Por Agrupación Libertaria La Plaga, Bucaramanga, Colombia.
Durante
el pasado mes de diciembre se realizó en el valle de Aburrá, las
Jornadas de Encuentro de Prácticas Anarquistas, Medellín, Abya
Yala. Organizado por el Centro Social, Cultural y Libertario.
En este encuentro se dieron cita diferentes procesos organizativos de diversas regiones del territorio colombiano, contando además con la participación de un colectivo proveniente de la nación mapuche al sur del continente, y de un integrante del periódico El Libertario de Caracas, Venezuela.
Estas jornadas, relata un participante de la ciudad de Bucaramanga: “sirvieron para fortalecer lazos de unión, solidaridad y tejer redes de comunicación entre les partipantes, además de poder compartir las experiencias que se están llevando a cabo en el país, en Venezuela y en Chile, y de este modo ampliar y hacer más visible la contribución del anarquismo y sus prácticas en estos procesos sociales que se desarrollan en las diferentes regiones”.
La logística del evento de tres días tuvo como escenario varios puntos de la ciudad, comenzando el primer día con una serie de ponencias y relatos en la Universidad Nacional, con un intermedio de un almuerzo vegetariano hecho por algunes voluntaries; el segundo día en un sector del nororiente de Medellín donde con una vista privilegiada de la ciudad, se continuaron los relatos, y posteriormente se realizó un ‘bazar’ de publicaciones y ediciones anarquistas además de un espacio donde se compartieron discos, música y semillas criollas para cultivos orgánicos, por los colectivos que realizaron ponencias sobre las experiencias de agricultura urbana. El evento concluyó al tercer día con un concierto en el municipio de Caldas, donde tocaron grupos de punk, hardcore, metal y, también hubo espacio para la trova revoltosa y sentida de Viento Sin Fronteras desde Caracas.
Este tipo de jornadas dejan ver el aspecto humano y organizacional del anarquismo que, desde diferentes sectores ideológicos se ha querido ocultar o tergiversar, haciendo parecer que les anarquistas no se organizan o que le temen al orden (entendido como producto de un acuerdo entre personas y no como una imposición externa) o a la discusión. Queda pendiente observar que aportes tienen les anarquistas del territorio colombiano para construir en la medida de sus capacidades, una mayor organización o una extensión en sus prácticas en mayor magnitud como sucede en otros países. Lo que si se ve claro, es la gran calidad humana y la fraternidad expresada entre quienes organizaron y participaron el encuentro, una señal concisa de la puesta en práctica de una de las mayores armas de les anarquistas: la solidaridad.
En este encuentro se dieron cita diferentes procesos organizativos de diversas regiones del territorio colombiano, contando además con la participación de un colectivo proveniente de la nación mapuche al sur del continente, y de un integrante del periódico El Libertario de Caracas, Venezuela.
Estas jornadas, relata un participante de la ciudad de Bucaramanga: “sirvieron para fortalecer lazos de unión, solidaridad y tejer redes de comunicación entre les partipantes, además de poder compartir las experiencias que se están llevando a cabo en el país, en Venezuela y en Chile, y de este modo ampliar y hacer más visible la contribución del anarquismo y sus prácticas en estos procesos sociales que se desarrollan en las diferentes regiones”.
La logística del evento de tres días tuvo como escenario varios puntos de la ciudad, comenzando el primer día con una serie de ponencias y relatos en la Universidad Nacional, con un intermedio de un almuerzo vegetariano hecho por algunes voluntaries; el segundo día en un sector del nororiente de Medellín donde con una vista privilegiada de la ciudad, se continuaron los relatos, y posteriormente se realizó un ‘bazar’ de publicaciones y ediciones anarquistas además de un espacio donde se compartieron discos, música y semillas criollas para cultivos orgánicos, por los colectivos que realizaron ponencias sobre las experiencias de agricultura urbana. El evento concluyó al tercer día con un concierto en el municipio de Caldas, donde tocaron grupos de punk, hardcore, metal y, también hubo espacio para la trova revoltosa y sentida de Viento Sin Fronteras desde Caracas.
Este tipo de jornadas dejan ver el aspecto humano y organizacional del anarquismo que, desde diferentes sectores ideológicos se ha querido ocultar o tergiversar, haciendo parecer que les anarquistas no se organizan o que le temen al orden (entendido como producto de un acuerdo entre personas y no como una imposición externa) o a la discusión. Queda pendiente observar que aportes tienen les anarquistas del territorio colombiano para construir en la medida de sus capacidades, una mayor organización o una extensión en sus prácticas en mayor magnitud como sucede en otros países. Lo que si se ve claro, es la gran calidad humana y la fraternidad expresada entre quienes organizaron y participaron el encuentro, una señal concisa de la puesta en práctica de una de las mayores armas de les anarquistas: la solidaridad.
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