(Agencia Rodolfo
Walsh, 09.05.13) La CORREPI [Coordinadora Contra la Represión Policial e
Institucional], una organización social de larga trayectoria militante,
comprometida y necesaria en las luchas populares, desde su denuncia permanente
sobre la creciente represión institucional o policial, no fue ajena al grave
episodio de espionaje que sufrió esta agencia y el conjunto de las
organizaciones del campo popular. Aquí su testimonio acerca del accionar ilegal
del Estado.
Aunque no todos recordaran su nombre, no hubo militante que
no reconociera al oficial de la policía federal Américo Alejandro Balbuena
cuando la Agencia de noticias alternativas Rodolfo Walsh denunció al infiltrado
y comenzó a circular su foto.
Hoy sabemos que su cotidiana presencia en cuanta marcha,
acto, conflicto, corte o movilización popular hubiera no respondía a su
compromiso con la información alternativa, sino que era liso y llano
"cumplimiento del deber". Desde 2002, y sin solución de continuidad,
el oficial de inteligencia de la PFA [Policía Federal Argentina] trabajó
infiltrado como movilero de la Agencia Walsh, además de conducir programas de
radio, como "Nada es casual", que se emitía durante 2008 en AM770
(Radio Cooperativa). Por ejemplo, el 15 de julio de 2011, el oficial Balbuena
cubrió la conferencia de prensa en la que una gran cantidad de organizaciones
anunciamos la promoción de la denuncia penal contra el burócrata Gerardo
Martínez, de la UOCRA [Unión Obrera de la Construcción de la República
Argentina], por su tarea como espía de la dictadura desde el Batallón 601.
Allí, el colega federal del denunciado entrevistó a Enrique "Cachito"
Fukman de la AEDD [Asociación de Ex-Detenidos Desaparecido]; a Oscar Castro del
SITRAIC [Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Construcción y Afines]
y a María del Carmen Verdú de CORREPI.
Según informó un comunicado del ministerio de Seguridad del
mismo día en que los compañeros de la Agencia Walsh hicieron pública la
identidad del infiltrado oficial de inteligencia de la PFA, " Nilda Garré
requirió un informe urgente al jefe de la Policía Federal sobre las tareas que
desempeñaba Américo Alejandro Balbuena y sobre otros efectivos del área de
reunión de información; resolvió iniciar una investigación sumaria y pasar a
disponibilidad preventiva a personal de inteligencia de la Policía Federal
Argentina para contribuir a esclarecer si las tareas que realizaba están
comprendidas o no dentro de las funciones asignadas a la fuerza por la ley de
Inteligencia".
Desde CORREPI afirmamos que no tiene la menor importancia
establecer si las "tareas" son de las legalmente asignadas a la PFA
por la ley de Inteligencia. La legalidad es lo que los mismos que nos espían
dicen que es. Lo que el episodio prueba, de nuevo, es que, por dentro o por
fuera de la legalidad normativa, el gobierno espía a las organizaciones del
pueblo trabajador. Por más de 11 años, un oficial de inteligencia de la PFA
cobró su sueldo mensualmente, sin cumplir para la fuerza otra función que la
que tuvo ordenada: infiltrarse en una agencia de periodismo alternativo de
reconocido prestigio militante, a cuyos compañeros todas las organizaciones
abrimos nuestras puertas porque están junto a nosotros en todas las luchas. Ni
Garré ni nadie en el gobierno necesita pedir informes a sus subordinados para
saber qué hizo el oficial Balbuena durante más de una década: ellos le pagaban
para que lo hiciera. ¿O creían que estaba dirigiendo el tránsito?
El Proyecto X (también de más de una década de existencia,
aunque modernizado y perfeccionado en los últimos años), y el oficial Balbuena
simplemente muestran la única cara del "gobierno de los DDHH". Como
dijimos entonces, "para el que quiera ver las cosas como realmente son,
ahí están los hechos, indiscutibles, y confesos".
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