Por: Rosa Jurado
A la memoria de Domingo Alberto Rangel
El 7 de octubre próximo, nuevamente los venezolanos seremos
convocados para continuar con la farsa democrática de esperar los cambios sin
cambiar nada, es decir, de ilusionarnos con la idea de votar libremente en una
coyuntura, pero sin decidir nada sobre los cambios estructurales. Quienes vayan
a votar, estarán votando para legitimar la deuda externa de 120 mil millones de
dólares, la entrega del país al capital trasnacional, la lucha contra el
terrorismo (léase: toda protesta o disidencia contra el Estado Multinacional
del Capital), el paquete económico neo-liberal (izquierdo-derechista), la
globalización de la crisis y la militarización del planeta por los perros de la
guerra. Quienes vayan a votar estarán siendo cómplices de continuar con las
mismas estructuras económicas capitalistas dominantes, estarán avalando al
próximo Jefe de la mafia, co-propietaria del botín petrolero, es decir, al
próximo equipo de choros a robarse la renta petrolera en nombre del pueblo.
Quienes vayan a votar el próximo domingo, estarán legitimando a un Estado
todopoderoso, militar-policíaco, históricamente corrupto, esencialmente
burocrático, profundamente anti-obrero y anti-popular, divisionista y
excluyente, conservador y represivo, contrarrevolucionario y reaccionario. Cada
voto es el alimento de un sistema de dominación mundial, es la forma de
mantener una minoría en el poder en nombre de la mayoría, minorías nacionales e
internacionales, de los poderosos del capital sobre las masas trabajadoras, del
Estado trasnacional sobre las soberanías nacionales. Cuando votamos por alguno
de los candidatos del gran circo democrático estamos convalidando al próximo
payaso encargado de divertir al pueblo para que olvide su miseria (material y
espiritual). Es la misma historia adeco-copeyana, porque son adecos y copeyanos
rojo rojitos, quienes reproducen los mismos vicios de la cuarta en la quinta. Quien
gane en los próximos comicios, no será representante de la nación –como siempre
se ha pregonado-, sino el representante de la globalización y el
neo-liberalismo, será el encargado de negocios del capitalismo trasnacional
(izquierdo-derechista), quien continúe la política de privatización petrolera a
través de las empresas mixtas, ilegalmente establecidas por la “revolución”.
Quien vaya a votar en las elecciones venideras estará avalando la corrupción
reinante del Estado y sus socios privados, estará legitimando la Ley anti-terrorista[1]
–versión tropical de la Ley patriota de USA y Ley de seguridad Democrática
colombiana- es decir, estará aprobando la criminalización de la protesta y las
luchas sociales en el mundo, así como la globalización de la guerra como forma
para controlar los recursos estratégicos del planeta. Peor aún, estará apoyando
a quienes se enriquecen en nombre de la “revolución” y prostituyen los ideales
de la utopía de la emancipación humana.
A la masa electoral la han domesticado para votar por quienes han saqueado históricamente al Estado y la sociedad, en nombre de la “democracia”, por quienes sin cumplir sus promesas pueden pasearse impunemente por los pasillos de Miraflores, por quienes se lucran en cada carnaval electoral recibiendo recursos del capital trasnacional, del narcotráfico y de la burguesía parasitaria y estatista, por quienes manejan los resortes del poder, tras la sombra del crimen y el engaño. Quienes vayan a votar estarán justificando una intervención militar extranjera, por cuanto los 2 candidatos con mayor opción, están involucrados, directa e indirectamente, en los planes militaristas del Pentágono y sus socios mercenarios de la OTAN, en complicidad con sus aliados chinos y rusos. En cada coyuntura electoral se decide la sobrevivencia de la estructura, sistema o estado cosas, para garantizar que las cosas sigan igual, sin cambios profundos, sin transformación verdadera, sólo reformas, medias reformas, decretos y leyes inservibles, sólo promesas de “revolución” y “progreso”, sólo para continuar entregando las riquezas nacionales a la rapiña internacional y a las ultraconocidas mafias internas socio-capitalistas (izquierdo-derechista). Cada elector, al dar su “opinión” en las urnas electorales, está eligiendo al comisionado para continuar con la fiel aplicación del paquete de ajuste neo-liberal (izquierdo-derechista), para continuar engañando a los pobres y negociando con los ricos. Quien gane en los próximos comicios, será el encargado de continuar colaborando con el Plan Colombia[2], apoyando el IIRSA, el Plan Puebla Panamá, el ALCA[3] y la receta del neo-capitalismo izquierdo-derechista mundial. Cada elector será cómplice de quienes continuarán con la entrega de la soberanía, será reproductor de una democracia representativa, agotada y enferma, autoritaria y personalista, trasnochada, pero sobre todo, inútil para resolver los problemas de la sociedad.
A la masa electoral la han domesticado para votar por quienes han saqueado históricamente al Estado y la sociedad, en nombre de la “democracia”, por quienes sin cumplir sus promesas pueden pasearse impunemente por los pasillos de Miraflores, por quienes se lucran en cada carnaval electoral recibiendo recursos del capital trasnacional, del narcotráfico y de la burguesía parasitaria y estatista, por quienes manejan los resortes del poder, tras la sombra del crimen y el engaño. Quienes vayan a votar estarán justificando una intervención militar extranjera, por cuanto los 2 candidatos con mayor opción, están involucrados, directa e indirectamente, en los planes militaristas del Pentágono y sus socios mercenarios de la OTAN, en complicidad con sus aliados chinos y rusos. En cada coyuntura electoral se decide la sobrevivencia de la estructura, sistema o estado cosas, para garantizar que las cosas sigan igual, sin cambios profundos, sin transformación verdadera, sólo reformas, medias reformas, decretos y leyes inservibles, sólo promesas de “revolución” y “progreso”, sólo para continuar entregando las riquezas nacionales a la rapiña internacional y a las ultraconocidas mafias internas socio-capitalistas (izquierdo-derechista). Cada elector, al dar su “opinión” en las urnas electorales, está eligiendo al comisionado para continuar con la fiel aplicación del paquete de ajuste neo-liberal (izquierdo-derechista), para continuar engañando a los pobres y negociando con los ricos. Quien gane en los próximos comicios, será el encargado de continuar colaborando con el Plan Colombia[2], apoyando el IIRSA, el Plan Puebla Panamá, el ALCA[3] y la receta del neo-capitalismo izquierdo-derechista mundial. Cada elector será cómplice de quienes continuarán con la entrega de la soberanía, será reproductor de una democracia representativa, agotada y enferma, autoritaria y personalista, trasnochada, pero sobre todo, inútil para resolver los problemas de la sociedad.
Por eso, y muchas otras razones, el 7 de Octubre NO VOTO, porque
tengo el derecho de NO ELEGIR, a quienes representan los mismos intereses del capital
globalizado. Mi mejor opción es NO VOTAR, por quien será el próximo verdugo del
pueblo. Mi decisión, como ciudadana de la República Bolivariana de Venezuela, es
NO VOTAR, porque quienes torcieron el rumbo de la revolución, ni por quienes
han asesinado históricamente al pueblo. NO VOTO ni por el equipo de mafiosos de
la V República, ni por la cuerda de choros de la IV. Definitivamente, NO VOTO,
porque tengo el derecho a MANIFESTAR, CUESTIONAR, CRITICAR, CONSTRUIR Y LUCHAR
por una nueva civilización, donde los pueblos no sean llevados como ovejas al
matadero, donde NO se entierre la
opinión pública en urnas electorales, donde NO se sepulte mas la esperanza de
los pueblos.
Véase:http://www.asambleanacional.gob.ve/index.php?option=com_docman&task=doc_details&gid=3823&Itemid=62&lang=es
[2] Ver: Plan Colombia: “Plan
para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado” (Compilación).
Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, junio de 2007; Enrique
Contreras. Globalización y Plan Colombia.
Caracas: Fundación Editorial Fabricio Ojeda, 2000.
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