La hija
Querido Flaco,
Querido Flaco,
Yo no comulgo con ningún gobierno, yo no comulgo con el
poder. Somos muy débiles, los seres humanos. En mi país hay una “guerra” de ricos y pobres. Toda la vida
ha sido así. Las diferencias sociales han sido abismales.
La opulencia del venezolano con dinero de toda la vida es
tanta, que es vulgar. Camionetas, casas enormes, aviones, yates, fiestas. En mi país siempre ha sido más importante lo que tienes que
lo que eres.
En mi país se le dice “mono” al que no tiene, al pobre, a la
mayoría. Y es terriblemente doloroso.
La prepotencia del rico, el maltrato, el desprecio y sobre
todo la indiferencia hacia el pobre ha creado una brecha irreconciliable y con
razón. Esto es así desde la colonia, esto ha sido así desde siempre
y necesariamente tiene que cambiar.
Comparto 100% las ideas del proceso. Confío plenamente en
las personas que se involucran, en los colectivos que trabajan en los “cerros”
con las comunidades más necesitadas. Admiro y respeto a los que están
trabajando entregados por un cambio y por dignificar a mi país.
Pero mi querido amigo, los ricos de ahora son rojos y están
en el poder. Son los terratenientes, los de las casas, yates, aviones y
fiestas. Son los que hacen negocios con las multinacionales y se mantienen y
van chupando gracias al discurso chavista. Estos hombres que ahora tienen el
poder, en el fondo no son diferentes a los otros. Solo que han cambiado el
discurso y engañan al pueblo haciéndoles creer que ellos están allí, mientras
se demarcan con poder y dinero, igual que antes, igual que siempre. Además, no
se aceptan críticas, porque cualquiera que critique, que no piense igual es
enemigo.
La autocrítica es lo más sano que puede tener un proceso, es
lo que hace que se rectifique y se retorne a la esencia del ideal.
Sin la autocrítica este movimiento, según yo, se ha
convertido en un movimiento de fanáticos.
Y tú sabes muy bien sobre la maldad y la bondad. Tú conoces
muy bien el ego del héroe buenísimo. Tú conoces muy bien al oportunista.
El movimiento social si que existe. Está vivo. Es profundo y
está en los “cerros”, en los pueblos. Es mucho más que posiciones, discursos y promesas, son
acciones.
Por otro lado, me niego a que me ubiquen. Me niego a que me
definan buena o mala, chavista o escuálida porque me guste o no un líder.
No creo en esto. Creo que los seres humanos somos tan
complejos, creo que es imposible definir nada en estos tiempos. Ha demasiados
matices.
Este tiempo, para mí, es el tiempo del trabajo colectivo. No
creo en líderes, no creo en “ismos”.
Chávez se hizo gracias a los medios de comunicación, ha sido
un personaje mediático. El ha dicho exactamente lo que muchos queríamos
escuchar. Y más allá de la crítica estupida y superficial, Venezuela es un país
que va por un camino incierto, en donde la corrupción, los abusos de poder, el
narcotráfico, la delincuencia, la violencia, la impunidad, los negocios con las
trasnacionales (quizás las gringas son más bajo perfil, pero destacan significativamente
las Chinas y Rusas) siguen siendo protagonistas en su gobierno.
La gran fuerza de Chávez, lo que lo ha hecho grande ha sido
el haberse enfrentado con los “poderosos”, con los neoliberales, con los
sionistas, como dices tú, con la hipocresía de Europa, pero para mí, esto ha
sido más otro show, otro hacernos creer, otro espectáculo más de está sociedad
superficial y mediática.
Yo lo veo así, es una guerra de poder. Aquí no importan ni
las personas, ni nada. Importan los recursos y los gobiernos y los líderes
mediáticos que nos siguen manipulando, para que sigamos creyendo. Mientras los
verdaderos amos del mundo siguen llenando su arcas.
El trabajo difícil realmente es ser coherente. Que nuestras
palabras sean consecuentes con nuestras acciones.
Es mi opinión.
Te quiero y te extraño,
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