición del 2015, se permitirá el paso a camiones y autos. Uyuni recibe unos 60.000 turistas/año que en algo aumentan y en nada disminuyen los destrozos producidos por la explotación del litio y de la sal. ¿Cuánto desastre añadirá el PD 2014?, ¿cómo quedará la retórica pachamamista y más aún, cómo quedarán los territorios indígenas y, muy en especial, los habitantes que sobrevivan a la incursión de la columna motorizada?
Remate
El PD es un arquetipo de esa clase de capitalismo que debemos llamar salvaje, pirata o aventurero —es decir, marginal y explorador antes que duraderamente explotador—. El PD es una empresa nómada que no tiene ningún interés en invertir en país alguno; hoy está en el Cono Sur y mañana, cuando haya quemado esas tierras, se irá a Sudáfrica o a Mongolia. Por desgracia, este tipo de vampiros se especializa en husmear presas fáciles, en este caso, esos gobernantes tercermundistas que padecen un ansia tan incontrolable de “modernidad” y de cosmopolitismo —o globalización— que les lleva a desmayarse ante el primer espejismo que se les aparece.
Ahora bien, ¿puede considerarse moderna una razzia heredera de las que, hace un siglo, llevaba parisinos a Pekín?, ¿se es más cosmopolita poniendo a Bolivia “en el mapa” de unas marcas de autos, combustibles y carísimos accesorios que son archiconocidas desde décadas?, ¿no había otra manera de insertarse en el mundo desarrollado y, más aún, es posible y razonable semejante inserción?, ¿en qué medida las transnacionales de las que vive el PD y de las que hace propaganda van a utilizar sus etapas bolivianas como caballo de Troya para incrementar la invasión de este país?
Además, el PD es devastador y estéril incluso en el Primer Mundo. Por ejemplo, pese a estar prohibido, sus pilotos se entrenan en las montañas europeas publicitando marcas sin respaldo científico ni sanitario y consumiendo artificiosas bebidas ‘energéticas’ que expulsan del mercado a las energías naturales. En Bolivia, su columna motorizada, menos sangrienta que la de Voulet-Chanoine pero más numerosa y más perniciosa a medio plazo, se esconde tras la máscara del deporte cuando es una vulgar competición entre motores y robots humanoides que exalta el derroche de combustibles fósiles y el individualismo pagado por las transnacionales de siempre. Dicho sea todo ello sin mencionar siquiera los daños sociales (1) que podrían resumirse en el insano rastro de grotesca emulación que dejan en los grupos más proclives a la fatuidad y al consumo desaforado de productos extranjeros, carísimos e inútiles pero disfrazados de modernidad.
Ecuador ya ha dicho ¡no! al Dakar 2015. Es un buen ejemplo para otras repúblicas dizque hermanas.
(1) Hemos encontrado pocas referencias cibernéticas sobre el impacto social de los rallies. Si acaso, en el Google Scholar/Académico, pueden consultarse: P.F. Porto Leopoldino (sobre el rally Dos Sertoes, 2010, en ufrj.br), María Soledad Ramati (ver Revista Gioja, 2011, en derecho.uba.ar/), Lisiunia Romanienko (en IRSR Geopolitics 2012) e incluso como observación indirecta, C. Echeverría (sobre Mauritania y la organización al-qaediana AQMI).
[Publicado originalmente en el periódico PUKARA (Bolivia), N° 89, enero 2014]
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