Por Octavio Alberola
En el Rojo y Negro digital, del 05/07/2013, ha sido reproducida la respuesta (con el título "Anarquismo hoy") del intelectual norteamericano Michael Albert al preguntársele lo que pensaba sobre el anarquismo como "ideología y movimiento actual y potencial" (1).
En el Rojo y Negro digital, del 05/07/2013, ha sido reproducida la respuesta (con el título "Anarquismo hoy") del intelectual norteamericano Michael Albert al preguntársele lo que pensaba sobre el anarquismo como "ideología y movimiento actual y potencial" (1).
Antes de comentar la
respuesta de Michael Albert, me parece necesario dejar constancia de mi
extrañeza por el título que el RojoyNegro ha utilizado para presentar la
opinión de este polifacético intelectual, presentado en Wikédia como
"periodista, editor, ensayista y militante político libertario"; pero
que nunca se ha reivindicado anarquista y cuyo sistema de economía
participativa, el "Parecom", está bastante lejos del comunismo libertario
y del principio de "a cada cual
según sus capacidades, a cada quien según necesidades". Pues, por
mucho que se estire el valor solidaridad en el "Parecom", no se llega
ni de lejos al valor de igualdad que preconizan los anarquistas. Además de que
tampoco la "economía participativa"
plantea la cuestión del Estado, por lo que cualquier gobierno podría pretender
aplicarla sin poner fin a la injusticia económica y social, contentándose sólo con
mitigarla. De ahí que él mismo precise que "la economía participativa es una visión de la economía y sólo de la
economía".
Dicho esto e
independientemente de que es su derecho pensar lo que piensa, considero
necesario manifestar mi discrepancia sobre el “anarquismo” que merece todas sus
simpatías.
Veamos, sobre el “enfoque anarquista”, Albert lo ve en la "herencia de Kropotkin, Bakunin, Goldman y Berkerman", que "busca la liberación y desacredita la estrategia que reproduce los contornos de un pasado opresivo" y rechaza "el gobierno que subordina la mayoría de la sociedad a las élites en posiciones de poder". O sea que ese "anarquismo significa eliminar la jerarquía autoritaria e injusta".
Pero a continuación, en respuesta
a la pregunta "¿qué ocurre con el anarquismo hoy?", Albert considera
que esa practica anti-autoritaria resulta estrecha "en relación a la totalidad de la agenda que encaramos"; pues
ella sólo toma “partido por aquellos más
oprimidos por el autoritarismo". Y es así, según Albert, porque, pese
a que ese anarquismo "se dirige a
todo", lo hace "a través de
un enfoque anti-autoritario bastante más que a través de elevar otros conceptos
en su propio derecho" (!). Y por ello piensa y afirma que esos
anarquistas "se equivocaron y es
bueno oír que muchos anarquistas modernos lo saben" (!).
Así pues, aunque para Albert
"hay mucho que celebrar a lo ancho y
largo del anarquismo", se deben "superar errores persistentes",
y para él "un primer error para
vencer es que el anarquismo carece de visión"(!). Y ¿por qué el
anarquismo carece de visión? Pues porque, según Albert, ese anarquismo no tiene
"visión política" ni se
sitúa "donde está la acción"(!)...
¡Más claro, agua! Y, para
“probarlo”, Albert alinea todas estas preguntas-reproches: "¿ha habido algún intento anarquista serio de
explicar cómo lo que llamamos disputas sociales deberían ser resueltas? ¿Cómo
debería ocurrir la adjudicación legal ? ¿Cómo se deberían alcanzar las leyes y
la coordinación política? ¿Cómo deberían ser manejados las violaciones y
desórdenes? E incluso, ¿cómo deberían ser positivamente implementados los
programas compartidos?".
Y, por si no fuese
suficientemente claro que es el enfoque anti-autoritario del anarquismo lo que no
le va, Albert continúa con preguntas-reproches más precisos: "¿cuál es la alternativa institucional
anarquista a las actuales legislaturas, cortes, policía, y diversas agencias
ejecutivas? ¿qué instituciones buscan los anarquistas, que favorecieran la
solidaridad, equidad, autosuficiencia participativa, la diversidad y todos
aquellos valores autoafirmadores y liberadores que apoyamos, a la vez que se
llevan a cabo la funciones políticas necesarias?".
Para él no hay duda, el
anarquismo no puede decir "aquí
están los valores políticos no autoritarios y las instituciones que nosotros
proponemos". Es de suponer pues que, para él, todas las propuestas anarquistas
no valen y que ni siquiera considera importante esa exigencia permanente del
anarquismo –que es cada vez más universal- de decidir todos, de no delegar en
otros la decisión sobre lo que nos concierne.
¿Lo ignora o simula
ignorarlo? Pero, sea por lo que sea, la realidad es que lo que no le va a
Albert es el anti-autoritarismo del anarquismo, el rechazo del Estado y de la
participación en el circo político. Por eso se lamenta de que haya anarquistas
para los que "las instituciones por
su propia naturaleza violan la libertad humana" y que el "tener alguna relación con las estructuras
políticas o sociales actuales” sea, para esos anarquistas, “una señal automática de hipocresía o de
alguna intención veleidosa". Y más concretamente que haya anarquistas
que consideren "que el sufrimiento
que padece la gente se debe a las instituciones alrededor nuestro";
pues, según él, "confunden reforma
con reformismo".
Lo sorprendente, en el caso
de Michael Albert, es que manteniendo un tal discurso no se reclame claramente de
la socialdemocracia. Y que, en respuesta a las cuestiones que se le plantean
desde organizaciones anarquistas, pretenda que su sistema de "economía
participativa", el Parecom, es implícitamente anti-autoritario al promover
los valores "de la solidaridad, la
diversidad, la equidad, la justicia, la autogestión, el equilibrio ecológico y
el internacionalismo", aunque no cuestione explícitamente las
estructuras del poder.
El problema con Albert es
que el anarquismo que le iría a él sería uno que, como lo precisa al final del
texto reproducido por el RojoyNegro digital, no confunda "gobiernos autoritarios y estructuras políticas per se", con
"instituciones opresivas e instituciones per se"… Pues, para él,
lo importante es "ganar mejoras hoy", "buscar conseguir reformas”, aunque sea dentro del actual sistema de
dominación y explotación, y pese a su temporalidad, si al sistema le conviene
ponerles fin.
Y hay problema con él porque
pretende justificar su visión política, tener “alguna relación con las estructuras políticas o sociales actuales”,
con el objetivo de “mejorar la vida de la
gente…” No sólo porque no quiere reconocer que su propuesta es reformista,
una más, sino también porque sus criticas al anarquismo anti-autoritario
(¿Puede haber uno que no lo sea?) en el terreno de las mejoras inmediatas son -sea
por ignorancia o mala fe- infundadas: ¿No han luchado siempre por ellas los
anarquistas? ¿No lo han hecho las organizaciones anarcosindicalistas desde que
comenzaron a fundarse en los comienzos del pasado siglo? ¿No lo hizo la CNT
desde su fundación en 1910? ¿Cómo puede Albert olvidar todo esto? ¿Será porque
los anarquistas y los anarcosindicalistas lo intentaban a través de la acción
directa? Es decir: porque consideraban
entonces y lo siguen considerando hoy que ellas deben ser conquistadas por los
trabajadores mismos y no mendigadas a los que mandan.
Que él crea compatible su
sistema con las estructuras de gobiernos “progresistas” y que por ello lo haya
ofrecido a los Castro, Chávez, etc., es su problema; pero no es de recibo que
tras los fracasos de todas las tentativas reformistas del Estado se reproche a
los anarquistas de mantener su enfoque anti-autoritario, cuando la historia no
para de probar que sólo las luchas desde bajo han conseguido mejorar la vida de
la gente de abajo.
Octavio Alberola
(1) http://www.rojoynegro.info/articulo/ideas/anarquismo-hoy
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.