Rafael Uzcátegui
El pasado 07 de octubre Hugo Chávez logró su reelección presidencial obteniendo la votación más alta a su favor, en 13 años de permanencia en el poder, con más de 8 millones de votos. Este resultado no fue una sorpresa. De manera consistente, diferentes compañías encuestadoras habían pronosticado una victoria holgada sobre su contendor, Henrique Capriles Radonski, la cual se materializó en millón y medio de votos de diferencia. Sin embargo, el fortalecimiento del proyecto bolivariano es sólo aparente. Estos mismos pronósticos afirman que en las próximas elecciones venezolanas, para elegir gobernadores y alcaldes, el resultado será justamente el contrario, donde los partidos políticos opositores al chavismo, unidos en la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), aumentarán sus espacios de poder regionales. ¿Cómo se explica esta dualidad?
El proyecto bolivariano se basa en la promoción del culto a la personalidad de Hugo Chávez, así como en una progresiva concentración de los poderes estatales en su persona. Los recientes resultados confirman su popularidad dentro de sectores mayoritarios de la población. No obstante el carisma de Hugo Chávez no es transferible a su propio equipo de gobierno. Desde el año 2002 Venezuela experimenta año tras año el aumento en la cantidad de manifestaciones pacíficas, la mayoría de ellas realizadas por hombres y mujeres “chavistas” quienes reclaman el incumplimiento de las expectativas y promesas gubernamentales. Ellos culpan de corrupción e ineficiencia a la burocracia intermedia de las instituciones, nunca al propio presidente. Su pensamiento común es que si Hugo Chávez conociera la realidad de sus problemas, estos se solucionarían rápidamente. Esta sui generis relación de las personas con el primer mandatario ha creado una fuerte identidad política dentro de los sectores populares, que algunos analistas opinan que posee características religiosas, donde las personas se consideran a sí mismas como “chavistas” y no como “socialistas”, como quiere hacer creer cierta propaganda a través del mundo.
El pasado 07 de octubre Hugo Chávez logró su reelección presidencial obteniendo la votación más alta a su favor, en 13 años de permanencia en el poder, con más de 8 millones de votos. Este resultado no fue una sorpresa. De manera consistente, diferentes compañías encuestadoras habían pronosticado una victoria holgada sobre su contendor, Henrique Capriles Radonski, la cual se materializó en millón y medio de votos de diferencia. Sin embargo, el fortalecimiento del proyecto bolivariano es sólo aparente. Estos mismos pronósticos afirman que en las próximas elecciones venezolanas, para elegir gobernadores y alcaldes, el resultado será justamente el contrario, donde los partidos políticos opositores al chavismo, unidos en la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), aumentarán sus espacios de poder regionales. ¿Cómo se explica esta dualidad?
El proyecto bolivariano se basa en la promoción del culto a la personalidad de Hugo Chávez, así como en una progresiva concentración de los poderes estatales en su persona. Los recientes resultados confirman su popularidad dentro de sectores mayoritarios de la población. No obstante el carisma de Hugo Chávez no es transferible a su propio equipo de gobierno. Desde el año 2002 Venezuela experimenta año tras año el aumento en la cantidad de manifestaciones pacíficas, la mayoría de ellas realizadas por hombres y mujeres “chavistas” quienes reclaman el incumplimiento de las expectativas y promesas gubernamentales. Ellos culpan de corrupción e ineficiencia a la burocracia intermedia de las instituciones, nunca al propio presidente. Su pensamiento común es que si Hugo Chávez conociera la realidad de sus problemas, estos se solucionarían rápidamente. Esta sui generis relación de las personas con el primer mandatario ha creado una fuerte identidad política dentro de los sectores populares, que algunos analistas opinan que posee características religiosas, donde las personas se consideran a sí mismas como “chavistas” y no como “socialistas”, como quiere hacer creer cierta propaganda a través del mundo.
Todos los vaticinios sugieren que en las
próximas elecciones regionales habrá un aumento importante de la abstención, la
mayoría de personas que el pasado 7 de octubre votaron por Hugo Chávez. Este
desinterés se debe a la apatía y el desinterés, dado que la permanencia en el
poder del antiguo teniente coronel no está en juego, pero por otro lado a una “abstención
castigo” contra quienes sus electores perciben como responsables de la
corrupción y estancamiento de las políticas sociales bolivarianas. Este
descontento es estimulado por la falta de participación para seleccionar los
candidatos para alcaldes y gobernadores, lo cual fue una petición realizada por
grupos de base oficialistas desde el año 2011. Es una paradoja que el sector
que es acusado de “fascista” y “contrarevolucionario”, la MUD, haya realizado
un ejercicio formal más democrático que el chavismo al escoger todas sus
candidaturas en elecciones primarias a comienzos de año. La escogencia de los
candidatos bolivarianos fue realizada por el propio Hugo Chávez, quien realiza
todas las decisiones políticas de importancia dentro de su movimiento. Las
postulaciones fueron realizadas por la fidelidad política y no por la
existencia de liderazgos regionales. Hay decenas de casos de personas que no
han vivido en las regiones en donde fueron candidateados, o personas que a
pesar de su historial previo de corrupción y violación a los derechos humanos,
el próximo diciembre aspiran a un cargo para una gobernación o una alcaldía. El
caso más escandaloso es el de Ramón Rodríguez Chacín, autor intelectual de uno de
los casos de violación a los derechos humanos más grave ocurrido en Venezuela
en la década de los 80´s: La Masacre de El Amparo.
Mientras la figura de Hugo Chávez
históricamente ha mantenido una alta popularidad, desde el año 2007 es
consistente el debilitamiento de su proyecto gubernamental con la pérdida de
espacios de poder regionales por el voto popular. En los anteriores sufragios
regionales algunas victorias bolivarianas sólo fueron posibles al ser el propio
Hugo Chávez quien encabezó la campaña electoral por alguno de sus candidatos.
Hoy, debido a sus problemas de salud, esto no será posible.
De esta manera los resultados de las dos
elecciones reflejarán un fortalecimiento de la figura personal de Hugo Chávez
pero un debilitamiento de su gobierno, lo cual contradice, por decir lo menos,
la expansión de un proceso revolucionario colectivo en Venezuela. Sin embargo
Chávez puede desarrollar el estatismo comunal –nombre del programa de gobierno
anunciado para el futuro- sólo con el apoyo de sus ministros y el parlamento,
tal cual como lo realizó en su segunda gestión presidencial. Al estar basado
exclusivamente en su persona, cualquier ausencia política o física futura de
Hugo Chávez significará a su vez la desaparición de la llamada “revolución
bolivariana”.
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