Por Luis Carlos Osorio R.
Para nadie es un secreto que la historia del movimiento
indígena en Colombia está ligado al departamento del Cauca. Es más, hablar de
luchas indígenas en Colombia, es hablar del Consejo Regional Indígena del Cauca
(CRIC).
Y no es que el origen del movimiento indígena en Colombia se
remonte al año 71, en el que se fundó esta organización. Hace ya cien años,
Manuel Quintín Lame Chantre, un indígena de sangre nasa por su padre y
guambiana por su madre, protagonizó el primer levantamiento indígena en
Colombia, que logró extenderse por los departamentos de Cauca, Huila y Tolima.
Él, nacido en una familia de terrajeros, no quería serlo más. Por eso su
empecinamiento en la devolución y el reconocimiento de los resguardos.
El espíritu y el contenido de las luchas de Quintín Lame, al
igual que otros lideres carismáticos de ese departamento, están presentes en la
plataforma de lucha del CRIC y en general, de las organizaciones indígenas
colombianas.
Por eso no sorprende el postulado expreso en el
relanzamiento de su plataforma:
“Los gobernadores y todos los líderes, así como las
comunidades, deben conocer todos los mandatos que se han creado en 42 años de
existencia del CRIC; no es necesario inventarnos nada, solo retomarlos, evaluarlos
y ponerlos en práctica”.
No hay nada que inventar, si acaso, adecuar a las nuevas
situaciones de la lucha indígena temas nodales como “Recuperar la tierra de los
resguardos y realizar la defensa del territorio ancestral y de los espacios de
vida de las comunidades indígenas” y “Recuperar, Defender, Proteger los
espacios de vida en armonía y equilibrio con la Madre Tierra”.
Es la tierra y su acepción cultural, el territorio, la
principal razón por la que se movilizan los indígenas. Es tan grave la carencia
de la tierra en el Cauca, que la lucha por el saneamiento y la ampliación de
los resguardos, ha venido colocando en contradicción a indígenas con afros y
campesinos, e incluso ha generado conflictos intraétnicos. Esa falta de
claridad de criterios y estrategias unificadas en las comunidades, llevó al
congreso del CRIC a orientar la elaboración de una agenda de unidad que
involucre incluso a otros sectores.
Por eso llama la atención varios elementos abordados en el
Congreso, algunos de los cuales constituyen un replanteamiento con relación a
las prácticas del actual movimiento indígena:
Relación con el Estado. Los indígenas dicen estar “cansados
de mesas o escenarios desgastantes e infructuosos de diálogo”. Creen que llegó
la hora de hacer cumplir lo pactado, así tengan que ir “ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos en contra del Gobierno Nacional por los
incumplimientos de los acuerdos adquiridos ante los pueblos indígenas”.
Consolidar su gobernabilidad. Las recomendaciones del
Congreso son elocuentes: “hay que revisar la gobernabilidad desde adentro”,
profundizando el concepto de autonomía, teniendo como eje unificador el
territorio. El CRIC está conformado por nueve zonas, y todas deben trabajar en
el marco de los principios de la organización y de la plataforma política.
Llama la atención el rol que los indígenas le dan a la familia, como elemento
integrador de los mayores, los jóvenes y los niños.
El Congreso pareciera reflexionar a fondo sobre la
transparencia, la capacidad y la idoneidad de sus líderes, sobre todo de
quienes asumen cargos de dirección. Quieren que los lideres sean legitimados
por sus comunidades y que tengan una vida familiar intachable. Lo más
importante, quieren que los cargos sean rotados, por eso definieron que nadie
puede mantenerse en un cargo por mas de dos años.
Uno de los temas mas relevantes fue el relacionado con la
minería, pues el Congreso se pronunció con un NO rotundo a la minería en
territorios indígenas, exigiéndole al gobierno la revocatoria y anulación
inmediata de títulos y solicitudes mineras en sus territorios y en las áreas
definidas por el gobierno como de reserva, al igual que el rechazo y
derogatoria del decreto 0934 de 2013 que le quita a los alcaldes y entes
territoriales (léase indígenas) la capacidad de prohibir la minería en sus
jurisdicciones.
Los indígenas también se ocuparon del tema del conflicto
armado y la paz. Ellos quieren tener una incidencia directa en los procesos de
negociación de La Habana, “no para negociar sino para exigir el respeto a la
vida y el territorio en el marco del Derecho Internacional Humanitario DIH”
A nivel político, los indígenas “se proponen retomar el
corazón, el sentido, el ideario de la Alianza Social Indígena (por fuera de la
Alianza Social Independiente) y complementarlo a la luz de las nuevas
circunstancias que hoy viven los pueblos indígenas, nuestro movimiento y los
sectores sociales y populares.
Es claro que los indígenas del Cauca quieren crear un nuevo
movimiento político por fuera de las estructuras de la actual Alianza Social
Independiente y en ese proyecto quieren involucrar a las organizaciones y a las
autoridades indígenas, haciendo hincapié en que el nuevo proyecto debe darse en
armonía con otros sectores sociales y populares, que de manera colectiva
“defina idearios, contenidos políticos, estructuras, criterios y controles para
los elegidos”. Aunque no lo explicitan, es clara la preocupación de las
autoridades indígenas sobre el papel que cumplen los congresistas indígenas una
vez elegidos, los cuales, en su gran mayoría, comienzan a rodar como ruedas
sueltas.
Por último, el Congreso le otorga un papel especial a las
comunicaciones indígenas, dejando la orientación de “Avanzar en la exigencia de
la comunicación como derecho y principio de autodeterminación de los pueblos y
continuar en la construcción colectiva de la política de comunicación
diferencial integral desde y para los pueblos indígenas, que articule
diferentes elementos espirituales y materiales que hacen la vida y articule
iniciativas de comunicación indígena en los ámbitos local, zonal, regional, nacional
e internacional”
Las conclusiones del CRIC bien podrían pasar desapercibidas,
a no ser por la gran incidencia que esta organización ha tenido en todo el
movimiento indígena colombiano desde su fundación. Por eso, las reflexiones que
se hacen los indígenas del Cauca, marcan el rumbo del camino de los indígenas
colombianos, que hoy no quieren saber nada de minería, ni siquiera de Consulta
Previa, a pesar de ser esta una herramienta que les concede el derecho
internacional, quieren revisar su experiencia de participación política y sobre
todo, quieren tener incidencia en el actual proceso de paz que se adelanta en
La Habana.
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