José Barreiro Solano
[Tomado de http://armakdeodelot.blogspot.com/2013/ 11/no-quieres-que-te-espien-tendras-que.html]
¿Que Google nos espía? ¿Facebook también? Todas las grandes empresas de internet tienen un acceso casi ilimitado a nuestros datos e información personal, y eso es algo que no gusta mucho a la gente. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta una cosa: la gran mayoría de esa información se la hemos dado nosotros voluntariamente.
Lo hacemos todos los días cuando nos registramos en páginas web, cuando subimos fotos a las redes sociales, cuando opinamos sobre un producto concreto en un foro. El problema, sin embargo, viene cuando información que consideramos privada (el contenido de un correo electrónico) también queda al descubierto. En la era actual es complicado permanecer en un anonimato absoluto cuando se navega por la Red, y nadie nos puede asegurar que no haya grandes empresas o gobiernos espiando. Sin embargo, sí es posible dificultar la tarea de los fisgones teniendo un poco de cuidado con nuestros hábitos al tratar la información y usando las herramientas adecuadas.
Software de código abierto
Los sistemas operativos mayoritarios en el entorno doméstico, como Windows o Mac, son software de código cerrado al que el usuario no tiene acceso, con lo que no puede supervisarlo ni, por supuesto, modificarlo. El problema está justamente ahí. Los equipos que funcionan sobre estas plataformas pueden incorporar programas o código malicioso que ‘secuestren’ nuestro ordenador, nos espíen o sencillamente recopilen nuestros datos. Sin ir más lejos, Microsoft llegó a admitir que colaboró con la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de EEUU) durante el desarrollo de Windows.
Mientras los usuarios no tengan acceso al código, nunca podrán estar seguros de que ningún programa está recabando sus datos personales. Es por eso que usar un sistema operativo de código abierto podría ser un refuerzo para nuestra privacidad.
Utilizar un navegador basado en software libre
De la misma manera que un sistema operativo de código cerrado puede contener programas maliciosos, las aplicaciones también pueden hacerlo, y más las que se utilizan para conectarse a la Red. Internet Explorer, Opera o Safari pueden contener procesos ocultos que compartan más datos de los que nosotros queremos. Y no hay manera de comprobarlo. Sin embargo, navegadores de código abierto como Firefox nos proporcionan un plus de seguridad al navegar por internet. Eso sí, ojo con los complementos que instalamos, que ahí sí puede haber problemas.
Buscadores que no monitorizan tu actividad
Ha tenido que llegar Edward Snowden para que la gente se diera cuenta de la cantidad de información personal que fluye entre las empresas de internet como Google y los gobiernos, más concretamente el estadounidense. Google siempre ha querido enseñarnos su cara amable y el ‘don’t be evil’ (no seas malo), pero el tiempo ha demostrado que los de Mountain View juegan con las mismas cartas marcadas que la competencia en lo que respecta a la privacidad de sus usuarios. Incluso les han caído multas.
Actualmente, la principal polémica acerca de Google es el ‘tracking’ (rastreo) al que somete a sus usuarios. Desde que abre su Gmail hasta que hace una consulta en el buscador, Google está almacenando información sobre gustos, dudas, o miedos de cada persona. Esos datos se utilizan luego para adaptar la publicidad o incluso, como se ha especulado a raíz de las revelaciones de Snowden, para informar al Gobierno de EEUU de lo que hacen sus ciudadanos.
Si esto te supone un problema, la solución es evidente: si Google monitoriza tu actividad, usa otro buscador que no lo haga. DuckDuckGo es la alternativa que más está creciendo en los últimos años. De hecho, tras el escándalo del espionaje, el buscador del pato ha crecido un 50% y ya son muchos los usuarios que lo utilizan en su día a día. Existen también otras opciones interesantes como Ixquick o Yacy.
Correo electrónico privado y encriptado
Lo que ocurre con Gmail es paradigmático, pero es algo que se puede extrapolar a casi todos los servicios de correo como Yahoo o Outlook. Un alto porcentaje de los usuarios consideran totalmente privado el contenido de su correo electrónico y no están dispuestos (como ocurre en ocasiones con las redes sociales) a perder ni un ápice de su privacidad. Hay servicios que nacen de esta premisa, como el caso de Hushmail o Lavabit.
Sin embargo, no debemos olvidar que cualquier servicio online tiene sus riesgos, ya sea correo electrónico o red social. Funcionar en servidores ajenos trae aparejado el peligro de no poder controlar el entorno en que se mueve tu información. Una posible solución es gestionar tu correo de manera local, en tu propio equipo, con programas como Mozilla Thunderbird.
Evitar el uso de redes sociales privadas
¿A qué nos referimos con red social privada? A aquella que está enteramente controlada por una empresa. ¿Y eso qué tiene que ver? Pues solo tienes que analizar el caso de Facebook. Los datos personales que el usuario vuelca en sus servidores pasan a estar gestionados por la compañía en su totalidad, es decir, por mucho que las fotos, los comentarios o los vídeos sean nuestros, en el momento que se suben a Facebook pasan a estar en su poder. Además, una investigación del Wall Street Journal destapó que Facebook no solo recogía datos privados sin el consentimiento de los usuarios, sino que además los vendía a empresas de publicidad.
Diaspora, la red social libre
Pero existen alternativas. Diaspora, por ejemplo, nació como un proyecto abierto y comunitario para evitar la injerencia de este tipo de empresas. Cada usuario puede elegir en qué ‘pod’ o servidor quieren que se alojen sus datos, pudiendo crear uno propio para almacenar toda su información personalmente. Esto no impide que todas las cuentas de Diaspora sean compatibles entre sí, lo que otorga los dos elementos más importantes que necesita una red social: comunicación sencilla entre usuarios y privacidad. Por cierto, todo en código abierto.
Microblogging libre
Twitter se ha convertido en una herramienta de comunicación poderosísima. Sin embargo, sus peligros son los mismos que hemos mencionado con anterioridad, esto es, código cerrado e incertidumbre en cuanto a nuestra información personal. Pese a todo, el caso de Twitter es algo diferente al de Facebook. La red social del pájaro azul, desde su concepción inicial, está enfocada a un entorno público: toda la información que publicamos tiene el fin de que cualquier usuario, esté dentro o fuera de la red, pueda leerla. ¿Necesitamos entonces privacidad? Relativamente. Los datos que compartimos en Twitter pueden ser públicos, pero la información interna (como el correo electrónico de registro) siguen en manos de la empresa y no podemos saber lo que hace con ellos.
Si este apartado te preocupa, quizá puedas probar Identi.ca, conocida como el ‘Twitter libre’. Funciona de manera muy parecida, pero sin esa incertidumbre en cuanto a privacidad que puede suscitar Twitter en algunos casos.
Herramientas para bloquear a los robots
El simple hecho de navegar por internet crea algunos problemas de privacidad. Desde el uso de las ‘cookies’ que, por cierto, la Unión Europea ha decidido regular, hasta los robots de rastreo, que miden las visitas, los ‘clicks’ y la publicidad. A partir de todos estos datos se pueden extraer conclusiones bastante aproximadas sobre los hábitos de consumo de los usuarios, sus gustos, aficiones y amistades. Esa información es oro puro para muchas empresas.
Pero existen aplicaciones como Do Not Track Plus que bloquean estas herramientas y, de esta forma, evitan que nuestras sesiones de navegación sean registradas por todos estos robots.
Ocultar nuestra IP real
Pese a todos nuestros intentos de mantener el anonimato en la Red, hay otro punto crítico que es muy difícil evitar. Cuando navegamos por internet, todo lo que hacemos está asociado a una IP, algo así como el DNI de nuestro ordenador en la Red. Se trata, por ser más específicos, de un identificador que relaciona la conexión con el titular de la línea telefónica. Gracias a esta información se puede conocer por ejemplo, la ubicación del usuario.
Hecha la ley, hecha la trampa. Gracias a herramientas como los ‘proxies’ o aplicaciones como Tor, podemos navegar con una IP diferente a la nuestra (incluso de otro país) para que no quede registro alguno de que hemos pasado por una web concreta.
Sin embargo, para romper esta privacidad bastaría una orden judicial que obligue a la operadora de telefonía a revelar todas las conexiones de nuestra línea. Es un caso extremo, que no se da a menos que haya indicios de delito por parte del usuario, con lo que apenas se dictan órdenes de este tipo.
Ojo con lo que publicamos en internet
Todo lo que venimos comentando no sirve para nada si no aplicamos lo más importante, el sentido común. Ninguna empresa o gobierno podrá conocer nuestros secretos si nosotros no los revelamos, así que el consejo es sencillo: si no quieres que se sepa, no lo cuentes. No hay que confiar ciegamente en la tecnología, ya que incluso el sistema más seguro puede tener fallos. Es imposible mantener una privacidad total en la Red, pero también es cierto que hay personas que facilitan mucho el ‘espionaje’ y otras de las que será más difícil conseguir información. En definitiva, de nuestro criterio a la hora de navegar por internet dependerá nuestra privacidad.
[Tomado de http://armakdeodelot.blogspot.com/2013/ 11/no-quieres-que-te-espien-tendras-que.html]
¿Que Google nos espía? ¿Facebook también? Todas las grandes empresas de internet tienen un acceso casi ilimitado a nuestros datos e información personal, y eso es algo que no gusta mucho a la gente. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta una cosa: la gran mayoría de esa información se la hemos dado nosotros voluntariamente.
Lo hacemos todos los días cuando nos registramos en páginas web, cuando subimos fotos a las redes sociales, cuando opinamos sobre un producto concreto en un foro. El problema, sin embargo, viene cuando información que consideramos privada (el contenido de un correo electrónico) también queda al descubierto. En la era actual es complicado permanecer en un anonimato absoluto cuando se navega por la Red, y nadie nos puede asegurar que no haya grandes empresas o gobiernos espiando. Sin embargo, sí es posible dificultar la tarea de los fisgones teniendo un poco de cuidado con nuestros hábitos al tratar la información y usando las herramientas adecuadas.
Software de código abierto
Los sistemas operativos mayoritarios en el entorno doméstico, como Windows o Mac, son software de código cerrado al que el usuario no tiene acceso, con lo que no puede supervisarlo ni, por supuesto, modificarlo. El problema está justamente ahí. Los equipos que funcionan sobre estas plataformas pueden incorporar programas o código malicioso que ‘secuestren’ nuestro ordenador, nos espíen o sencillamente recopilen nuestros datos. Sin ir más lejos, Microsoft llegó a admitir que colaboró con la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de EEUU) durante el desarrollo de Windows.
Mientras los usuarios no tengan acceso al código, nunca podrán estar seguros de que ningún programa está recabando sus datos personales. Es por eso que usar un sistema operativo de código abierto podría ser un refuerzo para nuestra privacidad.
Utilizar un navegador basado en software libre
De la misma manera que un sistema operativo de código cerrado puede contener programas maliciosos, las aplicaciones también pueden hacerlo, y más las que se utilizan para conectarse a la Red. Internet Explorer, Opera o Safari pueden contener procesos ocultos que compartan más datos de los que nosotros queremos. Y no hay manera de comprobarlo. Sin embargo, navegadores de código abierto como Firefox nos proporcionan un plus de seguridad al navegar por internet. Eso sí, ojo con los complementos que instalamos, que ahí sí puede haber problemas.
Buscadores que no monitorizan tu actividad
Ha tenido que llegar Edward Snowden para que la gente se diera cuenta de la cantidad de información personal que fluye entre las empresas de internet como Google y los gobiernos, más concretamente el estadounidense. Google siempre ha querido enseñarnos su cara amable y el ‘don’t be evil’ (no seas malo), pero el tiempo ha demostrado que los de Mountain View juegan con las mismas cartas marcadas que la competencia en lo que respecta a la privacidad de sus usuarios. Incluso les han caído multas.
Actualmente, la principal polémica acerca de Google es el ‘tracking’ (rastreo) al que somete a sus usuarios. Desde que abre su Gmail hasta que hace una consulta en el buscador, Google está almacenando información sobre gustos, dudas, o miedos de cada persona. Esos datos se utilizan luego para adaptar la publicidad o incluso, como se ha especulado a raíz de las revelaciones de Snowden, para informar al Gobierno de EEUU de lo que hacen sus ciudadanos.
Si esto te supone un problema, la solución es evidente: si Google monitoriza tu actividad, usa otro buscador que no lo haga. DuckDuckGo es la alternativa que más está creciendo en los últimos años. De hecho, tras el escándalo del espionaje, el buscador del pato ha crecido un 50% y ya son muchos los usuarios que lo utilizan en su día a día. Existen también otras opciones interesantes como Ixquick o Yacy.
Correo electrónico privado y encriptado
Lo que ocurre con Gmail es paradigmático, pero es algo que se puede extrapolar a casi todos los servicios de correo como Yahoo o Outlook. Un alto porcentaje de los usuarios consideran totalmente privado el contenido de su correo electrónico y no están dispuestos (como ocurre en ocasiones con las redes sociales) a perder ni un ápice de su privacidad. Hay servicios que nacen de esta premisa, como el caso de Hushmail o Lavabit.
Sin embargo, no debemos olvidar que cualquier servicio online tiene sus riesgos, ya sea correo electrónico o red social. Funcionar en servidores ajenos trae aparejado el peligro de no poder controlar el entorno en que se mueve tu información. Una posible solución es gestionar tu correo de manera local, en tu propio equipo, con programas como Mozilla Thunderbird.
Evitar el uso de redes sociales privadas
¿A qué nos referimos con red social privada? A aquella que está enteramente controlada por una empresa. ¿Y eso qué tiene que ver? Pues solo tienes que analizar el caso de Facebook. Los datos personales que el usuario vuelca en sus servidores pasan a estar gestionados por la compañía en su totalidad, es decir, por mucho que las fotos, los comentarios o los vídeos sean nuestros, en el momento que se suben a Facebook pasan a estar en su poder. Además, una investigación del Wall Street Journal destapó que Facebook no solo recogía datos privados sin el consentimiento de los usuarios, sino que además los vendía a empresas de publicidad.
Diaspora, la red social libre
Pero existen alternativas. Diaspora, por ejemplo, nació como un proyecto abierto y comunitario para evitar la injerencia de este tipo de empresas. Cada usuario puede elegir en qué ‘pod’ o servidor quieren que se alojen sus datos, pudiendo crear uno propio para almacenar toda su información personalmente. Esto no impide que todas las cuentas de Diaspora sean compatibles entre sí, lo que otorga los dos elementos más importantes que necesita una red social: comunicación sencilla entre usuarios y privacidad. Por cierto, todo en código abierto.
Microblogging libre
Twitter se ha convertido en una herramienta de comunicación poderosísima. Sin embargo, sus peligros son los mismos que hemos mencionado con anterioridad, esto es, código cerrado e incertidumbre en cuanto a nuestra información personal. Pese a todo, el caso de Twitter es algo diferente al de Facebook. La red social del pájaro azul, desde su concepción inicial, está enfocada a un entorno público: toda la información que publicamos tiene el fin de que cualquier usuario, esté dentro o fuera de la red, pueda leerla. ¿Necesitamos entonces privacidad? Relativamente. Los datos que compartimos en Twitter pueden ser públicos, pero la información interna (como el correo electrónico de registro) siguen en manos de la empresa y no podemos saber lo que hace con ellos.
Si este apartado te preocupa, quizá puedas probar Identi.ca, conocida como el ‘Twitter libre’. Funciona de manera muy parecida, pero sin esa incertidumbre en cuanto a privacidad que puede suscitar Twitter en algunos casos.
Herramientas para bloquear a los robots
El simple hecho de navegar por internet crea algunos problemas de privacidad. Desde el uso de las ‘cookies’ que, por cierto, la Unión Europea ha decidido regular, hasta los robots de rastreo, que miden las visitas, los ‘clicks’ y la publicidad. A partir de todos estos datos se pueden extraer conclusiones bastante aproximadas sobre los hábitos de consumo de los usuarios, sus gustos, aficiones y amistades. Esa información es oro puro para muchas empresas.
Pero existen aplicaciones como Do Not Track Plus que bloquean estas herramientas y, de esta forma, evitan que nuestras sesiones de navegación sean registradas por todos estos robots.
Ocultar nuestra IP real
Pese a todos nuestros intentos de mantener el anonimato en la Red, hay otro punto crítico que es muy difícil evitar. Cuando navegamos por internet, todo lo que hacemos está asociado a una IP, algo así como el DNI de nuestro ordenador en la Red. Se trata, por ser más específicos, de un identificador que relaciona la conexión con el titular de la línea telefónica. Gracias a esta información se puede conocer por ejemplo, la ubicación del usuario.
Hecha la ley, hecha la trampa. Gracias a herramientas como los ‘proxies’ o aplicaciones como Tor, podemos navegar con una IP diferente a la nuestra (incluso de otro país) para que no quede registro alguno de que hemos pasado por una web concreta.
Sin embargo, para romper esta privacidad bastaría una orden judicial que obligue a la operadora de telefonía a revelar todas las conexiones de nuestra línea. Es un caso extremo, que no se da a menos que haya indicios de delito por parte del usuario, con lo que apenas se dictan órdenes de este tipo.
Ojo con lo que publicamos en internet
Todo lo que venimos comentando no sirve para nada si no aplicamos lo más importante, el sentido común. Ninguna empresa o gobierno podrá conocer nuestros secretos si nosotros no los revelamos, así que el consejo es sencillo: si no quieres que se sepa, no lo cuentes. No hay que confiar ciegamente en la tecnología, ya que incluso el sistema más seguro puede tener fallos. Es imposible mantener una privacidad total en la Red, pero también es cierto que hay personas que facilitan mucho el ‘espionaje’ y otras de las que será más difícil conseguir información. En definitiva, de nuestro criterio a la hora de navegar por internet dependerá nuestra privacidad.
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